Llevando sus habilidades al máximo, Ashley logró derrotar al último arcano que quedaba en pie en Eumerastral. Con esta victoria asegurada, solo quedaba un enemigo... Averno. Y su regreso era inminente.
Coliseo en ruinas.
Los ladrones estaban terminando de ser atendidos por el equipo médico cuando, de repente, una figura apareció en la escena. Se trataba de Lily.
La pequeña hada llegó flotando con el cuerpo rígido, envuelta en un resplandor esmeralda. Sin ser capaz de pronunciar una mísera palabra.
"¿Qué haces aquí?" preguntó Cecily, sorprendida de verla en ese estado.
Pero el hada no respondió. En su lugar, su luz se intensificó y, ante los ojos atónitos de todos, tres brazos de energía se materializaron a su alrededor.
"¿Qué demonios es eso?" exclamó Gay, pasmado.
"Lily, ¿qué estás haciendo, tía?" comentó Lesbiana con el ceño fruncido.
"¡Cuidado, jefa!" gritó Bisexual al ver cómo los brazos se dirigían directamente hacia la líder de los ladrones.
Pero los brazos no atacaron. En cambio, la envolvieron con un calor reconfortante, como si la estuvieran abrazando.
"¿Qué... es esto? ¿Lily?" murmuró Cecily, incapaz de moverse.
Uno de los brazos descendió con suavidad y presionó la piel de su cintura derecha. En ese instante, un destello cubrió su cuerpo y un tatuaje con la forma de una pluma apareció en su piel. Se trataba del símbolo que la reconocía como una de los siete Paladines del Emperador.
Tras esto, la luz que rodeaba a Lily se desvaneció de golpe y la pequeña hada cayó de rodillas al suelo, parpadeando con desconcierto. "¡Ah! ¿Q-Qué hago aquí?" exclamó, mirando a su alrededor sin entender lo que acababa de ocurrir.
"Lily, ¿qué has hecho? ¿Qué narices eran esos brazos brillantes?" preguntó Lesbiana con evidente preocupación.
Cecily, aún aturdida, se llevó la mano al tatuaje en su cintura y lo observó con los ojos muy abiertos.
"Esto... es igual a la marca que tiene Ashley en la pierna..." murmuró, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo.
Lily inhaló profundamente y, tras unos segundos de duda, habló con una voz que parecía más madura de lo habitual. "Sí... Esa marca significa que has sido elegida por el planeta como una de los Paladines del Emperador Marco."
"¿Q-Qué...?" Cecily sintió que el suelo bajo sus pies desaparecía.
Lily la miró con seriedad, como si de repente entendiera la magnitud de sus propias palabras. "Déjame explicártelo todo."
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Afueras del burdel de Eumerastral.
Keipi y Ryan seguían siendo atendidos por el equipo médico cuando, de repente, ambos se enmudecieron al unísono. Sus miradas se alzaron instintivamente hacia el cielo, en dirección sureste, como si algo hubiera captado su atención.
"¿Qué ocurre?" preguntó uno de los sanadores, notando su repentino cambio de expresión.
Ryan frunció el ceño. "Está lejos... pero desde aquí, siento su sed de sangre."
Con un movimiento decidido, intentó ponerse de pie.
"¡Eh! ¡Aún no hemos terminado de cerrar tus heridas, no te levantes!" le regañó la sanadora que lo trataba, tratando de empujarlo de vuelta a la camilla.
"No hay tiempo..." murmuró Keipi mientras se incorporaba con rapidez. "Él está regresando... y Marco todavía no se ha recuperado."
Sin dudarlo, tomó a Priscilla y la transformó en su forma de espada.
Ambos comenzaron a retirarse los vendajes que restringían sus movimientos, ignorando por completo las protestas del equipo médico. Se miraron por un instante, comprendiendo lo que debían hacer sin necesidad de palabras. Luego, salieron corriendo en la misma dirección.
"¿Qué hacemos, tío?" preguntó Ryan, con el tono serio de quien sabe que se avecina una batalla.
Keipi apretó los dientes. "No tenemos idea del tiempo exacto que tardará en regresar, pero estoy seguro de que Marco no se habrá recuperado para entonces."
El ambiente pesaba con tensión.
"Tampoco creo que podamos derrotarlo juntos en el estado en el que estamos," continuó Keipi, con su voz firme. "Necesitamos encontrar a alguien más, alguien que pueda ayudarnos a aguantar lo suficiente hasta que nuestro emperador pueda pelear."
Ryan asintió. "La última comunicación telepática confirmó que Xerxes fue derrotado por Ashley y que ya ha sido detenido. Pero ella también está siendo tratada por el equipo médico en este momento."
Keipi se llevó una mano a la barbilla, pensativo. "Sí... Quizá deberíamos buscarla, aunque imagino que ya se habrá dado cuenta de que él se acerca."
Ryan esbozó una leve sonrisa. "Conociéndola, seguro le está dando guerra al equipo médico."
La tensión en el aire era innegable. El tiempo jugaba en su contra, y la amenaza de Averno se cernía cada vez más cerca.
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Parque de Eumerastral.
Varios miembros del equipo médico sujetaban con todas sus fuerzas a Ashley contra el suelo mientras intentaban tratar sus heridas.
"¡Soltadme, capullos! ¡Es importante!" bramó, forcejeando con todas sus fuerzas para ponerse de pie. Sin embargo, su cuerpo debilitado apenas le permitía moverse.
"¡Tenemos que tratarte primero!" replicó la sanadora jefa, haciendo un esfuerzo sobrehumano por acelerar el proceso de curación.
A unos metros de distancia, Lana y Maurice observaban la escena mientras también recibían atención médica.
"Esta tía..." murmuró el nekomata, boquiabierto ante la ferocidad de su aliada. "¿Qué le pasa de repente?"
"La vi mirar al cielo antes de empezar a gritar que 'venía'..." respondió Lana, soltando un suspiro.
Maurice chasqueó la lengua. "Ya ves... Ni que fuera a volver Averno."
Soltaron una risa, pero el sonido se cortó de golpe cuando la verdad los golpeó como una descarga eléctrica. Sus rostros palidecieron y el sudor frío les recorrió la espalda.
Sus miradas se cruzaron con terror. "¡AVERNO ESTÁ REGRESANDO!" exclamaron al unísono.
"¡EXACTO!" rugió Ashley, lanzando una nueva sacudida que casi hizo tambalear a los sanadores. "¡Por eso quiero que me dejéis ir! ¡Hasta que Marco se recupere, alguien tiene que plantarle cara o será el puto final para todos!"
El pánico se extendió como un virus.
"¿Q-Qué hacemos? ¿Avisamos a la princesa por telepatía?" preguntó Maurice, con las colas erizadas por la tensión.
Lana negó con la cabeza, tragando saliva. "No creo que haga falta... Tiene una percepción mágica altísima. Seguro ya lo ha sentido."
De fondo, Ashley seguía forcejeando con furia mientras los sanadores luchaban por mantenerla en el suelo. "¡SOLTADME, JODER!"
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Cocina del castillo de Eumerastral.
Marco comenzaba a comer por su cuenta, y poco a poco su piel recuperaba su color natural. La comida sanadora de Ricardini estaba surtiendo efecto.
"¡Eso es, tú puedes!" exclamó Kevin con una sonrisa de alivio.
"Claro que puedo... pero..." murmuró Marco, con su voz cargada de tensión. Su mirada se clavó en la ventana, su cuerpo se tensó y su expresión se endureció.
El resto de los presentes siguieron su mirada. Y entonces lo vieron: copos de nieve descendían suavemente del cielo.
"¿Nieve...?" murmuró Ricardini mientras encendía un cigarro, su semblante serio.
"¿Por qué está nevando? No es época..." dijo Lalami con el ceño fruncido.
Marco dejó los cubiertos a un lado. Su pecho se alzó en una profunda inhalación. "Averno... está regresando."
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Torre del castillo.
Cynthia, de pie junto a una de las enormes ventanas, observó los copos descender con el corazón acelerado. En un solo movimiento, agarró a su hermano por la cintura, lo levantó y corrió sin mirar atrás.
"¿Qué pasa?" preguntó Theo, sorprendido por la repentina acción.
"¡Averno está llegando!"
Sin dudarlo, pegó un enorme salto y atravesó la ventana, descendiendo en picada hacia el suelo.
El frío se intensificó.
Nieve y ráfagas heladas azotaban la ciudad con violencia. Los tejados se cubrían de escarcha, las calles se congelaban, y en cuestión de segundos, el invierno se tragó Pythiria.
Cynthia aterrizó con su hermano en brazos, pero su instinto la empujó a seguir corriendo. "¡Mierda... tenemos que irnos antes de que nos encuentre!" exclamó, la desesperación nublando su voz.
Theo la miró con el miedo reflejado en sus ojos. "Es Averno... ¿verdad? Está regresando."
Cynthia no pudo responder. Sabía que, tras haberlo desterrado a otro país, lo había enfurecido. Y lo primero que haría, sin duda, sería acabar con los miembros restantes de la monarquía: Ella y Theo.
Corrió con todas sus fuerzas, esquivando escombros hasta llegar a la plaza central.
Los soldados combatían sin descanso bajo la tormenta helada. Y entonces, ocurrió.
Un escalofrío recorrió su espalda cuando sintió la temperatura descender de golpe.
Uno a uno, los soldados y civiles quedaron atrapados en gruesos bloques de hielo.
La ciudad entera enmudeció.
"¡Hermana...!" Theo se aferró a su brazo, con la respiración entrecortada.
Y antes de que pudieran reaccionar— BOOM.
Como un meteorito cayendo del cielo, una figura descendió con una fuerza arrolladora, levantando una brutal ráfaga de viento. La onda de choque sacudió el suelo, arrancó escombros y arrojó a Cynthia y Theo por los aires. El impacto resonó como un trueno en medio del silencio sepulcral.
Cuando la princesa levantó la vista, su peor pesadilla se hizo realidad. Averno había regresado.
Su silueta se alzó entre el vendaval de nieve, con una sonrisa feroz en su rostro.
"Vaya, vaya..." su voz gélida rompió el aire, cargada de una furia contenida. "Pero mira a quién tenemos aquí."
"A-Averno..." murmuró Cynthia, su voz siendo apenas un susurro de terror.
El frío calaba hasta sus huesos, pero era el miedo lo que realmente paralizaba su cuerpo. No tenía aliados cerca. No tenía hechizos de teletransporte. No tenía escapatoria.
"H-Hermana..." gimió Theo, desplomado en el suelo. Un hilo de sangre resbalaba por su frente tras el impacto.
Cynthia se mordió el labio con fuerza, obligándose a reaccionar. "Q-Quédate detrás de mí..." dijo, forzando su cuerpo a levantarse. Sus piernas temblaban, ya no sabía si por el frío o por el miedo. "Yo... Yo me ocupo."
Averno la miró con absoluta indiferencia. "Muere."
El arcano extendió una mano y un proyectil de hielo afilado como una lanza salió disparado directo hacia ella. Cynthia apenas tuvo tiempo de reaccionar. Desenvainó su espada con torpeza, preparándose para bloquearlo, pero sabía que no lo lograría.
El ataque se acercaba. Y justo antes de impactar...
Una figura cayó del cielo, estrellando su puño contra el proyectil de hielo y destrozándolo en mil pedazos. Cynthia abrió los ojos de par en par.
"¡Ashley!" exclamó, incrédula.
La guerrera aterrizó con fuerza, agrietando el suelo bajo sus pies. Su expresión estaba llena de determinación. "¡Y no estoy sola!" exclamó con una sonrisa confiada.
En ese instante, unas cadenas de acero emergieron del suelo y se enroscaron alrededor del tobillo de Averno, lanzándolo por los aires con violencia. Sin darle tiempo a reaccionar, un dragón de agua rugió en el aire y se abalanzó sobre él, con sus fauces abiertas listas para devorarlo.
Desde el lado opuesto, una alabarda compuesta por chisporroteantes relámpagos avanzaba a una velocidad aterradora. El ataque combinado era devastador.
Pero Averno ni siquiera pestañeó. Con pura fuerza bruta, destrozó las cadenas en un solo movimiento. Luego giró sobre sí mismo y creó una barrera de cristales de hielo que bloqueó ambos ataques sin esfuerzo.
Cuando sus pies tocaron el suelo de nuevo, vio cómo cuatro figuras se interponían entre él y los príncipes de Eumerastral. Estaban heridos y exhaustos, pero con la determinación ardiendo en sus ojos.
"Puede que no estemos en nuestra mejor forma..." gruñó Ashley, acomodando sus guantes.
"Y que no podamos derrotarte en este momento..." añadió Ryan, haciendo crujir los huesos de sus manos.
"Pero hasta que Marco regrese, no permitiremos que pongas un dedo sobre los príncipes." murmuró Cecily, recogiendo su pelo en una larga coleta con un trozo de tela.
Keipi levantó su espada con una sonrisa confiada. "Porque los cuatro Paladines te detendremos. Aquí y ahora."
Los cuatro adoptaron una pose ofensiva, listos para la batalla.
"Chicos..." murmuró Theo orgulloso de verles.
Averno los observó en silencio. Y entonces, sonrió. "Interesante."
Continuará...
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