miércoles, 27 de noviembre de 2024

Ch. 25 - La segunda pluma

Tras su regreso, el grupo se reunió rápidamente alrededor de Ashley. La joven tenía el cuerpo marcado de heridas visibles y un evidente agotamiento, pero había conseguido regresar victoriosa. Y nuestros protagonistas no perdieron el tiempo en atenderla con lo que llevaban en sus mochilas.

Keipi desenrolló unas vendas mientras Marco humedecía un trozo de tela en agua. "Estás hecha polvo, Ash." dijo con un tono suave, aunque con una pequeña sonrisa para intentar aligerar el ambiente.

Ella negó con la cabeza, y eso que apenas era capaz de sostenerse de pie. "Estoy bien. Solo... necesito sentarme un momento", respondió, dejándose caer contra una roca cercana.

"No lo parece", intervino Lily, cruzándose de brazos mientras flotaba frente a su compañera. "No seas cabezota y déjanos ayudarte. Ahora no es el momento para hacerse la fuerte."

Con una mirada que intentaba ocultar el temblor en sus manos, Ashley finalmente cedió. Marco le limpió con cuidado las heridas de sus brazos, deslizando al tela húmeda sobre su piel ensangrentada. Mientras que Keipi se ocupaba de su pierna derecha, cubriéndola con vendas tras haber aplicado algo de ungüento.

Ashley observaba el suelo mientras sus compañeros trabajaban en silencio. Su pecho se apretaba, pero no por el dolor físico, sino por una sensación que llevaba demasiado tiempo reprimiendo. "Gracias..." murmuró de repente, rompiendo el silencio.

Lily parpadeó y se posó ligeramente en su hombro. "¿Por qué lo dices como si fuera algo raro? Estamos aquí para eso y para mucho más." esbozó una dulce sonrisa.

Keipi, sin levantar la vista de su tarea, añadió: "Ash, desde el momento que entramos juntos a este templo nos convertimos en un equipo. Ayudarnos los unos a los otros no es algo por que debas agradecer."

Ashley dudó antes de seguir hablando, apretando sus puños sobre su regazo. Esas personas que estaban ante ella eran maravillosas, y si realmente iba a empezar a confiar en ellas, debería contarles todo.

Levantó la mirada y respiró profundamente. "Hay algo que necesito deciros. Algo... que nunca he sido capaz de contarle a nadie."

El grupo se detuvo, prestándole toda su atención.

"Antes de encontrarme con vosotros, mi vida fue bastante... complicada." comenzó a narrar, con la voz temblorosa. "Fui traicionada. Y para ser exactos, por mi mejor amiga."

El aire se volvió pesado, Keipi y Marco intercambiaron miradas, pero ninguno dijo nada para no interrumpirla.

"Éramos casi como hermanas. Era la única persona que tenía a mi lado después de que mis padres me abandonasen de niña por no ser capaces de mantenerme económicamente. Juntas sobrevivimos a la pobreza en las calles más frías de este país, nos cuidábamos mutuamente... pero un día, ella me vendió. Me entregó sin piedad alguna ante las zarpas de Bianco."

El nombre de aquel hombre bestia llenó de tensión el ambiente, eran la primera vez que lo escuchaban.

"Desde entonces, perdí la capacidad de confiar en los demás." continuó Ashley. "Me convertí en una esclava. En un objeto que esos hombres bestia, a los que nos hemos enfrentado, usaban y desechaban como querían. Me pegaban todas las noches, incluso si no cometía ningún error, solamente para desquitarse con alguien vulnerable. Y a causa de eso, el contacto físico comenzó a volverse algo que me causaba dolor y humillación."

Marco apretó los puños de rabia, su mirada se oscurecía mientras contenía las palabras que quería soltar. Y Keipi fruncía el ceño con evidente molestia. Conocer la realidad que había estado viviendo la amable persona que estaba ante ellos, les generaba mucha ira.

"Pero... vosotros...", dijo levantando la mirada hacia ellos. "Vosotros sois diferentes. Desde el primer momento que nos conocimos me aceptasteis por como era, pasar el rato a vuestra vera me hacía sentir como una igual... incluso cuando yo no he sido capaz de verlo. Y si en este momento aún sigo aquí, con vida y con el espejo en mis manos, es... gracias a vosotros."

Keipi fue el primero en responder, extendiendo una mano hacia ella con una sonrisa despreocupada. "Me da mucha rabia que hayas tenido que pasar por ese tipo de vida, y en parte... puedo entender la soledad por la que has tenido que pasar." rememoraba sus días en el templo tras el asesinato de sus padres.

Marco siguió el gesto, extendiendo su otra mano. "Ash, ya eres una más de este equipo. ¡Y ningún hombre bestia va a cambiar eso!"

Ashley miró ambas manos, vacilante. Podía sentir el peso de sus miedos aún presente en su conciencia, pero tambíen percibía la calidez en el gesto de sus compañeros. Lentamente, levantó sus manos temblorosas y las colocó sobre las de ellos. Apretó con fuerza, como si ese contacto significara dejar atrás una pequeña parte de su pasado.

Cuando se puso de pie, una tímida sonrisa apareció en su rostro. No era grande, pero era sincera, lo que bastó para llenar el ambiente de una nueva esperanza.

De pronto, el cuerpo de Lily comenzó a brillar con intensidad. Un aura radiante envolvió a la pequeña, y de ella surgieron tres manos translúcidas de energía mágica que se extendieron hacia Ashley.

"¿Qué está pasando?" preguntó la joven, dando un paso atrás, aunque era incapaz de moverse mucho más.

"¡Eso es...!" exclamó Marco, recordando lo ocurrido en Romevere.

Las manos la alcanzaron y comenzaron a envolver su cuerpo con un calor reconfortante. Ashley cerró los ojos, sintiendo como esa fuerza la recorría de pies a cabeza. Cuando el brillo se desvaneció, una marca en forma de pluma apareció en el muslo izquierdo.

Keipi dio un paso adelante, mirando la marca con sorpresa." ¡Anda! ¡Bienvenida al club, Ash! Acabas de convertirte en una paladín." reaccionó, enseñando la misma marca que tenía en su pecho.

Ashley se quedó completamente en blanco, incapaz de procesar lo que acababa de suceder. "¿Paladín? ¿Qué significa eso? No, espera... ¿Por qué el hada ha soltado unas manos de la nada? ¿Qué está pasando aquí?"

Marco y Lily intercambiaron miradas, ambos entendiendo que no podían dejarla en esa confusión. Keipi, que se cruzaba de brazos observando la escena, asintió con calma.

"Es hora de explicarte todo", dijo Marco, adoptando un tono más serio.

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Una explicación más tarde.

"O sea..." comenzó Ashley, frunciendo el ceño mientras trataba de poner en orden la información. "Tú eres el verdadero emperador, ella es tu guía, y durante vuestro viaje hacia la corona ayudasteis al pueblo de Keipi. Y entonces él se convirtió en tu primer paladín, jurando ser tu mano derecha, ¿es correcto?"

"Exacto", confirmó Lily con una pequeña sonrisa.

"Y ahora, el principal motivo de nuestro viaje es buscar a los otros seis paladines... aunque contigo, ya solo faltarían cinco", añadió Marco, mostrando una ligera satisfacción en su tono.

"Por eso Baba Yaga nos envió aquí", intervino Keipi con su característica despreocupación. "Ella sabía que nos encontraríamos contigo."

Ashley parpadeó lentamente, procesando las palabras de sus compañeros. Su mente seguía llena de dudas, pero una chispa de claridad comenzó a abrirse paso entre ellas.

Ashley bajó la mirada por un momento, recordando todo lo que había vivido hasta ahora junto a ellos.

En un principio, su único objetivo en la vida era mantenerse con vida. Luego, intentar recuperar la libertad que le habían arrebatado. Pero, de alguna forma, desde que se había unido al grupo, algo había cambiado. 

Su corazón le susurraba que fuera con ellos de aventuras, que la forma más fácil de poder volver a ser feliz y disfrutar de la vida, es aceptando su puesto como paladín y vivir locas experiencias al lado de esas tres personas que tenía frente a ella.

"Keipi", dijo, levantando la vista hacia el monje, "¿tú eres la mano derecha de Marco, no?"

"Así es", respondió Keipi, con una leve sonrisa.

Ashley apretó los puños y levantó la barbilla, una determinación recién descubierta brillando en sus ojos. "En ese caso... ¡Yo seré su mano izquierda!"

Su voz resonó con fuerza, y por primera vez, una sonrisa cargada de confianza iluminó su rostro. "Porque si hay algo de lo que estoy segura ahora mismo, es que quiero seguir viajando con vosotros."

Marco no pudo evitar sonreír con orgullo ante sus palabras. Keipi soltó una pequeña risa y asintió, mientras Lily revoloteaba alrededor de Ashley, dejando escapar un suave "¡Sabía que lo dirías!"

Aquel momento marcó un nuevo comienzo para Ashley. Ya no era solo una huida de su pasado, sino una promesa de construir algo diferente junto a las personas que habían creído en ella desde el principio.

Con esa declaración, el grupo retomó su marcha. Aunque Ashley seguía herida, su espíritu parecía estar renovado. Sin embargo, aún no estaba en condiciones de caminar por sí misma, así que Keipi se ofreció a cargarla sobre su espalda.

El camino hacia la tercera prueba fue corto, apenas eran cinco cubos, pero la atmósfera era distinta. Había algo mucho más pesado en el aire, una sensación de que lo que les esperaba al cruzar el círculo dibujado en el suelo, sería diferente de todo lo que habían visto.

Marco dio un paso al frente con decisión. 

"Es mi turno", dijo, mirando a sus compañeros con confianza.

"Dale majestad", dijo Keipi con un tono burlón, dándole una palmada en la espalda. "Vuelve con el último espejo."

Lily asintió, apoyada en la cabeza de Ashley. "Lo vas a hacer fenomenal."

Nuestro protagonista sonrió y avanzó hacia el círculo. La luz lo envolvió y, en un parpadeo, desapareció.

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Interior de la tercera prueba.

Marco apareció en un terreno rocoso, como la cima de una montaña. El aire estaba cargado de electricidad, y las piedras bajo sus pies parecían vibrar con cada paso. Frente a él, Bianco lo esperaba, de pie con los brazos cruzados y una elegante sonrisa llena de confianza.

"Vaya, vaya. Así que tú debes de ser uno de esos amiguitos de mi esclava." dijo el hombre tigre, cruzando sus brazos.

Nuestro protagonista mantuvo su mirada fija en él, evaluando cada movimiento. "Este debe de ser el tipo que maltrató a Ashley durante tantos años..."

Antes de que cualquiera pudiera hacer un mínimo movimiento, una voz resonó en el aire.

"Bienvenidos a la tercera y última prueba." empezó. "La verdad es que durante este proceso, intenté que ambos equipos formaran una alianza para superar los retos juntos. Como no ha sido el caso, las reglas cambiarán. Pues esta vez, solo un grupo tendrá la oportunidad de hacerse con el espejo."

De repente, dos jaulas gigantes aparecieron suspendidas con cadenas colgantes. En una de ellas, Marco reconoció a Keipi, Ashley y Lily, que lo miraban con preocupación desde las alturas. En la otra estaban Rocinante y Croco, quiénes seguían inconscientes tras su derrota.

"Será un enfrentamiento uno contra uno", continuó la voz. "El ganador obtendrá el espejo y la libertad para él y su equipo. El grupo perdedor será condenado a pasar el resto de su vida encerrados en esta dimensión. ¡Qué comience la última prueba!"

Marco apretó los puños, mirando hacia la jaula de sus compañeros. Keipi le devolvió un gesto con el pulgar hacia arriba, mientras Ashley asintió con una expresión cargada de preocupación.

"Puedes hacerlo, Marco", animó Lily, con su voz llena de confianza.

Bianco dejó escapar una carcajada sonora. "Qué conmovedor. Nuestra querida esclava al fin ha conseguido hacer amigos. ¿Te dijeron que podías confiar en ellos? Me pregunto cuánto tardarán en traicionarte, al igual que lo hizo Celia."

Sus palabras estaban impregnadas de un veneno calculado, cada sílaba iba dirigida a abrir las heridas del pasado de Ashley. Marco sintió cómo un fuego literal y figurativo comenzaba a arder en su interior. El rostro de su compañera, normalmente estoico, mostraba una mezcla de dolor y rabia contenida.

"¡Cállate!" rugió nuestro protagonista, su voz resonando por todo el lugar.

Sin previo aviso, su cuerpo reaccionó llevado por la ira y la rabia. Cubrió sus puños con llamas que chisporroteaban con intensidad, y en un abrir y cerrar de ojos se lanzó hacia su oponente. 

El golpe directo impactó en el rostro de Bianco con un estruendo, haciéndolo rodar por el suelo.

"¡Ella no es tu juguete!" gritó Marco, con la furia ardiendo en cada palabra. "¡No vuelvas a hablar de ella como si fuera de tu propiedad!"

Bianco se llevó una mano a la cara, palpando la sangre que comenzaba a brotar de su nariz. Un ligero chorro rojo manchaba su piel. Lentamente, y con una expresión que combinaba desprecio y placer sádico, se puso de pie de un salto.

Con calma inquietante, se quitó la chaqueta manchada de polvo y la tiró al suelo. Su torso ahora solo estaba cubierto por una camisa de seda blanca que se ajustaba a su figura musculosa.

"Pequeña rata de cloaca..." susurró, mientras sus ojos amarillos brillaban con un odio palpable. Sus garras comenzaron a emerger lentamente de sus nudillos, afiladas como cuchillas. "Voy a arrancarte el cuello de un mordisco."

Marco apretó los puños, las llamas a su alrededor bailaban con más intensidad, como si reaccionaran a su ira. No solo peleaba por él mismo; lo hacía por Ashley, por Keipi y por Lily. Este enfrentamiento no era solo una prueba para ganar el espejo, era su oportunidad de poner fin a los tormentos que Bianco había infligido.

"Inténtalo si puedes, Bianco", respondió Marco con un tono firme, dejando que las llamas en sus manos crecieran. "Pero te aseguro que hoy serás tú quien caiga."


Continuará...