Aunque Ashley se alegró por unos instantes de que le salvaran la vida, fue por cuestión de segundos que su cuerpo volviera a quedar paralizado por la sorpresa y el miedo que le daba aquella mujer, cuyo rostro irradiaba hostilidad.
"¿R-Rocinante?" murmuró, temblorosa, al reconocerla.
"Veo que aún me recuerdas, niñata", respondió Rocinante con desdén, agitando uno de sus abanicos con un gesto elegante, aunque cargado de desprecio. "Aunque, claro, ¿cómo podrías olvidar los rostros de tus dueños?"
Keipi, que hasta ese momento había permanecido en silencio, arqueó una ceja mientras estudiaba al enemigo. Aunque no comprendía del todo la relación entre Ashley y la mujer bestia, una cosa estaba quedando clara: no venía en son de paz.
"¿Interrumpo un emotivo reencuentro?" dijo con su habitual tono despreocupado, pero en sus ojos se reflejaba una concentración inquebrantable. Priscilla, su katana, se envolvía lentamente en una capa de agua cristalina. "Porque si vas a lanzar más de esas chispitas, te aviso que soy muy bueno apagándolas."
Rocinante soltó una carcajada sarcástica, tan afilada como sus palabras.
"¿Bueno? ¿Tú?" Escupió con desprecio. "¿Por blandir una espaducha de aficionado? ¡No me hagas reír!" Sus abanicos giraron con rapidez, generando una nueva horda de proyectiles mágicos que flotaron en el aire a su alrededor, brillando con una luz peligrosa. "Pero si quieres morir junto a esa sucia esclava, adelante. ¡Os haré polvo!"
Con un grito, lanzó los proyectiles hacia ellos.
Keipi reaccionó al instante. Moviendo su katana con precisión, trazó un arco en el aire que liberó un par de chorros de agua presurizada. Las flechas de Rocinante impactaron contra la barrera líquida y estallaron en una lluvia de energía que iluminó el callejón, obligando a la mujer bestia a retroceder mientras se cubría el rostro con uno de sus abanicos.
"¡Ashley, vete de aquí!" gritó el monje, sin apartar la vista de su enemigo, generando un filo de agua que cruzó el espacio entre ellos y forzó a Rocinante a saltar hacia un lado.
"¡Ja! ¿Es lo mejor que tienes?" dijo la mujer mariposa, generando más proyectiles.
La cantidad era inmensa y nuestro protagonista sabía que no iba a ser capaz de bloquear todos. Y para el colmo, Ashley no le hizo ni caso por el shock y seguía paralizada de miedo en el sitio. Por lo que sin pensárselo dos veces, la agarra de la cintura y la sube sobre su hombro mientras se desplaza rápidamente saliendo del callejón.
Las flechas de energía mágica son disparadas. Pero Keipi gracias a su agilidad felina, giró y esquivó parte de los ataques mientras que usaba su katana para desviar los que se acercaban demasiado a ellos.
Por suerte, la intensidad del enfrentamiento no se prolongó demasiado. En cuanto ambos lograron salir del callejón, se escondieron tras las paredes de un edificio cercano, logrando evitar los proyectiles que la mujer seguía lanzando sin descanso.
"Normalmente no me echaría para atrás hasta derrotarla." pensaba Keipi mientras observaba a su rival desde el resguardo. "Pero con ella en ese estado, esto solo se complicará si continúo enfrentándola."
Priscilla, la katana, habló en su mente con una voz serena pero autoritaria.
"Escucha, no podemos permitirnos tomar decisiones impulsivas ahora. Lo mejor que podemos hacer es escapar y reunirnos con los demás antes de que la situación empeore e involucremos a inocentes en el conflicto."
El monje suspiró, asintiendo. Dándole la razón en voz baja.
Por otra parte, Rocinante, desde el otro lado del callejón, se dio cuenta de que las alas que tanto la enaltecen le impedían avanzar sin dañarlas en aquel estrecho espacio. Con un chasquido de lengua, las plegó cuidadosamente, descendiendo al suelo con una perturbadora sonrisa.
"¿En serio pensáis que podéis escapar?" dijo con una calma inquietante, mientras sus dedos tamborileaban en el abanico que aún sostenía. "Ya os digo yo, que no vais a llegar mucho más lejos. Así que, haz que esa esclava me entregue lo que nos quitó... y quizá os perdono la vida."
Keipi se tensó al ver que se acercaba, pero sabiendo que no tenían mucho tiempo decidió seguir sus instintos. Sin duda alguna, apuntó con su arma hacia la mujer mariposa. Y con un movimiento fluido, hizo que el aire se llenase de un sonido vibrante mientras un dragón de agua emergía del filo de Priscilla.
La criatura líquida rugió con fuerza mientras se abalanzaba hacia Rocinante, recorriendo el callejón a una velocidad abrumadora.
La mujer bestia tenía los ojos abiertos de par en par por la sorpresa, pues se vio obligada a retroceder vertiginosamente. Sus alas se desplegaron de golpe al salir del callejón, y con un fuerte aleteo se elevó en el aire justo a tiempo para esquivar al dragón, que ascendió hacia el cielo hasta desaparecer convertido en lluvia.
"¡Será capullo!" gritó, enfurecida, mientras volaba por encima de los edificios, buscando a sus presas con ansia. "¡¿Crees que con ese truquito vas a detenerme?!"
Sin embargo, al llegar al otro lado, su mirada se topó con un callejón completamente vacío. Pues nuestros dos protagonistas habían desaparecido.
Aquel último ataque se trataba de una distracción calculada. Lo que hizo que Rocinante apretara los dientes con furia.
"¡Cabrones!" exclamó, mientras el viento que agitaba sus alas llevaba su maldición al aire.
Batalla en el callejón de Lumanche.
Keipi vs Rocinante.
Ganador: Ninguno
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Otra calle de Lumanche. Unos minutos antes.
Marco y Lily corrían a toda velocidad por las calles, esquivando a los transeúntes y buscando a sus compañeros. La preocupación se reflejaba en sus rostros mientras intentaban descifrar el caos que les rodeaba.
"¡Marco, mira eso!" exclamó Lily, señalando con emoción hacia el cielo. Una enorme figura serpenteante de agua ascendía y se desvanecía entre las sombras.
"¡No hay duda, es el dragón de agua de Keipi!" respondió Marco, con un destello de esperanza en su voz. Pero su expresión cambió rápidamente a una de preocupación. "Sin embargo... parece que está más lejos de lo que esperaba. ¿Cómo vamos a encontrarlos en una ciudad tan grande?"
Ambos continuaron su frenética búsqueda, pero Lily se quedó pensativa, dándole vueltas a una idea. Desde que comenzó este viaje, había sentido el peso de su propósito: guiar al emperador y reunir a los paladines que lo acompañarían. A lo largo del camino, cada paladín había sido marcado por su poder, una pluma brillante.
"¡Espera un momento, Marco!" exclamó de repente, deteniéndose en seco.
"¿Qué pasa, Lily? ¿Se te ha ocurrido algo?" preguntó Marco, girándose hacia ella.
"¡Claro que sí! Escucha, Keipi lleva una pluma que lo conecta contigo. He pensado que quizá, si te concentras lo suficiente, podrías usar esa conexión para localizarlo a través de tu energía mágica."
Marco parpadeó, sorprendido por la sugerencia, pero rápidamente asintió. Pues lo mencionado tenía bastante sentido y las posibilidades de que funcionasen eran altas.
Cerró sus ojos, respiró profundamente y dejó que su mente se vaciara. La ciudad, con su bullicio, desapareció en su interior. Y poco a poco, una sensación cálida comenzó a emerger, como un hilo invisible que lo guiaba hacia su objetivo. Podía sentir la energía de Keipi, alejándose del centro de Lumanche.
"¡Lo tengo!" dijo Marco abriendo los ojos de golpe. "Sé dónde está. Se está moviendo hacia las afueras de la ciudad."
Lily, emocionada, se posó sobre el hombro de Marco y le dio un golpecito en la cabeza. "¡Pues no perdamos más tiempo! ¡Vamos a por ellos!"
Marco sonrió, activando su magia. Una llama vibrante envolvió sus tobillos, elevándolo en el aire. "¡Sujétate, Lily! Vamos a volar."
Con un impulso poderoso, Marco despegó a toda velocidad, zigzagueando entre los edificios de Lumanche mientras seguía la sensación que lo guiaba hacia sus compañeros. El viento azotaba su rostro, pero la determinación en sus ojos brillaba como el fuego que lo impulsaba.
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Afueras de Lumanche.
Keipi llegó a una zona apartada, cubierta por dunas que se extendían bajo el cielo anaranjado del atardecer. Allí dejó a Ashley sentada sobre una roca mientras intentaba recuperar el aliento después de la frenética carrera.
"Agh..." suspiró, dejando caer su peso sobre la arena caliente, mientras que Priscilla volvía a ser un polluelo que se apoyaba sobre su alborotada cabellera.
Apenas tuvo tiempo para descansar cuando Marco y Lily descendieron desde el cielo, envueltos en una ligera brisa provocada por las llamas de los pies de Marco
"¡Ahí están! ¡Tu truco funcionó, Lily!" exclamó Marco con una sonrisa de alivio mientras aterrizaba cerca.
"¡Keipi!" gritó Lily, flotando sobre su hombro. "¡Menuda entrada, eh!"
"Es increíble que pudieras encontrarme así", comentó Keipi, alzando una ceja. "Es una habilidad realmente útil... Aunque, claro, no contaba con encontrarnos con otro enemigo."
Marco asintió, su expresión era más seria.
"No es solo un enemigo cualquiera. Esa mujer mariposa parecía estar específicamente detrás de ella."
Las palabras de Marco parecieron sacar a Ashley de su estado de shock. Al notar que ya no había peligro inmediato, se levantó bruscamente, con los ojos llenos de determinación.
"¡No es vuestro enemigo!" gritó con la voz temblorosa. "Es solo mío... Esto no tiene nada que ver con vosotros."
"Pero ahora somos tus compañeros", respondió Marco con calma. "Te debemos más que solo la comida, Ashley. No vamos a dejarte sola con esto."
"¡No! Ya me habéis ayudado lo suficiente. ¡Solo dejadme en paz de una vez!" replicó ella, con su voz cargada de frustración.
Keipi, sin decir una palabra, se acercó y le dio un suave pero firme golpe en la cabeza. No fue violento, pero el gesto bastó para dejarla atónita.
"Entiendo que tus sentimientos sean un caos ahora mismo", dijo el monje con su característico tono despreocupado. "Frustración, miedo... Todo eso es válido. Pero no puedes ir por la vida cargando sola con todo. A veces, hay que dejar que tus amigos te ayuden a llevar el peso."
Ashley lo miró, sorprendida, mientras las palabras del monje calaban en su mente. Keipi dio un paso atrás y añadió con una sonrisa traviesa:
"Además, me pareció escuchar a esa Rocinante decir algo sobre que le robaste algo. ¿No?"
Marco y Lily intercambiaron miradas, sorprendidos por la revelación.
"¿No serás otra ladrona, como aquellos LGBT?" preguntó Lily, con un toque de humor.
"¿Te imaginas?" bromeó Marco, intentando aligerar el ambiente.
"No es lo mismo", aclaró Keipi, cruzando los brazos. "Rocinante habló de esclavos y dueños. Esto es algo mucho más turbio."
Ashley, incapaz de sostener sus miradas, tragó saliva y se dejó caer de nuevo sobre la roca. Aunque estaba llena de dudas y miedos, algo en las palabras del monje la hizo reflexionar. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que podía confiar, al menos un poco.
"Yo... soy una esclava", confesó finalmente, dejando a los tres en silencio.
"Ashley..." murmuró Lily, sorprendida.
"Rocinante pertenece a la Triada de las Bestias Mágicas, o TBM", comenzó a explicar con voz temblorosa. "Es un grupito pequeño pero cruel, liderado por un tío que es realmente un monstruo, el cual... me compró hace unos cuantos años. Y durante todo ese tiempo, me trataron literalmente como basura. Pero hace unos días escuché algo. Hablaban de un plan para lograr cumplir su deseo gracias a algo llamado la Llave del Templo de los Tres Espejos."
Marco frunció el ceño, intrigado. "¿La llave del Templo de los Tres Espejos? ¿Qué es eso?"
Ashley sacó de su bolsillo una pequeña esfera de color anaranjado con bordes granates. Al reflejarse bajo la luz del sol, la joya desprendió un brillo hipnótico.
"Esto", dijo, sosteniéndola con manos temblorosas, "es la llave. Con ella, se puede acceder a la reliquia conocida como los Tres Espejos."
Los tres quedaron boquiabiertos ante la belleza del objeto.
"Según recuerdo, cerca de Lumanche hay un templo escondido. Y según datan los historiadores, todo aquel que logre conquistarle y se haga con la reliquia podrá hacer realidad su deseo." explicaba Keipi, quién recordaba todos esos libros de información que leía en Romevere cuando estaba aburrido.
"¿Y se lo robaste?" preguntó Marco, impresionado.
"Sí", confesó Ashley. "Lo tomé mientras dormían. Sabía que con esto... quizás podría dejar atrás esta vida miserable y empezar de nuevo." Su mirada estaba vacía. "Desde entonces, me han estado persiguiendo por todo el país. No quieren perder algo tan valioso, pero... Yo solo quiero ser libre. Quiero recuperar mi felicidad."
Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, y nuestros tres protagonistas intercambiaron miradas, comprendiendo el dolor que cargaba la muchacha. Marco se acercó lentamente, con calidez en su mirada, y extendió la mano hacia ella.
"Ashley", dijo con firmeza, "te ayudaremos. No estás sola. Conquistaremos el templo y haremos realidad tu deseo."
"¿De verdad...?" preguntó Ashley, con la voz rota. "¿Me vais a ayudar? ¿Sin aprovecharos de mí?"
Marco sonrió con ternura. "Nunca haríamos eso."
Ashley dudó por un momento, pero al recordar cómo Keipi había luchado por ella apenas unos minutos antes, encontró el valor para aceptar. Tomó la mano de nuestro protagonista, sintiendo una calidez que nunca antes había experimentado.
"Entonces, hagámoslo", añadió Lily con una sonrisa. "Conquistemos el Templo de los Tres Espejos y acabemos con ese infierno que has vivido."
Ashley, por primera vez en años, sintió algo llamado esperanza.
Continuará...