sábado, 23 de noviembre de 2024

Ch. 20 - El pasillo infinito

El grupo avanzaba con cautela por el extraño mundo de cubos flotantes. Cada uno de estos bloques parecía desafiar las leyes de la física, moviéndose lentamente en un ritmo casi hipnótico. Saltar de uno a otro requería precisión y confianza, especialmente cuando debajo de ellos solo se extendía un abismo interminable.

"¡Esto es una maldita locura!" exclamó Keipi mientras aterrizaba ágilmente en el borde de un cubo cubierto de hierba. "Estoy seguro de que la persona que creó este espacio le molaba la idea de jugar a ser dios."

"La verdad es que esto no lo crearía una persona cualquiera... Debe de ser de alguien con mucha imaginación." comentó Marco, liderando el grupo mientras se aseguraba de que todos estuvieran cerca. "Según el mapa, la primera prueba está a unos cuantos cubos más adelante."

"Solo espero que este lugar no nos dé sorpresas extrañas", añadió Lily, ajustándose su pequeño traje de exploradora. Volaba a una distancia prudente, evitando alejarse demasiado.

Ashley, quien se movía con más cautela, observaba cuidadosamente cada salto. Aunque confiaba en sus habilidades, no podía evitar la ansiedad al mirar el vacío. "Un mal movimiento... y estamos jodidos", murmuró.

Keipi, ya en el siguiente cubo, se giró con una sonrisa despreocupada. "Y para evitarlo, lo mejor es confiar en las piernas. Si fallamos, bueno... igual Lily podría echarnos un cable."

"¡No soy un paracaídas viviente!" protestó Lily, inflando las mejillas.

Las risas del grupo fueron interrumpidas por un chillido ensordecedor que resonó desde arriba. Una sombra gigantesca cruzó sobre ellos, haciendo que se detuvieran en seco.

"¿Qué demonios ha sido eso?" preguntó Marco, alzando la vista.

Una criatura alada descendía en picado hacia ellos. Su forma era la de un ave monstruosa con plumas negras que brillaban como el metal y ojos amarillos que destellaban con ferocidad.

"¡Es un Cuerváceo!" gritó Keipi, haciendo que Priscilla pasase de su forma polluelo a la de katana.

La bestia batió sus enormes alas, generando una ráfaga de viento que casi los derriba. Ashley retrocedió rápidamente, mientras Lily buscaba refugio detrás de un árbol cercano.

"¡Tened cuidado! ¡Si os empuja al borde, será el fin!" advirtió Marco, clavando los pies firmemente en el suelo del cubo.

El Cuerváceo soltó un alarido y disparó varias de sus plumas negras como proyectiles. Marco esquivó varias de ellas y reaccionó de inmediato, canalizando su energía en una esfera de fuego que impactó directamente en el pecho de la criatura.

La explosión la desestabilizó en el aire, obligándola a retroceder con un chillido de frustración.

"¡Eso fue increíble, Marco!" exclamó Lily, observando cómo la criatura se elevaba nuevamente, aparentemente reconsiderando el enfrentamiento.

Molestó, soltó un alarido mientras se alejaba a toda velocidad entre los cubos flotantes.

"¿Se fue? ¿Así sin más?" preguntó Ashley, aún con la guardia en alto.

"Sí... Parece que en su futuro se vio como un pollo asado." añadió Keipi con su tono despreocupado, volviendo a convertir a Priscilla en un polluelo que se apoyaría en su cabellera.

El grupo retomó su camino, aún atentos a cualquier amenaza que pudiera acechar entre los bloques que se movían en el horizonte.

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Primer cubo tras entrar al templo.

La Triada de las Bestias Mágicas cruzó el umbral del templo, deteniéndose en seco al ver el panorama que se extendía frente a ellos. Rocinante fue la primera en entrar, con sus alas plegadas y los abanicos firmemente sujetos en sus manos. Croco le seguía de brazos cruzados, mientras que Bianco, al final del grupo, mantenía su postura recta y dominante.

"Vaya, este lugar es aún más raro de lo que imaginaba al leer los escritos dejados por antiguos exploradores. Parece salido de la pesadilla de cualquier perturbado." comentaba Croco.

Bianco, sin embargo, permanecía en silencio, observando el espacio con una mirada calculadora. "Pensad en esto como un juego más donde nosotros somos los cazadores... y ellos las presas."

"¡Eso si que me gusta!" exclamó Rocinante, tapando la mitad de su rostro con uno de sus abanicos.

De repente, Bianco se detuvo levantando ligeramente la cabeza mientras su nariz se movía con rapidez. El aire frío del templo traía consigo un aroma particular, inconfundible para alguien con un sentido del olfato desarrollado como el suyo. Frunció el ceño y giró la mirada hacia el horizonte de cubos flotantes.

"La esclava... no solo tiene un amiguito." dijo con voz grave, cortando cualquier respuesta que sus aliados pudieran haber preparado. "Hay tres más con ella. Detecto sus olores distintivos."

Rocinante se giró hacia él, intrigada. "¿Tres? Entonces, a parte del espadachín, ¿Había dos más?... Interesante."

Croco dejó escapar una carcajada. "Vaya, así que nuestra esclava ha conseguido un par de amiguitos nuevos bien rápido. Espero que esta vez también la traicionen y vuelva con el corazón destrozado hacia nosotros, jajaja."

"Sea como sea", continuó Bianco, sin dejar de observar con atención. "Ya no es solo un asunto de tratar con ella y un posible espadachín. Ahora nos enfrentamos a un grupo completo... Pero eso... ¡Hace que la cacería sea más entretenida!"

De repente, un haz de luz emergió ante ellos desde el suelo, proyectándose hacia arriba hasta tomar la forma de un mapa flotante que emitía un suave resplandor.

"¿Qué pelotas es eso?" preguntó Croco, entrecerrando los ojos.

Rocinante se adelantó, observando la proyección con detenimiento. "Parece un mapa, pero solo hay texto antiguo escrito."

Bianco lo leyó con atención, él era un experto en lenguajes perdidos y fue él mismo quién enseñó a Ashley a sobre ellos. Y para cuando terminó con su lectura, las letras volvieron a formar una ruta con marcas.

"Los espejos y la reliquia." dijo el hombre tigre con voz grave. "El templo no deja nada al azar. Si el mapa apareció ante ellos, tiene todo sentido que también lo haga ante nosotros."

Rocinante esbozó una sonrisa maliciosa. "Esto nos facilita las cosas. Dividámonos. Si cada uno de nosotros acudimos a una de esas pruebas, no tendrán tiempo de completarlas."

"Está bien. Es una buena forma de cazarles." respondió Bianco. "Lo mejor será que tú seas la que se dirija al punto más cercano, con esas alas eres la más rápida."

"Con gusto." dijo la mujer mariposa mientras sus alas de desplegaban con un poderoso aleteo. Se acercó al mapa una última vez, memorizando la ubicación del cubo donde se situaba la primera prueba.

Con una carcajada, Rocinante se lanzó al aire y desapareció entre los cubos flotantes, moviéndose con velocidad hacia su objetivo.

Croco observaba como su compañera se alejaba, volviendo luego la vista hacia Bianco. "Bueno, jefe, ¿Y nosotros qué?"

"Seguiremos el plan." respondió con calma. "Tu irás al segundo punto más cercano y yo me ocuparé del más alejado. Es cuestión de tiempo que esas presas caigan en nuestras garras."

Ambos intercambiaron una sonrisa cómplice antes de moverse hacia sus respectivas direcciones, dejando el primer cubo atrás y adentrándose más en el misterioso mundo interior del templo.

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Cerca de la primera prueba.

Nuestros protagonistas se encontraban cruzando un cubo de agua, donde el sonido de las corrientes furiosas llenaba el ambiente. Keipi, concentrado, canalizaba su magia para permitir a todo el grupo ser capaces de caminar sobre la turbulenta superficie.

La corriente azulada parecía querer arrastrarlos hacia el abismo, pero la habilidad del monje les daba un camino firme, aunque a veces inestable.

"Eres impresionante, Keipi." comentó Marco mientras daba pasos con cautela.

"No me halages tanto, que esto no es fácil y puedo perder la concentración." respondió mientras mantenía el equilibrio.

Ashley caminaba con cuidado, tenía sus ojos clavados al frente. "Apenas llevamos un minuto en este cubo y se siente como si hubieran pasado horas."

La única que lo tenía fácil del grupo era Lily, quién se mantenía a flote con sus alas.

"¡No os preocupéis! Ya llegamos", respondió Keipi, jadeando. "Unos pasos más y estaremos cerca de un cubo de tierra firme."

Finalmente, el grupo terminó de cruzar aquellas furiosas corrientes de agua. Logrando poner sus pies sobre una superficie sólida, donde un suspiro colectivo de alivio se escuchó entre ellos. Sin embargo, lo que encontraron allí no fue menos desconcertante: un círculo rojo perfectamente marcado en el suelo.

"¿Qué se supone que es esto?" preguntó Marco, observando el círculo con desconfianza.

"Es una marca circular... Por lo que no cabe duda que está relacionada con la prueba que mencionaba el mapa." respondía Ashley mientras mantenía la distancia. "Sin embargo, no sabemos del todo como funciona, por lo que tenemos que tener cuidado de no tocarlo o de cruzar su borde."

"No parece que haya nada raro en su interior." comentó Lily, mientras revoloteaba cerca de la línea circular.

Antes de que pudieran seguir hablando, un ruido ensordecedor los interrumpió. Un aleteo violento resonó en el aire, y al alzar la vista, vieron como Rocinante descendía a toda velocidad hacia ellos.

"¡Pero si son mis queridas presas" ¡Y encima parece que el jefe tenía razón, sois cuatro!" gritó la mujer con una  sonrisa maliciosa, aterrizando con un golpe seco frente a ellos. Sus alas se desplegaron con majestuosidad mientras giraba uno de sus abanicos.

"Ro-Rocinante..." Comentó Ashley volviendo a quedarse pálida ante la presencia de la mujer bestia.

"¡Tú otra vez!" exclamó Keipi haciendo que Priscilla cambiase a su forma de katana.

"¡¿Es la tipa de la que nos hablaste?!" se sorprendió la hada mientras se ocultaba detrás de Marco, quién cubrió sus puños con fuego para tomar una posición ofensiva.

Rocinante no perdió el tiempo. Con un movimiento ligero pero ágil con sus dos abanicos, desencadenó una lluvia de proyectiles de energía mágica concentrada que cayó con furia hacia nuestros protagonistas, quienes se vieron obligados a disperarse.

Keipi reaccionó con velocidad, desviando cada una de las flechas con movimientos precisos de su katana. Ni siquiera necesitaba recurrir a su magia; su habilidad con el arma era suficiente para neutralizar los ataques.

"¡Eres desesperante!" exclamó Rocinante, con un tono cargado de frustración. "¡Voy a decirte por dónde te puedes meter esa espaducha tuya!"

Con un aleteo poderoso, la mujer mariposa ganó impulso y se lanzó a toda velocidad hacia el monje, sus alas brillaban con un reflejo metálico. Keipi intentó anticipar el movimiento, girándose para esquivarla, pero subestimó su velocidad. Antes de que pudiera reaccionar, Rocinante lo embistió con brutalidad, chocando contra él como una bala de cañón.

Ambos salieron disparados por la fuerza del impacto y, sin darse cuenta, cruzaron juntos el umbral del círculo rojo.

Un destello cegador los envolvió, y en un instante, desaparecieron del cubo, dejando tras de sí solo un eco de tensión y sorpresa.

"¡Keipi!" gritó Marco, intentando avanzar, pero la luz se desvaneció tan rápido como apareció, y el círculo rojo se fue con ellos.

"¿Dónde se los ha llevado?" preguntó Ashley, con los ojos llenos de tensión.

"¡Chicos... mirad ahí arriba!" exclamó Lily, señalando con urgencia hacia lo alto.

Todos alzaron la vista y quedaron boquiabiertos al ver una pantalla luminosa que había aparecido flotando sobre ellos. En ella se proyectaba una imagen clara de Keipi y Rocinante en lo que parecía ser un pasillo interminable lleno de cubos en movimiento.

"¿Qué demonios es eso?" preguntó Ashley, con el ceño fruncido y apretando los puños.

"Parece que podemos ver lo que está ocurre en tiempo real", murmuró Marco, avanzando un par de pasos para observar mejor.

Lily revoloteó cerca de la pantalla, ansiosa. "¡Keipi está ahí! ¡Y está con esa bicharraca!"

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Primera prueba: El pasillo infinito.

Cuando Keipi recuperó la vista, se encontró de pie en un lugar completamente diferente al que estaba. Frente a él se extendía un pasillo exageradamente alargado, iluminado por una tenue luz que apenas alcanzaba a revelar el final. Esta formado por cubos de apenas dos o tres metros de altura que se movían de manera intercalada: unos subían, otros bajaban, creando un patrón caótico pero calculado.

A unos metros de distancia, Rocinante se levantaba lentamente. "¿Qué pelotas es este sitio?" murmuró, antes de fijar su mirada en Keipi. "Vaya... parece que tú también estás aquí..." sonrió maliciosamente. "No sabes las ganas que tengo de aplastar esa maldita cara despreocupada."

Keipi agarró firmemente el mango de Priscilla y optó por tomar una posición defensiva frente a la mujer bestia, pero antes de que cualquiera de ellos pudiera hacer el mínimo movimiento, una voz profunda resonó en el aire, captando toda su atención.

"Bienvenidos a la prueba del primer espejo," anunció una voz profunda y resonante, llenando el espacio con su autoridad. "Al final de este extenso camino se encuentra parte de la reliquia que tanto anheláis. Para superar esta fase, deberéis haceros con el espejo antes de que transcurran diez minutos."

Keipi frunció el ceño, mirando a la mujer mariposa con desconfianza. "¿Y si no llegamos a tiempo?"

La voz respondió sin vacilar. "Si el tiempo ha finalizado y ninguno de vosotros se ha hecho con el espejo, os quedaréis encerrados en este espacio el resto de vuestras vidas. Sin embargo, si uno de vosotros lo consigue, ambos saldréis de este lugar."

Rocinante soltó una carcajada altiva al escuchar la explicación. Sus alas se desplegaron de golpe, proyectando una sombre imponente sobre los cubos en movimiento.

"¿Los dos saldremos si uno consigue hacerse con el espejo? ¡Qué aburrido!" dijo con desprecio, girando su abanico entre sus dedos. "¡Esto será mucho más divertido si me deshago del espadachín primero."

Keipi apretó los dientes, mientras sostenía con fuerza su katana.

"No me cabe duda alguna de que ella es mucho más poderosa que todos los enemigos a los que nos hemos estado enfrentando..." comentaba Priscilla, con un ligero tono de preocupación, de manera telepática. "Mi queridísimo Keipi, ten mucho cuidado."

"No te preocupes..." respondió mostrando confianza en sí mismo. "Será fuerte, pero no lo es tanto como yo." sonrió despreocupadamente.

"¡Prepárate, espadachín! ¡Porque no solo vas a perder el espejo!" comentó Rocinante, mientras sus alas se desplegaban con fuerza."¡También vas a perder la vida!"

Keipi inhalo profundamente, ajustando su postura. "Eso está por ver, ¡Mosca cojonera!"

El cronómetro apareció en el cielo, comenzando a moverse con un tic métalico que marcaba el inicio de la prueba. Ahora los diez minutos que decidirían su destino, acababan de empezar.


Continuará...