Con la inesperada llegada de Shouri y la misteriosa niña, todos los miembros de la tripulación —ya vestidos con sus pijamas— se reunieron en el salón principal de la aeronave. El ambiente, que hasta hacía unos minutos había sido tranquilo y somnoliento, se cargó de curiosidad.
"Cuánto tiempo, Shouri." saludó Cecily, que abrazaba con fuerza a su nuevo y enorme peluche mientras se acomodaba en el sofá.
"Ya ves." respondió la leyenda de las rocas con una sonrisa serena. "Ha pasado apenas un mes… pero ha parecido una eternidad."
Ashley, con expresión cansada, se cruzó de brazos. "¿Y bien? ¿Qué ha pasado para que aparezcas aquí a estas horas?"
"Siempre yendo al grano." comentó Nathalie con una ligera burla, mientras se servía un vaso de whisky con hielo.
"¿Ya estás bebiendo?" se sorprendió Gretel, alzando las cejas.
"Esta tía…" suspiró Lily, llevándose una mano a la frente.
Marco tomó la palabra, intentando suavizar el ambiente. "Siéntete cómoda, Shouri. Cuéntanos qué te trae aquí."
"Claro." asintió ella. Dio un paso adelante y, con un gesto amable, señaló a su acompañante. "Pero primero, dejad que os presente a quien me acompaña."
La pequeña salió tímidamente de detrás de su capa. Tenía un topacio incrustado en la frente que brillaba suavemente bajo la luz del salón. Sus ojos, anaranjados y huidizos, reflejaban incomodidad ante tantas miradas puestas en ella.
"Se llama Faralalan." anunció Shouri. "Y es una Ballure."
"¿Una… Ballure?" Ryan parpadeó, sorprendido.
"Ni idea de qué es eso." admitió Ashley, encogiéndose de hombros.
Gretel, siempre atento, intervino: "Los Ballures son una raza muy particular. Se distinguen por las piedras preciosas que brotan de sus frentes. Su magia suele estar ligada al cristal de esa piedra. En este caso, ella podría usar el topacio tanto para atacar como para defenderse."
Theo se incorporó un poco en el sillón. "Aunque… también existen Ballures excepcionales. Aquellos que, aun teniendo una gema en la frente, poseen magias más comunes, como las de otras razas."
"Así es." confirmó Shouri. "Lo que decís es correcto. Pero hay algo más a tener en cuenta: los Ballures son muy pocos en número. A diferencia de los humanos, son una raza casi diminuta en población. La gran mayoría viven recluidos en su pequeño reino, sin involucrarse en los asuntos del mundo. Por eso mismo, casi nadie fuera de allí ha oído hablar de ellos."
"Es cierto..." murmuró Faralalan sin levantar la vista, jugueteando nerviosa con sus dedos. Su voz era suave, temblorosa. "Casi nunca salimos de nuestro reino porque no lo necesitamos. Estamos bien económicamente, vivimos en paz… y además, el desierto de Dédalo siempre nos ha protegido. Al menos… hasta ahora."
"¿Hasta ahora?" preguntó Marco, inclinándose hacia delante con el ceño fruncido.
Nathalie se echó hacia atrás en el sillón, girando el vaso entre los dedos. "Buff… creo que voy a servirme otro whisky, porque esto pinta para largo."
"¡Oye!" le susurró Nicole, dándole un codazo discreto.
Shouri carraspeó suavemente para recuperar la atención de todos. "Los Ballures viven en un país pequeño llamado Luore, rodeado por las arenas del Desierto de Dédalo. En el pasado, sus antepasados alzaron cuatro templos en los puntos cardinales y, en el centro, la capital: Al-Amphoras. En el interior de estos erigieron sellos que alzaron unas barreras protectoras para impedir la intrusión de enemigos a la ciudad."
"Pero…" la niña apretó los puños, con los ojos húmedos. "Aquello… No ha servido en su contra."
Shouri asintió con gravedad. "Así es. El reino vecino, Sylvapura, habitado principalmente por hombres-bestia, les ha declarado la guerra. Su población triplica la de los Ballure y, con esa ventaja aplastante, consiguieron apoderarse de los templos y adueñarse de las barreras protectoras. Finalmente, avanzaron hasta Al-Amphoras y, tras profanar su capital, erigieron una fortaleza propia en el extremo opuesto del país."
Un murmullo recorrió la sala.
"¿Qué?" exclamaron varios a la vez, incrédulos.
"¿Los hombres-bestia?" preguntó Keipi, recordando a los que habían conocido en el viaje.
Ashley se estremeció en silencio, imágenes oscuras de su pasado se clavaron en su mente: aquellas tres figuras que la habían tratado como una esclava durante su juventud.
Theo, con gesto analítico, habló en voz alta para ordenar la información: "Entonces… el país de los hombres-bestia ha atacado sin motivo aparente a los Ballure, y ahora están en medio de una guerra."
"No exactamente, porque ellos tienen un motivo." corrigió Shouri, con un matiz de dureza en su tono.
"¿Lo tienen?" Marco la miró con los ojos muy abiertos.
La respuesta llegó de labios de Faralalan. Esta vez alzó la vista, y en el reflejo de sus pupilas se dibujaba tanto miedo como determinación.
"Por la gema infinita."
"¿Estás hablando de esa leyenda?" se sorprendió Gretel.
"Yo también la conozco." añadió Theo.
"Pues contadla, ¿no?" intervino Ashley con impaciencia.
"No seas tan borde, mujer." la reprendió Lily, revoloteando a su lado.
"Es que… no es una leyenda como tal. La gema infinita existe." dijo Faralalan, bajando la voz.
"¿En serio?" Theo abrió mucho los ojos.
"¿Podéis contarnos de qué va esa gema? ¿Por favor?" pidió Ryan con curiosidad.
"La leyenda dice que, cuando Yumeith salvó el mundo por primera vez en el pasado, fue recompensado por los cielos con una de las piedras más preciosas que jamás existieron, a la que él mismo llamó la gema infinita." comenzó Gretel. "Según los textos, esa gema tendría un valor incalculable, capaz de sacar de la pobreza a cualquier nación. Pero Yumeith decidió no usarla, y en su lugar creó una nueva especie para protegerla, asegurándose de que jamás la codiciaran."
"¿Eso es cierto?" preguntó Marco, incrédulo.
"Es la versión más popular, recogida en los textos sagrados de Yumeith." explicó Shouri, dirigiéndose después a su joven acompañante. "Pero para los Ballure la verdad es muy distinta, ¿verdad?"
Faralalan asintió con solemnidad. "En efecto. La gema infinita no es un tesoro de riqueza incalculable. Es… el corazón que nos da vida a los Ballure."
Todos se quedaron boquiabiertos ante aquella revelación.
"Entonces… ¿los textos de Yumeith son falsos?" preguntó Theo, confuso.
"Bueno, al fin y al cabo, los escritos sagrados los redacta alguien que quizá ni siquiera vivió los hechos. Es normal que adornara la historia con imaginación." opinó Cecily.
"Así es." confirmó Shouri, viendo que a la pequeña le costaba hablar. "Los Ballure existen hoy en día porque Pythiria creó, bajo las tierras de Al-Amphoras, la gema infinita. Ella es lo que les da vida y sustento."
"Por eso rara vez salimos de nuestro reino." intervino Faralalan con voz temblorosa. "Si nos alejamos demasiado de la gema, nuestros latidos se debilitan hasta detenerse… y morimos."
"Entonces… ¿cómo es posible que tú estés aquí?" preguntó Keipi, rascándose la cabeza.
"Ya lo adelantó el pequeño de pelo azul con ínfulas de sabiondo." sonrió Shouri. "Existen Ballures especiales cuya magia no depende de su gema. Actualmente, en Al-Amphoras solo hay dos personas así: la princesa Sherezade… y esta pequeña."
"Gracias a mi rareza puedo separarme de la gema y seguir con vida." explicó Faralalan, mirando al suelo. "Pero a cambio… no puedo usar mi verdadera magia fuera de Luore. Aun así, debía hacerlo. Tenía que buscar ayuda."
Keipi irrumpió con los ojos muy abiertos. "Entonces, ¿los hombres-bestia invadieron vuestra nación porque creen que la gema infinita les dará riqueza?"
"Exacto." respondió Shouri con seriedad. "Su reino atraviesa una crisis económica por los impuestos desmesurados del imperio, y todo indica que se vieron forzados a movilizarse en busca de la gema, convencidos de que podría solucionar sus problemas."
"Así es… pero están equivocados." añadió Faralalan con voz quebrada. "Esa gema no tiene ningún valor en el mercado. Y lo peor… si llega a ser arrancada de su lugar, todos los Ballure moriremos."
"Es horrible…" murmuró Nicole, estremecida. "¿Acaso no pudieron contarles la verdad?"
"La princesa Sherezade se reunió con ellos antes de la declaración de guerra." contestó la niña, bajando la mirada. "Les reveló la verdadera naturaleza de la gema, pero su gobernador se negó a creerla. La tachó de egoísta por no querer ‘compartir’ la piedra y, en consecuencia, él, sus Cuatro Sagrados y los Doce del Zodiaco movilizaron a todo el ejército. Ahora arrasan la ciudad mientras buscan el lugar exacto donde yace la gema."
Nuestro protagonista apretó los puños. "Entiendo…"
Ashley arqueó una ceja. "Por cierto, ¿y tus alumnos? No los veo contigo."
"Los envié directamente a Luore." explicó Shouri con calma. "Ellos ya están investigando la situación. Les dejé una piedra comunicadora para coordinarme con ellos al regresar."
"Ya veo." asintió Ryan.
Cecily ladeó la cabeza con curiosidad. "¿Y cómo nos encontraste aquí?"
Shouri sonrió de manera misteriosa. "Los secretos son lo que hace a una mujer… ser una mujer." No pensaba revelar que había colocado una piedra rastreadora en la ladrona durante su paso por Accuasancta.
En ese momento, Faralalan se arrodilló frente a Marco, con lágrimas contenidas en sus ojos dorados. "Entonces… verdadero emperador de Pythiria… ¿podrías ayudarnos?"
El muchacho se quedó en silencio, mirando a Gretel. Su corazón ardía de determinación, pero también sabía que cada desvío en el camino podía retrasar la búsqueda de su hermano Hansel.
Fue entonces cuando Shouri añadió, casi como quien lanza una bomba. "La princesa Sherezade posee magia dimensional."
Todos se quedaron helados.
"¿Magia dimensional?" repitió Gretel, incapaz de ocultar su sorpresa.
"Así es." continuó Shouri. "Aunque desconozco en qué consiste exactamente, quizá pueda ser la clave que necesitáis en vuestra búsqueda. Al fin y al cabo… ¿Estáis intentando traer de vuelta a Hansel, no?"
"S-Sí…" murmuró Marco, con un nudo en la garganta.
Gretel bajó la mirada, confesando en voz baja: "Mi magia dimensional solo me permite conectar mentalmente con dimensiones paralelas… siempre que logre hallar su frecuencia en nuestro plano astral. Pero soy incapaz de traer a mi hermano aquí, ni siquiera soy capaz de hablar con él para confirmar si sigue con vida."
"Vaya…" suspiró Nathalie, sorprendida. "No sabía que tu magia funcionaba así."
Shouri dio un paso al frente. "Entonces… ¿qué decís?"
Marco inspiró hondo y respondió con firmeza: "Lo haremos. Mañana, después de comer, partiremos rumbo a Luore. Pero a cambio… si logramos resolver el conflicto, queremos que Sherezade ayude a Gretel con todas sus fuerzas."
"No habrá ningún problema con eso." sonrió Faralalan, aliviada. "¡Os lo agradezco de corazón!"
"Sabía que no me decepcionarías." Shouri estrechó la mano del joven emperador.
"Jamás lo haría." respondió nuestro protagonista, con una leve sonrisa.
Ashley, sin embargo, se quedó pensativa. Tras unos segundos, soltó un suspiro. "Oh, mierda… en ese caso, mañana tendré que despedirme de Monday."
Continuará…
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