Prisión subterránea.
Terapon dejó escapar una carcajada profunda, retumbando como el eco de un trueno mientras sus brazos comenzaban a cambiar de forma. Los músculos gruesos se distendieron y retorcieron, cubriéndose con una armadura negra y metálica. De sus antebrazos emergieron dos cañones que, al activarse, liberaron un resplandor púrpura oscuro, cargándose con energía mágica condensada.
"¿Te gusta el fuego, chiquillo? Yo te mostraré las puertas al verdadero infierno." Las palabras de Terapon escupían veneno mientras apuntaba sus armas directamente hacia nuestro protagonista.
Marco, sin perder un segundo, sintió cómo la adrenalina inundaba su cuerpo. Su corazón latía con fuerza, cada golpe resonaba en su pecho como un tambor de guerra. "Vamos... no puedes fallar ahora", murmuró para sí, mientras una chispa de fuego comenzaba a encenderse en la palma de su mano.
Los primeros proyectiles de energía mágica volaron por el aire a altas velocidades. Marco saltó hacia un lado, rodando por el suelo del cuadrilátero mientras los proyectiles impactaban en el piso detrás de él, dejando cráteres en su paso. El humo y las chispas se levantaban a su alrededor.
Con un rápido giro, nuestro protagonista se levantó sobre sus pies, con sus manos cubiertas en llamas. A medida que corría esquivando los disparos, dejó escapar una ráfaga de bolas de fuego dirigidas a su contrincante. Sin embargo, este las desvió con un simple gesto de sus brazos metálicos, soltando una carcajada que resonaba por todo el lugar.
"¿Eso es todo lo que tienes?" rugió Terapon, lanzando una nueva andanada de proyectiles.
Marco no podía permitirse ser alcanzado por uno solo de esos proyectiles. Sabía que, si bien su control del fuego era impresionante, la potencia de esos disparos podría ser letal. Aún así, no se iba a echar atrás.
De repente, mientras corría hacia uno de los postes del ring, lanzó una llamarada hacia el suelo, usando la explosión resultante para impulsarse hacia arriba. Con agilidad, se colgó de las cuerdas del cuadrilátero y, balanceándose, se lanzó directo hacia Terapon.
"¡Toma esto!" gritó Marco mientras su codo se encendía con un fuego brillante. La velocidad de su ataque se amplificó por la energía de las llamas. Impactó en el brazo de Terapon, y aunque no logró romper la armadura, el golpe lo hizo tambalearse hacia atrás.
"¿Eso es todo lo que tienes?" Terapon mostró una sonrisa torcida antes de transformar uno de sus brazos en un cañón aún más grande. El zumbido que emitía la nueva arma hacía vibrar el aire a su alrededor. "Veamos si puedes esquivar esto."
Terapon disparó un rayo masivo de energía condensada en línea recta, arrasando todo lo que estaba en su camino. Nuestro protagonista apenas tuvo tiempo de reaccionar, lanzándose hacia las cuerdas y usando su fuego para propulsarse en el aire. El rayo impactó el suelo del cuadrilátero, partiéndolo en dos, y una explosión sacudió todo el espacio.
Marco cayó al suelo, rodando entre los escombros, jadeando por el esfuerzo. Sentía cómo el calor de sus propias llamas agotaba su cuerpo. Debía pensar rápido o no sobreviviría al siguiente ataque.
De repente, mientras Terapon se preparaba para disparar otra vez, nuestro protagonista tuvo una idea. Con un rápido movimiento de manos, canalizó su magia hacia el suelo. En lugar de lanzar el fuego hacia su oponente, lo dirigió hacia el ring, prendiendo el cuadrilátero en llamas.
Las llamas se extendieron rápidamente, envolviendo todo el perímetro. El calor era asfixiante, pero Marco no estaba preocupado. Usando su relación con el fuego, controlaba las llamas a su alrededor, haciéndolas crecer y moverse a su favor.
Terapon, en medio del incendio, intentaba seguir apuntando con sus cañones, pero el humo y el calor lo estaban afectando.
"¡Ahora es mi turno!" gritó nuestro protagonista, levantando ambas manos. El fuego se congregó en una gigantesca esfera ardiente, flotando sobre él como un sol en miniatura. Con un grito de esfuerzo, la lanzó directamente hacia su oponente.
El impacto fue brutal. Terapon levantó sus cañones para defenderse, pero el fuego envolvió su cuerpo, haciéndolo retroceder varios pasos. Sus cañones comenzaron a chisporrotear y fallar, descontrolados por el calor.
"¡Joder!" exclamó el guarda sorprendido.
"¡No he terminado todavía!" Marco saltó de nuevo hacia adelante, con sus manos cubiertas en llamas brillantes. Con un grito, lanzó un puñetazo directo al pecho de Terapon, aprovechando que sus armas estaban momentáneamente inutilizadas por el calor.
El golpe resonó en todo el lugar, y por primera vez, el cuerpo de Terapon tambaleó de verdad. Nuestro protagonista no perdió el tiempo. Antes de que el contrincante pudiera recuperarse, lanzó una ráfaga de puñetazos en llamas, golpeando una y otra vez con precisión.
Finalmente, Terapon cayó de rodillas, con su cuerpo aún rodeado de llamas. Su respiración era pesada, y sus cañones estaban prácticamente destrozados.
"Esto… no ha terminado… chico," murmuró Terapon, con una sonrisa amenazante en su rostro ennegrecido.
De repente, el oponente, jadeando por el esfuerzo pero con una mirada desafiante, abrió la boca de una manera antinatural. Los bordes de su mandíbula se estiraron grotescamente, dejando escapar un sonido vibrante y gutural, como si la energía misma estuviera siendo arrancada del ambiente. Dentro de su boca, una esfera oscura y pulsante comenzó a formarse, creciendo rápidamente en tamaño y emitiendo destellos eléctricos.
La esfera parecía contener una energía comprimida y caótica. En cuestión de segundos, la transformación culminó: el orbe se alargó, convirtiéndose en un cañón de energía pura que vibraba con una potencia devastadora.
“¡Esto es el final!” exclamó el oponente antes de disparar.
Un rayo de energía densa y cegadora salió disparado hacia nuestro protagonista, iluminando el cuadrilátero como un relámpago perpetuo. La fuerza del ataque era tal que el suelo temblaba, y el aire alrededor del rayo crepitaba con chispas violentas.
Marco, con los ojos encendidos en un brillo carmesí, no retrocedió. En lugar de eso, avanzó un paso, plantando firmemente los pies en el suelo. "No voy a ceder ante esto", murmuró, casi para sí mismo.
Levantó ambas manos justo cuando el rayo estaba a punto de alcanzarlo. Un muro de fuego brotó de sus palmas, chocando contra la energía del oponente. El impacto fue brutal, y por un momento parecía que sería arrastrado por la fuerza del ataque. Sin embargo, en lugar de ser destruido, hizo algo inesperado.
"¡Pienso salvar este reino cueste lo que cueste! ¡Es una promesa que le hice a Theo!" exclamó Marco, mientras sus llamas comenzaban a envolver el rayo enemigo. Era como si el fuego estuviera devorando la energía, transformándola, dándole una nueva forma.
El fuego de Marco empezó a cambiar de color, pasando del rojo ardiente a un púrpura intenso y brillante, una mezcla perfecta entre su magia y la energía oscura de su oponente. El rayo comenzó a disminuir su fuerza, absorbido completamente por las llamas de nuestro protagonista, hasta convertirse en una esfera incandescente que giraba entre sus manos.
Con un grito lleno de poder, lanzó la esfera hacia su oponente. La velocidad del proyectil era tal que parecía atravesar el aire como un meteorito en llamas. Esta impactó de lleno en el pecho del oponente, desencadenando una explosión masiva que sacudió todo el cuadrilátero.
Las llamas púrpuras se extendieron en todas direcciones, consumiendo la energía restante del enemigo y envolviendo el área en un espectáculo de luces y calor. El suelo se agrietó bajo la presión, y una nube de humo y cenizas se levantó, cubriendo momentáneamente el campo de batalla.
Cuando el humo finalmente se disipó, Marco permanecía de pie, respirando con dificultad pero con la mirada firme. Sus manos aún brillaban con el resplandor púrpura de sus llamas, pero el fuego comenzaba a desvanecerse lentamente. Frente a él, el cuerpo del oponente yacía inmóvil, su armadura destrozada y su rostro mostraba que estaba completamente inconsciente.
Marco relajó sus hombros y dejó escapar un suspiro de alivio.
Batalla en la prisión subterránea.
Marco vs Terapon.
Ganador: Marco.
"Ahora... tengo que continuar." dijo emprendiendo de nuevo su camino hacia los pisos inferiores.
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Piso dónde se encontraba la princesa encerrada.
En un instante, el eco de un estruendo llenó el lugar cuando Ashley, con un grito cargado de determinación, lanzó una poderosa patada contra la verja de metal. Las bisagras cedieron con un crujido, y los trozos de metal volaron por el aire.
Sin perder un segundo, Ashley avanzó hacia Cynthia, quien estaba atada firmemente a la pared con gruesas esposas. La mirada de la princesa, aunque cansada, reflejaba una mezcla de asombro y alivio al ver a su rescatadora.
"Tranquila, yo me encargo de esto," dijo nuestra protagonista con firmeza, tomando las cadenas entre sus manos. Su potenciación física se activó, y con un movimiento preciso y decidido, destrozó las esposas como si fueran de papel.
Cynthia cayó ligeramente hacia adelante, pero Ashley la sostuvo con cuidado para que no se desplomara.
"Gracias," dijo la princesa, aún recuperando el aliento. Su voz era suave, pero cargada de gratitud. Después, esbozó una sonrisa confiada. "Parece que todo ha ido como lo planeamos, ¿no es así?"
Antes de que pudiera responder, Lily apareció junto a ellas, limpiando el sudor de su frente con una mano mientras vigilaba los pasillos con la otra. "De momento, sí," respondió Lily, mirando a su alrededor con cautela. "Pero no podemos quedarnos aquí mucho tiempo. Tenemos que darnos prisa antes de que algo más salga mal."
Con un asentimiento decidido, las tres comenzaron a correr juntas hacia las escaleras que llevaban a la salida de la prisión. El ambiente era tenso; cada paso que daban resonaba en el lugar vacío, como un recordatorio de que el peligro aún estaba cerca.
Mientras corrían, Ashley no pudo evitar que una sombra de preocupación cruzara su rostro. Miró fugazmente hacia atrás, como si intentara asegurarse de que todo estaba en orden. "Espero... que todos estén bien," murmuró, más para sí misma que para las demás.
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Castillo.
Mientras Keipi esperaba junto a Kevin cerca de la entrada de la prisión, en las profundidades del edificio, un par de personas comenzaban a despertar en sus habitaciones debido a los estruendos que resuenan por todo el recinto. Una de ellas, era nada menos que el líder de los arcanos, abrió los ojos al escuchar el tumulto que resonaba por los pasillos.
"¿Quién demonios está haciendo tanto ruido a estas horas?" gruñó, levantándose de su cama de un salto, con una mezcla de irritación y alerta en su tono.
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Granja de las afueras.
Lalami fregaba los platos en el desvencijado fregadero de la granja, el agua tibia chapoteaba suavemente contra la cerámica. Al darse la vuelta, notó algo extraño: Theo había desaparecido. El corazón le dio un vuelco.
"¿Theo?" llamó, con su voz cargada de sorpresa y una pizca de preocupación.
Mientras tanto, el pequeño corría a toda velocidad hacia el castillo, sus lágrimas brillaban bajo la luz de la luna.
"¡Estoy cansado de quedarme de brazos cruzados!" exclamó con determinación, quebrándose por la emoción. "¡Pienso ayudaros, cueste lo que cueste!"
Continuará...
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