miércoles, 27 de noviembre de 2024

Ch. 24 - Ashley vs Croco

El tiempo en la mansión de Bianco se convirtió en un infierno sin fin para Ashley. Desde el momento en que fue arrastrada a su interior tras la traición de su mejor amiga, su vida perdió cualquier atisbo de luz.

Obligada a realizar tareas extenunantes como limpiar enormes salones sola, fregar suelos interminables y cargar con pesadas cajas, su cuerpo era constantemente empujado al límite. Pero el trabajo doméstico no era lo peor.

Bianco tenía más planes para ella. La joven se convirtió en un sujeto de pruebas con patas, en el que probaban las habilidades de las herramientas malditas, armas míticas o reliquias mágicas en enfrentamientos contra ella. Cada noche, se acostaba con el cuerpo dolorido, cubierta de moretones y heridas que nadie se molestaba en curar.

Y las cosas solo fueron a peor cuando el hombre tigre decidió incluirla en sus expediciones a peligrosos templos sellados. Contra su voluntad, era llevada a las búsquedas de reliquias, utilizada como sujeto para activar trampas o descubrir caminos ocultos. Sus habilidades mágicas la mantenían con vida, pero el miedo hacia sus superiores era constante.

Así pasaron once largos años para ella. Durante ese tiempo, nunca encontró el valor suficiente para escapar. Celia, la única persona a la que alguna vez confió su corazón, le había destrozado de tal manera que ningún golpe físico podría igualar.

Todo cambió una noche. Mientras limpiaba una habitación cercana al despacho de Bianco, escuchó una conversación que lo cambiaría todo. Hablaban de los Tres Espejos, una reliquia legendaria capaz de conceder deseos. Fue entonces cuando una chispa de esperanza prendió su pecho. Si conseguía esa llave, si lograba huir de esta mansión con ella, quizá podría conquistar ese templo y volver a empezar de cero su vida.

Esa misma noche, mientras todos dormían, Ashley actuó. Robo la esfera anaranjada y huyó bajo la luz de la luna. Los pasos de los guardias resonaban tras ella, pero no se detuvo. Más bien, no podía detenerse.

De pronto todo se volvió negro. La imagen de Celia comenzó a invadir su mente ocupando el lugar de las imágenes que le recordaban su pasado. En su visión, la figura de su antigua amiga era grotesca, como un reflejo distorsionado que se multiplicaba sin cesar. Sus bocas se abrían y de ellas surgían más Celias, como si fuera una pesadilla infinita. Y para colmo, todas repetían las misma palabras:

"No vales para nada. No mereces libertad. Nunca podrás huir del daño que te hice."

Ashley sintió que se ahogaba en esas palabras, el peso de su voz caía sobre ella como una losa. Pero entonces, algo cambió. Otra imagen comenzó a formarse entre todas aquellas traidoras. Y como un faro en medio de la tormenta aparecieron Marco, Keipi y Lily con cálidas sonrisas dibujadas en sus rostros.

Sus nuevos compañeros no eran como Celia. Ellos, desde el primer momento, la habían mirado con amabilidad y la habían aceptado sin pensárselo dos veces. Pero ella, cegada por el miedo a que su corazón fuera destrozado nuevamente, había sido incapaz de verlos por lo que realmente eran.

Mientras las imágenes de sus recuerdos se sucedían, cada gesto y cada mirada de ellos cobraron un nuevo significado. Reordó la alegría que tenían en sus rostros al conocerla, la calma que sintió al compartir una comida sin ser rechazada, la valentía de Keipi salvándola de Rocinante en aquel callejón y, más recientemente, la determinación con la que había derrotado a esa mujer en la primer prueba.

"Ellos... no son iguales... Y yo... yo quiero ser su amiga... ¡Quiero ser su maldita amiga!" exclamó, y su tono, antes cargado de temor, comenzó a llenarse de rabia por haberlos tratado así de manera inconsciente.

Con un grito ahogado, el miedo que la había encadenado durante más de once años comenzó a transformarse en ira. Ya no era la niña indefensa de corazón roto a la que Celia había traicionado.

"¡No volveré a ser esa niñata llorona y débil que dejaste atrás, Celia!" rugió para sí misma, con un brillo feroz en los ojos.

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Presente.

El rugido del viento llenaba sus oídos mientras nuestra protagonista caía hacia la lava. Sin embargo, ahora el miedo había desaparecido por completo de su cuerpo. 

Sus ojos se fijaron en la baldosa que caía junto a ella, y con un movimiento rápido y haciendo uso de su potenciación física, saltó hacia ella y usó el impulso para volver al escenario.

Ashley aterrizó con fuerza, girando sobre sí misma para enfrentar a Croco, quién la observaba con una sonrisa burlona.

"Vaya, parece que después de todo tienes ganas de vivir."

Nuestra protagonista no respondió. Gracias a esa sucesión de recuerdos, algo cambió por completo en su interior. Estaba determinada a derrotar a su oponente.

Croco se transformó en su forma de esfera de escamas y rodó hacia ella con una velocidad vertiginosa. Ashley logra esquivarlo en el último momento, girando sobre un pie y lanzando una patada que impactó en su lateral, pero no logró desestabilizarlo.

El lagarto rodó en el aire, rebotando contra una baldosa cercana para regresar hacia ella como si de un proyectil imparable se tratase. Nuestra protagonista alzó sus brazos cruzados para defenderse, recibiendo el impacto directamente y siendo arrastrada varios metros hacia atrás. Su espalda chocó contra el suelo, pero se levantó rápidamente de un salto, limpiándose la sangre que goteaba de su labio.

"¡Pienso aplastarte como a una cucaracha!" rugió Croco, lanzándose de nuevamente hacia ella

Ambos empezaron un breve pero intenso intercambio de golpes sobre un escenario que cada vez se iba haciendo más y más pequeño. Las baldosas blancas seguían cayendo cada treinta segundos, y el cronómetro se iba reduciendo.

El calor abrasador de la lava comenzaba a ascender, dificultando ligeramente la respiración y haciendo que cada movimiento fuera todavía más arriesgado. Cada salto o paso en falso podría ser fatal, y ambos eran conscientes de ello.

A pesar de la reducción del terreno, aún quedaban suficientes plataformas para que Croco sacara ventaja. Con movimientos rápidos y fluidos, saltaba de una baldosa a otra sin dejar de rodar en su forma esférica, aprovechando su velocidad para golpear a nuestra protagonista una y otra vez. Los ataques eran constantes y ella se encontraba cada vez más incapaz de acertar un mísero golpe.

Ella intentaba contraatacar, pero el hombre lagarto conseguía alejarse rodando con agilidad y, con precisión milimétrica, regresaba para embestirla desde su punto ciego. Era un ciclo imparable, y el cronómetro seguía avanzando, dejándola cada vez menos tiempo para actuar.

Con su cuerpo ya marcado por las filosas escamas de su oponente, Ashley se vio obligada a cambiar de plataforma al notar que la que estaba pisando comenzaba a ceder hacia la lava. Y mientras saltaba en el aire, Croco no perdió su oportunidad y se lanzó hacia ella como un proyectil.

Rápidamente, nuestra protagonista concentró toda su energía mágica en reforzar las palmas de sus manos. Con un grito de esfuerzo, logró desviar el ataque, obligándolo a retroceder bruscamente. Fue entonces cuando notó algo: su enemigo esta vez no había sido capaz de esquivar el contraataque.

Una idea comenzó a formarse en su mente. Si lograba mantenerse en movimiento y seguir saltando de baldosa en baldosa mientras el tiempo se reducía, la zona de combate se haría cada vez más pequeña, y Croco perdería su capacidad de maniobrar. No tenía que derrotarlo de inmediato; solo tenía que aguantar hasta que el campo de batalla trabajara a su favor.

Con su determinación renovada, Ashley puso en marcha su estrategia de escape. Saltaba de una baldosa a otra, esquivando cada embestida de Croco. Su enemigo seguía lanzándose contra ella con toda su fuerza, pero ella lograba mantenerse siempre fuera de su alcance, obligándolo a recalcular sus ataques una y otra vez.

El cronómetro seguía su cuenta atrás implacable: cinco minutos, cuatro, tres, dos... uno. Cada segundo que pasaba, el campo de batalla se reducía aún más, y las baldosas caían sin piedad hacia la ardiente lava.

Cuando el tiempo restante marcaba los cincuenta segundos, tan solo quedaban cinco baldosas blancas en pie, separadas por distancias considerables. Ashley miró a su alrededor con rapidez: este era el momento que había estado esperando.

Croco sabía que estaba en una encrucijada. Con el espacio reducido y sin opciones para esquivar como antes, solo le quedaba confiar en un último ataque cargado con toda su fuerza. Sin titubeos, se lanzó rodando hacia Ashley a una velocidad vertiginosa, convirtiéndose en un torbellino de escamas afiladas que cortaban el aire a su paso.

La usuaria de potenciación física observó al enemigo acercándose con una intensidad aterradora. Respiró profundamente, agachándose ligeramente mientras concentraba toda su energía mágica en su pierna derecha. El calor de la magia recorrió sus extremidades, haciéndola vibrar. Cuando la distancia entre ambos se redujo al mínimo, ella giró sobre sí misma con precisión y lanzó una patada directamente hacia su oponente.

El impacto fue ensordecedor, un choque de fuerzas que resonó por todo el escenario. 

La pierna de Ashley se llenó de cortes por la presión, pero el poder de su golpe fue abrumador. Varias escamas de Croco se rompieron en pedazos, volando como fragmentos de cristal en todas direcciones. El cuerpo del lagarto salió disparado hacia atrás como si fuera un muñeco de trapo, incapaz de detener su trayectoria.

El hombre bestia cayó directamente hacia la lava. Su grito de sorpresa y desesperación fue lo último que Ashley escuchó antes de que su figura desapareciera por completo en el ardiente abismo, dejando tras de sí solo el eco de su derrota.

Batalla en la dimensión de la lava:

Ashley vs Croco.

Ganadora: Ashley.

Nuestra protagonista respiraba con dificultad. Su cuerpo estaba cubierto de heridas y magulladuras, pero no podía detenerse justo en este momento. Miró a su alrededor, las baldosas restantes eran pocas, y la lava rugía, acercándose cada vez más.

Quedaban treinta segundos. La última tanda de baldosas comenzó a caer, dejando a la usuaria de la potenciación física con pocas opciones. La plataforma en la que estaba comenzó a temblar violentamente, anunciando su inminente descenso.

Sin permitir que el pánico la dominara, canalizó rápidamente la energía que le quedaba en sus piernas y con un salto ágil se impulsó hacia la baldosa más cercana, que también estaba cayendo.

Ashley calculó el siguiente movimiento en cuestión de milésimas de segundos, sabiendo que no tenía margen para errores. Con un movimiento rápido, corrió por la plataforma inclinada y se impulsó nuevamente, esta vez hacia la única baldosa que permanecía fija en el centro del escenario. El impacto de su aterrizaje fue brusco, pero logró mantener el equilibrio. Su respiración era errática, pero estaba a salvo.

El cronómetro llegó a cero. Un silencio sepulcral inundó el lugar, roto solo por el sonido del último derrumbe de baldosas en la lava. Entonces, la misma voz que había explicado las reglas resonó una vez más, con un tono solemne que parecía llenar el aire.

"Felicidades. Has superado la segunda prueba y obtenido el derecho a portar el segundo espejo."

La lava comenzó a descender lentamente, y las baldosas blancas comenzaron a elevarse de nuevo, restaurando poco a poco el escenario destruido. Sobre una de ellas, yacía el cuerpo de Croco, ligeramente chamuscado y completamente inconsciente. Su pecho subía y bajaba con dificultad, señal de que seguía con vida, protegido en gran parte por la increíble dureza de sus escamas.

Un haz de luz surgió en el centro del escenario, iluminando todo con un resplador dorado. Allí flotaba como un tesoro celestial, el segundo espejo. 

Nuestra protagonista avanzó con pasos inseguros, sus piernas aún temblaban por el dolor y el esfuerzo. Extendió sus manos y lo tomó con cuidado. Su superficie brillante reflejaba no solo su rostro, sino también las heridas y la determinación que la habían llevado hasta allí.

"Lo... conseguí..." susurró, apenas creyendo en sus propias palabras. Una mezcla de alivio, orgullo y agotamiento llenaron su pecho, pero lo que más sentía era un destello de esperanza que empezaba a brotar en su interior después de muchos años.

La voz resonó nuevamente, calmada y neutral. "La prueba ha concluido. Regresad al exterior."

De repente, el escenario comenzó a desvanecerse. Las baldosas, la lava y el aire pesado se disiparon como si fueran un sueño. Una cálida luz dorada envolvió a Ashley, levantándola suavemente del suelo. Cerró los ojos, permitiendo que esa sensación de paz la abrazara mientras era transportada de vuelta.

Cuando los abrió, estaba de pie junto a sus compañeros. El calor sofocante había desaparecido, reemplazado por un aire fresco que acariciaba su piel. Sus manos sostenían el espejo,  y al mirar a su alrededor, las caras de sus compañeros la recibieron con expresiones de orgullo y alivio.

"¡Ashley!" exclamó Lily, revoloteando a su alrededor con los ojos brillantes de alegría. "¡Sabía que lo lograrías!"

Keipi se cruzó de brazos con una sonrisa tranquila y ligeramente despreocupada, como era costumbre en él. "No esperaba menos de ti."

Marco dio un paso hacia ella, sus ojos llenos de orgullo. "Bienvenida de vuelta. Sabíamos que podías hacerlo."

Ashley les devolvió la sonrisa, una sonrisa que, por primera vez en años, no era forzada ni escondía dolor. "Regresé."

Con el espejo en sus manos y el apoyo de sus compañeros, el peso del pasado comenzó a desvanecerse poco a poco.

Continuará...