sábado, 30 de noviembre de 2024

Ch. 28 - El pintor del bosque

El sol de la mañana iluminaba tenuemente el restaurante del hostal donde nuestros protagonistas disfrutaban de un merecido desayuno. Sentados en una mesa junto a la ventana, Marco, Keipi, Ashley y Lily, vendados tras sus recientes enfrentamientos, compartían un momento de calma tras las intensas pruebas del templo de los Tres Espejos.

La comida era sencilla pero reconfortante: pan fresco, una variedad de frutas tropicales, mermeladas caseras de la dueña del hostal y un café negro que llenaba el aire con su aroma cálido. Marco, sin embargo, tenía la mirada algo distante mientras comía, claramente frustrado.

"¿Todo bien?" le preguntó Keipi, notando su expresión.

Nuestro protagonista suspiró, dejando la taza de café sobre la mesa. "Hoy he madrugado un poco y he estado preguntando a las personas con las que me encontraba si sabían algo de la Torre de Babel, y... nada. Es como si nadie en Lumanche hubiera oído hablar de ella."

"No es sorprendente." respondió Ashley con un tono más serio que triste, tomando un sorbo de su propia taza. "Un lugar protegido por un dragón y que posiblemente haya sido ocultado con magia para su preservación, no va a ser de conocimiento común. Y menos en zonas más pobres como estas. Pero reconozco que eso no quita que sea frustrante."

"¡No te preocupes!" dijo Lily, revoloteando cerca de la mesa mientas se llevaba un trozo de fruta a la boca. "Seguro que algo se nos ocurrirá. ¡No hay problema que no podamos resolver juntos!"

La conversación fluía con naturalidad, y poco a poco, la barrera que Ashley había levantado durante tanto tiempo empezaba a desmoronarse. Aunque seguía siendo reservada en sus gestos, dejó escapar una pequeña sonrisa cuando Marco, sin darse cuenta, embarró su cara con mermelada al distraerse con la conversación.

"¿Qué os pasa de repente? ¿Es que tengo algo en la cara?" pregunto él, al notar que todos le miraban con sonrisas burlonas.

"No, nada..." respondió Ashley, tratando de contener la risa mientras Keipi no hacía esfuerzo alguno por disimular la suya.

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Tras terminar el desayuno, el grupo recogió sus pertenencias de las habitaciones y se reunieron en la entrada del hostal. 

"Necesitamos encontrar alguna pista sobre la Torre de Babel." dijo Marco, ajustándose la bolsa donde guardaba parte de sus pertenencias. "Dividámonos para preguntar por la ciudad y encontrémonos aquí de nuevo al mediodía."

Dicho esto, nuestros protagonistas se separaron. Lily partió hacia el mercado, Keipi al casco histórico, Ashley se quedó por la zona turística y Marco se encargó del centro de la ciudad.

En el centro, nuestro protagonista preguntó a varios trabajadores locales, pero solo obtuvo respuestas vagas y relatos de leyendas sin fundamento. Ashley, en la posada, intentó hablar con varios viajeros, pero no fueron capaces de aportar algo de información útil. Keipi, mientras tanto, exploraba el casco histórico, sin conseguir respuestas útiles por parte de los turistas.

Fue la pequeña hada quién tuvo la mayor suerte. En el mercado, una amable anciana le mencionó que conocía a un amable pintor que vivía en un bosque tropical situado al este de Lumanche, que tenía entre sus pertenencias una pintura de la Torre de Babel. La hada agradeció rápidamente la información y regresó al hostal rodeada de un aire triunfante.

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Entrada del hostal, mediodía.

Al mediodía, los cuatro se reunieron en el punto de encuentro. Marco, con los brazos cruzados, fue el primero en romper el silencio.

"Vale... ¿Alguien encontró algo útil? Porque yo, sinceramente, no."

Ashley negó con la cabeza mientras ajustaba las vendas de su muñeca. "Nada por mi parte. En esta posada nadie sabía nada."

"A mí tampoco me fue mejor." agregó Keipi.

Entonces, Lily alzó la voz con entusiasmo, deteniéndose en el aire mientras hacía gestos emocionados. "Pues... ¡Yo sí encontré algo!"

"¿En serio?" le preguntaron los tres al unísono.

El hada asintió vigorosamente. "Una turista me mencionó que en el bosque tropical del este, vive un pintor que tiene una pintura de la Torre de Babel."

Marco alzó una ceja, dubitativo. "¿Un pintor? ¿Y cómo sabría él sobre una torre tan desconocida?"

"No lo sé, pero ahora mismo es lo único que hemos conseguido." respondió Lily con confianza.

Ashley asintió lentamente. "Eso es mucho mejor que nada."

Todos se pusieron de acuerdo y establecieron el bosque tropical del este como su siguiente objetivo en esta aventura.

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El viaje duró dos días, y aunque fue agotador, estuvo lleno de pequeños momentos memorables.

En el camino, se encontraron con un grupo de comerciantes cuyo vehículo había volcado, esparciendo sus mercancías por las dunas. Keipi y Marco no dudaron en ayudarles a recoger los productos caídos, mientras Lily entretenía a los nerviosos comerciantes con su característico entusiasmo. Por su parte, Ashley se encargó de levantar el vehículo gracias a su potenciación física.

También se toparon con una manada de bestias salvajes. Los colmillos brillaban bajo el sol, y sus gruñidos resonaban por las dunas. Nuestros protagonistas estaban más que preparados para entrar al combate contra ellos. Sin embargo, antes de que el enfrentamiento escalara demasiado, Ashley derribó de un solo golpe a una de las más grandes, lo que hizo que el resto huyera con la cola entre las piernas.

A partir de ahí, con cada paso que daban, el paisaje comenzaba a transformarse. Las arenas doradas del desierto se mezclaron con los pastos verdes, y de pronto se encontraron rodeados por árboles altos y frondosos. Las sombras de las hojas bailaban con el viento, y el aire húmedo y fresco llenaba sus pulmones.

Y al final de su viaje, llegaron a un lago de agua cristalinas que se encontraba en el interior del bosque tropical. Delfines rosados saltaban en el radiante líquido, dibujando destellos de luz bajo el sol.

En la orilla, al fondo, se alzaba una cabaña de madera blanca decorada con flores y plantas. Era como un rincón de ensueño escondido en medio de la jungla.

Un hombre mayor estaba sentado en el porche, con un delantal verde sobre su camisa rosada. Su barba blanca era espesa, pero cuidadosamente arreglada. Frente a él, un lienzo lleno de colores que empezaban a tomar forma. Estaba pintando el apisaje del lago con una atención casi reverencial.

"Parece un lugar sacado de un cuento." murmuró Lily, susurrando para no interrumpir.

El hombre alzó la vista y les sonrió al notar su presencia.

"Buenos días, jóvenes viajeros." saludó, dejando el pincel sobre la paleta. "¿Qué trae a un grupo tan pintoresco hasta mi humilde rincón del mundo?"

Marco dio un paso al frente, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto. "Buenos días, señor. Nos dijeron que tal vez usted podría echarnos un cable. Pues... estamos buscando información sobre un lugar llamado la Torre de Babel."

El anciano levantó una ceja, sorprendido. "Vaya, vaya, qué sorpresa. Parece que la juventud está recuperando el afán y el interés por lugares históricos. Resulta que otro grupo bastante peculiar me preguntó exactamente lo mismo."

"¿Otro grupo?" preguntó Ashley, visiblemente interesada.

El hombre asintió mientras les hacía un gesto para que se acercaran. "Mi nombre es Joaco. Si no os importa, pasemos adentro. Puedo contarles más cómodamente mientras les preparo un buen té."

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El interior de la cabaña era tan acogedor como el exterior. Cada rincón estaba decorado con pinturas, jarrones y fotografías antiguas. Un cuadro inmenso en el salón capturó la atención de Ashley: mostraba a una hermosa mujer bailando un vals con un hombre de apariencia opulenta.

"Qué cuadro más precioso..." comentó Ashley.

El anciano sonrió con melancolía. "Es un autorretrato mío con mi difunda esposa. A ambos nos encantaba los bailes de salón. Por desgracia, falleció hace un año por una enfermedad."

"Lo siento mucho." dijo la joven, con genuina empatía.

"No te preocupes, hija." respondió el pintor con calma. "El tiempo ha pasado, y entiendo que la gente sea curiosa. Es una buena forma de mantenerla viva en mi memoria y en mi día a día."

Tras unos momentos, el hombre los condujo a su estudio. En la pared principal colgaba una pintura de una torre majestuosa, que se alzaba hacia el cielo como si buscara tocar las estrellas. Estaba situada sobre un terreno montañoso, y su imponente presencia parecía desafiar las leyes de la física.

Lily, con los ojos abiertos de par en par, rompió el silencio. "¿Cómo es posible que algo tan grande no se vea desde aquí?"

El pintor río suavemente. "Eso es gracias al campo dimensional erigido por el Dragón de Cristal, el guardián de la torre. Protege el lugar para evitar perturbaciones en las antigüedades de su interior."

El grupo se dirigió hacia el salón, dónde Joaco comenzó a calentar un poco de agua para servirles el té.

Marco, intrigado, tomó asiento en una de las sillas. "Si no es mucha molestia, ¿Podría contarnos todo lo que sabe sobre esa torre que dibujaste?"

"Por supuesto." respondió el hombre, mientras vertía el té caliente en varias tazas. "Espero que esta información os sea de utilidad."

Sin que ninguno fuera consciente de ello, una figura oscura se movía entre las sombras de las palmeras cercanas, observando cada movimiento del pintor desde la distancia.

"Joaco..." susurró, con un tono vacío y distorsionado.


Continuará...