"Si en algún futuro distante alguna de estas personas se pone en tu contra y te traiciona de la manera más vil posible, ¿Serías capaz de odiarlos?"
El joven tomó una respiración profunda, cerrando los ojos por un instante mientras sus pensamientos se arremolinaban en su mente. Era una pregunta cargada de emociones, y no podía responderla a la ligera. Finalmente, alzó la cabeza con resolución.
"En estos momentos no sabría cómo reaccionar ante tal escenario." comenzó, con su tono calmado pero con una honestidad palpable. "Me falta mucha madurez en ese aspecto y considero que quizá pueda obtenerla con el paso del tiempo y en esta aventura. Ahora mismo, mi corazón me dice que el sentimiento que inundaría mi corazón sería el odio, pero es posible que con el pasar de los años eso cambie. Por lo que, si soy totalmente sincero contigo... aún no tengo una respuesta clara."
La rana se quedó en silencio por unos segundos, como si evaluara cada palabra que Marco había dicho. Finalmentee, esbozó una amplia sonrisa.
"Correcto." declaró con tono teatral, dando un pequeño salto. "El objetivo de esta prueba es ver si sois capaces de ser honestos con vuestros propios corazones. Habéis demostrado sinceridad con vuestras palabras y, por tanto, habéis superado este desafío."
Sus palabras resonaron en la sala mientras las rejas que bloqueaban el camino comenzaron a levantarse con un chirrido metálico. El grupo dejó escapar un suspiro colectivo de alivio.
Keipi se acercó a nuestro protagonista, dándole una palmada en el hombro. "¡Bien hecho! Esa es la respuesta que esperaba de un verdadero emperador."
Lily revoloteó emocionada alrededor de Marco. "¡Sabía que lo conseguirías!"
Sin embargo, antes de avanzar, Maurice se cruzó de brazos, mirando a la rana con el ceño fruncido. "¿Y qué pasa con nuestras compañeras? ¿Dónde están Ashley y esa ladronzuela de pelo rosa?"
La rana ladeó la cabeza. "Ya os lo comenté antes. Si lográis llegar hasta Zafira, la dragona de cristal, significará que sois dignos de estar en el interior de esta torre. Y si se da ese caso, vuestras amigas volverán."
"Eso no es suficiente." replicó Lesbiana, claramente molesta. "¡Al menos queremos una garantía para saber si están bien!"
"Lo están." respondió el anfibio sin mostrar mueca alguna de preocupación.
Lana colocó una mano en el hombro de la mujer para calmarla, y Theo habló tímidamente desde detrás. "Si la solución se encuentra en seguir ascendiendo por la torre hasta encontrarnos con su guardiana, no tiene sentido que nos preocupemos en exceso por nuestras aliadas. Además, si las conocéis de sobra, estoy seguro de que sabréis que están bien. Y, si soy sincero, tampoco creo que el animalillo nos esté mintiendo."
Lesbiana y Maurice suspiraron, pero asintieron rindiéndose momentáneamente ante la lógica del pequeño.
"Es verdad, seguramente Ash esté bien. Cualquier problema que se le cruce por delante lo soluciona con uno de sus puñetazos." comentó Keipi, manteniendo su sonrisa despreocupada.
"Eso es... ¡Sigamos hacia el siguiente piso!" exclamó Lily, dirigiéndose hacia las escaleras.
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Otro lugar de la torre.
Desde una proyección mágica, Zafira, la dragona de cristal en su forma humana, observaba a través de las imágenes flotantes cómo el grupo afrontaba la prueba. Al ver cómo Marco respondía con suma sinceridad, su sonrisa se ensanchó.
"Interesante." murmuró para sí misma. "Este emperador tiene bastante potencial... Parece que no es uno de esos que acaba siendo atraído por la fama y el poder."
Mientras hablaba, buscó con la mirada a su hijo, Ryan, pero su rostro se endureció ligeramente al notar que ya no estaba presente. "Pero, ¿A dónde se ha ido ya este niño? Espero que no esté tramando nada estúpido..."
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Sala del escarmiento.
Ashley y Transexual estaban sentadas en el suelo de una fría habitación sin ventanas ni paredes definidas. La sensación de estar en un espacio infinito era opresiva, y el silencio incómodo que las envolvía solo hacía que el ambiente pareciera más pesado.
Nuestra protagonista, incapaz de soportar el mutismo, decidió romper el hielo. "Oye... ¿Por qué decidiste empezar a robar?" preguntó con un tono curioso, girándose lentamente hacia su compañera de celda.
La ladrona levantó la vista con sorpresa, claramente no esperaba una pregunta tan directa. Suspiró y bajó la mirada antes de responder. "Porque nunca tuve otra opción." comenzó, con una voz cargada de amargura.
"Mi pueblo siempre me rechazó por ser quién soy. Intentaba conseguir curro, intentaba encajar en esa sociedad que negaba mi existencia, pero... siempre era lo mismo. Nadie me quería, ni siquiera para los trabajos que nadie quería hacer. Y ya sabes, cuando la desesperación golpea a tu puerta, haces lo que haga falta por sorbevivir: robar cosas para cambiarlas por unas monedas y así conseguir algo de agua y comida que llevarse a la boca."
Ashley la escuchó atentamente, asintiendo con comprensión. "Aunque no te lo creas, te entiendo a la perfección." dijo finalmente. "Cuando era una niña, mis padres me abandonaron y no me quedó otra que recurrir a robar por la necesidad de mantenerme con vida. Así que, créme cuando te digo, que no voy a juzgarte por ello."
Las palabras de nuestra protagonista parecieron aliviar un poco a Transexual. Sus miradas se encontraron, y por primera vez desde que estaban allí, intercambiaron una leve sonrisa.
"Por cierto, mi nombre es Ashley." dijo la joven, extendiendo una mano.
La ladrona parpadeó, sorprendida. "Transexual." respondió automáticamente.
"Eso no... Yo quiero saber tu verdadero nombre." agregó con una expresión sincera en su rostro.
Sus mejillas se sonrojaron ligeramente y por la vergüenza que le daba decirlo, desvió la mirada para otro lado. "C-Cecily..." murmuró.
Ashley intentó esbozar una sonrisa de calma en su rostro, intentando transmitir calidez. "Encantada, Cecily."
La ladrona soltó una pequeña carcajada al verle la cara. "Pero, ¿Qué clase de sonrisa es esa? Jajaja, es la más forzada que he visto nunca."
Nuestra protagonista, todavía avergonzada, reaccionó de manera impulsiva, inclinándose hacia delante y dándole un suave cabezazo en la frente. Ambas soltaron un quejido al unísono mientras caían al suelo, llevándose una mano a la cabeza. Un buen chichón empezaba a formarse en ambas, pero las risas pronto sustituyeron al dolor.
"Lo siento..." dijo Ashley entre carcajadas, todavía tirada en el suelo. "Está claro que no domino el arte de la sonrisa... ni del cabezazo amistoso, jajaja."
Cecily soltó una carcajada sincera. "Jajaja, vaya manera de romper el hielo... Eres un caso perdido, Ash." Tras un momento, su voz se suavizó y sus ojos se entrecerraron, llenos de una emoción contenida. "Pero, ¿sabes qué? Eres la primera persona que ha querido saber mi verdadero nombre... Así que, gracias. De verdad."
Ashley se incorporó lentamente, sentándose frente a Cecily con una expresión seria. "La verdad es que creo que un nombre es algo importante. No es solo algo que llevamos, ¿sabes? Es lo que nos define y nos distingue del resto, lo que nos da identidad. Y, más que eso, es lo que dejamos como recuerdo a las personas que nos rodean... incluso cuando ya no estamos. Sería genial que dejaras atrás ese mote y te presentases al mundo como Cecily. Es un nombre precioso, ¿no crees?"
Por un instante, Cecily se quedó en silencio, procesando las palabras de Ashley. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro mientras negaba suavemente con la cabeza. "Eso no es posible." dijo, aunque su tono estaba teñido de afecto. "Mientras siga siendo una ladrona, seguiré portando este nombre con orgullo. Es mi manera de recordar quién soy, de dónde vengo... y por qué lucho cada día."
Ashley la miró fijamente durante unos segundos, antes de soltar un suspiro y esbozar una pequeña sonrisa torcida. "Bueno, entonces haz que el nombre 'Transexual' también signifique algo importante. Porque por lo que veo, eres mucho más que una simple ladrona."
Ambas se quedaron en silencio por un momento, compartiendo una mirada de comprensión mutua. Luego, Cecily soltó una leve risa, esta vez más ligera y auténtica. "Ashley, sigues siendo pésima con las sonrisas, pero... puede que me estés empezando a caer bien."
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De vuelta con el grupo.
Nuestros protagonistas llegaron finalmente al segundo piso de la Torre de Babel. La sala tenía un ambiente opresivo, con un techo más bajo que el nivel anterior y paredes decoradas con extraños grabados que parecían representar escenas de batallas antiguas. En sus baldosas había charcos de agua formados por la humedad del ambiente.
Sin previo aviso, el suelo bajo sus pies comenzó a temblar ligeramente, y antes de que pudieran reaccionar, unas cadenas emergieron del suelo con movimientos serpenteantes y casi vivos.
"¡¿Qué demonios?!" exclamó Lana, mirando con horror cómo las cadenas se enroscaban rápidamente alrededor de sus brazos y piernas.
"¡¿De dónde salen estas malditas cosas?!" gritó Keipi, luchando con todas sus fuerzas para soltarse.
Las cadenas, resistentes y cubiertas de un brillo metálico, no solo los ataron, sino que también comenzaron a elevarlos hacia el techo. Uno a uno, todos los miembros del grupo fueron suspendidos en el aire, inmovilizados completamente y sin poder usar su magia o habilidades.
"¡Jolines, esto no es justo! ¡Déjenme bajar ahora mismo!" protestó Gay, retorciéndose en vano mientras Lesbiana intentaba tranquilizarlo con una mirada seria.
"¡Mierda! ¡No puedo moverme en absoluto!" gruñó Bisexual, intentando forzar las cadenas con toda su fuerza.
"¡¿Theo, estás bien?!" preguntó Maurice, mientras las cadenas apretaban su torso.
"¡Sí... pero... no puedo abrir los ojos! ¡Tengo vértigo!" respondió Theo con la voz temblorosa, su miedo era palpable, pero intentaba mantenerse valiente.
Lily revoloteaba impotente, atrapada entre los eslabones. "¡Esto no es normal! ¡Marco, haz algo!" gritó, con una mezcla de nerviosismo y frustración.
Marco, sorprendido al notar que las cadenas no se acercaron a él. Justo cuando intentaba analizar la situación, una figura emergió lentamente de entre las sombras al fondo de la sala.
Era Ryan.
El joven caminó con paso firme hacia nuestro protagonista, su expresión era una mezcla de determinación y una ligera molestia. Sus ojos brillaban, reflejando una resolución inquebrantable.
"¿Es... un humano?" preguntó Lesbiana, inclinándose ligeramente hacia adelante, con incredulidad en su voz.
"¡A lo mejor es como la rana! Ya sabéis, algo que la torre ha creado como maestro de juegos." añadió Gay, levantando las cejas con exageración mientras trataba de girar la cabeza en sus ataduras.
Lana, con una mirada concentrada, cerró los ojos por un momento, como si analizara el aura del extraño. "No... Es un humano de verdad. Lo siento desde aquí, su energía mágica fluye con fuerza a través de él."
Keipi ladeó la cabeza, observando con atención al recién llegado. "¿Y qué hace un humano normal en esta torre?"
"Lo siento," dijo Ryan con voz firme, aunque cargada de un tono de resignación. "Pero no puedo dejar que te encuentres con mi madre sin antes comprobar si realmente mereces portar ese título que proclamas. Si quieres liberar a tus amigos y avanzar al siguiente nivel de la torre, tendrás que demostrarlo."
Marco lo miró fijamente, tratando de comprender la situación. "¿Qué quieres decir exactamente?" preguntó, su tono era serio pero mantenía la calma.
Ryan inclinó ligeramente la cabeza, evaluando a nuestro protagonista con detenimiento.
"Esto es simple, para romper mis cadenas y avanzar al siguiente piso, tendrás que derrotarme en combate," dijo con voz firme. "La condición de victoria es hacer que diga las palabras: me rindo. Si no lo logras, seréis expulsados de la torre para toda la eternidad."
Un silencio denso cayó sobre la sala. El sonido metálico de las cadenas al tensarse y los intentos de los atrapados por liberarse era lo único que rompía la quietud. La tensión era casi asfixiante mientras los dos se estudiaban.
"¿Por qué tendría que enfrentarme a ti?" preguntó Marco con tranquilidad, aunque había un tono inquisitivo en su voz.
Ryan apretó los puños, como si la pregunta le resultara incómoda. "Es mi deber como hijo proteger la tranquilidad de mi madre. No puedo permitir que alguien como vosotros irrumpan en su paz. Además, es la oportunidad perfecta para saber si soy digno de ser su predecesor. Por ende, si realmente eres un emperador, demuéstramelo aquí y ahora."
Ryan levantó la mirada hacia la pequeña hada. Sus ojos no mostraban hostilidad, pero su tono fue cortante. "Eso no es asunto tuyo. Lo importante es que fui criado por Zafira, y le debo mi vida. Haré lo que sea necesario para protegerla. Si eso significa negar tu derecho como emperador y expulsarte de esta torre, no dudaré en hacerlo."
Marco observó al joven por un momento, notando la sinceridad en sus palabras. Dejó escapar un leve suspiro y relajó los hombros. "Está bien," dijo, dando un paso adelante. "Si lo que necesitas es comprobar si soy digno, no tengo problema en enfrentarte. Pero si gano, quiero que liberes a mis amigos. Y espero que cumplas tu palabra."
Ryan inclinó ligeramente la cabeza, como si aceptara el trato. Una leve sonrisa, sin rastro de burla, se dibujó en su rostro. "Por supuesto. Pero no esperes que me contenga."
Ambos tomaron posturas de combate, y la atmósfera en la sala cambió drásticamente. Las cadenas que sujetaban al resto del grupo brillaron con una intensidad renovada, como si respondieran a la tensión creciente.
El enfrentamiento estaba a punto de comenzar.
Continuará...