Al día siguiente.
La mañana amanecía sombría sobre el castillo de la familia real en Eumerastral. Las nubes grises cubrían el cielo, como si el propio clima reflejase el estado del rey Matheus. Recluido en su habitación, el monarca permanecía postrado en su trono improvisado al lado de la cama, con los ojos fijos en el vacío. Su rostro, antaño regio, ahora era una máscara de agotamiento y desesperación. La habitación, oscura y silenciosa, parecía un mausoleo que albergaba los restos de un hombre completamente derrotado.
La puerta se abrió suavemente, rompiendo la penumbra. Averno entró con pasos calculados, su presencia era impecable como siempre. Su sonrisa era una máscara cortés, pero sus ojos reflejaban una voracidad inhumana.
"Buenos días, su majestad. Como es costumbre, le traigo el informe del día de ayer." dijo inclinándose levemente. Su tono era respetuoso, pero cargado con una insidiosa confianza.
El rey no respondió, ni siquiera tenía fuerzas para alzar la vista.
"Los negocios del distrito del norte siguen colapsando por la falta de recursos. Y a mayores, hemos tenido que embargar un par de viviendas en el distrito oeste. Por suerte parece que esta subida de impuestos está funcionando tal y cómo esperábamos, puesto que están quebrando lentamente a los rebeldes que quieren alzarse en contra suya, majestad." continuó Averno, paseándose con aire despreocupado por la habitación.
"Sobre su hijo... me temo que no hemos dado aún con ese traidor. Sin embargo, puede estar seguro de que lo acabaremos encontrando tarde o temprano. Y cuando lo hagamos, será eliminado, tal y como nos ordenaste."
El rey apenas asintió. Su mente parecía estar situada a kilómetros de distancia.
Averno inclinó la cabeza una vez más y se retiró, cerrando la puerta tras de sí. Al cruzar el umbral, su rostro cambió por completo, dibujando una sonrisa que solo podría describirse como demoníaca. Sus planes estaban avanzando lentamente hacia la perfección, y si seguía así, el título de rey acabaría siendo suyo.
"Eso es... Sigue bailando en la palma de mi mano, estúpido monarca. ¡Este reino será mío! ¡MÍO!" pensaba extasiado, sumergido en su mundo de fantasía soñado.
Desde el extremo del pasillo, una voz femenina pero tosca lo llamó. "Averno."
Era Angemika. Aunque parte de su rostro estaba cubierto por su largo flequillo, se podía apreciar en su boca una leve mueca de impaciencia. "Al fin tenemos noticias sobre los Cinco Caídos."
"Interesante", respondió alzando una ceja. "Llama a los demás, reunámonos en mi despacho."
"A sus órdenes, colega." respondió su compañera, marchándose sin mirar atrás.
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Despacho de Averno.
Pronto, el lugar se llenó con la presencia de los otros miembros de los Arcanos del Abismo: Angemika, Alphabeto, Madame Titties y Xerxes. El ambiente se cargó de tensión y rareza al instante, como siempre sucedía cuando el grupo se juntaba.
Xerxes, en un rincón, murmuraba sonidos guturales y extraños. Angemika, acostumbrada, tradujo lo que dijo sin que nadie se lo pidiera. "Dice que está extasiado por todo lo que se viene." comentó.
El líder tomó asiento y, con un gesto, indicó a su compañera que presentara el informe sobre los Cinco Caídos de Casiopea.
Angemika asintió y llamó a entrar a la sala a Levitha, una de sus soldados más confiables y la líder de su guardia personal. La mujer entró con una reverencia, estirando la falda de su traje de criada. Su melena pelirroja y rizada caía como un torrente de fuego, y los cuatro lunares en su mejilla parecían un símbolo mágico.
"Disculpad, Arcanos del Abismo." dijo con una voz firme, aunque ligeramente nerviosa. "Al fin pude recopilar la información que obtuve del pájaro que envié tras los cinco caídos."
Es tal y cómo lees, la magia de Levitha le permite invocar pájaros de otras dimensiones para combatir y para usarlos como espías en misiones que lo requieran. Ya que puede conectar con su mente, y recopilar la información almacenada en sus cerebros.
Averno le dedicó una mirada de paciencia forzada. "Habla sin miedo, querida. ¿Qué es lo que descubriste?"
Levitha respiró hondo para calmar sus nervios y comenzó a relatar:
"Theo fue rescatado por un pequeño grupo de personas la mar de peculiar. Con estos, huyeron hacia la dimensión de la Torre de Babel, donde acabaron enfrentándose a los Cinco Caídos en batallas encarnizadas. Aunque varios de los detalles son confusos, sé que también estuvo envuelto un grupo de elfos cuyas habilidades resultaron ser decisivas. Los últimos recuerdos que pude extraer del ave que mandé, me indican que los cinco fueron completamente derrotados y que la dragona de cristal falleció por vejez, llevándoselos consigo misma a la nada más absoluta al desaparecer dicha dimensión de la faz de Pythiria."
El despacho quedó en silencio, salvo por el golpeteo nervioso de los dedos de Alphabeto sobre la mesa. Y fue él mismo quien rompió el mutismo.
"Disculpa, pero... ¿Me puedes hablar de esos elfos?," exigió, con sus ojos brillando con una mezcla de malicia y curiosidad enfermiza.
"No tengo mucha información, ya que todo esto depende de los recuerdos que pueda almacenar el ave enviado. Pero parece que son unos ladronzuelos que se hacen llamar los LGBT", explicaba Levitha. "Y su líder es una elfa de cabello rosado que puede manipular la electricidad."
Alphabeto dejó escapar una risa despectiva. "Mi intuición no estaba equivocada. Por supuesto, tenía que ser ese niñato que juega a ser mujer."
Madame Titties alzó una ceja a la par que golpeaba la mesa con la base metálica de su pipa. "Tu obsesión con la gente que se sale de la norma ya me resulta patética. ¿No te cansas?"
Alphabeto no respondió, pero su expresión se oscureció.
"Sumsidsdsor Farfuririri." murmuró Xerxes.
Angemika lo tradujo: "Quiere saber si el pájaro que mandaste está bien."
Levitha negó con la cabeza. "Perdí la conexión con él. Lo último que vi fue como el príncipe y sus amigos eran teletransportados con unos cristales fuera de la dimensión antes de que la dragona cayera en los brazos del descanso eterno. Por desgracia, tuve que usar mucha energía mágica para poder obtener esta información, ya que apenas quedaba un hilo conductor que me conectaba con el pájaro enviado."
Averno reflexionó completamente en silencio. Finalmente, levantó la mirada y habló sin mostrar sentimiento alguno.
"En resumen... Confié en las personas equivocadas." dijo con un tono carente de empatía. "Si ellos eran tan débiles como para perder ante un grupito cualquiera, es que no merecían ser mis guardas personales. Lo único que me arrepiento es de haberles otorgado mi bendición y confianza."
"Siempre tan duro con tus aliados." suspiró Angemika.
"Sea como sea, las cosas no se van a quedar así. Tenemos que prepararnos. Reunid a los líderes de vuestras guardias personales.A partir de ahora, debemos estar preparados. Si Theo y sus aliados regresan a Eumerastral, deben ser eliminados inmediatamente."
Madame Titties, con una calada de su pipa, preguntó con su tono burlón y seductor habitual: "¿Por qué tanto interés en el niño? No es que no tenga sentido matarlo, pero me parece curioso que mantengas viva a la princesa mientras planeas matar a su hermano."
Aquel hombre sonrió con malicia. "La princesa es una herramienta. Cuando logre manipular su mente, la haré mía. El pueblo me aceptará más fácilmente si me caso con ella para cuando Matheus sea eliminado."
Madame Titties soltó una carcajada. "Eso suena astuto. No puedo decir que no me guste tu plan."
"Huehishosso Jusesesese," exclamó Xerxes con urgencia.
Averno, ignorando esa última conversación, se levantó. "Formaremos una nueva unidad de caza. Los líderes de vuestros guardias serán parte de ella. Nos mantendremos alerta en Eumerastral. Si el niño regresa, no vivirá para contarlo."
"Sí", respondieron al unísono los Arcanos del Abismo.
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Una semana después.
El sol brillaba tenuemente sobre el castillo, sus rayos apenas iluminaban las imponentes murallas de piedra, cuando un sonido grave resonó en el portón principal. Levitha, que también era la encargada de supervisar las tareas del equipo de limpieza, ajustó su delantal y caminó con rapidez para atender la llamada.
Al abrir la pesada puerta de madera, se encontró con tres figuras vestidas como mayordomos. Sus trajes impecables contrastaban con el polvo del camino, y sus rostros irradiaban una confianza casi perturbadora.
"Hola, venimos por la oferta de trabajo que encontramos en los carteles de la ciudad. Buscan guardas y sirvientes, ¿cierto?"
La voz despreocupada de Keipi rompió el silencio, arrastrando las palabras con un tono aparentemente ligero. Su sonrisa era desarmante y Priscilla en su forma de polluelo sentada en su cabellera le hacía lucir mucho más amable y confiable.
A su lado estaban Ashley y Ryan, quienes decidieron permanecer en silencio para no hablar de más.
Levitha parpadeó, desconcertada, su mirada alternando entre ellos y los papeles que llevaba en mano. Algo en ellos no encajaba, pero no estaba segura de qué.
"Sí, claro... pasen", dijo finalmente, con una vacilación que trató de ocultar mientras daba un paso atrás para dejarlos entrar.
"¡Entramos!" pensaron los tres al unísono, con una leve sonrisa de seguridad en su rostro.
Continuará...
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