Para enfrentar sus dolorosos recuerdos con el veneno, Ryan decide inyectarse uno de los tres antídotos, decidido a plantar cara a su oponente sin miedo. Sin embargo, solo dispone de cinco minutos antes de que pierda su efectividad y vuelva a ser vulnerable ante la magia de su rival.
Madame Titties se reincorpora tras el impacto y sacude sus manos, lanzando un chorro de veneno directo hacia Ryan. Él se echa hacia atrás para esquivarlo y, sin perder tiempo, invoca dos cadenas que salen disparadas hacia la arcana.
Ella se agacha con agilidad para esquivarlas y, acto seguido, salta a un lado justo antes de ser golpeada por una esfera de acero que emerge del suelo. Gira sobre sí misma y despliega sus abanicos con elegancia, agitándolos con precisión para levantar una densa neblina morada que ciega momentáneamente al hijo de la dragona.
Aprovechando su falta de visibilidad, la arcana se mueve a toda velocidad, atacándolo desde múltiples ángulos mientras rota a su alrededor. Su cuerpo exuda veneno de manera constante, y aunque Ryan es inmune a su toxicidad, no lo es a su efecto corrosivo. Cada golpe que recibe quema ligeramente su piel, desgastándolo poco a poco.
Harto de pelear a ciegas, Ryan retrocede con un salto y desata un tornado de cadenas que giran sin descanso, disipando la neblina en cuestión de segundos. Sin embargo, en el momento en que su visión se vuelve clara, Madame Titties aparece frente a él y, sin darle tiempo a reaccionar, le asesta un brutal golpe en el plexo solar con ambos puños, lanzándolo por los aires hasta estrellarlo contra una de las columnas del edificio.
El impacto resquebraja la piedra y deja a nuestro protagonista momentáneamente sin aliento. Pero en lugar de quedarse en el suelo, sujeta las grietas de la columna con sus cadenas y las usa como ancla para impulsarse de vuelta al combate.
"¡No te atrevas a subestimarme!" ruge, lanzando una ráfaga de esferas de acero encadenadas.
Madame Titties salta entre los escombros, esquivando con movimientos fluidos, y con un ágil giro de muñeca, agita sus abanicos para dispersar una lluvia de veneno en el aire. Ryan bloquea con una barrera de metal, pero la corrosión empieza a hacer mella lentamente en su defensa.
"¡Eres muy terco chaval, pero eso no cambiará tu destino!" se burla la arcana, cargando hacia él con una patada giratoria.
Ryan bloquea el golpe envolviendo sus brazos en acero, pero la potencia del impacto aún lo empuja varios metros hacia atrás, dejando surcos en el suelo. Sin embargo, en lugar de frustrarse, una chispa de comprensión ilumina su mirada. La corrosión, que antes devoraba su piel con cada roce, ahora apenas deja rastros sobre el metal.
Una sonrisa se dibuja en su rostro al darse cuenta de su nueva ventaja. Sin perder tiempo, recubre todo su cuerpo con acero, formando una armadura improvisada para minimizar el daño corrosivo de su oponente.
"¡Esto me ayudará a resistir el dolor, y encima, si no he estado contando mal, aún me deben de quedar unos tres minutos de inmunidad!" piensa con determinación, flexionando los músculos bajo la gruesa capa metálica.
Con renovada confianza, se impulsa hacia adelante, listo para contraatacar con todo su poder. Su puño, ahora reforzado con el metal que lo cubre, choca contra el abanico envenenado de Madame Titties, provocando una onda de choque que sacude la habitación. El acero cruje contra el veneno, el sudor gotea de sus frentes, y por un instante, ambos combatientes quedan atrapados en un punto muerto.
Pero Ryan sonríe. "¡Te tengo!"
En un movimiento sorpresa, libera una de sus cadenas y la enrolla alrededor del brazo de la arcana, tirando de ella con fuerza. La arcana pierde el equilibrio por una fracción de segundo, suficiente para que el hijo de la dragona le aseste un rodillazo directo al abdomen.
La arcana escupe sangre y retrocede, sujetándose el vientre con una mueca de dolor. "¡Tch... Bastardo!" sisea, recuperando el aliento poco a poco.
Pero nuestro protagonista no la deja tiempo para reaccionar. Sujeta el suelo con sus cadenas y se impulsa con un giro, elevando una enorme esfera de acero para intentar asestar un golpe decisivo.
"¡Este es tu final, tetona!"
Los ojos de la arcana se ensanchan al ver cómo el proyectil de acero desciende a toda velocidad. Un segundo después, la esfera impacta con una fuerza devastadora, demoliendo la mitad del gigantesco burdel en el que se encontraban. Y cuya explosión levanta una espesa humareda de escombros mientras Ryan deshace su ataque, tratando de divisar a su oponente a través del polvo.
"Con eso tuvo que ser suficiente." pensó, respirando con pesadez.
Pero entonces, una carcajada retumbó entre las ruinas.
"¡JAJAJAJAJAJA!"
La voz de Madame Titties resonó con burla y desdén.
"¡¿Eso es todo lo que puede hacer el tipo que derrotó a mi querido Elipso?! ¡Eres basura! ¡Aunque debo reconocer que me has obligado a ponerme seria!"
De pronto, una oleada de energía mágica emanó de su cuerpo, disipando el polvo en todas direcciones. Y en ese instante, Ryan lo vio con claridad: el aspecto de su enemiga estaba cambiando.
Su rostro se afiló, sus pupilas se tornaron amarillas y sus manos comenzaron a transformarse en enormes pinzas. Desde la parte baja de su espalda emergió una larga y amenazante cola de escorpión violeta, goteando lo que parecía ser un veneno letal.
Ryan sintió un escalofrío recorrer su espalda. "¿E-Eres una mujer bestia…?"
Madame Titties lamió sus labios con un brillo sádico en los ojos. "¡Así es! ¡Y muy pocos han sobrevivido al verme así!"
Los hombres bestia que alcanzan un dominio avanzado en el control de la energía mágica pueden ocultar sus rasgos animales y adoptar una apariencia más humana. Pero al hacerlo, su poder se ve reducido.
Ahora, sin restricciones, Madame Titties iba a luchar al cien por cien de sus capacidades.
Y Ryan apenas tenía un minuto de inmunidad restante.
Antes de que pudiera reaccionar, la arcana apareció frente a él en un parpadeo.
¡CRACK!
La cola de escorpión se estrelló contra su mentón, levantándolo del suelo y dejándolo expuesto para el siguiente ataque. Con una precisión letal, las afiladas pinzas de la arcana cortaron superficialmente en forma de X su abdomen, destrozando su camiseta y dejando su torso desnudo mientras un hilo de sangre recorría su piel.
El impacto lo hizo retroceder tambaleante, y antes de que pudiera recuperar el equilibrio, Madame Titties le asestó un brutal cabezazo que lo lanzó rodando por el suelo.
Ryan jadeó, apoyando una mano en el suelo para intentar levantarse. Pero su cuerpo temblaba.
Desde que Madame Titties había tomado su forma real, ni siquiera el acero que lo protegía podía resistir la corrosión ni la potencia de sus golpes. Era como si su oponente hubiera evolucionado en una entidad mucho más poderosa.
"Joder..." murmuró Ryan, tambaleándose mientras terminaba de ponerse en pie.
Pero justo en ese instante, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. El primer antídoto había perdido su efecto y la densa humareda venenosa que impregnaba el aire volvió a invadir sus pulmones, por lo que su piel comenzó a tornarse de un ominoso tono violáceo.
"¡Mierda!"
Sin perder un segundo, sacó otro antídoto y se lo inyectó directamente en el cuello, sintiendo el ardor recorrer sus venas mientras su cuerpo luchaba contra el veneno.
El color morado de su piel se desvaneció poco a poco, pero no tuvo tiempo de reaccionar. Madame Titties ya estaba sobre él y su cola de escorpión lo azotó con una fuerza descomunal, enviándolo como un proyectil contra la pared.
El impacto dejó una grieta en la estructura mientras Ryan se desplomaba al suelo, escupiendo saliva y tratando de recuperar el aliento.
Con la respiración entrecortada, sintió la sangre caliente correr por su frente.
"Joder... ¿Acaso... soy tan débil?" pensó, apretando los dientes mientras sus puños temblaban de rabia.
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Hace un par de años, Torre de Babel.
Ryan paseaba por los pasillos del inmenso edificio acompañado de su madre adoptiva, Zafira. Habían terminado sus lecciones teóricas del día y se disponían a ir a descansar un rato al piso del tipo pradera soleada.
Al llegar allí, extendieron un mantel y comieron unos pequeños sándwiches con zumo de naranja natural. Entonces, mientras miraba al falso cielo de la sala, Ryan le preguntó: "Oye, ¿tú qué sueles hacer cuando hay alguien más fuerte que tú?"
Zafira dejó su vaso a un lado y observó a su hijo con una suave sonrisa. "Esa es una buena pregunta, pequeño." Hizo una pausa, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras. "Cuando te enfrentas a alguien más fuerte, lo primero que debes hacer es reconocerlo. No hay vergüenza en aceptar que alguien te supera... pero eso no significa que debas rendirte o que no tengas oportunidad alguna de superarlo."
Ryan frunció el ceño. "¿Entonces qué hago si en el futuro me encuentro en una situación así?"
La dragona se reclinó sobre el mantel. "Piensa en un río. Un río nunca deja de avanzar. Si encuentra una roca gigante en su camino, no se detiene ni retrocede. Busca la forma de rodearla, de desgastarla con el tiempo. Así es como debes ver a un oponente poderoso. Si en este momento no puedes vencerlo de frente, entonces aprende, adáptate y sigue avanzando."
El pequeño la miró con atención, asimilando cada palabra. "¿Y si no tengo tiempo? ¿Y si debo vencer ahora?"
Ella volvió a mirarlo, con esa firmeza que siempre la caracterizaba. "Siempre hay tiempo para aprender en la batalla. Si recuerdas todo lo que te acabo de contar, aprenderás a hacerte más fuerte con enemigos inalcanzables. Y sobretodo, nunca dejes que el miedo o la desesperación decidan por ti. Si te rindes, habrás perdido antes de intentarlo."
El joven apretó los puños. No entendía completamente esas palabras en ese momento, pero sabía que algún día lo haría.
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Presente.
Tras recordar la lección de su madre, nuestro protagonista se reincorpora en la batalla, limpiándose con el dorso de la mano la sangre que recorría su frente.
"Tanto Cecily, como Keipi, como Ashley… Todos sabían de sobra que los arcanos eran oponentes más poderosos que ellos, pero aún así no se echaron para atrás en este plan. Nunca retrocedieron. Y es por eso… que yo tampoco lo haré."
Su respiración aún era pesada, su cuerpo le dolía, pero en su pecho ardía una determinación inquebrantable. "Ella me supera con creces, pero no tiene nada de malo. Porque… voy a aprender y a crecer en este combate. No necesito ser más fuerte que ella desde el principio, solo necesito adaptarme lo suficientemente rápido para sobreponerme."
El acero restante que cubría su cuerpo comienza a fluir como un líquido vivo, deslizándose por su piel hasta envolver sus brazos. La estructura se moldea con precisión, reforzándose hasta convertirse en auténticos brazales de una armadura pesada, más resistentes y densos que antes. Sus músculos se tensaron, listos para soportar el impacto de la batalla.
Ryan alzó la mirada con una sonrisa desafiante. "Estoy listo para el segundo asalto."
Continuará…
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