sábado, 22 de febrero de 2025

Ch. 83 - Los cuatro paladines vs Averno

El mayor peligro de todos había regresado a la capital y la única esperanza de la monarquía descansaba en el tiempo que pudieran ganar sus protectores. Cuatro paladines, elegidos por la propia Lily, se interpusieron en el camino del arcano de hielo.

"Chicos..." Theo sonrió al verlos, con alivio y confianza en sus ojos.

Ashley no se permitió devolverle la mirada. Con voz firme, dio la orden sin titubeos: "Cynthia, coge a tu hermano y marchaos a un lugar seguro."

La princesa dudó solo un segundo antes de reaccionar.

"E-Está bien." Se levantó rápidamente y sujetó a su hermano de la muñeca, obligándolo a moverse con ella lo más lejos posible.

No necesitaba que se lo explicaran. Lo entendió en cuanto escuchó la voz de su compañera: esa batalla no era para ganar, solo para conseguir tiempo. Y su deber no era pelear, sino sobrevivir. Ella y Theo eran lo único que quedaba de la monarquía que había estado liderando Longerville en los últimos años. Si caían, todo se perdería.

"¡Chicos...!" Theo les lanzó una última mirada antes de que la distancia los separara.

Sólo cuando dejaron de escuchar sus pisadas, los cuatro paladines soltaron un leve suspiro.

El arcano de hielo seguía ahí, inmóvil, observándolos con ojos vacíos.

"Bueno... parece que al menos hemos captado su interés." Keipi sonrió con ironía.

"Y menos mal..." Ryan pasó una mano por su rostro, sintiendo la fatiga acumulada. "No creo que podamos aguantar una persecución por toda la ciudad mientras los protegemos."

Desde atrás, Cecily los observaba con el ceño levemente fruncido. Antes ya se había fijado en la marca en el pecho de Keipi, pero ahora sus ojos se posaron en la pluma tatuada en la espalda de Ryan.

"Vaya..." murmuró, con una mezcla de sorpresa y curiosidad. "Pensaba que solo Ashley tenía la pluma rara esa que me puso Lily... pero veo que vosotros dos también."

Los tres se giraron al instante, sorprendidos al escuchar esas palabras.

"¿Tú también?" Ryan parpadeó, fijándose en el tatuaje que asomaba en el lateral de la cintura de su compañera.

"¡¿Lily te eligió también?!" Ashley esbozó una sonrisa, contenta por saber que su amiga también se había convertido en una más del grupo.

"Eso parece... Vino de repente y—"

Antes de que Cecily pudiera terminar la frase, Keipi chasqueó los dedos de repente, con una expresión seria. "¡Ahí viene!" exclamó el monje.

Averno avanzó un paso con brutalidad, y en un instante, una horda de afilados pinchos de hielo emergió del suelo como lanzas mortales, creciendo sin tregua en dirección a los paladines. El grupo se vio obligado a separarse, saltando en distintas direcciones para evitar el ataque.

"¡Vamos! ¡Venid a por mí, rebeldes!" se burló Averno con una sonrisa afilada.

Aún en el aire, Cecily activó su modo Fenrir. Su cuerpo se cubrió de chispas eléctricas mientras giraba sobre sí misma y aterrizaba con precisión sobre el suelo helado. Sin perder el ritmo, se impulsó a cuatro patas y corrió como una bestia desatada, zigzagueando entre los escombros sin perder de vista a su presa.

Cerró la distancia en segundos y lanzó una feroz patada directa a su oponente. Averno, con la tranquilidad de un depredador, se agachó para esquivarla y, con un movimiento fluido, generó un pilar de hielo desde su mano que la obligó a retroceder, girando hacia atrás en una serie de volteretas.

En ese mismo instante, gruesas cadenas negras emergieron del suelo y atraparon los brazos del arcano, tirando de él hacia atrás con fuerza. Aprovechando la apertura, Cecily abrió la boca y condensó electricidad en su interior antes de disparar un rayo chisporroteante directo hacia su enemigo.

Pero Averno reaccionó al instante. El hielo se propagó sobre las cadenas en un susurro gélido, congelándolas por completo antes de romperlas con un solo movimiento. Alzó una barrera helada frente a él y el ataque de la ladrona estalló contra ella sin lograr atravesarla.

"¿Eso es todo lo que tenéis?" rió con desdén.

De pronto, una lluvia de cadenas con anclas en sus puntas descendió sobre él con furia. Ryan las manipulaba con destreza, buscando arrinconarlo. El líder de los arcanos se movió con una elegancia inquietante, esquivando los impactos con una precisión que casi parecía un baile.

"Mierda..." masculló Ryan al ver cómo el arcano evitaba cada uno de sus ataques con una facilidad insultante.

En ese momento, Keipi apareció tras su espalda, deslizándose con rapidez y lanzando un tajo certero con su espada. Pero Averno se giró en el último segundo, esquivó el golpe y le propinó una patada brutal en el estómago que lo hizo rodar por los suelos.

Fue entonces cuando Ashley entró en acción. Había estado ganando altura en silencio mientras los demás distraían al enemigo. Ahora, cayendo a toda velocidad desde el cielo, dirigía toda su potencia en un golpe devastador con ambas piernas.

El impacto resonó como un trueno, levantando una espesa nube de nieve y escombros.

"¿Le dio?" murmuró Cecily, entrecerrando los ojos para ver mejor.

Pero cuando la neblina gélida se disipó, solo quedaron pedazos de hielo destrozados bajo las piernas de Ashley. "¡Era un clon...!"

Averno apareció unos metros atrás, emergiendo entre la nieve con una sonrisa de superioridad.

"No seríais nada contra mí en vuestro mejor momento." Su voz resonó con arrogancia. "¿Qué os hace pensar que tenéis una oportunidad en el estado horrendo en el que estáis?"

Sin previo aviso, una estalagmita de hielo brotó del suelo como una lanza mortal y perforó el hombro de Ashley, alzándola en el aire mientras un grito de dolor escapaba de sus labios.

"¡Ash!" Cecily se lanzó hacia adelante, mostrando los colmillos mientras la electricidad chisporroteaba en su cuerpo.

"¡Serás capullo!" rugió Ryan, cubriendo sus brazos con su armadura de acero.

Keipi, sin pronunciar palabra, dejó caer su espada al suelo y esta fue tragada por la tierra. Una capa de agua comenzó a extenderse alrededor, ondulando con energía mágica. Con una palmada, siete figuras idénticas a él emergieron del agua, cada una empuñando una espada.

"¡Danzad!" ordenó, y los clones se lanzaron a la carga.

Cecily, cubierta de relámpagos, y Ryan, con sus guantes de acero brillando, se unieron al ataque en perfecta sincronía.

Un asalto coordinado, rápido, letal.

Pero insuficiente.

Averno chasqueó los dedos.

En un instante, una ventisca brutal azotó el campo de batalla, cargada de cristales de hielo afilados como cuchillas. La tormenta impactó con una fuerza devastadora, hiriendo a Cecily y Ryan y reduciendo a los clones de Keipi a fragmentos congelados que se desmoronaron como polvo de nieve.

El arcano de hielo los miró con desdén. "Patético."

Keipi se acercó a su oponente con un deslizamiento ágil, espada en mano, mientras Ashley, ignorando la sangre que empapaba su ropa, cayó junto a él, flexionando las piernas con rabia contenida.

Ambos cargaron sin dudarlo, combinando velocidad y fuerza en un asalto sincronizado. Keipi ejecutó un corte diagonal, pero Averno inclinó levemente el torso, esquivándolo con precisión milimétrica antes de lanzar un chorro de hielo desde su palma. Ashley lo interceptó con un puñetazo, destrozándolo en el acto antes de lanzar un gancho ascendente con una potencia brutal.

El arcano se desvaneció en una neblina helada justo antes del impacto, reapareciendo detrás de la luchadora con un resplandor azul en sus ojos. "Demasiado lentos."

Con un chasquido de dedos, una ráfaga gélida estalló a su alrededor, envolviendo a los dos paladines y lanzándolos por los aires como muñecos de trapo. Keipi rodó sobre la nieve y frenó con su espada clavándola en el suelo, jadeando. Ashley cayó de espaldas, tosiendo sangre, pero se obligó a levantarse de inmediato, tambaleante pero decidida.

Fue entonces cuando Cecily aprovechó la distracción. Con el cuerpo envuelto en un aura eléctrica crepitante, apareció por la espalda del arcano en un abrir y cerrar de ojos. Saltó con un rugido feroz, apuntando una patada descendente cargada de relámpagos directos a su cráneo.

Pero Averno ni siquiera se giró. Levantó un brazo con calma y, en el instante en que la pierna de Cecily bajó, su antebrazo se cubrió de una gruesa capa de hielo reforzado que bloqueó el golpe sin esfuerzo.

"Buena velocidad, lo reconozco." murmuró con diversión. "Pero sigue siendo un esfuerzo inútil."

Antes de que la ladrona pudiera reaccionar, el arcano movió el otro brazo en un arco descendente, creando una cuchilla de hielo sobre su antebrazo y usándola como un filo improvisado.

Un tajo certero se hundió en el costado de Cecily. Un espasmo recorrió su cuerpo cuando la herida se abrió y la electricidad de su aura se disipó abruptamente.

La ladrona rodó por el suelo, dejando un rastro carmesí sobre la nieve antes de quedar tendida de lado, jadeando con la vista nublada.

Ryan, con el ceño fruncido, cerró su puño con rabia.

Sin dudarlo, lanzó una de sus esferas de acero directamente al arcano con toda la fuerza de su brazo potenciado. La bola surcó el aire como un proyectil, impactando contra Averno con un estruendo metálico. "¡Toma esto!"

El golpe hizo retroceder un paso al arcano, pero antes de que Ryan pudiera sentir alivio, el hielo se expandió sobre la esfera en un parpadeo, cubriéndola por completo antes de que Averno la destrozara en pedazos con un simple apretón.

El hijo de la dragona apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que el suelo bajo sus pies temblara. Desde ambos lados, enormes pinchos de hielo se alzaron como mandíbulas de una bestia, cerrándose sobre él en un instante.

No pudo esquivarlo. El hielo crujió al atraparlo en un sándwich letal.

Pero cuando la escarcha se asentó, Averno entrecerró los ojos. El hielo no había perforado su cuerpo, pues en el último instante, Ryan había cubierto su torso con una gruesa capa de acero, amortiguando el impacto y evitando una muerte segura.

Averno chasqueó la lengua con molestia. "Resistente..." Pero sus ojos brillaban con burla.

Ryan, aún atrapado, sintió el frío mordiendo su piel, debilitándolo. Sabía que no aguantaría mucho más si no hacía algo.

Ashley y Keipi se incorporaron, tambaleantes pero listos para seguir luchando. Cecily intentó moverse, pero el dolor en su costado la hacía estremecerse.

El arcano sonrió con malicia al verlos a todos en sus límites. "¿Y ahora qué?"

Ryan apoyó ambas manos en el suelo sin dudarlo, y de inmediato un enjambre de cadenas metálicas emergió como serpientes hambrientas, envolviendo el cuerpo de Averno con fuerza.

"¡Lánzalo por los aires, Ash!" rugió el hijo de la dragona.

Ashley no necesitó que se lo dijeran dos veces. Con los músculos ardiendo de agotamiento, pero con una determinación feroz, corrió a toda velocidad hacia el enemigo. Se impulsó con un giro ágil, plantó ambas manos en el suelo y disparó una brutal patada ascendente al mentón del arcano.

El impacto fue tan violento que el aire tembló con la onda de choque y Averno salió disparado hacia el cielo como un proyectil, las cadenas de Ryan aún seguían apresándolo.

"¡Chúpate esa!" exclamó la joven con una sonrisa desafiante.

Mientras ascendía, el arcano relamió la sangre que se deslizaba por la comisura de sus labios. Pero lejos de mostrar enojo, sus ojos reflejaban pura decepción. "¿Eso es todo? ¿Estas personas pudieron derrotar a mis compañeros?"

El hielo se extendió por las cadenas, endureciéndolas en un parpadeo. Un solo movimiento de Averno y las ataduras se rompieron en cientos de fragmentos cristalinos que relampaguearon en el aire antes de desaparecer.

Pero en cuanto redirigió su mirada hacia abajo, sus ojos se abrieron ligeramente con sorpresa.

Desde el suelo, un torbellino colosal de agua ascendía hacia él, girando con furia. En su centro, Keipi y Cecily se elevaban sosteniendo a Priscilla entre sus manos.

"¿¡Pero qué demonios—!?" murmuró Averno, entrecerrando la mirada.

"¡Prepárate, cara de culo agrietado!" gritó Cecily con una sonrisa desafiante.

Averno chasqueó la lengua, sintiendo por primera vez un leve cosquilleo de curiosidad.

"¿Vais a combinar vuestras magias en un ataque conjunto?" Su expresión se transformó en una sonrisa sádica. "Eso sí que es interesante."

"¡DRAGÓN DE AGUA ELÉCTRICO!" Las voces de los dos paladines resonaron al unísono.

Toda el agua se impregnó de relámpagos, su azul profundo quedó iluminado por las chispas doradas que danzaban en la corriente. Toda la masa acuática tomó forma en un instante: la silueta de un dragón colosal, con escamas hechas de agua vibrante y ojos chisporroteantes de pura electricidad.

Con un rugido ensordecedor, el dragón ascendió a una velocidad aterradora, atrapando a Averno entre sus fauces y sacudiéndolo como una muñeca de trapo.

El cielo estalló en un resplandor azulado y dorado.

Los relámpagos se esparcieron en todas direcciones, convirtiendo la escena en un espectáculo apocalíptico. El sonido del agua desgarrando el aire, el zumbido de la electricidad arremolinándose… todo era un caos ensordecedor.

Desde el suelo, Ryan observaba el feroz ataque con la respiración entrecortada.

"¿Será suficiente…?" preguntó, con el sudor rodando por su frente.

Ashley, apoyada en una rodilla, observaba la escena con los puños apretados.

"No lo creo…" murmuró, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

Y entonces, ocurrió... El rugido del dragón fue ahogado de golpe.

El agua se congeló en un parpadeo. Un instante después, el colosal dragón eléctrico se partió en mil pedacitos de hielo. El estruendo de su destrucción retumbó como el quiebre de un glaciar, esparciendo fragmentos congelados por todo el campo de batalla.

Y en el epicentro de la tormenta desvanecida, Averno flotaba en el aire con una expresión de absoluta calma. Su cuerpo tenía algunas heridas dispersas, marcas de quemaduras leves y cortes superficiales, pero su postura era firme, inquebrantable.

Sacudió una de sus mangas, deshaciéndose de un trozo de hielo que había quedado pegado a ella. "¿Eso era todo?"

Su voz resonó en el silencioso campo de batalla.

En el suelo, Cecily cayó de rodillas, jadeando pesadamente mientras presionaba la herida de su costado.

"No me jodas…" susurró, sintiendo que su energía la abandonaba.

Ryan apretó los dientes, tratando de levantarse, pero sus piernas temblaban.

Keipi respiró hondo, el sudor resbalando por su rostro. Su mente trataba de procesar lo que acababa de pasar.

"Este tío..." murmuró Ashley, mordiendo su labio de impotencia al ver que ese ataque combinado no había funcionado.

Ya lo habían dado todo con las fuerzas que tenían. Pero Averno todavía estaba allí y no parecía estar cansado.

El monje entrecerró los ojos y tragó saliva, antes de cerrar los puños con fuerza.

"Marco…" susurró en su mente. "Vuelve pronto."

Continuará…

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