El aire alrededor del terreno rocoso estaba cargado de tensión. Marco y Bianco se miraban fijamente, ambos tensos, como si intentaran medir al otro en un instante. Las cadenas de las jaulas gigantes crujían levemente al balancearse, un recordatorio constante del destino que les aguardaba al final de este enfrentamiento.
El hombre tigre sonrió. "¿Que seré yo quién caiga? Me encanta ver como te alzas con esa absurda confianza... solo para acabar aplastado entre mis zarpas."
Desde la jaula, Lily golpeó los barrotes con frustración. "¡Marco, no dejes que te provoque! ¡Sabemos que puedes derrotarle!"
Keipi, cruzó los brazos. "Sí, pero no me cabe duda alguna de que ese tipo no es un oponente cualquiera. Diría que incluso es el enemigo más poderoso que nos hemos encontrado hasta la fecha."
Ashley estaba callada, pero su cuerpo temblaba ligeramente. Cada mirada hacia Bianco hacía que los recuerdos de su esclavitud la golpearan como una avalancha. "Por favor... Marco... gana este combate." pensaba.
Los tres observaban, con una mezcla de tensión y esperanza, mientras Bianco flexionaba sus garras con una sonrisa depredadora y Marco volvía a cubrir sus puños en llamas, preparándose mentalmente para el primer asalto.
El hombre tigre rugió chocando sus zarpas con un sonido metálico y amenazante. "Ven, chico. Te enseñaré la diferencia entre la presa y su cazador."
Sin más dilación, cargó hacia nuestro protagonista mientras sus pasos resonaban contra el suelo rocoso.
Marco, sin miedo alguno, se lanzó al frente a toda velocidad. Y cuando ambos chocaron, el impacto fue ensordecedor. Nuestro protagonista lanzó un puñetazo directo al torso del oponente, cubierto en un ardiente destello, pero Bianco bloqueó el golpe con un ágil movimiento de sus garras, desviando las llamas hacia un lado.
"¿Eso es todo lo que tienes?" gruñó el tigre mientras contraatacaba con un golpe lateral.
El usuario de fuego apenas tuvo tiempo de reaccionar. Intentó retroceder de un salto para esquivar, pero las afiladas zarpas de su oponente le rozaron el costado, dejando un corte superficial en su camisa.
"¡Cuidado, Marco!" gritó Lily desde la jaula, con sus pequeñas manos aferrándose a los barrotes.
Keipi frunció el ceño, sus ojos estaban atentos al enfrentamiento. "Ese gato mazado es rápido..."
Bianco no le dio tiempo a recuperarse y cargó nuevamente, su tamaño fue aumentando ligeramente mientras corría. Su figura parecía más imponente con cada paso que daba. Con un rugido feroz, lanzó un ataque directo, disparando las garras de sus nudillos como si fueran proyectiles.
Marco cubrió sus pies en llamas para ganar impulso. Saltó sobre el ataque y giró en el aire antes de lanzar una ráfaga de pequeñas esferas de fuego hacia su oponente.
El hombre tigre comienza a hacer mortales logrando que los proyectiles de nuestro protagonista impactaran en el suelo, levantando una nube de polvo y calor. Por un momento, el campo quedó envuelto en humo.
La voz del hombre tigre rompió el silencio, llena de burla. "¿Es que eso es todo lo que tienes? ¡No me hagas reír!"
Marco aterrizó con fuerza, pero Bianco no le dio un segundo para respirar. Su figura emergió del humo a una velocidad endemoniada, abalanzándose sobre él con un salto, mientras unas nuevas garras emergían de sus nudillos. Nuestro protagonista reaccionó en el último instante, agachándose para esquivar las zarpas que cortaron el aire justo donde estaba su cabeza.
Aprovechando el impulso, Marco deslizó su pie envuelto en llamas hacia las piernas del hombre tigre en un barrido circular, obligándolo a retroceder varios pasos para recuperar el equilibrio.
"¡Eso está mucho mejor, chico!" rugió Bianco con una sonrisa torcida, antes de abalanzarse nuevamente.
Esta vez sus garras crecieron convirtiéndose en unas cuchillas descomunales, que usó para golpear en un arco descendiente. Marco cruzó ambos brazos y envolvió sus antebrazos en intensas llamas para bloquear el ataque. El choque de fuerzas fue tan potente que el suelo bajo sus pies se agrietó.
"¡Aguanta, Marco!" gritó Keipi desde la jaula, con su voz cargada de preocupación.
Aprovechando la cercanía, Marco giró sobre sí mismo para lanzar un rodillazo cubierto de fuego directamente al rostro del oponente. El golpe fue contundende, pero el hombre tigre respondió al instante con un cabezazo que hizo tambalear a nuestro protagonista.
Con su enemigo momentáneamente desorientado, Bianco volvió a recuperar su tamaño habitual para ganar velocidad y se deslizó entre las piernas del usuario de fuego, haciéndole cortes en sus pantorrillas.
Marco soltó un gruñido por el dolor, pero no tenía tiempo para seguir lamentándose. Encendió sus pies y se lanzó hacia adelante. Disparó una serie de esferas de fuego medianas hacia su oponente, obligándolo a retroceder e incluso a cubrirse con sus afiladas garras metálicas.
Aprovechando esa distracción, nuestro protagonista saltó al aire, giró sobre sí mismo y descargó una patada descendente en llamas que impactó en el suelo justo a los pies del hombre tigre, creando una impresionante explosión ígnea que lanzó a su rival hacia atrás.
Bianco rodó varias veces antes de aterrizar de pie, jadeando y con quemaduras visibles por su pelaje.
"Eso... ¡Está mejor!" gritó el hombre tigre emocionado, limpiándose la sangre que goteaba de su boca. "Al final, no eres tan aburrido como parecías."
"Marco..." murmuraba Ashley preocupada, apoyada sobre los barrotes de aquella fría jaula.
Nuestro protagonita respiraba con dificultad, el sudor corría por su frente mientras mantenía los puños en alto. Frente a él, su rival sonreía mostrando sus brillantes colmillos. Ambos parecían reconocer que este combate estaba lejos de ser catalogado como sencillo.
Sin perder más tiempo, Bianco cargó nuevamente, aumentando su tamaño un poquito más, mientras que las garras de sus manos salieron disparadas hacia Marco a una velocidad vertiginosa.
El joven se deslizó por el suelo para esquivarlas, aunque una de ellas logró rozar su hombro, arrancándole un grito ahogado mientras un hilo de sangre manchaba su ropa.
"Mierda." pensó, deteniéndose en el suelo.
"¡Ese ataque no es nada en comparación con el dolor que vas a sentir ahora!" rugió el hombre tigre antes de saltar hacia él.
Marco se levantó rápidamente, cubriendo su pierna derecha en llamas y girando sobre sí mismo para lanzar una patada directa al mentón de su oponente. Bianco se vio obligado a retroceder unos metros y a aterrizar con fuerza.
El hombre tigre se tambaleó, limpiando la sangre que resbalaba de sus labios con el dorso de su mano. Su sonrisa arrogante se transformó en un gesto de incredulidad y desprecio. "Y pensar que estás arriesgando la vida por una tía que apenas conociste hoy..." murmuró con un tono burlón. "¿Es que el mundo se ha vuelto loco? ¿Cómo vas a confiar en una completa desconocida así, sin más?"
Nuestro protagonista no respondió de inmediato. Su respiraicón era pesada, y su cuerpo mostraba las heridas de un combate feroz. Sin embargo, sus ojos seguían firmes y cargados de una rabia ardiente que hacían emerger una llamas a su alrededor.
"Porque sus ojos..." comenzó, su voz baja pero cargada de intensidad. "Sus ojos estaban llenos de tristeza y de dolor. Desde el momento en el que neustras miradas se cruzaron, parecían gritar pidiendo ayuda."
El hombre tigre bufó, cruzándose de brazos. "¡Es una maldita esclava! No, ¡Es MI esclava! Es que ni siquiera sus padres la querían, que la abandonaron a la primera de cambio. Y su mejor amiga nos la vendió fácilmente por unos cuantos billetes... ¿Por qué tú, un extraño, te molestarías en salvar a alguien cuya vida estaba sentenciada a ser una completa bola de mierda?"
Marco apretó los puños, las llamas rodeando su cuerpo hacían vibrar el aire a su alrededor. "¿Y qué? ¿Es que eso le prohibe intentar cambiar las cosas a mejor? ¿No puede forjar ya nuevas amistades? ¡Dejadla de reducirla a un simple objeto, porque ella es una persona igual de admirable que el resto!"
El tono de su voz se elevó, cada palabra golpeaba como un martillo en el ego de Bianco.
"Ella no es un objeto... Y nunca más lo volverá a ser. ¡Es una persona libre! Capaz de decidir, de soñar y de vivir por sí misma. Y es más..." dijo nuestro protagonista cogiendo aire. "¡Ella es mi AMIGA! ¡Y se convertirá en mi mano izquierda en esta aventura!"
El aire parecía llenarse con la intensidad de las emociones de Marco, mientras las llamas de su entorno comenzaban a tomar una nueva forma. Un calor abrumador envolvía el campo de batalla, y una figura majestuosa surgió detrás de él.
Bianco retrocedió un paso, sus ojos amarillentos se abrieron de par en par mientras un fénix de fuego emergía detrás de su oponente, extendiendo sus alas con majestuosidad. Las llamas del ave ardían con tal intensidad que el terreno rocoso a su alrededor comenzó a agrietarse.
"¿Q-Qué es eso?" tartamudeó el tigre, por primera vez mostrando verdadero terror en su voz.
Marco dio un paso al frente, con sus ojos brillando de una furia incontrolable. "¡¡ESTO VA POR ASHLEY!!" rugió con toda la fuerza de sus pulmones mientras apuntaba con su puño cerrado al enemigo.
El fénix se lanzó con un rugido que eclipsó al de Bianco, dejando una estela de calor y destrucción a su paso. La criatura impactó brutalmente contra el hombre tigre, envolviéndolo en una explosión de llamas que destrozaba el terreno bajo sus pies.
El líder de los hombre bestia caía de espaldas contra el suelo, consu camisa completamente achicharrada y con su cuerpo cubierto de quemaduras. Su respiración era débil, y su figura antes imponente ahora se veía derrotada.
Batalla en la dimensión de la montaña:
Marco vs Bianco.
Ganador: Marco.
Desde la jaula, Lily dejó escapar un suspiro aliviado mientras sus pequeños ojos brillaban de emoción. "Ha ganado..." murmuró, sus palabras llenas de orgullo.
Keipi soltó una ligera risa contenida, apoyando una mano en los barrotes. "Vaya manera de rematarlo, su majestad."
Ashley, sin palabras, observaba a Marco con una mezcla de asombro y gratitud. Las lágrimas asomaban en sus ojos mientras sus labios formaban una débil sonrisa.
Nuestro protagonista, jadeando por el esfuerzo, cayó de rodillas. Pero incluso en su agotamiento, sus ojos nunca perdieron la determinación que lo había llevado a esta victoria.
Frente a él un haz de luz comenzó a formarse en el centro del terreno destruido. Su brillo dorado iluminó el lugar, captando la atención de todos. Poco a poco, el tercer espejo emergía del resplandor, flotando con una elegancia casi etérea.
"El espejo..." murmuró Marco, su voz ronca por el esfuerzo.
Desde la jaula, Lily gritó emocionada. "¡Lo has conseguido, Marco! ¡Lo has hecho!"
Keipi soltó un largo suspiro de alivio, aunque no pudo evitar sonreír.
Ashley, apoyada en los barrotes, no apartaba la mirada del hombre que había luchado con tanta ferocidad por ella. Su corazón se llenaba de una mezcla de gratitud y orgullo.
La voz misteriosa que había guiado cada prueba resonó una vez más, con ese tono solemne que hacía vibrar el ambiente. "Enhorabuena, vuestro grupo ha completado la tercera y última prueba. El espejo es vuestro. Reclamadlo."
Reuniendo la poca energía que le quedaba, Marco se puso de pie. Sus piernas temblaban, pero su determinación lo mantenía firme. Caminó hacia el espejo, cada paso resonaba en el terreno rocoso. Cuando estuvo frente a él, extendió su mano temblorosa y lo tomó con cuidado. Su superficie reflejaba su rostro, herido pero lleno de determinación.
"Es nuestro", dijo en voz baja, aunque sus palabras resonaron como una declaración de victoria.
De repente, las cadenas comenzaron a descender lentamente. El terreno, antes devastado, empezó a repararse como si nunca hubiera ocurrido una batalla. Marco se giró hacia sus compañeros mientras la jaula de ellos tocaba el suelo y se abría.
Keipi fue el primero en correr hacia él, con una sonrisa amplia. "¡Marco! ¡Ese combate fue la leche! ¡Y ese pajarraco del final me dejo con la boca abierta de par en par!"
Lily revoloteó a su alrededor, casi llorando de emoción. "¡Sabía que lo lograrías! ¡Nunca dudé de ti, ni un segundo!"
Ashley se acercó más despacio, aún con los ojos fijos en él. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, hizo una leve inclinación de cabeza, dejando que sus palabras fueran claras y sinceras. "Gracias por todo... Marco."
Él sonrió con cansancio, alzando el espejo para mostrárselo. "Lo hicimos. Reunimos los tres."
De pronto, unas manos rocosas emergen del suelo. Agarran el peludo e inconsciente cuerpo de Bianco y lo introducen en la misma jaula en la que se encontraban sus compañeros. La puerta es cerrada al instante, y la cadena que los sujetaba comienza a ascender hacia un vacío inconmesurable.
La voz resonó una vez más. "Tal y como dije al principio. El equipo perdedor será castigado a vagar hasta el fin de sus vidas en el interior de esta dimensión. Y vosotros, ganadores, ya podéis regresar al exterior. La reliquia... os espera."
Una luz cálida rodeó al grupo, haciéndolos desaparecer del lugar de la tercera prueba. Cuando abrireron nuevamente sus ojos, estaban en un lugar completamente nuevo.
No había cubos flotando, solamente un camino de baldosas marrones que los conducía a una misteriosa puerta de mármol que parecía llamarlos sin pronunciar un mísero sonido.
"¿Dónde estamos?" preguntó Lily, desconcertada.
"No tengo ni la menor idea, pero imagino que ahora que hemos reunido los tres espejos... ¿Tenemos que ir hacia allí?" comentaba Keipi, ligeramente preocupado.
Marco, aún estaba cansado del enfrentamiento, pero sabía que el monje tenía razón. No cabía duda que cruzar esa puerta, les llevaría al final de este corto pero intenso viaje.
"¿Qué hacemos?" preguntó Ashley, dubitativa.
"Vamos. Es hora de cumplir ese deseo." sonrió Marco, esbozando una ligera sonrisa en su rostro.
Continuará...