miércoles, 11 de diciembre de 2024

Ch. 39 - Keipi y Ashley vs Schedar y Caph

Quinta planta de la Torre de Babel.

Aquel lugar era un paraíso terrenal: una inmensa pradera verde bajo un cielo azul despejado, salpicado de nubes esponjosas que parecían dibujadas con pinceladas la mar de delicadas. La luz del sol bañaba la escena con calidez, haciendo brillar las hojas de los árboles dispersos por el campo.

Lily y los ladrones LGBT caminaban juntos por el sendero central, inspeccionando el terreno mientras intentaban encontrar una salida para reunirse con los demás.

"Este lugar no parece tan peligroso como los dos primeros pisos," comentó Gay, ajustando sus gafas.

"Sí... demasiado bonito y tranquilo para mi gusto," respondió Cecily, cruzando los brazos. "Seguro que no es más que otra de esas trampas."

"Por ahora deberíamos mantenernos juntos," añadió Lesbiana, con una expresión seria. "En cualquier momento pueden volver a aparecer esos tipos malos. Y nosotros no somos tan poderosos como Marco y sus amigos."

"Sí... Al fin y al cabo solo somos unos ladronzuelos de poca monta... Y la única magia ofensiva al cien por cien con la que contamos es con la de la jefa Transexual." dijo Bisexual, mientras observaba a Lily revolotear alegremente sobre sus cabezas.

"Jo, es que este sitio es tan bonito... ¡Casi parece que estemos soñando!" exclamó la hada, girando en el aire como si estuviera bailando. "La verdad que si no fuera porque estoy aquí con vosotros, me creería lo del sueño." se burló, esbozando un ligero gesto de mofa.

De pronto, una brisa extraña recorrió la pradera. Una ráfaga inesperada sacudió las hierbas y los árboles, y desde el cielo comenzaron a caer pétalos de flores que danzaban suavemente en el aire.

"¿Eh? ¿Qué esta cosa tan bonita?" preguntó Gay, extendiendo la mano para intentar atrapar uno de los rosados pétalos.

"Wow... ¡Esto es todavía más hermoso!" añadió Lily, completamente embelesada.

Pero aquella belleza se tornó en peligro en un abrir y cerrar de ojos. Los pétalos, que parecían tener un aspecto inofensivo, comenzaron a acercarse a nuestro pequeño grupo, cortándoles ligeramente al hacer contacto, como si fueran cuchillas afiladas. Un destello de dolor cruzó el rostro de Transexual cuando uno le cortó la manga de su camiseta, dejando un fino rastro de sangre en su brazo.

"¡Mierda! ¡Son armas! ¡Estamos bajo ataque!" gritó Lesbiana, alzando ambas manos para conjurar una barrera de energía mágica que logró bloquear gran parte de los ataques.

Gracias a su magia, pudieron resistir momentáneamente, pero los pétalos eran demasiados y lograron abrir pequeñas grietas. Los ladrones y la hada retrocedieron, ligeramente heridos y jadeantes, tratando de recomponerse ahora que los ataques habían cedido.

"Tsk... No es un ataque..." dijo Transexual con sarcasmos mientras cubría el corte de su brazo con un paño improvisado. "Es una masacre en nuestra contra."

"¡Es LGBTfobia!" aclaró Gay, ajustando sus gafas.

"¡Lily, quédate detrás de nosotros!" ordenó Bisexual mientras Lesbiana volvía a alzar la barrera, intentando expandirla lo máximo posible.

Frente a ellos, el aire comenzó a girar con violencia. Un remolino de pétalos se formó en el centro de la padrera, y de su interior emergió una figura que parecía caminar sobre el viento. Ruchbah, de los Cinco Caídos, apareció con su larga melena dorada y su sonrisa burlona, girando entre sus dedos una flor roja.

"Lo siento, mis amores, " dijo con un tono despreocupado mientras flotaba unos metros por encima del suelo. "Pero me han ordenado matar a todos los involucrados... y eso os incluye, querido grupito de elfos feos y desdichados, acompañados de una hada la mar de tontísima."

"¡Nos ha llamado feos el carapolla este!" exclamó Cecily, bastante molesta mientras agitaba el puño como símbolo de rabia.

"¿Quién demonios es este tipo? ¿Cómo puede haber alguien más gay que yo...?" preguntó Gay, retrocediendo instintamente, mientras la sorpresa se adueñaba de él.

"Lo recuerdo... Es uno de esos tipos que nos atacaron hace unos minutos." comentó Lesbiana, apretando los dientes mientras la barrera temblaba ante un nuevo embate de pétalos afilados.

Ruchbah hizo un gesto con la mano y los pétalos a su alrededor comenzaron a acumularse como una tormenta letal. "¿Os vais quedar esperando a la muerte, o vais a intentar darme un poquito de show antes de concluir el show con vuestro deceso?"

"Me está tocando el pepe ya... ¡Es demasiado arrogante!" exclamó Transexual, dando un paso al frente con furia.

Lily, todavía flotando detrás de Bisexual, tragó saliva. "Esto se pone feo..."

"Por suerte nos está subestimando," dijo Lesbiana, evaluando la situación mientras ajustaba la barrera. "Pero está solo, no parece tener refuerzos. Por lo que tal vez, si los cuatro nos coordinamos..." 

Gay asintió. "¡Bien! Entonces no nos quedemos parados, nosotros cuatro podemos derrotarlo. ¡A la carga!"

Ruchbah soltó una carcajada desde las alturas. “¿De verdad creéis que tenéis alguna posibilidad? Muy bien... vamos a comprobarlo.”

El enemigo agitó su flor, y una nueva oleada de pétalos afilados descendió con más fuerza, obligándolos a dispersarse por la pradera en busca de cobertura. La batalla estaba a punto de comenzar.

_____________________________________

Cuarta planta.

En aquel dormitorio infantil desproporcionado, Keipi y Ashley se movían con cautela.

Las hermanas entrelazaron de nuevo sus manos y saltaron al unísono hacia atrás, bajando de la cabeza del osito de peluche en el que se encontraban.

"¿No es adorable esta habitación?" comentó Schedar, entrelanzo los dedos de su hermana.

"Es la mar de perfecto para enterrar los cuatro cadáveres que tendremos en unos instantes." añadió Caph, con un brillo travieso emanando de su mirada.

Schedar era una maga que tenía la habilidad de potenciar las magias de todo aquel que entrara en contacto físico con ella, esa era la razón por la que siempre luchaba entrelazando sus dedos con los de su hermana gemela. En cambio, Caph, tenía la habilidad de manifestar todo aquello que se le pasara por la mente.

Sin previo aviso, ambas liberaron energía mágica, y manifestaron su magia conjunta a la vez. Varios guerreros samuráis emergieron frente a ellas portando lanzas guando en sus manos.

"Prepárate, Kei!" gritó Ashley, saltando hacia adelante para interceptar al primer samurái.

El combate estalló en un abrir y cerrar de ojos. Ashley, impulsada por su magia de potenciación física, se desplazaba a una velocidad asombrosa, dejando apenas un rastro tras de sí mientras se lanzaba hacia el grupo de guerreros. Con cada golpe, demostraba la ferocidad de su estilo.

Incluso cuando varios enemigos intentaron rodearla, la joven mantuvo la calma y la precisión. Esquivó un corte deslizándose ágilmente entre las piernas de uno de los guerreros, y con un rápido movimiento apoyó las manos en el suelo. Desde esa posición giró su cuerpo como un torbellino, propinando una poderosa patada giratoria que impactó en los flancos de sus atacantes, haciéndolos retroceder en un caos de dolor y confusión.

“¡¿Eso es todo lo que tenéis?!” gritó Ashley, jadeando levemente mientras recuperaba su postura. Su mirada reflejaba una mezcla de adrenalina y determinación.

Keipi, determinado a darlo todo, decidió usar una técnica inspirada en el combate que tuvo contra Fisher en el castillo de Baba Yagá. Cerró los ojos por un breve momento, concentrándose mientras dejaba caer a Priscilla, quien, en lugar de incrustarse en el suelo, lo atravesó como si fuese líquido. De inmediato, un manto de agua comenzó a extenderse por toda la habitación, cubriendo el suelo con una capa brillante y cristalina que reflejaba los movimientos de los combatientes.

El monje juntó sus manos con un fuerte aplauso, liberando una onda mágica que resonó por la sala. A medida que la energía se expandía, el agua a su alrededor cobró vida, formando cinco clones acuáticos idénticos a él. Cada uno de ellos sostenía una katana similar a Priscilla, sus figuras temblaban como reflejos líquidos pero se movían con precisión letal.

Con un gesto rápido, Keipi señaló a las hermanas. "¡A por ellas!" exclamó con determinación.

Los clones se lanzaron al ataque, corriendo a toda velocidad mientras sus espadas silbaban al cortar el aire. Keipi, sin quedarse atrás, se agachó y hundió la mano en el agua, de donde sacó de nuevo a Priscilla, resplandeciente y lista para la batalla. Con una sonrisa confiada, se unió a la ofensiva de sus copias.

La horda de monjes entraron en batalla contra los Samuráis, derrotándolos sin ceder el paso. Logrando acortar la distancia que tenían con las hermanas Schedar y Caph, que hasta ese momento habían mantenido una ventaja estratégica, comenzaron a verse acorraladas. Los clones las rodearon, atacando con precisión y coordinación, obligándolas a retroceder con cada golpe.

"¡Tsk, será capullo!" gruñó Caph mientras esquivaba una estocada que casi le roza el hombro. "¡Schedar, dame poder!" gritó desesperada mientras intentaba mantener el ritmo de la ofensiva.

Schedar apretó los dientes, y le hizo caso sin rechistar, entrelazó de nuevo sus dedos con los de su hermana, canalizando su poder en un nuevo ataque conjunto. "¡No vamos a caer tan fácil!" exclamaron con furia. 

En un instante, un gran número de espadas apareció sobre ellas, cayendo en todas direcciones con una velocidad impresionante. Estas atravesaron a los cinco clones del monje, haciéndolos explotar en charcos de agua que salpicaron el suelo. 

Keipi retrocedió, bloqueando con Priscilla todas las armas que se dirigían hacia él. Mientras volvía a juntarse con su compañera de equipo, Ashley.

"¡Son más duras de lo que parecen!" murmuró mientras volvía a tomar posición.

"Sí, pero reconozco que has estado increíble, cabrón. ¿Qué era esa técnica de ahora?" le felicitó Ashley, aunque su tono dejaba entrever una ligera molestia por haberle robado el protagonismo.

Keipi sonrió con aire despreocupado mientras alzaba a Priscilla. "Un pequeño truco que aprendí en el castillo de una anciana. Pero no te preocupes, aún queda espacio para tu gran entrada, ¿no?"

Antes de que Ashley pudiera replicar, el aire en la sala cambió de forma repentina. Las espadas que flotaban en torno a las hermanas desaparecieron de golpe, reemplazadas por varios cañones mágicos que comenzaron a emerger a su alrededor, flotando como si fueran guardianes etéreos.

"¡Que empiece el espectáculo!" exclamó Caph, mientras los cañones se iluminaban con un resplandor ardiente. Una lluvia de esferas de fuego comenzó a dispararse en todas direcciones, creando un caos absoluto en la habitación.

"¡Mierda!" gritó Ashley, rodando por el suelo para evitar un impacto cercano.

"¡Cúbrete!" advirtió Keipi, corriendo hacia un armario gigante para buscar refugio tras sus patas colosales. Las explosiones resonaban por toda la sala, llenando el aire de calor y humo mientras los dos intentaban esquivar los disparos descontrolados.

Ambos comenzaron a usar los artilugios del lugar para protegerse y avanzar estratégicamente hacia las hermanas. Ashley se deslizó detrás de un juguete roto mientras Keipi se movía de forma ágil, usando un enorme cubo como escudo improvisado.

En un momento de distracción de las hermanas, el monje levantó su katana hacia el agua que aún cubría parte del suelo. Con un movimiento fluido, liberó un dragón acuático que avanzó con rapidez, rugiendo hacia sus enemigas.

Sin embargo, las hermanas, con una sincronización perfecta, giraron hacia el dragón y concentraron varios disparos ígneos sobre él. Las explosiones envolvieron a la criatura líquida, evaporándola al instante en una nube de vapor.

"¡Es inútil!" se burló Caph, con una sonrisa triunfante.

"Unidas, jamás perderemos," añadió Schedar, con un tono que rebosaba confianza.

"¡Pues a ver si es verdad!" gritó Ashley, lanzándose hacia ellas de frente en un salto directo y temerario.

"¿De verdad? ¡Qué patético intento!" exclamó Caph, con una sonrisa burlona mientras extendía su mano. Desde su palma, una espada salió disparada a una velocidad vertiginosa, perforando directamente el pecho de la figura de Ashley.

Las gemelas sonrieron al ver su éxito, pero su expresión cambió al instante cuando el cuerpo de la muchacha se desmoronó en un charco de agua.

"¡¿Qué?!" exclamaron al unísono.

En ese momento, la verdadera Ashley apareció detrás de la copia, impulsándose con una fuerza impresionante. Con una patada giratoria doble, golpeó con precisión los estómagos de ambas hermanas, lanzándolas por el aire como muñecas de trapo. Las gemelas volaron hasta chocar violentamente contra la pata de un escritorio gigante, cayendo al suelo enredadas entre sí.

"¡Chupaos esa, hermanas rarunas!" exclamó Ashley, con una sonrisa de satisfacción mientras se sacudía las manos.

Keipi soltó una carcajada mientras se unía a ella. "Jajaja, siempre tan ocurrente, ¿eh?"

Ambos se reunieron en el centro de la sala, aunque manteniendo la guardia en alto. Sabían que las hermanas aún no habían sido derrotadas por completo, pero su momento de ventaja les dio un respiro para planear el siguiente movimiento.

Las gemelas comenzaron a incorporarse, su aura mágica parpadeaba, debilitada pero no extinguida. "Esto... no ha terminado," gruñó Schedar con una mirada de rabia.

“Es hora de acabar con esto,” dijo Caph, con una sonrisa peligrosa.

El suelo comenzó a temblar mientras la habitación se transformaba. Los juguetes y muebles gigantes se desvanecieron, reemplazados por un vasto terreno de arena que giraba en un torbellino feroz. Las hermanas se fusionaron en el interior de un coloso arenoso, una criatura gigantesca cuyos ojos brillaban con la misma energía que emanaba de ellas.

Keipi y Ashley fueron arrojados violentamente al suelo, golpeados por la tormenta de arena. A pesar de sus esfuerzos por resistir, el gigante los atacaba con fuerza implacable, arrastrándolos cada vez más hacia la desesperación.

En medio del caos, Keipi extendió una mano hacia su compañera, que yacía a pocos metros de él. “¡Ashley! ¡Tenemos que trabajar juntos!”

La usuaria de potenciación levantó la mirada y, con un esfuerzo supremo, logró acercarse hasta él. Sus manos se unieron, y ambos agarraron el mango de Priscilla.

“Priscilla,” murmuró Keipi, cerrando los ojos. “Vamos a necesitar todo tu poder.”

“Será un placer,” respondió la katana telepáticamente.

La energía de ambos comenzó a fluir hacia la espada. El agua de Keipi y la potencia bruta de Ashley se fusionaron, creando un dragón de agua titánico, que rugió con fuerza mientras su forma se materializaba en el aire.

“¡Adelante!” gritaron Ashley y Keipi al unísono, con una fuerza que resonó por toda la habitación.

El dragón de agua, brillante y majestuoso, rugió mientras se lanzaba hacia adelante, atravesando la tormenta de arena con una potencia abrumadora. La energía mágica giraba en torno a su cuerpo, deshaciendo la barrera de granos como si fuera un simple espejismo.

Con un impacto demoledor, el dragón embistió al coloso arenoso, desmoronándolo en un estruendoso estallido que llenó la habitación de ecos y fragmentos de cristal mágico. La fuerza del golpe lanzó a las hermanas Schedar y Caph por los aires, haciéndolas chocar violentamente contra las paredes del cuarto.

El suelo dejó de temblar, y la arena desapareció como si nunca hubiese estado allí. La habitación gigante de niño recuperó su forma original, aunque con marcas evidentes del combate reciente. Frente a los escombros, las hermanas yacían inconscientes, derrotadas.

Ashley y Keipi se tambalearon por un momento, exhaustos y cubiertos de heridas, pero se miraron con una mezcla de alivio y orgullo. La sinergia que habían logrado era innegable.

“Lo conseguimos,” murmuró Keipi, con una sonrisa cansada.

“¿Acaso lo dudabas, monjezuelo?” respondió Ashley, con una risa ahogada mientras levantaba el puño.

Con una última muestra de camaradería, ambos chocaron sus puños, sellando su victoria con el reconocimiento mutuo.

Batalla en el Cuarto piso de la Torre de Babel.

Keipi y Ashley vs Schedar y Caph.

Ganadores: Keipi y Ashley.

Desde la entrada, Maurice y Lana, todavía heridos, observaban la escena con los ojos muy abiertos. La incredulidad y el asombro se reflejaban en sus rostros.

“Son impresionantes,” murmuró Maurice, apoyándose débilmente en el marco de la puerta para mantenerse en pie.

Lana, con una sonrisa débil, asintió. “Creo que tenemos a los mejores aliados que podríamos haber pedido.”

Continuará...