viernes, 22 de noviembre de 2024

Ch. 19 - Cubos flotantes

Nuestros protagonistas, ahora con Ashley en el grupo, decidieron echarle una mano a hacerse con la reliquia de los Tres Espejos. Con un nuevo objetivo claro, pusieron rumbo hacia la localización del templo donde yacía escondida.

El calor del desierto, intensificado por el atardecer, golpeaba con fuerza. La arena ardía bajo su spies mientras avanzaban lentamente, dejando atrás la seguridad que podía proporcionarles Lumanche. Lily revoloteaba alrededor del grupo, intentando distraerlos del cansancio.

"Vaya calor..." comentó Keipi, colocándose una bandana que guardaba en su bolsillo para protegerse del sol. 

"Ya te digo... Y pensé que mientras se ocultaba bajarían las temperaturas." respondió Marco, quitándose el sudor de la frente con su guante.

Ashley caminaba en silencio, sujetando la esfera anaranjada con las manos temblorosas. Aunque sus nuevos compañeros intentaban aliviar la tensión, ella era incapaz de dejar de mirar hacia atrás, como si las sombras de su pasado continuaran acechándola.

"Tranquila." le comentó Lily con una sonrisa tranquilizadora volando a su alrededor. "Llegaremos antes que esos tipos, y si de casualidad aparecen, mis compañeros les darán una paliza."

Ella asintió con un leve gesto, pero no respondió.

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En una de las azoteas de Lumanche.

Los enemigos de Ashley se reunían para discutir sus próximos movimientos. La luna comenzaba a alzarse en el horizonte, iluminando a tres figuras bestiales que destacaban en mitad de la penumbra.

Rocinante, aún visiblemente molesta, terminaba de dar su informe a sus compañeros.

"Así que, básicamente, no solo sigue viva y tiene nuestra llave, sino que ahora tiene compañía." gruñó un hombre bestia tipo lagarto llamado Croco, con una voz rasposa y burlona. Vestía unos vaqueros desgastados y una camiseta de tirantes que dejaban ver su piel escamosa. "¿Cómo demonios se te han escapado?"

"¡Croco, no me vengas con tus mierdas!" replicó, furiosa, agitando su abanico cerrado. "Ese espadachín no era un mero aficionado. Usó ese callejón en mi contra y su maldita magia de agua me obligó a retroceder. Pero si le vuelvo a ver... ¡Le haré pedazos!"

El lagarto soltó una risa seca. "Sí, claro. Pero ahora estamos dos pasos por detrás gracias a ti."

"Ya basta.", interrumpió una voz grave y autoritaria. Era Bianco, un hombre bestia de tipo tigre, cuya imponente figura destacaba incluso entre sus compañeros. Su pelaje dorado brillaba bajo la luz de la luna, y sus ojos amarillos parecían perforar la oscuridad. Vestía una chaqueta negra y pantalones ajustados, y manteníia una postura tranquila pero amenazante.

El jefe dio un paso al frente, mirando a su compañera con desaprobación. "Sea como sea, lo hecho, hecho está. Y quizás, si lo pensamos bien, esto podía ser mejor todavía."

Rocinante y Croco intercambiaron miradas confusas. "¿Mejor?" preguntó el lagarto.

Bianco mostró una sonrisa ladina, llena de malicia. "Si dejamos que esa ladrona y su amigo encuentren el templo y consigan la reliquia por nosotros, nos ahorraremos la molestia. Cuando la tengan en sus manos, festejando que han ganado... será cuando menos se lo esperen y... ¡Pum! Se la quitaremos."

Los ojos de Rocinante brillaron con interés, mientras Croco cruzaba sus brazos, reflexionando.

"Eres un genio." dijeron ambos al unísono, claramente impresionados por la estrategia.

"Que esa niñata de manos largas, se prepare", rugió Belial con una furia incontrolable. "No sabe a quién ha enfurecido. Cuando acabe con ella, deseará no haber escapado nunca."

La luna seguía su ascenso mientras las tres bestias terminaban su asamble en la penumbra, sus figuras desaparecieron entre las sombras lentamente.

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Entrada al Templo de los Tres Espejos.

Bajo la luz de la luna, nuestros protagonistas llegaron finalmente a su destino. Escondida entre las imponentes dunas, se alzaba una enorme puerta circular, parcialmente cubierta por arena. En su centro, un peculiar hueco capturaba su atención.

"No me cabe duda, debe de ser esta." comentó Marco, asombrado ante la majestuosidad de la construcción. Sus dedos tocaron ligeramente la fría piedra, llegando a notar su antigüedad al hacer contacto con sus grietas.

"Jajajaja, yo me esperaba una entrada más normal y corriente." bromeaba Keipi.

Ashley, en silencio, dio un paso al frente, sosteniendo la esfera anaranjada con ambas manos. La gema parecía reaccionar a su cercanía, emitiendo un tenue brillo. Entonces, como si tuviera voluntad propia, se elevó lentamente en el aire. Los ojos de todos siguieron su trayectoria hasta que llegó al hueco de la puerta, encajándose a la perfección.

"¡Qué chulada!" exclamó Lily, fascinada mientras revoloteaba alrededor de la entrada.

Con un retumbar profundo y un sonido rocoso que resonaba en el aire, la puerta comenzó a abrirse lentamente. Tras ella, unas escaleras blancas se extendían hacia abajo, perdiéndose en una inmensa oscuridad que parecía devorar todo a su paso.

Los cuatro se miraron entre sí. El ambien se volvió un poco pesado debido a la incertidumbre, pero ya no era momento para echarse atrás. Habían llegado demasiado lejos como para darse la media vuelta.

Con una mezcla de emoción y nerviosismo, cruzaron la entrada y comenzaron a descender por las escaleras. Empezando a notar como bajaban las temperaturas a su paso.

"Bufff.... Hace un frío que pela..." comentó Lily mientras se frotaba los brazos.

"Es curioso", añadió Keipi, tiritando ligeramente. "Del caluroso desierto a este congelador. De seguro Lumanche está lleno de sorpresas."

Ashley, que caminaba al frente, detuvo sus pasos de repente. "Chicos... Estoy viendo una luz." dijo con una pequeña sonrisa en su rostro, señalando hacia un punto lejando en la oscuridad.

Marco ajustó su postura, apretando ligeramente los puños. "Vamos. Sea lo que sea, hemos venido hasta aquí para encontrar esa reliquia."

Con el fin de querer escapar de esa abusiva y desmesurada temperatura glacial, aceleraron su paso, descendiendo por las escaleras con decisión. Al cruzar el umbral iluminado, quedaron boquiabiertos ante el espectáculo que se desplegaba ante su mirar.

El interior del templo era un mundo completamente distinto, casi surrealista. Estaban rodeados por un vacío infinito, donde flotaban gigantescos cubos de diferentes tamaños, formando una especie de ecosistema único.

Algunos de los cubos estaban formados por tierra cubierta de hierba y flores, e incluso algunos albergaban edificios en ruinas, vestigios de una civilización perdida. Otros contenían agua cristalina que fluía en todas direcciones, desafiando por completo las leyes de la gravedad. Había también algunos que combinaban diversos elementos: tierra, agua, plantas e incluso lava que prodecía de algún pequeño volcán.

Los cubos flotaban y se movían lentamente por aquel espacio, nunca chocando entre sí. Parecía como si siguieran una danza invisible, caótica pero extrañamente armoniosa, componiendo así un paisaje que desafiaba toda lógica.

"Es como... si nos hubiéramos teletransportado a un mundo completamente distinto." Susurró Marco, incapaz de apartar la vista de lo que había frente a él.

Lily, fascinada, voló hacia el borde del cubo en el que se encontraban. "Si te caes por aquí... no hay vuelta atrás." dijo, observando el vacío interminable bajo ellos. Su voz, tenía un ligero matiz de inquietud.

Sin previo aviso, un destello de luz envolvió a los cuatro. Un calor suave los recorrió y, al bajar la vista, se dieron cuenta de que su ropa había cambiado. Ahora llevaban atuendos de exploradores, cada uno con un color distintivo: Lily en turquesa, Marco en rojo, Keipi en azul y Ashley en naranja.

Los detalles de los trajes parecían antiguos, pero estaban diseñados para la comodidad y el movimiento de sus usuarios. Sin embargo, no tocaron algunos complementos que llevaban nuestros protagonistas. Por ejemplo, Marco seguía teniendo sus guantes, Ashley su colgante con forma de cruz y Keipi la bandana en su frente que usó para cubrirse del sol.

"¡Nos ha cambiado la ropa!" exclamó el emperador, inspeccionando su atuendo con incredulidad.

Keipi se miró a cada lado y luego sus botas. "Esto si que no lo esperaba... Aunque debo decir que me queda de lujo." añadió con su sonrisa despreocupada.

Lily seguía revoloteando, estaba enamorada de su nuevo atuendo. Que además, la hacía sentir como una más del grupo, cosa que le encantaba. "¿Quién diseñó este lugar? ¡Es increíble!" comentó.

Ashley, en cambio, permanecía callada, observando el panorama con una mezcla de asombro y preocupación. El mundo de cubos flotantes era hermoso, pero se sentía una tensión creciente en el aire.

Frente a ellos, un haz de luz apareció repentinamente, proyectándose desde el suelo y expandiéndose hacia arriba hasta tomar la forma de un mapa flotante que emitía un suave resplandor. Nuestros protagonistas, sorprendidos por la aparición, se acercaron con cautela. Marco fue el primero en alargar su mano para tocarlo, y al sentir que no había peligro, lo tomó con seguridad.

"Eso... ¿Es un mapa?" preguntó Lily, intrigada, mientras revoloteaba alrededor para verlo desde todos los ángulos posibles.

"Pues... no lo sé." respondió Marco, examinándolo con cuidado.

Su respuesta era normal, pues en lugar de tener una ruta definida, lo que encontraron fue un texto inscrito en un lenguaje antiguo. Las líneas serpenteantes y los carácteres extraños eran incomprensibles para la mayoría del grupo, pero Ashley, observándolo con detenimiento, decidió agarrarlo para analizarlo.

"Yo... Yo puedo leerlo." dijo, ligeramente emocionada.

"¿En serio?" se sorprendió Keipi.

Ashley asintió con seguridad. "Durante mi tiempo como esclava, me enseñaron diferentes lenguajes perdidos para interpretar textos antiguos en ruinas y templos como este."

"Entiendo..." añadió Marco, boquiabierto.

La joven tomó algo de aire y comenzó a recitar el texto en voz alta:

"Si la reliquia quieres obtener, los tres espejos debes conseguir. Supera las tres pruebas para hacerte con ellos y encájalos en el cuerpo de la reliquia para hacer tu deseo realidad."

El silencio se apoderó del grupo mientras las palabras resonaban en el vasto espacio del templo. Intercambiaron miradas de duda al principioo, pues aunque comprendían las palabras, no tenían claro por dónde empezar.

De repente, las letras en el mapa comenzaron a desdibujarse y fluyeron como tinta líquida, reconfigurándose en nuevas formas. Lo que antes era un texto ahora era un detallado esquema que mostraba una ruta con cuatro marcas brillantes: tres círculos que indicaban la ubicación de cada espejo y una cruz que marcaba el lugar donde yacía la reliquia.

"¡Esto si que es útil!" exclamó Keipi, acercándose para inspeccionarlo.

"Imagino... que estas deben de ser las pruebas." comentó Marco, señalando los tres círculos. "Y esta cruz el destino final, dónde estará el cuerpo de la reliquia para encajar los espejos."

Ashley sostuvo el mapa entre sus manos, mirándolo con una mezcla de esperanza y nerviosismo. Sus ojos brillaron con una emoción contenida, y por un momento, parecía que su dura apariencia comenzaba a desmoronarse.

"Chicos... no soy buena relacionándome con la gente." dijo, su voz temblando ligeramente. "Pero cuento con vosotros en esta aventura... No habría sido capaz de llegar hasta aquí sin vuestra ayuda. Gracias."

Marco le sonrió con calidez. "Ahora somos amigos, así que estamos juntos en esto. ¡Conseguiremos esa reliquia."

"Derrotaremos a todos los enemigos que se nos pongan por delante." añadió Keipi con una sonrisa confiada.

"Y yo supervisaré que nadie haga locuras." bromeó Lily, aunque la sinceridad en su tono revelaba que estaba igual de comprometida que los demás.

Con renovada determinación, el grupo guardó el mapa y se preparó para enfrentarse a las pruebas que les aguardaban.

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Entrada al templo, unos escasos minutos después.

En medio de la fría noche, tres figuras se plantaron ante la puerta circular. La luz de la luna brillaba sobre sus imponentes siluetas, proyectando sombras alargadas en la arena. Bianco, el líder de la Triada de las Bestias Mágicas, observaba la entrada abierta de par en par con una sonrisa cargada de malicia.

"Tenías razón, jefe. Ya nos están facilitando todo el trabajo." comentó Croco, el hombre bestia de tipo lagarto, mientras se cruzaba de brazos.

"Eso es lo que tienen los ingenuos." respondió Rocinante, acomodando sus abanicos. "Son blancos fáciles de los que poder aprovecharse."

Bianco, sin apartar la vista de la entrada, dejó escapar un ligero gruñido. "Que sigan jugando si quieren... No serán capaces de sobrevivir a nuestra furia animal."

Rocinante sonrió de manera siniestra. "Esa ladrona, no sabe lo que le espera."

"Jejeje... ¿Vamos a por ellos?" preguntó Croco, relamiéndose los labios por la emoción.

"Es hora... de que empiece la cacería." ordenó Bianco con su grave voz.

Las tres figuras se adentraron en el templo y sus pasos resonaban en un eco vacío.


Continuará...