miércoles, 1 de enero de 2025

Ch. 55 - Veneno letal

Granja de las afueras.

Lalami se sentó en un taburete con las manos entrelazadas, visiblemente afectada. Había narrado todo lo sucedido a los presentes, desde el combate entre Ryan y Elipso hasta su rescate y huida. Mientras hablaba, mencionó un detalle que dejó helados a todos.

"Conociendo a mi ama... es probable que las púas del guarda estuvieran envenenadas. Ese es su estilo de trabajo para lidiar con las molestias."

La habitación cayó en un tenso silencio. Ryan, tendido en una de las camas, jadeaba con dificultad, y su cuerpo estaba empapado en sudor. Su rostro se encontraba pálido, y su respiración era irregular. Maurice se inclinó sobre él, tomando su pulso con cuidado mientras murmuraba por lo bajo.

"Si realmente esto es veneno, parece que no tenemos mucho tiempo."

Ashley golpeó la pared con frustración. "¡Mierda! ¡No podemos simplemente quedarnos de brazos cruzados! ¿Qué hacemos?"

Maurice se levantó y comenzó a rebuscar entre sus pertenencias, sacando frascos y hierbas. "Podría crear un antídoto," dijo mientras organizaba los materiales sobre la mesa. "Pero necesito el veneno para sintetizarlo... y por desgracia no tenemos acceso a él ahora, ni tiempo suficiente para obtenerlo."

"Entonces, ¿qué opciones nos quedan?" preguntó Marco, su voz cargada de preocupación.

"Ryan..." murmuró Lily revoloteando a su alrededor con un rostro cargado de preocupación.

"¿Y si lo llevamos a un médico?" propuso Lana, aunque su tono denotaba que sabía que no era una solución realista.

"No hay tiempo para eso," respondió Maurice con seriedad. "El veneno ya está haciendo efecto. Miren cómo está sudando... es muy rápido."

En medio de la discusión, Priscilla saltó de la cabeza de su compañero convirtiéndose en la katana. Con el objetivo de poder comunicarse con el monje. "Keipi... debo hablar contigo."

El monje parpadeó sorprendido. "¿Qué es lo que ocurre?"

"Creo que podemos salvarlo. Tú y yo, juntos."

Los ojos de Keipi se agrandaron. "Espera, ¿Qué has dicho?"

"Gracias a que eres un usuario de agua y con un poco de mi ayuda, podríamos extraer el veneno directamente de su cuerpo. Si genero algo de agua a través de mi filo y se la inyectamos en el cuerpo, podríamos usarla para capturar el veneno y extraerlo por alguna de sus heridas." explicaba con un tono que transmitía calma.

Keipi tragó saliva, inseguro. "Eso... eso suena peligroso."

"Es una técnica la mar de delicada, pero es posible. Solo debes confiar en ti y un poquito más en mí."

El monje miró a los demás, que seguían debatiendo sin una solución clara. Finalmente, alzó la voz. "¡Chicos! Priscilla tiene una idea. Dice que tal vez podamos extraer el veneno con mi magia de agua y con su ayuda."

Todos lo miraron con asombro, pero también con escepticismo.

"¿Estás seguro de eso?" preguntó Marco, cruzándose de brazos.

"Es arriesgado," admitió, "pero no tenemos otra opción. Maurice no puede crear el antídoto sin el veneno, y no podemos quedarnos quietos viendo cómo Ryan se consume."

Maurice se acercó, evaluando al monje con una mirada crítica. "Si decides hacerlo, debes ser preciso. Un pequeño error podría empeorar su estado."

Ashley asintió con determinación. "No hay tiempo para dudar. Keipi, confiamos en ti."

Lana colocó una mano en el hombro del monje. "Hazlo. Estoy seguro que tu arma mítica sabe lo que hace."

"Está bien," dijo con un leve temblor en su voz. "Priscilla, dime qué hacer."

"Primero, necesitamos generar una pequeña cantidad de agua purificada. Usa tu energía para guiarla hacia el punto donde las púas lo hirieron. Una vez dentro, sentirás el veneno... y yo lo capturaré."

Keipi asintió y se arrodilló junto a Ryan, cuyo rostro estaba perlado de sudor. Tocó la hoja de su katana, cerró los ojos y comenzó a canalizar su energía. Un hilo de agua cristalina emergió del filo y se dirigió hacia una de las heridas.

"¡Vamos, Keipi!" animó Marco, aunque sus puños apretados traicionaban su nerviosismo.

El monje temblaba mientras guiaba el agua dentro del cuerpo de Ryan. Sentía resistencia, como si el veneno tratara de rechazar la intrusión. "Lo siento..." murmuró Keipi, esforzándose por mantener la concentración.

"Ahí está... lo siento también," susurró Priscilla en su mente. "Ahora, extraigámoslo."

Lentamente, el agua comenzó a salir, llevando consigo un líquido negro y viscoso que goteaba de la herida. Maurice se apresuró con un frasco para recogerlo.

"¡Está funcionando!" exclamó Lana con alivio.

El proceso continuó durante varios minutos que se sintieron como horas. Finalmente, el monje cayó hacia atrás, exhausto, mientras el último rastro del veneno salía del cuerpo de Ryan.

"Lo logramos," murmuró Priscilla en la mente de Keipi, cuya respiración era pesada pero aliviada.

Maurice inspeccionó a Ryan, quien ahora respiraba con más regularidad. "Está fuera de peligro..."

Keipi cerró los ojos y dejó escapar un suspiro de alivio. "Gracias, Priscilla... Eres la mejor"

"Acepto todos los piropos de los chicos guapos como tú." dijo telepáticamente antes de volver a su forma de polluelo a descansar.

Ashley se acercó y le dio una palmada en la espalda. "Buen trabajo, monje."

Lana sonrió. "Sabía que podíamos confiar en ti."

"Qué tensión..." murmuró Cecily, observando desde el pasillo con los brazos cruzados y el ceño ligeramente fruncido.

"Ya te digo..." añadió Gay, quien espiaba por el marco de la puerta con descaro.

Dentro de la habitación, Maurice inspeccionaba la muestra del veneno que Keipi y Priscilla habían logrado extraer del cuerpo de Ryan. El alivio de haber salvado la vida de su compañero se mezclaba con una nueva preocupación.

"Esto no será sencillo," comentó mientras examinaba el líquido oscuro bajo la luz de una lámpara. "Crear un antídoto llevará tiempo y recursos. Pero si vamos a enfrentarnos a esa arcana, necesitamos estar preparados para sobrevivir a su especialidad."

Theo, que había estado callado hasta ese momento, se acercó. "Puedo ayudarte. Ya sabes de sobra, que soy bueno con análisis y formulaciones. Tal vez pueda aportar algo."

Bisexual levantó la mano con una sonrisa confiada. "Yo también puedo echar una mano. Tengo amplios conocimientos de botánica. Si este veneno tiene algún origen natural, seguro que puedo identificarlo."

Maurice asintió, agradecido por las ofertas de ayuda. "Perfecto. Entre los tres, tal vez podamos encontrar una solución a tiempo. Pero será un gran reto... este veneno no parece ser cualquier cosa."

Mientras el grupo comenzaba a planificar los próximos pasos, Marco y Lily se encargaron de cubrir a Ryan con una manta. Su respiración, aunque todavía débil, era más estable ahora.

"Déjenlo descansar," dijo Marco mientras cerraba suavemente la puerta de la habitación.

Los protagonistas se reunieron en el salón, donde Lalami estaba sentada junto a Lesbiana, sosteniendo una taza de té que temblaba ligeramente en sus manos. La ladrona le hablaba en voz baja, tratando de tranquilizarla.

Marco se acercó y se inclinó ligeramente hacia la sirvienta, buscando captar su mirada. "Lalami, sé que todo esto debe ser abrumador, pero quiero pedirte algo importante."

Ella lo miró con nerviosismo, dejando la taza sobre la mesa. "¿Qué... qué necesitas?"

"Quiero que te quedes con nosotros hasta que todo haya terminado. Ahora mismo es demasiado peligroso para ti volver a la ciudad. Si te encuentra alguno de esos secuaces de la arcana del veneno..." Marco dejó la frase inconclusa, pero el significado era claro.

Lalami bajó la mirada, sus dedos jugueteaban con el borde de su falda negra. Sabía que Marco tenía razón. Si regresaba, Madame Titties no tendría piedad. Y su muerte no solo sería horrible, sino que también podría poner en peligro a Ryan si ella llegaba a ser capturada y forzada a hablar.

"Está bien," dijo finalmente, aunque su voz temblaba. "Me quedaré. No quiero ser una carga, pero... tampoco puedo volver a mi casa. No ahora."

Ashley le sonrió con calidez y le colocó una mano en el hombro. "No te preocupes. Estás a salvo con nosotros. Y no eres una carga, tía. Estamos en esto juntos."

Lalami asintió, aunque aún parecía un poco abrumada. Lesbiana le ofreció otra taza de té con una sonrisa alentadora. "Ven, esto ayuda más de lo que parece. Créeme."

Lily, el hada guía, alzó la vista hacia el reloj que colgaba de la pared del salón. Al notar la hora, frunció el ceño y agitó sus pequeñas alas para llamar la atención del grupo.

"Chicos, miren la hora. Ya es muy tarde, y creo que lo mejor sería irnos todos a descansar. Después de todo, Keipi y Ashley tendrán que volver al trabajo mañana para seguir con el plan, y es mejor que vayan bien descansados." comentó, con su voz suave pero firme.

Lana asintió de inmediato, frotándose los ojos cansados. "Tienes razón, Lily. Necesitamos estar en plena forma para mañana. El plan comenzará cuando Ashley hable con la princesa y la ponga al tanto de la situación."

El grupo estuvo de acuerdo, aunque el cansancio ya se notaba en sus rostros. Fue entonces cuando Gay, con una sonrisa traviesa, cogió uno de los libros de la estantería que había en la granja.

"Dejen esto en mis manos," dijo con un toque de teatralidad, sosteniendo el libro con ambas manos. Cerró los ojos, inclinándose hacia la portada, y la besó con delicadeza. Un suave destello dorado iluminó el salón, y de la nada aparecieron un par de literas perfectamente montadas, con ropa de cama limpia y listas para usarse.

"¡Y voilà! Con amor, directo de un libro," comentó, abriendo los ojos con orgullo mientras observaba su obra.

"¿Es necesario besar el libro?" preguntó Lalami, boquiabierta al verlo por primera vez.

"Es parte del encanto," respondió Gay, guiñándole un ojo.

"Gracias, Gay, esto nos ayuda bastante." comentó Lana, genuinamente agradecida.

"No es nada. Pero, por favor, no ronquen, que yo soy un alma sensible," añadió, lanzando una mirada divertida a Bisexual, quien solo rodó los ojos.

Poco a poco, todos comenzaron a dirigirse a sus respectivas camas. El ambiente, aunque aún tenso por los eventos del día, se relajó mientras cada uno encontraba su lugar para descansar.

Lily, flotando sobre Marco, le dio un suave golpecito en la cabeza. "Tú también a dormir. Mañana será un día largo."

"Sí, sí, ya voy," respondió nuestro protagonista con una sonrisa cansada antes de seguir a los demás.

La casa quedó en silencio, con solo el leve murmullo de la brisa nocturna entrando por las ventanas. La calma temporal les dio un respiro, aunque todos sabían que el verdadero desafío comenzaría al amanecer.

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Al día siguiente. Prisión subterránea del castillo real.

Ashley había entregado la información restante a la princesa, detallando que habían conseguido un pequeño grupo de aliados y describiendo sus habilidades para poder integrarlas en un plan estratégico.

"Está bien," respondió Cynthia, asintiendo con determinación mientras sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y concentración. "Necesito tiempo para trazar toda esta información en un plan perfecto. Vuelve cuando te quede media hora para terminar tu jornada. Estará listo para entonces."

Ashley asintió mientras fingía que estaba entregándole agua y comida. "¿Estás segura de que no necesitas más tiempo?" preguntó, cerrando la botella con calma pero con un toque de incertidumbre en su voz.

La princesa alzó una ceja, con su rostro relajado pero firme. "Nunca había estado tan segura," dijo, con un tono cargado de una confianza que parecía contagiosa. Se inclinó un poco hacia adelante, su voz bajando a un susurro cargado de anticipación. "De hecho, he esperado mucho tiempo por este momento. El golpe de estado... está por comenzar. Que se preparen esos arcanos."

Una elegante sonrisa curvó sus labios mientras murmuraba esas palabras, su porte regio irradiando una autoridad inquebrantable que hacía palpitar el corazón de Ashley con la promesa de lo que estaba por venir.

Continuará...

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