domingo, 5 de octubre de 2025

Ch. 241 - La próxima vez que nos veamos

Nuestros protagonistas habían decidido ayudar a Faralalan y a Shouri a detener el conflicto bélico entre los hombre-bestia y los Ballure. Pero antes de partir, aprovecharían una última mañana para disfrutar de Shangri-La.

Mientras algunos se dedicaban a preparar la aeronave, cargándola con provisiones para su próxima aventura, otros preferían disfrutar un poco más del paraíso acuático.

Marco y Nicole se dirigieron a la zona de piscinas especiales. Probaron una a una las distintas aguas termales, cada una con propiedades únicas: unas relajaban los músculos, otras potenciaban la energía vital o daban una extraña sensación de ligereza. Entre risas y chapoteos, aprovecharon el tiempo que la noche anterior no habían tenido.

Keipi, Cecily y Nathalie, por su parte, descansaban en las tumbonas con un par de mojitos, satisfechos tras haber llenado la despensa de la nave con cajas de comida. En el interior del vehículo, Shouri y Faralalan conversaban con Ryan, Theo y Lily, quienes se encargaban de programar el trayecto.

"Trabajáis muy bien en equipo", elogió Shouri, observando cómo se coordinaban.

"Bueno, al final te acabas acostumbrando a este tipo de tareas cuando ya has realizado un par de viajes en el pasado", sonrió Theo mientras revisaba un panel luminoso.

"Yo no soy muy útil en combate, pero intento aportar siempre que puedo", añadió Lily, revoloteando sobre la mesa con una sonrisa tímida.

"Ya veo, ya..." asintió Shouri con una sonrisa curiosa. "Por cierto, Theo, ¿cómo llevas eso de ser portador de una deidad?"

"Pues... más lento de lo que pensaba", admitió el joven. "Horacio me guía paso a paso. De momento puedo flotar un poco y manifestar escudos hechos de libros, pero lo de ver el futuro aún me queda lejos."

"Eso suena increíble", comentó Faralalan con los ojos brillando de interés.

"¡Listo!" anunció Ryan, dejando caer una guía sobre la mesa. "La ruta más óptima es la del sudeste. Si partimos a la hora de comer, llegaremos en tres días y medio."

"¡Perfecto!" exclamó Theo poniéndose en pie. "Vamos a la sala de pilotaje para introducir las coordenadas y activar el piloto automático."

Lily y Faralalan lo siguieron con entusiasmo, mientras Shouri observaba a los demás con una sonrisa tranquila desde su asiento en el salón.

"Disculpa." dijo Ryan, encogiéndose un poco en la silla, con la voz baja.

"¿Qué ocurre?" preguntó Shouri, girándose hacia él.

El hijo de la dragona tragó saliva y articuló con torpeza lo que aún le costaba poner en palabras. "¿Sabes si es normal que, cuando alguien pierde la conciencia, salga una especie de furia indomable que lo hace… tres veces más fuerte?" intentó describir lo que había sentido en la pelea contra Panoplia.

Shouri lo observó unos instantes, analizando cada palabra. "Eso que me cuentas pertenece al clan Björn Järnsida. Eran humanos famosos por su dominio de la magia del acero. Tenían una habilidad secundaria, poco común y extremadamente peligrosa, que les permitía liberar los límites de su cuerpo a costa de su conciencia. En aquel entonces lo llamaban ‘Modo Berserker’. Muy pocos lograron controlarlo en su plenitud."

"Ya veo." murmuró Ryan. "Pero… ¿por qué hablas de ello en pasado?"

La mujer apretó los labios y su mirada se volvió lejana. "Porque el clan fue exterminado hace dos décadas por orden del gobierno imperial. Los eliminaron por el riesgo que suponían. Yo todavía estaba en la academia militar cuando casi nos mandan como soportes en la caza de los Björn." Su voz era grave, cargada de memoria. "¿Me preguntas por algo concreto?"

Ryan respiró hondo. "Sí. Porque… yo usé ese tal Modo Berserker contra los apóstoles."

Shouri frunció el ceño, incrédula. "Pero tu linaje… ese clan no existe ya. Es prácticamente imposible."

"Mi madre adoptiva es Záfira, la dragona de cristal que cuidaba la Torre de Babel." explicó él, recordando. "Me contó que me encontró entre los brazos de dos personas gravemente heridas; no pudieron sobrevivir, pero lograron dejarme con vida. Quizá… mis padres eran miembros del clan."

"Es posible." admitió la mujer con cautela. "Pero debes guardarlo en secreto tanto como puedas. Si el gobierno se entera, te convertirán en su próximo objetivo. No quieren que el peligro del Modo Berserker vuelva a existir."

Ryan la miró con determinación contenida. "Lo entiendo. Pero a cambio… ¿podrías entrenarme? Quiero aprender a controlarlo. ¡Keipi es la mano derecha de Marco y Ashley su mano izquierda! Quiero ser su escudo. Hazme más fuerte, Shouri, por favor."

La leyenda suspiró, sacó un cigarrillo y lo encendió con calma, el humo dibujando una pequeña nube entre ambos.

"Está bien." dijo finalmente. "Pero no te prometo que llegues a dominar el Modo Berserker al cien por cien; yo misma desconozco muchos detalles de esa técnica. Sin embargo, haré todo lo que esté en mi mano."

"¡Genial, gracias!" exclamó Ryan, la sonrisa abriéndose con alivio y una chispa de esperanza.

_______________________________________

Bar de copas.

Ashley logró encontrar a Monday en la terraza del café, donde la mujer disfrutaba tranquilamente de un café con leche mientras el sol bañaba la ciudad con un tono dorado.

"¡Al fin te encuentro!" exclamó nuestra protagonista, dejando escapar una risa ligera mientras se sentaba a su lado.

"Anda." respondió con una sonrisa cálida. "¿Qué haces aquí tan temprano… y con tanta prisa?"

Ashley suspiró, entre apenada y resignada. "Bueno, resulta que al final tenemos que irnos a la hora de comer. Surgió algo importante, así que quise venir a despedirme de ti. Al fin y al cabo… eres mi amiga, ¿no?"

"¡Pues claro que lo soy!" contestó Monday con una sonrisa amplia. "¿Pero qué ha pasado tan de repente? Pensé que os quedaríais un par de días más."

"Nos llegó un trabajo de última hora, y bastante serio. Al parecer, tenemos que ayudar a unos amigos en Al-Amphoras. Nada que podamos rechazar." explicó con un deje de pesar en la voz.

Monday asintió lentamente. "Vaya, qué pena. Me hubiera gustado seguir pasando tiempo contigo, conocerte más. Pero lo entiendo. Si mi jefe me llamara así de repente, también tendría que irme sin pensarlo… aunque seguramente sin tiempo ni siquiera de despedirme. Así que esto," dijo sonriendo, "ya es un lujo."

Ashley sonrió de vuelta. "Bueno, ¡no digas ‘última vez’, mujer! Seguro que el destino se encarga de cruzarnos de nuevo."

La mujer soltó una pequeña risa, mirándola con ternura. "Tienes razón… es una tontería. Seguro que nos volveremos a ver."

Ambas se pusieron de pie y se abrazaron con fuerza, como si quisieran retener ese instante un poco más. Después, se separaron con una sonrisa compartida, sin decir nada más: las palabras ya sobraban.

Mientras nuestra protagonista se alejaba por el pasillo de la terraza, Monday la siguió con la mirada hasta perderla de vista. Fue entonces cuando Remlin, el pequeño hombre-cabra, apareció junto a ella.

"Hey, nos llama el jefe. Es urgente." dijo con voz ronca.

"Voy." respondió ella sin apartar los ojos del camino por el que se había ido su amiga. Solo cuando la figura de Ashley desapareció por completo, Monday dio un último sorbo a su café y se levantó.

_______________________________________

Habitación de Bucanor.

Remlin y Monday entraron con sus uniformes: trajes plateados, corbatas negras y el número romano estampado en blanco a la altura de la espalda. Ambos caminaban con paso firme hacia el despacho del director.

"¿Qué ocurre, señor Bucanor?" preguntó la número III, sin disimular la urgencia.

Desde el sillón que miraba al cristal se incorporó un hombre de figura redondeada, con dos brazos y dos piernas desproporcionados. Su tupé intentaba cubrir la calvicie y un bigote tupido le surcaba el rostro, de un color que desentonaba con el resto. Era el jefe de los Totengräber, Bucanor.

Sin embargo, no tenía fuerza ni talento para el combate. Su poder no provenía del mérito, sino del favor. Le habían obsequiado un puesto político que le permitía vivir con holgura, sin ensuciarse jamás las manos con trabajo alguno.

"No he traído buenas noticias…" dijo con una voz sorprendentemente grave, que contrastaba con su aspecto. "Nos ha llegado información de León, Rin y Somnus."

"¿Cumplieron su misión?" preguntó Remlin, boquiabierto.

Bucanor se frotó el bigote antes de hablar. "Al parecer sí. Como sabéis, Morgana murió en la guerra del Nuevo Testamento en Accuasancta. Pero transfirió la deidad a otra persona cuya identidad desconocemos. Nuestra misión es encontrar a ese nuevo portador y ejecutarlo públicamente en el Der Fliegende."

Monday frunció el ceño. "¿Somnus usó su magia de sueños para leer los recuerdos de la gente de Accuasancta?"

"Exacto." el jefe exhaló un suspiro. "No lograron ver rostros nítidos, pero en los fragmentos aparecieron varias figuras: una chica de pelo rosado envuelta en electricidad; una espadachina que parecía bailar entre hielos; un joven envuelto en llamas; un espadachín de agua capaz de invocar dragones; una chica especialista en potenciación física que daba muchas patadas... ¡y un niño de pelo azul que flotaba y formaba escudos con libros!"

Monday repasó las siluetas en su mente. "¿Un espadachín de agua… y una chica especialista en potenciación física que daba muchas patadas...?"

"Tenemos que localizar a ese grupo y secuestrar al niño," sentenció Bucanor con frialdad práctica.

La número III bajó la mirada, su gesto cambió de calma a tensión. "Bucanor… ¿la chica de potenciación tenía el pelo blanco y orejas de conejo?" preguntó, evocando una de las charlas que tuvo con Ashley durante la tarde de compras, donde le contó sobre su batalla contra Kinaidos.

"Sí… creo recordar que Somnus describió algo así. ¿Por?"

Remlin notó el cambio en su compañera y la miró alarmado. "¿M-Monday?"

Ella apretó los puños, y habló con la voz seca. "Irán a Al-Amphoras."

Su jefe la observó con interés. "¿Estás segura?"

"Sí. Les conocimos ayer en uno de nuestros descansos. Sin embargo, por la hora… ya estarán partiendo. Podemos tenderles una trampa allí y, cuando bajen la guardia, raptar al portador." Una sonrisa fría se dibujó en su rostro.

"Buen trabajo, querida." Bucanor frotó el bigote complacido.

Mientras se levantaban, Monday miró una última vez hacia la dirección por la que se había ido Ashley. En sus ojos se encendió una mezcla de rabia y resolución.

"Ashley..." musitó para sí, la frase cargada de amenaza velada. "La próxima vez que nos veamos… seremos enemigas."

_______________________________________

Aeronave.

Nuestros protagonistas se alejaban lentamente del puerto, y el bullicio de Shangri-La quedaba atrás, convirtiéndose en un eco distante. En la terraza, el viento jugaba con el cabello de Ashley, que observaba el archipiélago hacerse cada vez más pequeño en el horizonte.

"Espero que nos veamos pronto, Monday." murmuró con una sonrisa melancólica.

El reflejo del sol se deslizaba sobre el mar como un adiós dorado.

Continuará...


No hay comentarios:

Publicar un comentario