jueves, 16 de enero de 2025

Ch. 66 - Comienza el golpe de estado

Mientras la cabeza de su padre era agitada con crueldad frente a los habitantes de Eumerastral reunidos en la plaza, la mente de la princesa quedó completamente en blanco por unos instantes. En ese pequeño vacío temporal, las memorias más preciadas de su infancia junto a su padre fluyeron raudas y veloces, como las páginas de un libro pasando sin cesar: el sonido de su risa, las tardes en el jardín del castillo, y la calidez de las palabras que solía susurrarle antes de dormir. Pero esas imágenes se desvanecieron rápidamente, dando paso al crudo y desgarrador presente.

Keipi, desde su posición cercana, no apartaba la vista de ella. La rigidez de su postura y la ausencia de movimiento lo alarmaron. Si la princesa no daba el aviso, el golpe de estado no podría comenzar, y sin ello, rescatar a sus compañeros sería imposible. Cerró los ojos con fuerza, luchando contra el impulso de actuar. Finalmente, decidió tomar un riesgo, avanzando unos pasos para acercarse a ella.

Sin embargo, Kevin, su compañero en esta operación, lo detuvo agarrándole del brazo con firmeza. "Confía en ella" dijo con un tono bajo pero seguro. "No podemos arriesgar el plan".

"¡Eso Kei! ¡Aguanta!" resopló el hada escondida en la capucha del sirviente, con un tono calmado para tranquilizar a su compañero.

Keipi apretó los puños y se mordió el labio, frustrado pero consciente de que su compañero tenía razón. Miró nuevamente a la princesa, con sus ojos reflejando una mezcla de preocupación y fe.

Y entonces, como si esas palabras hubieran resonado dentro de ella, la princesa pareció recobrar el control. Sus puños temblaron, y su mirada, antes perdida, se encendió con una mezcla de ira y determinación. La impotencia y tristeza que la habían inmovilizado comenzaron a transformarse, hirviendo en su interior hasta convertirse en pura furia.

De un tirón violento, se arrancó la capa que ocultaba su identidad, dejando que el tejido cayera al suelo mientras la multitud contenía el aliento. Ese simple gesto hizo que muchas miradas se volvieran hacia ella, incluyendo las de algunos de los arcanos en la plataforma.

"¡Averno!" gritó, su voz era clara y poderosa sobre el bullicio.

Los presentes apenas tuvieron tiempo de procesar lo que ocurría antes de que alzara su espada dorada hacia el cielo, un símbolo resplandeciente de su linaje y voluntad.

"¡ESTO ES LA GUERRA!"

El grito fue como un relámpago en medio de una tormenta, electrificando a la multitud. Algunos de los ciudadanos retrocedieron asustados, mientras otros se quedaron boquiabiertos. 

De repente, estalló. Desde los edificios más cercanos a la plaza, los soldados del ejército rebelde lanzaron una lluvia de proyectiles mágicos dirigidos a la plataforma central. Las explosiones resonaron con fuerza, envolviendo la estructura en un humo espeso y destellos de luz. 

El impacto fue brutal, pero cuidadosamente calculado: ningún civil inocente salió herido. Sin embargo, el estruendo fue suficiente para desatar el caos. Los gritos de pánico llenaron el aire mientras la multitud corría despavorida, creando el escenario perfecto para dar inicio al plan de la princesa.

Recuperar el control de Longerville dependía de un único objetivo: derrotar a los cinco arcanos. Sin embargo, enfrentarse a ellos no era tarea sencilla. Unidos, eran prácticamente invencibles, lo que obligaba a los rebeldes a emplear astucia y precisión. Además, necesitarían liberar a Marco, quien seguía preso en un bloque de hielo, para que pudiera unirse al combate.

La parte del rescate recaía en manos de Keipi, Lily y Kevin. Este último, gracias a su habilidad para calentar objetos con las palmas de sus manos, era clave para liberar a nuestro protagonista. Sabían que cualquier movimiento en falso podría arruinar el plan, por lo que aprovecharon el caos inicial de la explosión. Mientras la gente huía aterrorizada, ambos se mezclaron entre la multitud, desplazándose en dirección contraria y acercándose al castillo sin llamar la atención.

Pero no todo salió como se esperaba. El ataque inicial, diseñado para debilitar a los arcanos, no tuvo el efecto deseado. Cuando el humo comenzó a disiparse, los cinco arcanos seguían en pie, completamente indemnes. Frente a ellos se alzaba un muro de hielo impenetrable, levantado por el propio Averno, cuya mirada desafiante escudriñaba el campo de batalla.

"Cabrones..." murmuró Cynthia entre dientes, apretando los puños con frustración.

"¡Matad a los rebeldes!" ordenó Averno, con una voz firme que resonó como un trueno. Su mandato desató el movimiento de las tropas enemigas, que avanzaron desde sus posiciones directas hacia la princesa y sus aliados.

La respuesta no se hizo esperar. La princesa, con la espada aún en alto, gritó con determinación: "¡A por ellos, mis compañeros de guerra!"

Su voz fue como un llamado a la acción, y los soldados del ejército rebelde surgieron de sus escondites, enfrentándose al ataque con valentía.

En cuestión de segundos, la plaza, que momentos antes era un hervidero de pánico y confusión, se transformó en un campo de batalla. El choque entre ambos bandos llenó el aire de gritos, choques metálicos y destellos de magia, mientras la lucha por Longerville daba inicio.

El objetivo ahora era claro: separar a los cinco arcanos y aprovechar el hechizo de teletransporte que Baba Yagá les había proporcionado para sacar a Averno del juego el tiempo suficiente para que Marco pueda unirse a la batalla. Sin embargo, para lograrlo, necesitarían encontrar la oportunidad perfecta en medio del caos.

"¿De verdad creéis que tienen alguna posibilidad de ganar...?" dijo Angemika, con una mezcla de incredulidad y burla en su voz.

"Azzuddjods Jusszdada," murmuró Xerxes con su tono oscuro y enigmático.

"Dice que son muy tontos," tradujo su compañera, sin disimular su propia risa.

"No deberíamos subestimar a la princesa," intervino Averno, con una cautela que contrastaba con la arrogancia de sus compañeros. "Sus estrategias siempre rozan la perfección. Si está aquí, seguro que tiene un plan meticuloso en mente." Una sonrisa torcida se dibujó en su rostro antes de añadir: "Pero... nada me dará más placer que arruinarlo y ver su cara al fracasar."

"Qué cruel eres," dijo Madame Titties, con un tono juguetón pero sin ocultar su interés en el desenlace.

"Estos imbéciles... Un golpe de estado contra nosotros. Nos subestiman," bufó Alphabeto, cruzándose de brazos con aire altivo.

De repente, el suelo comenzó a temblar, y una manada de lobos etéreos emergió de las sombras, lanzándose contra los arcanos desde todas las direcciones. Sin perder un segundo, Averno dio un fuerte pisotón al suelo, haciendo surgir un bosque de estalactitas de hielo que atravesaron a las criaturas, desvaneciéndolas en un humo oscuro.

"¿Esto es lo mejor que tienen?" preguntó, con evidente desdén.

Sin embargo, las bestias no eran más que una distracción. En el mismo instante, la princesa apareció por los aires. Blandiendo su espada, liberó un látigo dorado de energía condensada que rugió con una fuerza destructiva mientras se dirigía directamente hacia los arcanos.

"Patético," dijo Averno con frialdad, moviendo su brazo para conjurar un látigo de hielo que bloqueó el ataque. Las dos energías colisionaron en el aire, llenando el campo de batalla con chispas y ráfagas de viento helado.

"¿Eso es todo lo que tienes?" agregó, confiado.

Pero la princesa sonrió con una astucia que hizo que su adversario se detuviera por un instante. "Esto también es una distracción."

Antes de que pudiera reaccionar, una figura cayó del cielo como un meteoro. Ashley, con sus piernas potenciadas, aterrizó con un impacto devastador que destrozó el escenario por completo y dejó un gigantesco cráter en el centro de la plaza. La presión del golpe generó un viento tan fuerte que sacudió a los arcanos, haciéndolos retroceder unos cuantos metros, logrando separarlos.

"Sorpresa," dijo Ashley con una sonrisa confiada mientras se erguía entre los escombros.

Solo Averno permaneció inmóvil, flotando sobre una plataforma de hielo que había creado bajo sus pies para evitar el impacto de nuestra protagonista. Sin embargo, incluso él no pudo ocultar la sorpresa ante la fuerza bruta que acababa de presenciar.

"Interesante..." murmuró, mientras sus ojos analizaban a la mujer frente a él, consciente de que esta batalla estaba lejos de ser sencilla.

Angemika, desde su posición, empuñó su mandoble con intenciones de atacar a Ashley en cuanto bajase la guardia. Sin embargo, algo captó su atención de reojo: dos figuras encapuchadas se escabullían hacia el interior del castillo por un flanco desprotegido.

"Esas ratas..." murmuró con furia, abandonando su posición junto a los arcanos y cambiando su prioridad a interceptar a Keipi, Lily y Kevin.

Pero Angemika no fue la única en romper la formación. Alphabeto, desde su lugar, estaba a punto de unirse al enfrentamiento contra Ashley cuando, de repente, una figura encapuchada lo empujó con fuerza hacia atrás. Antes de que pudiera reaccionar, un portal se abrió detrás de él, conjurado por Bisexual, y en un parpadeo, el elfo oscuro fue transportado al coliseo de la ciudad, situado al norte.

El arcano apareció en la arena, completamente desconcertado. "¿Qué demonios ha sido eso?" exclamó, retrocediendo mientras intentaba procesar la situación.

"Pues... digamos que teníamos muchas ganas de verte, Alphabeto," dijo la figura encapuchada con un tono burlón, revelando su identidad: Lesbiana.

"En efecto, ha pasado mucho tiempo, ¿no crees?" agregó Bisexual, saliendo con tranquilidad de detrás de una columna, su porte tranquilo contrastando con la tensión del momento.

"Y no estamos solos, querido amigo que nos hizo la vida imposible cuando éramos unos críos," añadió Gay, apareciendo con una mirada desafiante.

Finalmente, Cecily cayó del techo en la arena con una postura decidida y llena de orgullo. "Estamos aquí juntos... y entre los cuatro, vamos a ajustar cuentas contigo," declaró con firmeza, dejando claro que su decisión era inquebrantable.

Por un instante, Alphabeto los miró con incredulidad antes de echarse a reír, una carcajada cruel y burlona que resonó por el coliseo. "¿De verdad creen que pueden conmigo? ¿Qué podrían hacerme una panda de degenerados sexuales?" Su tono destilaba veneno mientras cubría su cuerpo con electricidad negra que chisporroteaba amenazante. Señaló a Cecily con desprecio. "¡No eres más que un hombre disfrazado de mujer, imbécil!"

Cecily no se inmutó ante las palabras. Dio un paso al frente y lo miró directamente a los ojos. "Te equivocas, Alphabeto. No soy un hombre disfrazado de mujer..." Su voz se alzó con convicción. "¡Soy Cecily! ¡Y entre todos te vamos a derrotar!"

La electricidad de Alphabeto crepitó con más fuerza mientras su expresión se torcía en una mezcla de ira y burla. "Vamos a ver si tus palabras tienen tanto peso como crees," escupió, preparando su ataque. Pero Cecily y su equipo no se dejaron intimidar, listos para enfrentarse a su enemigo y saldar las cuentas de una vez por todas.

Continuará...

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