miércoles, 29 de enero de 2025

Ch. 71 - Filos cruzados en Eumerastral

Ahora que habían logrado sacar a Averno del juego, aunque solo fuera por un tiempo limitado, debían concentrarse en rescatar a Marco y, en consecuencia, acabar con los Arcanos restantes. A su favor, Cecily ya había acabado a uno de ellos.

Un nuevo campo de batalla emergía en el burdel dirigido por Madame Titties. Quién con un ligero movimiento de su abanico liberó una espesa nube de humo tóxico que se expandió con rapidez por la zona.

Ryan reaccionó al instante: dio una fuerte palmada y dos paneles de acero se alzaron a su alrededor. Cuando chocaron con estruendo, la presión de aire generada disipó parte de la neblina púrpura antes de que pudiera alcanzarlo.

"¡Ryan! ¿Necesitas ayuda?" exclamó Lalami llegando al lugar.

"No. Yo puedo con esta payasa, no te preocupes," respondió con seguridad. "Lo mejor es que vayas al castillo y ayudes a Kevin a derretir el hielo lo antes posible."

"¡Entendido!" afirmó Lalami, dándose la vuelta de inmediato y corriendo hacia el edificio.

Madame Titties soltó una carcajada baja antes de llevarse el cigarro a los labios. "¿Y bien? ¿Cuándo vas a empezar a pelear en serio?"

Ryan ajustó la riñonera de acero en su cintura y sonrió con confianza. "Ahora mismo."

En ese momento recordó las palabras de Maurice sobre los antídotos que le había preparado antes del combate.

"Curarán el veneno, pero no son perfectos. Son dosis que limpiarán tu cuerpo y mantendrán a los anticuerpos activos durante cinco minutos. Si te envenenan después de ese tiempo, tendrás que tomar otro."

"Así que sé sensato en el combate y evita malgastar los tres."

Ryan cerró el puño con determinación mientras clavaba la mirada en su enemiga. "Voy a derrotarla."

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Parque de Eumerastral.

Cuando llegaron a un claro rodeado de árboles, Lana y Maurice se lanzaron una mirada de entendimiento antes de detenerse en seco. Se giraron al unísono, listos para plantar cara a Xerxes, quien los perseguía con una furia descontrolada.

Lana frunció el ceño y murmuró: "Tanto él como esa misteriosa Angemika son los únicos Arcanos de los que desconocemos su magia... Tenemos que ir con cuidado."

"¿Cuidado? No tenemos el lujo de perder tiempo." Maurice apretó los dientes y tomó la iniciativa, sin vacilar.

Con un rápido movimiento, el nekomata lanzó su boomerang a toda velocidad contra el enemigo. Lana, sin más opción que seguirle el ritmo, invocó dos lobos blancos que se lanzaron con fiereza, con sus fauces abiertas listas para destrozar.

Pero entonces, Xerxes dejó escapar un grito gutural imposible de pronunciar: "¡Jusidsdsdsiiio!"

En un instante, el aire a su alrededor comenzó a girar con una violencia devastadora. El boomerang de Maurice se hizo pedazos en el acto, y los lobos de Lana fueron desintegrados antes de poder tocarlo.

"¿Qué demonios...?" el nekomata quedó boquiabierto.

"Magia de rotación..." murmuró Lana, observando con atención. "Fue solo un instante, pero vi cómo el aire a su alrededor empezó a girar con furia y precisión..."

"Entonces... ¿Eso significa que ninguno de nuestros ataques lo alcanzará?" Maurice sintió un escalofrío al percatarse de ese detalle.

Antes de que pudieran reaccionar, Xerxes saltó con una velocidad sobrehumana, impulsado por la misma fuerza rotativa. Cayó entre ambos como un torbellino de destrucción y, con ambas manos, presionó sus estómagos.

El aire a su alrededor se retorció y estalló con una potencia brutal. El impacto los hizo volar varios metros antes de estrellarse contra el suelo con violencia. Sus ropas quedaron hechas jirones y el dolor se extendió por sus cuerpos.

"Jussjusjsus." Xerxes soltó una risa gutural, su presencia tan imponente como inhumana.

Lana, con un hilo de sangre escurriendo por su frente, se obligó a levantarse para continuar con la batalla. Su respiración era entrecortada, su cuerpo temblaba. "¿Cómo demonios vamos a derrotar a este tipo?"

"Recuerda que no tenemos que derrotarlo... Solo necesitamos ganar tiempo hasta que uno de los vestidos de rojo llegue." Maurice se incorporó con dificultad, apretando los puños. "Esa es nuestra misión."

Sin perder un segundo, lanzó dos boomerangs a toda velocidad hacia Xerxes. Pero el Arcano ni siquiera se inmutó. Con un simple giro del aire a su alrededor, las armas fueron despedazadas antes de acercarse.

Maurice chasqueó la lengua. "Maldita sea..."

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Interior del Castillo de Eumerastral.

El equipo de rescate avanzaba con precisión quirúrgica por los interminables pasillos del castillo. Ahora que tenían la ubicación exacta de su líder, no podían perder tiempo. Mientras Lily los guiaba, Keipi eliminaba a cada soldado que se interponía en su camino con una velocidad abrumadora.

"¡Pero cuántos hay!" exclamó Kevin, intentando seguirle el ritmo, atónito ante la cantidad de enemigos emergían de las salas.

"Eso da igual... Hay que acabar con todos." respondió el monje, derribando al último que había aparecido con un golpe certero.

"¡Chicos, estamos cerca!" anunció Lily con emoción, sintiendo que estaban a punto de lograrlo.

Keipi, sin dudarlo, disparó un chorro de agua desde Priscilla, destruyendo la puerta ante ellos. Con un fuerte rechinar, la madera cedió, revelando un inmenso salón de fiestas sacado de un cuento de hadas.

Las columnas doradas se alzaban con elegancia, sosteniendo un techo adornado con frescos mágicos que cambiaban de escena cada pocos segundos. Cortinas de terciopelo carmesí caían desde lo alto, enmarcando enormes ventanales que reflejaban la luz de candelabros flotantes. En el centro, una pista de baile de mármol pulido se extendía hasta un lujoso escenario decorado con estatuas de cisnes y querubines. Sin embargo, la belleza del lugar se veía opacada por una sensación inquietante, como si algo acechara entre las sombras.

El equipo se detuvo un instante, sorprendidos por la majestuosidad del salón. Pero entonces, Keipi sintió un cambio sutil en el aire. Su instinto se disparó y, sin pensarlo, sujetó del brazo a Kevin y lo jaló hacia atrás.

¡CLASH!

Unos finísimos hilos emergieron de la nada, cortando mesas, candelabros y todo lo que se encontraba en su trayectoria con una precisión aterradora.

"Gra-Gracias..." balbuceó Kevin al darse cuenta de la que se había librado.

El monje asintió en silencio y alzó la mirada hacia el piso superior. Allí, agazapada sobre la barandilla, sosteniendo su mandoble con una sola mano, los esperaba Angemika.

"Al fin os he encontrado, ratitas escurridizas."

La voz de la arcana resonó en el salón, cargada de diversión y amenaza. Una sonrisa torcida se dibujó en su rostro, pero sus ojos permanecían ocultos bajo su flequillo, lo que hacía que su expresión fuera aún más perturbadora.

"Es esa arcana, eh..." murmuró Keipi, tensando el agarre sobre su katana.

"Ten cuidado... Es muy poderosa." advirtió Kevin, levantándose con cautela mientras Lily se escondía entre su cabello.

"A mí me da todo el mal rollo que no se le vean los ojos..." comentó la pequeña con un escalofrío.

Angemika chasqueó los dedos. De inmediato, los hilos que habían invadido el salón desaparecieron como si nunca hubieran existido. Su magia le permitía crear hilos en cualquier parte que alcanzara su vista. Y estos no eran simples, sino los más resistentes y afilados de toda Pythiria.

"¡Es hora de jugar!" exclamó la mujer antes de impulsarse al aire.

Con una voltereta perfecta, Angemika descendió sobre ellos como un relámpago, blandiendo su mandoble con una fuerza devastadora.

Keipi reaccionó en el último segundo, alzando a Priscilla para bloquear el ataque.

¡CLANG!

El impacto resonó en todo el salón, produciendo un chillido metálico que hizo vibrar los candelabros y sacudió el aire a su alrededor.

"¡Iros de aquí! ¡Yo me ocupo de ella, vosotros rescatad a Marco!" exclamó el monje, sin apartar la mirada de su oponente.

"¡Sí!" respondieron al unísono.

Kevin no perdió el tiempo. Se giró y comenzó a correr con todas sus fuerzas a través del salón, esquivando los restos de mobiliario destruido mientras sentía la presión del combate a su espalda.

"No mires atrás, no mires atrás." decía Lily sobre su cabeza, asustada por la apariencia del enemigo.

Angemika frunció el ceño y, con un movimiento veloz, pateó el estómago de Keipi, obligándolo a retroceder. Aprovechando el espacio ganado, la arcana dio un poderoso salto hacia atrás, dirigiéndose directamente hacia Kevin como una fiera a punto de atrapar a su presa.

Su mandoble descendió con violencia, dispuesto a partir al sirviente en dos.

En el último segundo, una barrera de agua emergió del suelo, bloqueando el ataque con un impacto ensordecedor. La fuerza del golpe hizo que gotas cristalinas volaran por toda la sala.

"¡Gracias, Keipi!" gritó Kevin sin detenerse, con el corazón martilleándole el pecho. Sin mirar atrás, cruzó la salida y desapareció por los pasillos.

"¡Que no te gane la flequillos esa!" le animó Lily a lo lejos, con un grito cargado de valor.

La arcana aterrizó con suavidad y chasqueó la lengua, mirando fijamente a su adversario. "Vaya... Eres mejor de lo que pensaba. Supongo que te subestimé." murmuró con una sonrisa depredadora.

Keipi se encogió de hombros, sin perder su actitud relajada. "¿Tú crees? Se puede decir, que tan solo soy un chico." respondió, dándole un ligero toque a Priscilla.

El aire se volvió denso. En un abrir y cerrar de ojos, ambos desaparecieron.

¡CLANG!

Reaparecieron en el centro del salón, con sus armas chocando en un estruendo metálico que sacudió la estancia. La energía mágica crepitaba a su alrededor, envolviéndolos como un torbellino de poder.

Sus miradas se encontraron. Ambos sonrieron.

"¡ES HORA DE LUCHAR!" rugieron al unísono, sintiendo la adrenalina recorrer sus cuerpos.

El verdadero enfrentamiento estaba por comenzar.

Continuará...

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