Quinto piso de la Torre de Babel.
El grupo de los ladrones se preparaban para cruzar la inmensa pradera hacia la salida a pisos inferiores. Bisexual cargaba en su espalda a Cecily, quien estaba exhausta tras su reciente batalla.
Lily revoloteaba alrededor del grupo, observando a cada uno con curiosidad, mientras todos empezaban a moverse en silencio.
"Vaya combate te has marcado, tía." comentó Gay, rompiendo el vacío de palabras. "Aunque no tenías que haberte arriesgado tanto."
La líder ladrona, con una sonrisa débil, respondió: "Bueno, tenía que demostrar mi valor como líder y proteger a los míos. Es algo que aprendí, aunque me cueste reconocerlo, de ese tontolaba que usa las llamas."
"Pero... ¿Estás segura de que estás bien, amor? Ese sello..." murmuró Lesbiana algo preocupada.
"Tranquila, solo rompí uno. El poder no me ha corrompido del todo, y parece que puedo manejarlo. Sin embargo, quiero deciros... que si en algún momento no nos queda otra, usad esas llaves sin remordimiento. Estaré preparada para lo que tenga que pasar." respondió Cecily demostrando su rol como jefa, aunque su tono no podía ocultar lo realmente fatigada que se encontraba.
De pronto, un murmurllo inesperado surgió desde el cuerpo inconsciente de Ruchbah, que seguía tirado sobre el césped de la pradera.
"L-Lo siento mucho... señor Alphabeto... me derrotaron..." dijo débilmente, antes de volver a sumirse en el silencio.
Aquellas palabras cayeron como una bomba entre los cuatro ladrones. Transexual se tensó de inmediato, mientras que el resto se quedaron en blanco, intercambiando miradas empapadas en temor.
"¿Qué acaba de decir...?" preguntó la hada, ladeando la cabeza con confusión.
Ninguno de ellos parecía ser capaz de tener el valor para responder a dicha pregunta. El aire se llenaba lentamente de una tensión palpable, hasta que finalmente Cecily rompió el silencio son su mirada clavada en el suelo.
"Alphabeto..." murmuró. "Ese es el nombre... del elfo que más me hizo la vida imposible cuando era una cría. Lideraba al resto de niños para pegarme... Me desnudaba delante de todos para decirme que nunca sería mujer con eso entre las piernas... y muchas cosas horribles que hacen que mi sangre se congele de terror."
"También fuimos víctimas de sus agresiones... Era el peor de todos, sin duda alguna." añadió Gay, mordiéndose los labios por la impotencia del momento.
Lily miró a los ladrones con sorpresa y empatía, pero antes de que pudiera decir algo, Bisexual habló en voz bajita: "Ahora no es buen momento para hablar de eso. La torre se está rompiendo, lo mejor es que volvamos a reunirnos con la dragona para que nos saque de aquí."
El grupo continuó su camino hacia la salida, pero ahora el ambiente estaba cargado de una tensión difícil de ignorar.
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Sexto piso.
El calor era insoportable. La lava fluía en un río incandescente, iluminando al escena con tonos anaranjados y rojizos. Marco y Cih se enfrentaban en aquel campo de rocas negras flotantes, cada uno mostrando lo mejor de sus habilidades como guerreros mágicos.
El líder de los Caídos giró su mandoble con una facilidad casi insultante, lanzándolo hacia Marco como si fuera un mero proyectil de grandes proporciones. Nuestro protagonista logró esquivarlo por los pelos, rodando sobre una de las plataformas para posteriormente disparar una esfera de fuego en represalia.
Por su parte, Theo se ocultaba detrás de una roca, abrazando sus piernas con fuerza mientras el calor abrasador del entorno le hacía sudar. Sus ojos estaban fijos en la figura de Marco, que luchaba con todas sus fuerzas contra el enemigo.
Aunque quería ser valiente, su cuerpo temblaba de miedo. La visión del combate, los sonidos de los mandobles chocando contra el fuego y las explosiones en el aire lo mantenían paralizado.
"Vamos, Marco..." susurró en voz baja, casi inaudible, mientras apretaba los puños contra sus rodillas. "Tú puedes... por favor, gana..."
Theo tragó saliva, incapaz de apartar la vista de su amigo. A pesar del miedo que sentía, no podía simplemente abandonarlo y descender a los pisos inferiores. Marco estaba luchando por él, y eso le daba una chispa de esperanza en medio de la desesperación.
"¿Eso es todo lo que tienes?" se burló Cih, cortando en dos una esfera de fuego que se le aproximaba con un movimiento limpio de su mandoble. "¡No me hagas perder el tiempo y deja que mate a ese enano de una vez!"
Marco permaneció en silencio, con el ceño fruncido mientras sus llamas danzaban a su alrededor. Cada movimiento del Caído era preciso y brutal, y las armas que seguía invocando parecían interminables. Lanzas, espadas, mandobles y flechas llovían sobre nuestro protagonista como una tormenta mortal.
El emperador se desplazaba con agilidad, impulsándose con fuego desde sus talones. Cada movimiento y cada salto eran maniobras desesperadas para evitar los proyectiles, pero este frenético ritmo no le dejaba espacio para contraatacar.
"¡Muere de una vez, chaval!" gritó Cih, lanzándose hacia Marco con un mandoble en cada mano.
Nuestro protagonista apenas tuvo tiempo de levantar una explosión de fuego frente a sí. La onda logró desviar una de las espadas, pero el segundo mandoble llegó con fuerza implacable, cortando las llamas en un instante.
"¡Tsk!" jadeó Marco mientras retrocedía con rapidez, usando otra ráfaga ígnea para impulsarse hacia atrás justo a tiempo. Sin embargo, el filo de la espada rozó su pecho , arrancándole un leve grito de dolor.
"¿Es que solo sabes correr?" rugió Cih, alzando sus armas. "¡Te aplastaré como al insecto que eres!"
Marco apretó los dientes, tocándose el lugar donde sentía el calor de la herida. Pero no podía permitirse caer ahora. "¡Tú tampoco eres tan invencible como presumes!" gritó, canalizando más energía en sus manos hasta que las llamas rugieron como un volcán.
"Es verdad. No lo soy," admitió Cih, deteniéndose por un momento mientras giraba el mandoble entre sus manos. "Pero no necesitaba serlo para lograr mi verdadero objetivo."
El tono de su voz se volvió frío y calculador, cargado de una malicia que heló el aire a su alrededor. "Te he mantenido ocupado, alejado... justo lo suficiente. ¡Ahora no podrás salvarlo! Cumpliré mi misión en nombre de Averno."
Antes de que Marco pudiera reaccionar, Cih lanzó el mandoble con toda su fuerza. La espada giró en el aire como un torbellino letal, dirigiéndose directamente hacia Theo, que seguía escondido tras una roca. La velocidad del arma era tan descomunal que parecía imposible de detener.
"¡Theo!" gritó Marco, impulsándose con todas sus fuerzas, pero estaba demasiado lejos. El tiempo parecía ralentizarse mientras veía la hoja mortal acercarse al niño, su mente desesperada buscaba una solución que no llegaba.
De pronto, un escudo de hierro se materializó entre Theo y el arma, deteniéndola con un sonido ensordecedor. Marco giró la cabeza incrédulo, y vio al hijo de la dragona: Ryan, de pie frente a Theo, con su brazo cubierto de acero y una expresión de determinación en su rostro.
"¡Yo me encargo de proteger al enano!" gritó Ryan, mirando a su compañero con fuego en los ojos. "Si eres el emperador, ¡DEMUESTRA QUE PUEDES GANARLE A ESE IMBÉCIL!"
Las palabras de Ryan encendieron algo dentro de Marco. Con un grito de pura determinación, canalizó toda su energía mágica, envolviendo sus puños en llamas más intensas que nunca.
"¡Eso es, Marco! ¡A por él!" exclamó Theo con una sonrisa tímida pero esperanzadora.
Con Theo fuera de peligro, Marco sintió cómo la tensión en su cuerpo se transformaba en pura determinación. Inspiró profundamente, dejando que el calor del aire volcánico llenara sus pulmones, y sus manos comenzaron a arder con un fuego más intenso que nunca. "¡Ahora iré en serio!" exclamó, con una mirada fija y feroz en su oponente.
Con un movimiento rápido, nuestro protagonista lanzó una serie de esferas de fuego incandescentes, que salieron disparadas como meteoros hacia el líder de los Caídos.
Cih, con una sonrisa torcida, comenzó a retroceder mientras balanceaba sus mandobles con una precisión impecable. Cada corte dividía las esferas de fuego, desintegrándolas en chispas que llovían a su alrededor. Su armadura resonaba con cada movimiento, amplificando el sonido del combate.
"Ya veo..." murmuró el líder de los Caídos de Casiopea mientras seguía danzando, sus pies apenas tocaban el suelo mientras esquivaba y contrarrestaba los ataques del emperador. Finalmente, deteniéndose con un giro dramático de sus armas. "Si vas a darlo todo..." añadió, con una risa contenida que se transformó en una carcajada maniaca. "¡Entonces yo tampoco tendré que contenerme más!"
Con un rugido de energía mágica, invocó su armadura más poderosa. Placas oscuras cubrieron su cuerpo, y de su espalda emergieron dos enormes alas formadas por espadas que giraban como si fueran cuchillas gigantes.
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Segundo piso.
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