Nuestros protagonistas se habían reunido con Baba Yagá en la sala final de su castillo.
Esta era un espectáculo que mezclaba lo inquietante con lo fascinante, donde la realidad parecía haber sido arrancada de cuajo para ser reconstruida con hilos del caos. Su suelo era un vidrio oscuro que reflejaba una especie de cielo carmesí que quedaba suspendido sobre ellos. Era como caminar en la frontera de dos mundos dispares.
Y las paredes no eran como tales, se trataba de corrientes de vapor morados que rotaban de manera continuada, aunque a veces se mezclaba con el aire que respiraban. Cada gota que caía al suelo desaparecía sin hacer un mísero sonido, solamente dejaban un rastro de calor.
"Creo que voy a echar la pota." comentó Lesbiana observando el lugar.
"Si que es verdad que observando todo te hace sentir como si estuvieras siempre perdiendo el equilibrio." añadió Gay.
Mientras esos dos seguían a su rollo, nuestros protagonistas mantenían su pose ofensiva ante la vieja bruja que los miraba desafiantes a varios metros de distancia.
"No soy capaz de entender como unos chavalines como vosotros... que brillan tan intensamente y lucen con tener un futuro prometedor... anden ayudando a una cuadrilla de elfos mequetrefes con las manos bien largas para intentar robar mis posesiones..." comentaba Baba Yagá comenzando a flotar gracias a uno de sus conjuros. "Sin embargo, no estoy para altos trotes debido a mi edad. Por lo que seré clara y solemne y os haré sufrir con un dolor más allá que lo físico."
Junta sus arrugadas manos formando un tríangulo isósceles con sus dedos, y acto seguido sopla a través del agujero con todas sus fuerzas, sacando todo lo que tenía guardado en sus pulmones.
El aire en la sala cambió por completo y como por arte de magia, de las grietas del suelo comenzaron a emerger chorros de humo escarlata que en cuestión de segundos nublaron las vistas de todos nuestros protagonistas.
"Siento el cuerpo pesado." comentó Marco cerrando levemente sus ojos. "No puedo mantenerme... des...pierto..." cae completamente dormido.
Le sigue Keipi, quién intenta mantenerse de pie con ayuda de Priscilla, pero le es inútil. Y poco después los miembros de LGBT también son presos del conjuro, perdiendo por completo su conciencia.
"Dearest me... El conjuro que el dolor hacia el pasado me hizo crear..." comentaba la anciana bajando de nuevo a tierra lentamente. "Donde vuestro mayor enemigo no es otro que vosotros mismos..."
"¿Nosotros mismos?..." murmuró Lily cayendo dormida al suelo.
Dearest Me era un poderoso conjuro que hace que la víctima caiga en un sueño que lo lleva al momento más difícil de su vida para revivirlo de nuevo. Y no será capaz de salir de ahí hasta que acepte de todo corazón el destino que sufrió.
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Ilusión de Marco.
Nuestro protagonista se encuentra de nuevo en la mina, picando un montón de mineral mágico como era costumbre en su vida hasta hace poco más de un mes.
Aún no se había dado cuenta de todo lo que estaba pasando por lo que simplemente hacía su trabajo sin pensar demasiado. Cuando de pronto suena un estruendo a pocos metros de su ubicación.
Deja el pico apoyado en la pared y sale corriendo con el resto de sus compañeros, observando que una pared se había derrumbado y había aplastado a un hombre.
"¡¿Estás bien?!" corrió nuestro protagonista para intentar socorrer al herido.
"No..." respondió el hombre.
Al acercarse lo suficiente, Marco quedó sorprendido al ver que esa persona era su padre. Quién falleció en el pasado por un accidente en la mina. Y que justo, esta escena le estaba haciendo revivir el pasado.
De pronto su cuerpo cambió, ya no era un joven de veintipocos años, volvía a ser un mero niño que lloraba ante la escena de su padre.
"¡Papá!" exclamó.
"Hijo... te quiero..." comentó el hombre soltando un último suspiro antes de que su cuerpo sin vida acabara tendido en el suelo.
Nuestro protagonista iba a romperse a llorar pero de pronto, estaba picando minerales en la pared.
"¿Eh? ¿Qué hago aquí de nuevo? ¿No estaba...?" se preguntaba así mismo cuando de pronto volvió a sonar el estruendo.
De inmediato, gritos se alzaron entre los obreros. "¡¿Qué fue eso?!" exclamaron algunos, mientras otros ya corrían hacia el origen del sonido. Sus botas golpeaban el suelo con pasos apresurados, resonando con la urgencia de la situación.
Se trataba del padre de nuestro protagonista, cuya llama de vida se estaba extinguiendo lentamente ante los ojos de un pequeño Marco de apenas siete años de edad. Y para cuando quiso ir a ayudarlo, el tiempo se reinició.
Con los ojos abiertos de par en par, nuestro protagonista observaba con lágrimas en sus ojos el pico que sostenía en sus manos. Lo único que corría en su mente era la pregunta: "¿Qué estaba pasando?"
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Ilusión de Keipi.
Él también estaba repitiendo en bucle el mismo momento que más le traumó en su vida. Y este empezaba con él cenando tranquilamente con sus padres cuando deciden salir corriendo hacia el patio tras notar una densa energía mágica que surgía de la nada.
Para terminar encontrándose con una Rin Pikaria llena de ira y de rabia descontrolada, que continuaba con un intenso combate a vida o muerte con sus progenitores. Cuyo resultado ya es conocido.
El bucle llegaba a su final, cuando nuestro protagonista era apuntado por el filo de Caléndula. Haciéndole volver a la mesa con sus padres, sin terminar de entender qué era lo que estaba pasando.
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Sala de Baba Yagá.
La anciana estaba sentada en un sillón morado mientras tomaba el té tranquilamente.
"Les daré una hora más antes de deshacer el hechizo." comentaba tras dar un ligero sorbo. "Con eso será más que suficiente para que escarmienten y no quieran volver a robar mis preciosos recuerdos."
Al igual que nuestros dos protagonistas, los miembros del escuadrón LGBT se encontraban enfrentando a sus propios problemas. Sin embargo, la líder era la que parecía estar sufriendo más por ello.
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Ilusión de Transexual.
La mujer corría por las calles de su pueblo mientras un grupo de elfos adolescentes la perseguían arrojándole piedras, botellas de cristal y todo lo que pillasen del suelo.
"¡Dejadme!" gritaba entre lágrimas.
Según iba avanzando en su camino, el tiempo en su cuerpo iba retrocediendo. Pasando de ser una hermosa mujer veinteañera a tan solo una niña con su cuerpo pre-transición.
"¡Por favor! ¡Solo quiero ser feliz!" exclamó.
Pero eran incapaces de entenderlo. Desde su punto de vista se preguntaban... ¿Por qué un niño de doce años querría llevar maquillaje como las mujeres? ¿Por qué tendría interés en vestidos y ropa bonita? ¿Por qué jugar con muñecas y no con coches de juguete?
Ese desconocimiento y esa confusión lo solucionaban a través de la ira... ya sea física o verbal. Hasta ignoraban las escrituras sagradas que establecían las bases de su religión, dónde decían: "Respetarás al prójimo, sea cuál sea su forma de vivir la vida."
La joven acababa tropezándose en la orilla del río y acababa comiéndose el suelo de grava con los morros, allí los chicos la cogían y empezaban a darle puñetazos hasta saciar su rabia. Y cuando terminaban le arrancaban la ropa y la tiraban al agua.
"¡Tienes polla! ¡Nunca serás una elfa, imbécil!" le decían entre todos con tonos burlones.
"Quiero... morirme..." dijo la mujer.
Tras esas palabras, el tiempo se reiniciaba. Transexual miraba a sus espaldas y de nuevo los adolescentes comenzaban a perseguirla con sus armas en mano.
"Otra vez no..." comentó mordiéndose el labio.
Poco a poco fue dándose cuenta de que estaba en un bucle continúo de uno de los momentos más dolorosos de su vida. Y es que ella había nacido en una mala familia, en un mal clan y en una mala especie... O al menos era así cómo lo veía.
Desde pequeña siempre supo que había algo que no cuadraba con su forma de ser. ¿Por qué tenía que ir al colegio con un delantal azul y un horrible nombre elfico masculino? Si a ella le gustaban más los nombres como Phoeberia, Esmeralda o Elsaria.
Cada vez que sus padres la dejaban sola en casa se colaba en la habitación de estos y comenzaba a ponerse la ropa y el maquillaje de su madre. Solamente en esos momentos de vida, era en los que realmente se sentía feliz.
Y es que se trataba de un círculo tratando de vivir la vida de un cuadrado. Y hasta que no fuera este cuadrado, nunca sería la persona que siempre quiso ser.
Ella lloraba cada noche por no haber nacido con el aparato reproductor opuesto. Ella siempre quiso ser una mujer de verdad y ser la más guapa de todas. Pero... no era así, el mundo ni siquiera le concedió ese humilde deseo.
Es más, nunca se vio como mujer durante toda su infancia pese a todo lo que hacía cuando la vista de sus padres no estaba sobre ella. Pero encontró un rayo de esperanza el día en el que su abuelo la pilló con los labios pintados.
Transexual se asustó como nunca, sus piernas temblaban sin parar y sus ojos estaban a punto de perder el brillo. Pero él simplemente se le acercó y con una sonrisa le dijo: "Te queda muy bien ese rojo."
Un nuevo pilar de esperanza emergió de la nada para abrazar cálidamente los sentimientos de nuestra protagonista, quién fue descubriendo su verdadera identidad sexual al investigarlo con ayuda de su abuelo.
Se cambió el nombre, dejó crecer su pelo, empezó a maquillarse y a vestirse como realmente quería. ¿Y qué consiguió? Pues que le hicieran bullying en toda la aldea y que sus padres la echaran de casa para siempre.
Pero pese a todo, ella era feliz. Porque tenía tres amigos que la entendían y un abuelo que los recibía a todos con los brazos abiertos.
Sin embargo, tendida en la grava de la orilla del río y cubierta de sangre... no era capaz de entender por qué seguía repitiendo en bucle aquel día.
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Sala de Baba Yagá.
La anciana seguía tomando tranquilamente su té. Tan solo habían pasado veinte minutos desde que las ilusiones comenzaron a atormentar a nuestros protagonistas.
Lily abrió los ojos de golpe. La sala seguía envuelta en ese aire sofocante, pero había algo distinto y era que todos estaban dormidos, atrapados en un sueño que parecía inquebrantable.
Se arrodilló junto a la oreja de Keipi, sacudiéndola suavemente. Pero no había reacción alguna.
Su corazón latía con fuerza mientras observaba a sus aliados completamente inconscientes.
"¿Qué está pasando?" mordió su labio.
Entonces recordó las últimas palabras que soltó Baba Yagá antes de que perdiera la conciencia: 'Vuestro mayor enemigo no es otro que vosotros mismos.'
Sintiendo una mezcla de frustración y miedo, Lily frunció el ceño. ¿Cómo podía ayudar si no terminaba de comprender a lo que se estaba enfrentando?
Al alzar su mirada del té, la anciana observa al hada volar con miedo entre sus compañeros.
"¿C-Cómo es posible?" dijo la anciana levantándose de un salto. "¡Deberías estar encerrada en mi ilusión! ¡¿Por qué estás despierta?! ¡El dolor de tu vida pasada debería atormentarte!"
"¿Eh? ¿Ilusión? ¡Espera! ¡¿Es eso lo que les pasa?!" quedó completamente sorprendida.
Lo que ninguna sabía era que Lily era inmune a ese conjuro debido a su corto tiempo de vida, pues con tan solo un poco más de un mes le era imposible tener algún recuerdo traumático que poder revivir de manera continuada.
Sin embargo, tras la sorpresa, Baba Yagá se calmó. Sabía de sobra que el hada no era ninguna amenaza para ella y que mucho menos ayudaría a sus compañeros a despertarse. Pero la estaba subestimando demasiado por su exceso de confianza.
Lily no era tonta. Ella ya había logrado atar todos los cabos sueltos que se le presentaron y entonces pensó que quizá era el momento en el que ella podía brillar.
"Chicos... ¡Yo os salvaré!" dijo decidida.
Continuará...