Tras su regreso, el grupo se reunió rápidamente alrededor de Ashley. La joven tenía el cuerpo marcado de heridas visibles y un evidente agotamiento, pero había conseguido regresar victoriosa. Y nuestros protagonistas no perdieron el tiempo en atenderla con lo que llevaban en sus mochilas.
Keipi desenrolló unas vendas mientras Marco humedecía un trozo de tela en agua. "Estás hecha polvo, Ash." dijo con un tono suave, aunque con una pequeña sonrisa para intentar aligerar el ambiente.
Ella negó con la cabeza, y eso que apenas era capaz de sostenerse de pie. "Estoy bien. Solo... necesito sentarme un momento", respondió, dejándose caer contra una roca cercana.
"No lo parece", intervino Lily, cruzándose de brazos mientras flotaba frente a su compañera. "No seas cabezota y déjanos ayudarte. Ahora no es el momento para hacerse la fuerte."
Con una mirada que intentaba ocultar el temblor en sus manos, Ashley finalmente cedió. Marco le limpió con cuidado las heridas de sus brazos, deslizando al tela húmeda sobre su piel ensangrentada. Mientras que Keipi se ocupaba de su pierna derecha, cubriéndola con vendas tras haber aplicado algo de ungüento.
Ashley observaba el suelo mientras sus compañeros trabajaban en silencio. Su pecho se apretaba, pero no por el dolor físico, sino por una sensación que llevaba demasiado tiempo reprimiendo. "Gracias..." murmuró de repente, rompiendo el silencio.
Lily parpadeó y se posó ligeramente en su hombro. "¿Por qué lo dices como si fuera algo raro? Estamos aquí para eso y para mucho más." esbozó una dulce sonrisa.
Keipi, sin levantar la vista de su tarea, añadió: "Ash, desde el momento que entramos juntos a este templo nos convertimos en un equipo. Ayudarnos los unos a los otros no es algo por que debas agradecer."
Ashley dudó antes de seguir hablando, apretando sus puños sobre su regazo. Esas personas que estaban ante ella eran maravillosas, y si realmente iba a empezar a confiar en ellas, debería contarles todo.
Levantó la mirada y respiró profundamente. "Hay algo que necesito deciros. Algo... que nunca he sido capaz de contarle a nadie."
El grupo se detuvo, prestándole toda su atención.
"Antes de encontrarme con vosotros, mi vida fue bastante... complicada." comenzó a narrar, con la voz temblorosa. "Fui traicionada. Y para ser exactos, por mi mejor amiga."
El aire se volvió pesado, Keipi y Marco intercambiaron miradas, pero ninguno dijo nada para no interrumpirla.
"Éramos casi como hermanas. Era la única persona que tenía a mi lado después de que mis padres me abandonasen de niña por no ser capaces de mantenerme económicamente. Juntas sobrevivimos a la pobreza en las calles más frías de este país, nos cuidábamos mutuamente... pero un día, ella me vendió. Me entregó sin piedad alguna ante las zarpas de Bianco."
El nombre de aquel hombre bestia llenó de tensión el ambiente, eran la primera vez que lo escuchaban.
"Desde entonces, perdí la capacidad de confiar en los demás." continuó Ashley. "Me convertí en una esclava. En un objeto que esos hombres bestia, a los que nos hemos enfrentado, usaban y desechaban como querían. Me pegaban todas las noches, incluso si no cometía ningún error, solamente para desquitarse con alguien vulnerable. Y a causa de eso, el contacto físico comenzó a volverse algo que me causaba dolor y humillación."
Marco apretó los puños de rabia, su mirada se oscurecía mientras contenía las palabras que quería soltar. Y Keipi fruncía el ceño con evidente molestia. Conocer la realidad que había estado viviendo la amable persona que estaba ante ellos, les generaba mucha ira.
"Pero... vosotros...", dijo levantando la mirada hacia ellos. "Vosotros sois diferentes. Desde el primer momento que nos conocimos me aceptasteis por como era, pasar el rato a vuestra vera me hacía sentir como una igual... incluso cuando yo no he sido capaz de verlo. Y si en este momento aún sigo aquí, con vida y con el espejo en mis manos, es... gracias a vosotros."
Keipi fue el primero en responder, extendiendo una mano hacia ella con una sonrisa despreocupada. "Me da mucha rabia que hayas tenido que pasar por ese tipo de vida, y en parte... puedo entender la soledad por la que has tenido que pasar." rememoraba sus días en el templo tras el asesinato de sus padres.
Marco siguió el gesto, extendiendo su otra mano. "Ash, ya eres una más de este equipo. ¡Y ningún hombre bestia va a cambiar eso!"
Ashley miró ambas manos, vacilante. Podía sentir el peso de sus miedos aún presente en su conciencia, pero tambíen percibía la calidez en el gesto de sus compañeros. Lentamente, levantó sus manos temblorosas y las colocó sobre las de ellos. Apretó con fuerza, como si ese contacto significara dejar atrás una pequeña parte de su pasado.
Cuando se puso de pie, una tímida sonrisa apareció en su rostro. No era grande, pero era sincera, lo que bastó para llenar el ambiente de una nueva esperanza.
De pronto, el cuerpo de Lily comenzó a brillar con intensidad. Un aura radiante envolvió a la pequeña, y de ella surgieron tres manos translúcidas de energía mágica que se extendieron hacia Ashley.
"¿Qué está pasando?" preguntó la joven, dando un paso atrás, aunque era incapaz de moverse mucho más.
"¡Eso es...!" exclamó Marco, recordando lo ocurrido en Romevere.
Las manos la alcanzaron y comenzaron a envolver su cuerpo con un calor reconfortante. Ashley cerró los ojos, sintiendo como esa fuerza la recorría de pies a cabeza. Cuando el brillo se desvaneció, una marca en forma de pluma apareció en el muslo izquierdo.
Keipi dio un paso adelante, mirando la marca con sorpresa." ¡Anda! ¡Bienvenida al club, Ash! Acabas de convertirte en una paladín." reaccionó, enseñando la misma marca que tenía en su pecho.
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Una explicación más tarde.