El silencio llenaba el cubo donde Marco, Ashley Lily observaban la pantalla luminosa que flotaba sobre ellos. Las imágenes de Keipi y Rocinante enfrentándose en aquel interminable pasillo les tenía en tensión, a sabiendas de que les era imposible ir a ayudarlo.
"¿Estará bien?" preguntó Ashley, con la mirada fija en la pantalla y las manos apretadas por la impotencia. Su voz, aunque contenida, reflejaba la preocupación que sentía. "Esa mujer mariposa... es bastante poderosa, la última vez no le quedó otra que escapar conmigo para salir con vida."
Marco, de pie junto a ella, trataba de mantenerse calmado, aunque la tensión era casi palpable en su rostro. "Keipi es más capaz de lo que parece. No se enfrentaría a alguien como ella sin dar todo lo que tiene. Además, si algo he aprendido de él durante todo este tiempo que hemos estado juntos, es... que pese a su actitud despreocupada, siempre se toma en serio las cosas importantes y que nunca, nunca... se echa atrás ante un desafío."
Lily revoloteaba cerca, lanzando miradas inquietas hacia la pantalla. "¡Vamos, Keipi! ¡Acaba con esa bicharraca arrugada!"
"Si él es derrotado o el tiempo se acaba, quedando atrapado para siempre en esa dimensión... será culpa mía..." pensaba Ashley, mordiéndose el labio inferior mientras intentaba contener la mezcla de rabia y preocupación.
Marco, al notar la tensión en su compañera, decidió intervenir con palabras tranquilizadoras.
"Escucha, pase lo que pase, hemos sido nosotros los que hemos elegido estar aquí. Tú no nos has obligado a nada, Ashley. Y créeme, si alguien de nosotros tiene eso más que claro, no es otro que Keipi."
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Pasillo infinito.
El eco de los pasos de Keipi resonaban con fuerza mientras corría entre los cubos que se mantenían en constante movimiento. Rocinante, volando por encima de él a unos cuántos metros de diferencia por delante, mantenía una sonrisa arrogatne mientras disparaba sus flechas de energía mágica.
La mujer se había dado cuenta de que el espadachín frente a ella no era moco de pavo y que si realmente no quería quedarse atrapada para siempre en aquel lugar, debía desplazarse lo más rápido que pudiese hacia el espejo. Pero tampoco planeaba darle tregua, por lo que su objetivo era derrotarlo en movimiento.
"¡No tienes ninguna oportunidad!", dijo mientras orquestaba todos los proyectiles con sus dos abanicos, mientras serpenteaba en el aire con sus hermosas alas.
El monje, sin perder el ritmo, movía su katana con total precisión y velocidad, logrando bloquear todos los proyectiles que se acercaban a él. El choque de las flechas contra la hoja creaba destellos azules que se iluminaban en el inmenso pasillo.
"Hablas demasiado", respondió Keipi, esquivando un disparó que pasó rozando su hombro. "¿No decías que ibas a acabar conmigo rápidamente?"
"¡Tsk! ¡Pues claro que lo haré, bocazas!" rugió Rocinante, lanzando una nueva andanada de proyectiles.
El monje apretó los dientes mientras avanzaba a toda velocidad. Su katana se movía con precisión milimétrica, cortando todas las flechas que se aproximaban a él.
En un momento, aterrizó sobre un cubo cubierto de hierba, que empezó a moverse hacia abajo justo cuando debía impulsarse para saltar al siguiente. Apenas logró esquivar un proyectil que rozó su rodilla, dejando un leve calor en su piel.
Sin dudarlo, pega un gran salto mientras gira sobre sí mismo en el aire, cortando varias de las flechas que se le anticipaban antes de aterrizar sobre el suelo rocoso de la siguiente plataforma sólida que ascendía lentamente.
"¡Maldición! ¡Mantenerme constante hace que esta batalla se complique demasiado!" pensó, bloqueando el siguiente aluvión de ataques que chisporroteaban al impactar contra el filo de Priscilla.
Sin detenerse, saltó hacia un cubo de agua que giraba en un flujo constante. Su equilibrio flaqueó por un instante, al tener que destinar parte de su concentración para ser capaz de correr sin hundirse sobre el líquido, pero logró estabilizarse justo a tiempo para desviar otra horda de proyectiles amenazantes.
Cada movimiento era crítico, el menor error podría tener un resultado fatal. El sudor perlaba su frente mientras seguía corriendo entre los pequeños cubos de diferentes elementos y bloqueando lo que se le acercaba, sus músculos se tensaban con cada golpe y la presión no hacía más que aumentar. Sin embargo, Keipi mantenía su determinación. Si él quería convertirse en la perfecta mano derecha del emperador. tenía que superar una prueba tan simple como esa.
Rocinante, claramente frustrada, agitó sus abanicos con mayor fuerza. Por lo que sus proyectiles comenzaron a duplicarse, creando una lluvia incesante que llenaba todo aquel pasillo con destellos mágicos.
Keipi hizo todo lo posible por bloquear y esquivar las flechas, pero ahora era demasiado para él. Una flecha le rozó el costado, y otra impactó de lleno en su brazo izquierdo, haciéndole soltar un quejido de dolor.
"¿Qué pasa? ¿Ya no eres tan rápido?" gritó Rocinante, con un tono empapado en burla.
El monje respiró hondo, intentando mantener la calma mientras sentía el ardor en sus heridas. "No eres la única que es capaz de ponerse creativa." murmuró para sí mismo.
Sosteniendo la katana con ambas manos, Keipi cerró los ojos por un breve instante, concentrando toda su energía. Priscilla comenzó a emanar un brillo con un resplandor ligeramente más intenso, y de su hoja salió una copia perfectamente idéntica, formada completamente de agua. Ahora, nuestro protagonitsta empuñaba dos espadas, una en cada mano.
"¡Imposible!" exclamó Rocinante, con sus ojos llenos de incredulidad.
Una voz suave pero llena de orgullo resonó en la mente del monje. "Buena jugada, Kei. Usar el agua para crear una copia perfecta de mí es ingenioso. Ahora veamos si ese insecto es capaz de mantener el ritmo."
Keipi con ambas espadas firmemente empuñadas, vio una oportunidad en uno de los cubos adyacentes, formado por rocas que sobresalían como pequeñas plataformas. Sin dudar, dio un salto hacia la primera pared, aterrizando con precisión sobre una saliente.
Rocinante al notar su movimiento, concentró los proyectiles que seguía creando infinitamente hacia él. Con movimientos vertiginosos y fluidos, el monje bloqueó cada flecha mágica que se le acercaba mientras usaba el impulso para saltar hacia la pared rocosa opuesta.
De roca en roca, nuestro protagonista se desplazaba como un relámpago. Sus hojas trazaban un patrón letal en el aire, desviando todos los ataques que intentaban alcanzarlo. Y con cada salto que daba, le acercaba cada vez más a su contrincante.
Rocinante, aún volando sobre él, comenzaba a mostrar frustración e impaciencia mientras el cronómetro sobre sus cabezas marcaba cinco minutos restantes. En cambio, Keipi empezaba a sentir por primera vez, que estaba equilibrando la balanza.
"Esa sonrisa despreocupada mientras detienes mis ataques... ¡No te atrevas a subestimarme, humano de mierda!" rugió Rocinante, llevando su magia al límite. Concentró toda la energía mágica restante en su cuerpo para llevar a cabo el siguiente movimiento.
Sus abanicos giraron con furia, generando una cantidad más abrumadora de proyectiles que llenaron aquel pasillo infinito como si de una tormenta se tratase.
Sin temor alguno, Keipi continuó su camino forzando su cuerpo y resistencia a llegar al límite. Seguía esquivando y bloqueando, pero de nuevo algunos comenzaban a golpearle directamente causándole dolor y ligeras quemaduras.
"¡¿Qué pasó con tu confianza?!" gritó Rocinante.
El monje jadeaba, el sudor cubría todo su rostro. Sabía que no podía seguir así por mucho más tiempo, pero cuando vio como el cubo de roca que había tras la mujer mariposa se elevaba, se le ocurrió una maravillosa idea.
Con un movimiento rápido, convirtió sus botas de explorador en agua y con un control preciso de la energía mágica, formó una tercera copia de Priscilla, esta vez sujeta entre los dedos de su pie derecho.
"¿Qué cochinada estás haciendo?" preguntó Rocinante, al ver lo que su oponente estaba haciendo.
Keipi no respondió, simplemente dio un salto con su pierna izquierda y lanzó la tercera espada como si de un proyectil se tratase. La hoja cortó el aire, desvío todos los proyectiles que se le cruzaban en el camino y terminó perforando la ala izquierda de su oponente con total precisión.
"¡AAGH!" gritó la mujer bestia de dolor, perdiendo el control de sus proyectiles mientras se estrellaba contra el cubo de roca que ascendía tras su espalda.
"¡Te tengo!" sonrió Keipi.
Sin perder el tiempo, el monje da un salto hacia su oponente acortando las distancias. Y con ambas espadas en las manos y utilizando el agua de los cubos más cercanos, desató su ataquel final.
"¡Ruge, Dragón de agua!" exclamó mientras una imponente figura líquida emergía de sus espadas, serpenteando con ferocidad hacia su objetivo.
La bestia abrió sus fauces y, con una fuerza descomunal, embistió el cuerpo de la mujer mariposa. El impacto fue tan violento que la presión la aplastó contra la pared rocosa que había a sus espaldas, creando una grieta que se extendió rápidamente.
En un instante, el cubo no pudo soportar más la fuerza del ataque y terminó destrozándose por completo, desintegrándose en un estallido de fragmentos que se disperaron en todas las direcciones como si fueran esquirlas de cristal.
Mientras la habilidad de Keipi desaparecía en el aire convirtiéndose en una ligera lluvia, el cuerpo de Rocinante caía completamente inconsciente sobre uno de los cubos cercanos. Siendo totalmente derrotada por las habilidades del monje.
Batalla en la dimensión del Pasillo Infinito.
Keipi vs Rocinante.
Ganador: Keipi.
Keipi se detuvo por un momento, respirando con dificultad mientras observaba a su oponente tendida en el suelo, derrotada. Pero ahora, el cronómetro marcaba menos de un minuto.
Gracias a que todo el combate fue en constante movimiento, la distancia hacia la meta se había reducido un montón. Y desde el cubo en el que se encontraba nuestro protagonista, se podía ver al espejo flotando en el aire, brillando como si fuera un faro.
"Acabemos esto." murmuró, limpiando la sangre que salía de su labio inferior.
Con el agua que le quedaba del último ataque, creó una plataforma marina flotante bajo sus pies. Y la utilizó como vehículo para desplazarse vertiginosamente hacia su objetivo.
Los segundos se iban reduciendo a toda velocidad, y el cronómetro estaba a punto de llegar a cero cuando Keipi extendió la mano y se hizo con el primer espejo, sintiendo un ligero calor en la palma de su mano al tomarlo.
Un destello rosado llenó el pasillo infinito, y la voz resonó una última vez. "La primera prueba, ha sido completada."
El monje cayó de rodillas al suelo, sosteniendo el espejo con fuerza mientras recuperaba el aliento. "Esto... ha sido más intenso de lo que esperaba." esbozaba ligeramente en su rostro, esa sonrisa despreocupada que tanto le representaba.
"Bien hecho Kei, estoy super orgullosa de ti." le animaba Priscilla, con un tono cálido y amable. "Sabía que no fallé en la hora de elegirte como mi portador." fueron sus últimas palabras antes de cortar la comunicación al volver a ser un mero polluelo.
El pasillo comenzó a desvanecerse lentamente, indicando el final de la prueba. Y tanto el monje como su oponente, fueron teletransportados de regreso con sus compañeros.
Continuará...