sábado, 19 de abril de 2025

Ch. 122 - La reina de los demonios

Nathalie, completamente transformada en su forma demoníaca, avanzó con paso firme hacia los Cien Hombres de Madera. La oscuridad de la jungla parecía inclinarse ante su presencia, y su silueta —con alas negras, ojos amarillos y garras relucientes— imponía respeto.

"Seguramente se asusten al verme así..." pensó, lanzando una mirada furtiva hacia sus compañeros. "Pero es la única forma que tenemos los semidemonios de canalizar nuestra magia. Este poder... tiene un precio."

Para su sorpresa, no encontró temor en sus ojos, sino todo lo contrario.

"¡Es increíble!" exclamó Theo, con los ojos brillando de pura admiración.

"¡Qué alas más chulas!" dijo Lily, fascinada.

Nathalie no pudo evitar sonreír, con un deje de calidez inesperada. "Sois un grupo de lo más peculiar... No me extraña que os haya cogido cariño en tan poco tiempo."

Pero la calma apenas duró un suspiro.

Los hombres de madera se abalanzaron sobre ella sin previo aviso, como marionetas salvajes, sin lógica ni piedad. Nathalie no se movió. Ya estaba preparada.

La sombra a sus pies se expandió repentinamente como una mancha viva, y de ella emergieron afiladas cuchillas de oscuridad que atravesaron los cuerpos de las invocaciones en pleno salto. El aire se llenó de astillas y polvo mágico.

"Es magia de oscuridad..." murmuró Ashley, boquiabierta.

"¡Anda! Pensaba que los demonios soltaban rayos por la boca o que usaban el fuego azul para combatir." comentó Cecily, claramente sorprendida.

"Técnicamente es así con los demonios puros." explicó Theo, ajustándose el sombrero de explorador que llevaba puesto con una sonrisa. "Pero ella es mitad humana. Su magia funciona como la nuestra, con afinidades, emociones y control consciente. Sin embargo, para poder invocarla necesita entrar en su forma demoníaca."

"Qué listo eres, jodío." le soltó Keipi con media risa, dándole un codazo amistoso.

"Pues es increíble... Se ha cargado a quince de un solo golpe." señaló Ryan, aún asombrado.

"Jejeje, me encantaría luchar contra ella algún día." añadió Ashley, con los ojos llenos de emoción.

Pero los enemigos no se rendían.

Los Hombres de Madera continuaron su ofensiva con movimientos erráticos, saltando de rama en rama, intentando rodear a Nathalie como una manada de lobos sin sentido. Sin embargo, no eran rivales para los sentidos sobrehumanos de un demonio.

Uno de ellos se abalanzó desde la izquierda. Nathalie lo atrapó por el cuello en pleno vuelo y lo estampó con violencia contra el suelo, haciéndolo crujir como un tronco seco. Inmediatamente, dos más atacaron por la espalda, pero dos látigos sombríos emergieron de la sombra a sus pies, los envolvieron por el torso y los lanzaron con fuerza contra los árboles, destrozándolos en el acto.

"¡Qué agilidad!" dijo Marco, completamente anonadado.

"Bueno, así te vemos nosotros cuando luchas." comentó Lily, sonriendo mientras se aferraba a su mechón de pelo.

Nathalie se irguió lentamente, con sus alas abiertas, mientras la oscuridad seguía girando a su alrededor como una niebla viva.

"La verdad... luchar contra enemigos tan débiles no merece la pena." dijo con tranquilidad, estirando los brazos como si se quitara el polvo.

Alzó la mirada hacia los hombres de madera que aún quedaban, temblando levemente, y sonrió con decisión. "Acabemos con los que quedan de un solo ataque."

La joven alzó el vuelo, batiendo sus alas con elegancia y decisión. A varios metros del suelo, entrecerró los ojos y juntó sus zarpas con fuerza, canalizando toda la oscuridad a su alrededor. Las sombras del terreno comenzaron a expandirse de forma descomunal, como si la selva entera estuviera a punto de ser engullida por la noche.

Con un simple silbido, casi imperceptible, la magia se desató.

Del suelo emergieron picos afilados como lanzas, creados a partir de pura oscuridad. Se alzaron con violencia y precisión quirúrgica, empalando a cada una de las marionetas de Yggdrasil directamente en el pecho.

En cuestión de segundos, enemigos restantes fueron reducidos a la nada.

"Increíble." murmuró Ashley, aún con los ojos clavados en el cielo.

"Derrotó a todas de una sola vez... y lo hizo con un control perfecto. Ni un solo error, ni un solo aliado dañado." comentó Marco, boquiabierto.

"Ella es increíble." asintió Lily, con una sonrisa embelesada.

Nathalie descendió suavemente hasta tocar el suelo. Los restos de los hombres de madera se deshacían en el aire, transformándose en ceniza mágica. Y justo cuando sus pies tocaron tierra firme, su forma demoníaca comenzó a desvanecerse poco a poco, hasta dejar ver nuevamente su aspecto humano.

"¡Y ese es el poder de la reina de los demonios!" exclamó, haciendo el símbolo de la victoria con los dedos y una sonrisa pícara en el rostro.

"¡Bien hecho!" dijo Cecily, aplaudiendo.

"¡Estuviste genial!" añadió Theo, claramente impresionado.

Pero de pronto, algo cambió.

Lily se detuvo de golpe, su cuerpo se estremeció y sus ojos se nublaron. Perdió la conciencia por completo y su cuerpo se recubrió de una luz incandescente. Aquella energía comenzó a extenderse a su alrededor hasta tomar la forma de tres brazos etéreos.

"¡Es eso!" gritó Hansel, dando un paso atrás.

"¡Ahí va otra vez!" añadió Ryan, observando con asombro.

Nathalie contempló la escena con serenidad, sin moverse.

"Vaya... Parece que el destino tiene una misión para mí." murmuró con una sonrisa serena, mientras los brazos de luz se acercaban lentamente hacia ella.

Las manos la rodearon con suavidad, como si reconocieran algo antiguo en su alma. La tercera mano extendió un dedo y marcó su cuello con un resplandor suave. Al desvanecerse la luz, quedó un tatuaje en forma de pluma. El sello de la elección.

Nathalie acababa de convertirse en la sexta y penúltima paladín del emperador.

"Pythiria... te eligió a ti también." susurró Marco, aún sin dar crédito.

Unos segundos después, Lily recuperó la conciencia, aturdida.

"¡Ay! ¡Otra vez he perdido el conocimiento! ¡¿He vuelto a elegir a un paladín?!" preguntó, llevándose la mano a la cabeza.

"Sí. Me elegiste a mí." respondió Nathalie, mostrando con orgullo el tatuaje en su cuello. "Aunque no estaba entre mis planes unirme a la lucha por el trono del emperador... debo reconocer que puedo hacerlo. Sobre todo si es junto a un grupo tan chulo como el vuestro."

El ambiente se llenó de sonrisas... hasta que el suelo tembló.

Un estruendo profundo sacudió la tierra bajo sus pies. Era como si algo gigantesco estuviera moviéndose en las profundidades del subsuelo.

"¿Qué pasa ahora?" preguntó Marco, en tensión.

"¿Yggdrasil otra vez?" dijo Ashley, preparándose.

"¡Que me caigo!" gritó Keipi, clavando su espada en el suelo para mantener el equilibrio.

"¡Sí! ¡Al destruir esa forma, seguramente hayan activado el Yggdrasil definitivo!" respondió Nathalie con tono grave.

"¿El Yggdrasil definitivo?" preguntó Hansel, sin entender del todo.

Antes de que nadie pudiera responder, del lugar donde se encontraba la base secreta de los Altargates emergió un árbol colosal. Su tronco atravesó la tierra como un rayo, y sus ramas se alzaron al cielo, extendiéndose más allá de la cima de la montaña que poblaba Phaintom.

Desde la ciudad, los habitantes quedaron paralizados, contemplando la monstruosa estructura que acababa de nacer ante sus ojos. Las preguntas comenzaron a circular. El miedo... también.

"¿Qué es eso?"

"¿Un árbol? ¿Cómo puede ser tan grande?"

"¿Está... vivo?"

La copa del colosal Yggdrasil comenzó a abrirse, desvelando en su interior los restos de una antigua ciudad en ruinas. Las torres quebradas y las calles vacías flotaban como suspendidas sobre las ramas del árbol, testigos silenciosos de un pasado olvidado. Pero entonces, una grieta se abrió de forma violenta en mitad del tronco. De su interior emergió un gigantesco cañón de aspecto mecánico y arcano, apuntando directamente hacia Phaintom.

"¿Un cañón...?" exclamó Ashley, incrédula.

"¿Pretenden destrozar la ciudad con eso?" murmuró Cecily, con el rostro pálido.

"¡Serán cabrones!" estalló Ryan, golpeando el suelo con el puño lleno de rabia.

"Escuchad." intervino Nathalie, captando la atención de todos. Su expresión era seria, pero serena. "Yggdrasil, en la antigüedad —mucho antes de convertirse en una reliquia— era una ciudad viva que se alzaba sobre la copa de un árbol sagrado. Sus habitantes vivían en armonía... hasta que las guerras lo arrasaron todo. Entonces, desesperados, imbuyeron al árbol con magia para transformarlo en un arma de guerra."

El silencio cayó sobre el grupo. Solo el crujir lejano del tronco seguía resonando como un tambor de guerra.

"Entonces..." murmuró Marco, apretando los puños. "No solo es una reliquia de poder... También es un arma capaz de aniquilar civilizaciones..."

La imagen del anciano asesinado volvió a cruzar su mente como una sombra dolorosa.

"¿Hasta dónde están dispuestos a llegar...?" murmuró Hansel, con la mirada perdida.

De pronto, una voz potente y amplificada se extendió por toda la ciudad. Retumbó desde lo alto del árbol, como si el propio Yggdrasil hablara.

"Saludos a todos los ciudadanos de Phaintom. Mi nombre es Almatora." se presentó la voz con tono educado pero cargado de condescendencia. "No queríamos llegar tan lejos, os lo aseguro. Pero visto que un grupito de extranjeros se ha empeñado en interponerse en nuestro camino desde ayer... no nos queda más remedio que seguir implicando a los inocentes."

"¡Será cabrón...!" murmuró Marco, apretando los dientes.

"El cañón se activará en treinta minutos. Su objetivo: Phaintom." continuó la voz. "Sin embargo... si nos entregáis el Nuevo Testamento antes de que ese tiempo se agote, cancelaré el disparo y los habitantes podrán disfrutar del mañana."

"¿¡Qué!?" saltó Keipi, sin dar crédito.

"Eso es lo que busca..." murmuró Cecily. "Está dispuesto a todo con tal de conseguir la maldita reliquia."

"¡Capullo!" gritó Theo, lleno de impotencia.

"¿Y qué hacemos, Marco?" preguntó Ryan, mirando a su líder.

Nuestro protagonista respiró hondo. Cerró los ojos un segundo y luego levantó la vista con determinación.

"Me niego a entregarles la reliquia. No ahora, no después de todo lo que hemos pasado. Le prometí a Hansel que le ayudaría a encontrar a su hermano. Y también le prometí a Pythiria que no me rendiría ante la injusticia." dijo con firmeza. "No puedo permitir que sigan usando a inocentes como escudos. ¡Eso es de cobardes!"

"Bien dicho." añadió Keipi, dando un paso al frente.

"No esperaba menos de ti." sonrió Nathalie, colocándose de nuevo la mochila con el Nuevo Testamento sellado a la espalda. "Así que os seré sincera. Existe otra forma de detener a Yggdrasil... y con ella, destruirlo por completo."

"¿En serio?" preguntó Hansel, abriendo los ojos como platos.

"¿Pero será posible hacerlo?" se interesó Lily.

"Sí." respondió Nathalie con total convicción. "Pero necesito saberlo con certeza... ¿Estáis dispuestos a seguir ese camino? Uno que implica peligro, sacrificio y compromiso... en lugar de simplemente entregar la reliquia."

"Pues claro que sí." respondió Marco, alzando la voz. "¡No pienso dejar que se cobren una sola vida más!"

Los demás asintieron con fuerza, uno a uno, alineados en la misma decisión.

Nathalie los miró, con una sonrisa decidida."En ese caso... ¡Escuchad con atención!"

Continuará...

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