En medio del océano de ilusiones creado por Baba Yagá, la pequeña hada despierta sin rastro de haber sido afectada por el malévolo conjuro.
Sin ser consciente del motivo, ella se había salvado de las ilusiones al disponer de poco tiempo de vida y carecer, a causa de ello, de recuerdos traumáticos que no ha terminado de aceptar.
La anciana había subestimado en exceso a nuestra pequeña amiga, quién tras haber recordado todas las cosas importantes que habían sido mencionadas, fue capaz de descubrir qué era lo que podía hacer.
Dejó lentamente de volar y apoyó sus pies sobre el frío suelo, entonces cerró sus ojos y comenzó a centrarse en moldear su energía mágica. Cosa que aprendió al escuchar a Keipi y ver a Marco entrenarlo día tras día.
En cuestión de seguros consigue liberarla de su cuerpo, tomando forma de largos y delgados tentáculos que entran en contacto con la todos los inconscientes. Incluidos los dos que seguían colgados de aquellas cadenas doradas.
"¿Qué pretendes hacer con eso? No existe nadie que sea capaz de interferir físicamente en mis ilusiones solo por conectar su energía mágica con la del resto." comentaba la anciana. "Si quieres un consejo, deja de hacer estupideces y espera sentada. Al menos así, no gastarás tu energía tontamente.
"Siento decepcionarte señora bruja..." dijo la pequeña sudando la gota gorda ya que era su primera vez usando la energía de esa manera. "Pero no tengo la capacidad suficiente para hacer algo llamativo del calibre que tienes en tu mente, pero si... tengo una voz molesta y unos pulmones llenos de aire."
"¿Cómo?"
"¡CHICOS! ¡ACEPTAD VUESTRO PASADO PARA PODER VOLVER!" gritó con todas sus fuerzas, acomodando el eco de esta voz hacia el interior de la energía mágica, logrando que esta voz llegase a todos.
"Superar... nuestro pasado..." dijo Marco mirando por centésima vez como su padre estaba bajo las piedras.
"Para poder volver... tengo que aceptar esto, ¿No?" comentaba Keipi mirando como sus padres eran cruelmente asesinados por su hermana.
"¿Y cómo... se supone que voy a hacer... eso...?" exclamó Transexual sangrando y llena de heridas tras haber recibido otra paliza por parte de los elfos.
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Ilusión de Marco.
Tras escuchar un estruendo en las minas, todos los trabajadores salen corriendo abandonando sus puestos bajo una continua melodía de objetos metálicos que golpean el suelo tras ser soltados de golpe.
Como era costumbre del bucle, nuestro protagonista estaba frente a los últimos minutos de su padre. Sin ser capaz de decir ni una sola palabra, mientras lentamente volvía a convertirse en un niño.
"Ey." dijo en voz baja haciendo que su progenitor le dirigiera la mirada.
"Al principio no sabía cuál era el motivo por el que estaba repitiendo esto en bucle, pero gracias a las palabras de mi mejor amiga Lily he podido entenderlo..." comentaba mientras retornaba poco a poco a su forma adulta. "Una de las mayores cosas que me he arrepentido en esta vida es no haber sido capaz de dedicarte unas últimas palabras."
"Aún recuerdo que aquel fatidíco día, nos despedimos de mala gana porque discutimos por una chorrada. Pero si llego a saber que ese rostro apenado iba a ser lo último que tuviera de ti, quizá habría ido corriendo... te habría agarrado del pantalón y te habría dicho de todo corazón..." lágrimas caen por sus ojos." Lo siento papá, yo... te quiero mucho."
Tras esto, todo lo que rodea a nuestro protagonista comienza a volverse humo.
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Ilusión de Keipi.
"Hmmmm.... ¿Cómo puedo aceptar esto?" pensaba el joven mientras la escena seguía avanzando sin pausa. "Tengo que aceptar este pasado, pero lo cierto es que llevo mucho tiempo con ello asimilado. Por lo que no termino de entender qué es lo que quiero."
El joven volvió a salir al patio para encontrarse de nuevo con su hermana.
"Ahora que lo pienso... uno de los libros de mi padre narraba la historia de un príncipe que siempre se arrepintió de hacer lo que pedía su cerebro, pero no haber hecho nunca lo que le pedía su corazón." analizaba.
Entonces se dio cuenta de qué era lo que podía sacarle de ese bucle infinito.
"Así que quizá sea esto." pensó comenzando a correr hacia su hermana pequeña y progenitores.
Keipi empujó a su madre y recibió la estocada en su lugar, siendo su corazón el que fue perforado aquella noche.
"Claro... Acepté las muertes de mis padres y llevé toda mi ira a mi hermana mayor, pero... un arrepentimiento constante que siempre he tenido en los atrases de mi mente... era no haber muerto yo aquella noche en lugar de mis progenitores." dijo cerrando los ojos.
Tras esto, todo lo que le rodeaba se convertía en humo violeta.
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Ilusión de Transexual.
La joven estaba huyendo de nuevo de los matones mientras seguía pensando en las palabras de aquella hada. Pero fue entonces cuando se dio cuenta de que siempre hubo algo que quiso hacer y nunca tuvo el valor, pero que ahora... podía con ello.
Se detuvo en seco, se dio la vuelta y con todas sus fuerzas arreó un puñetazo directo a la nariz de uno de los chavales.
"¡DEJADME EN PAZ!" exclamó comenzando a darse de golpes con ellos.
Si una cosa era la que la pobre se arrepentía, era de haber sido tan cobarde y no haberles plantado cara nunca de manera violenta. ¿Por qué dejaba que le hiciesen todo eso? ¿Por qué nunca se levanto y les dio de puñetazos? Porque no tenía valor.
Pero ahora sí. Aún así, acabó derrotada y tirada en el suelo completamente herida. Al fin y al cabo, ellos eran muchos más y ella solo una persona.
No obstante, la diferencia es que esta vez estaba tendida en el suelo con una sonrisa de satisfacción. Ya que al fin había podido plantarles cara a todos ellos. Y eso hizo que todo su entorno se convirtiera en una especie de neblina morada.
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Sala de Baba Yagá.
Lily dejó de emanar energía, su cuerpo tembló y finalmente cayó agotada al suelo.
"Espero... que esto haya funcionado..." murmuró entre jadeos, apenas capaz de sostenerse en su lugar.
Desde el otro extremo de la sala, Baba Yagá observaba con una ceja alzada, recostada en su enorme sillón de madera tallada.
"Un truco interesante... lo admito. " dijo la anciana con un tono sardónico. "Pero no servirá de mucho si tus amigos no son conscientes de lo que realmente les falta."
Marco, que yacía inclinado sobre un costado, comenzó a levantarse, limpiándose el sudor de la frente.
"La cuestión es..." dijo con voz firme mientras se tambaleaba ligeramente. "Que sí lo somos."
Keipi, aún más agil, se puso en pie a su lado, con una sonrisa desafiante.
"Exacto, somos muy conscientes."
No estaban solos. Poco a poco, el resto del escuadrón LGBT empezó a despertar también.
"¡Qué pesadilla!" exclamó Lesbiana, sacudiéndose el polvo de la ropa.
"¡Ya te digo tía! ¡Qué pelo más horrible llevaba en esa época!" añadió Gay, revisando su reflejo en un pequeño espejo de mano que sacó de su bolsillo.
Mientras tanto, nuestro protagonista se acercó a Lily, se inclinó y la levantó con suavidad, sosteniéndola firmemente sobre su hombro.
"Muchas gracias, nos has salvado a todos." dijo con una cálida sonrisa.
"¡De nada!" respondió agotada, pero feliz.
Keipi, por su parte, no perdió el tiempo. Movió la mano en un gesto fluido, formando desde el filo de Priscilla, un chorro de agua presurizada que se alzó en el aire. Con un corte limpio y certero, rompió las cadenas doradas que aprisionaban a los otros dos miembros de los ladrones.
Estos cayeron al suelo, y afortunadamente, la altura no era mucha y apenas se hicieron daño.
"¡JEFA!" gritaron Lesbiana y Gay, corriendo hacia Transexual logrando abrazarla con entusiasmo.
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Castillo de Baba Yagá, minutos más tarde.
Los protagonistas se encontraban en el recibidor del imponente castillo, de rodillas, disculpándose con la bruja por los daños causados a sus homúnculos y por haber ayudado a escapar a los ladrones.
"De verdad, ni por un instante me lo pude imaginar." dijo Lily, apesadumbrada.
"¡Yo tampoco!" secundó Keipi, con un tono sincero.
Baba Yagá, observándolos con calma, asintió antes de responder:
"No os preocupéis por poner excusas, ya que no os hacen falta alguna. He usado un conjuro para ver vuestras memorias y puedo confirmar que decís la verdad."
"¡Gracias, Baba Yagá!" exclamó Lily con una sonrisa llena de alivio. "¡No eres una vieja pelleja como decían esos ladronzuelos!"
Sin embargo, Marco tragó saliva. Las palabras que acababa de pronunciar la anciana seguían resonando en su cabezae.
"¿Has usado un conjuro para leer todas nuestras memorias?" preguntó con un leve temblor en su voz.
"Sí." admitió la bruja. "Lamento hacerlo sin aviso alguno, pero si informo antes de ello, las personas tienen a crear recuerdos confusos por los nervios... y el hechizo acaba perdiendo efectividad."
"No era eso lo que me preocupaba..." murmuró Marco, llevando instintivamente la mano al guante que cubría su tatuaje.
Baba Yagá lo miró con un destello de comprensión y suspiró.
"Ah... eso..." sonrió con desinterés. "Esas cosas ya ni me van ni me vienen. A mi edad, ni tengo tiempo para involucrarme ni energía para evitarlo. Además, aunque suene egoísta, tengo dinero suficiente para vivir bien los siglos que me quedan.
Lily y Keipi intercambiaron miradas, dándose cuenta al ver los gestos de su compañero sobre lo que estaba pasando. Pues la bruja, al explorar con total libertad sus recuerdos, había descubierto que nuestro protagonista era el verdadero emperador de Pythiria.
Un silencio incómodo se instaló en el recibidor mientras Marco tenía su guardia en alto. En cambio, Baba Yagá permanecía tranquila, casi indiferente, como si lo que acababa de descubrir no fuera algo digno de tener importancia.
"Podéis estar tranquilos, no pienso decir nada de lo que vi en vuestra mente." dijo la anciana con una calma que contrastaba con la tensión del ambiente. "Mi tiempo de entrometerme en los asuntos ajenos quedó atrás hace un par de siglos."
Marco alzó levemente su cabeza con una mezcla de alivio y desconfianza. Esas palabras parecían completamente sinceras pero el peso de su secreto aún le oprimía el pecho.
"Sin embargo, aún me gusta ayudar a la gente de buen corazón como vosotros..." continuó la bruja, girándose hacia la puerta. "Tal vez, deberíais considerar ir a Lumanche, allí quizá podría estar esperando algo importante para vosotros... Según mi conjuro de adivinación... es algo como una pluma, quizás."
"¿Una pluma?" repitieron los tres al unísono con sus expresiones reflejando sorpresa y curiosidad.
Antes de que pudieran pedir más detalles, un viento súbito se levantó en el recibidor, revolviendo sus cabellos y empujándolos con suavidad pero firmeza hacia la salida. Era como si el castillo mismo los estuviera despidiendo de una vez.
Y era normal, la anciana había consumido mucha energía mágica y estaba al borde de la fátiga. Pero tenía que mantenerse fuerte y dura hasta el último momento. Y cuando ya no pudo más, simplemente los alejó para no preocuparlos en exceso.
Las enormes puertas se cerraron tras ellos con un eco profundo, dejando a los tres en el extenso desierto del exterior, mirando el imponente edificio que acababan de abandonar.
Marco suspiró, rompiendo el silencio. Y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.
"A pesar de todo lo que le hemos hecho, ella guardará nuestro secreto." dijo.
"¡Y encima nos ha dado una pista para encontrar al siguiente paladín!" añadió Lily, con su voz llena de renovada determinación.
Keipi, con su actitud despreocupada, soltó una carcajada mientras se ponía las manos en la cintura y a Priscilla en su forma de polluelo sobre la cabeza.
"¿Quién lo diría? ¡Al final esa anciana resultó ser un terroncito de azúcar!" bromeó, ganándose una risa ligera de sus compañeros.
El grupo se tomó un momento para orientarse, observando el camino que se extendía frente a ellos. Y gracias a las palabras de Baba Yagá, nuestros protagonistas tenían una nueva dirección y un propósito claro.
Con paso firme y la mirada puesta en el horizonte, parten hacia Lumanche, dejando atrás el misterioso castillo y a la bruja más famosa de toda Pythiria, cuyo enigma parecían tan profundo como su inesperada bondad.
Continuará...