El equipo de Marco cruzó la grieta dimensional, y en cuanto la luz los envolvió por completo, sintieron cómo su peso se desvanecía por un instante. Al abrir los ojos, se encontraron en un lugar completamente distinto, como si hubieran sido transportados al interior de un sueño antiguo y resguardado por el tiempo.
Habían entrado en la dimensión de las ruinas de los Registros Akáshicos.
Aquel lugar era inmenso, casi infinito a la vista. Se alzaban paredes de mármol blanco que brillaban suavemente con una luz etérea, como si cada piedra contuviese un fragmento de sabiduría ancestral. Columnas altísimas sostenían bóvedas decoradas con símbolos flotantes que cambiaban lentamente de forma y color, como si sus trazos estuvieran vivos.
Estanterías colosales, organizadas en círculos concéntricos, se elevaban más allá de lo que la vista alcanzaba, llenas de libros de todos los tamaños, encuadernados en materiales imposibles: cuero de criaturas mágicas, metales relucientes, pergaminos que levitaban por sí solos. Algunas páginas brillaban con un resplandor dorado, otras susurraban en idiomas antiguos que solo el alma podía comprender.
Pequeños orbes flotaban por los pasillos entre estanterías, como luciérnagas guardianas, guiando a los buscadores dignos. El aire estaba cargado de una energía vibrante, mágica, casi melódica. Cada paso que daban resonaba en un eco suave, como si el lugar los reconociera y les diera la bienvenida… o los estuviera observando.
"Vaya…" susurró Hansel, maravillado. "Esto es… otra liga."
"Es como entrar en el corazón del conocimiento del mundo." murmuró Takashi, con la mirada clavada en las inscripciones que flotaban por las paredes.
"Todo está tan vivo..." dijo Ashley, estirando la mano para tocar uno de los símbolos flotantes, que desapareció suavemente antes de rozar sus dedos.
"Así que este es el lugar donde se guarda toda la información de las reliquias." dijo Marco, serio y ligeramente preocupado.
"No podemos permitir que esa información caiga en las manos equivocadas." añadió Keipi, ya más centrado. "Vamos. Hay que encontrar a esos ladrones antes de que terminen lo que han empezado."
Nuestros protagonistas avanzaban con cautela por el interior de las ruinas. Sus pasos resonaban suavemente sobre el mármol brillante, mientras sus ojos no dejaban de recorrer el entorno con asombro.
Pero entonces, el ambiente cambió. El aire comenzó a vibrar de forma irregular, como si algo lo estuviera cortando desde dentro. Una energía densa y conocida se acercaba.
"¡Ahí arriba!" señaló Ashley con rapidez, apuntando al piso superior. Desde uno de los balcones tallados en mármol flotante, cinco figuras se asomaban, observándolos con superioridad.
Los cinco ladrones de Unison.
"Esos tíos..." gruñó Hansel, frunciendo el ceño.
Takashi entrecerró los ojos, reconociendo de inmediato al hombre que lideraba el grupo.
"Espera... ¿Jacob? ¿Tú no eras el sacerdote del templo?" preguntó, confundido.
"Sabría que nos acabaríamos encontrando tarde o temprano, joven guardián del templo." respondió, con una voz serena pero arrogante. "En efecto, soy el sacerdote que todos adoran en Wisdom, el rostro sonriente de la iglesia apostólica del Mesías Yumeith... y al mismo tiempo, el líder de los ladrones Unison."
El silencio cayó unos segundos entre ambos grupos.
"¿Pero por qué…?" intervino Keipi, ladeando la cabeza. "¿Por qué alguien que predica la bondad decide dedicarse a robar?"
Jacob alzó una ceja y respondió con desdén: "¿Quién ha decidido que esto es robar?"
"Pues tío, estás tomando cosas que no son tuyas. Creo que es bastante básico de entender." replicó Ashley, bastante molesta por su respuesta.
"Jajajaja. ¡Eso es lo que piensan los simples mortales como vosotros!" exclamó Jacob, mientras sus compañeros estallaban en carcajadas. "Según el versículo 17 del tercer libro sagrado: 'Nada pertenece a nadie, y todo recae eventualmente en las manos de todos.'"
"En otras palabras," añadió Perfume, colocándose en una pose insinuante mientras guiñaba un ojo a Hansel, "todo este conocimiento también nos pertenece. Y si alguien quiere comprarlo... no le vamos a decir que no."
"¿Pero qué hace la tía esta...?" murmuró Hansel, encogiéndose un poco al sentir un escalofrío.
"Todos nuestros actos están bendecidos por la luz del Mesías." recitó Catto, acariciando lentamente el mango de su sable mientras con la otra zarpa jugaba con los bigotes felinos de su rostro. "Si todo nos pertenece, tomarlo no es un crimen. Es un derecho divino."
"Eso, eso…" añadió Bivlas con su voz babosa, salpicando ligeramente mientras hablaba.
"Ugh…" gimió Ashley, haciendo una mueca.
"Qué asco…" murmuró Marco, apartando la mirada.
"Cuando vagábamos sin rumbo, el señor Jacob nos dio un propósito." declaró Verzabas, abrazando con fuerza su esfera de cristal. "Seguir el camino del Mesías es buscar oro, fama y libertad espiritual. Y vosotros… sois marionetas del sistema ateo y capitalista que pretende doblegarnos."
"Así es…" dijo Jacob con una sonrisa torcida. "Sois solo unos egoístas ciegos que rechazan las enseñanzas sagradas."
"¿Y qué piensas hacer?" preguntó Takashi, con el tono cada vez más desafiante. "¿Atacarnos? ¿No dice tu libro algo sobre respetar al prójimo?"
"¡Oh, claro que lo dice!" respondió Jacob, llevándose una mano al pecho con fingida devoción. "Pero también dice que, si uno ora con fe, puede obtener el permiso del Mesías Yumeith para actuar en su nombre."
De pronto, Jacob sacó una pequeña reliquia esférica de su bolsillo. Era del tamaño de su mano, y estaba cubierta por complejos grabados que se entrelazaban como un intrincado laberinto mágico en miniatura. A medida que giraba entre sus dedos, las líneas parecían moverse, como si el objeto respirara con una conciencia propia.
"Y por eso..." continuó el sacerdote, alzando la esfera con solemnidad, "los cinco ladrones de Unison estamos autorizados por la fe… para declarar un juego de guerra."
En cuanto la esfera fue elevada, comenzó a brillar con un resplandor violáceo intenso. Las estanterías, columnas y suelos a su alrededor respondieron al instante, como si la dimensión misma se hubiera despertado. Runas antiguas comenzaron a encenderse a lo largo de las paredes, formando un patrón desconocido que serpenteaba por toda la sala.
"Que el juicio divino comience." proclamó Jacob con una sonrisa torcida, lanzando la reliquia al aire.
Apenas la esfera tocó el punto más alto, un estallido de luz envolvió toda la sala. El suelo bajo los pies de ambos grupos comenzó a temblar... y a separarlos. Las plataformas flotantes se deslizaron en direcciones opuestas. Las paredes, antes firmes y majestuosas, comenzaron a moverse, a doblarse, a girar como piezas de un rompecabezas infinito.
El esplendoroso santuario de los Registros Akáshicos desapareció en cuestión de segundos, y en su lugar emergió un enorme laberinto, de muros altos y retorcidos, con pasillos que parecían no tener fin.
"¿Qué es esto...?" murmuró Marco, mirando en todas direcciones. Ya no podía ver a ninguno de sus compañeros. Solo muros interminables y luz tenue filtrada desde arriba.
"¿Dónde estáis, chicos?" gritó Keipi, girando sobre sí mismo, pero su voz solo encontraba eco.
"Joder... esta reliquia es..." dijo Takashi, reconociendo la magia ancestral que le envolvía.
"¿Qué ha pasado ahora?" preguntó Hansel, confuso y en alerta.
"¿Me he perdido?" se cuestionaba Ashley en voz alta, al notar que no había nadie más junto a ella.
La separación era total. Cada uno de los cinco había sido arrojado a un rincón distinto del laberinto. Y en ese momento, una voz resonó en el aire. No provenía de ningún lugar en concreto. Era un eco celestial, masculino, profundo y omnipresente.
"Bienvenidos al juego de guerra: El Laberinto del Minotauro."
"¿Juego de guerra...?" repitió Marco, intentando identificar el origen de la voz.
"Se trata de una competición por equipos." explicó la voz con tono sereno, casi burlón. "Ambos bandos deberán buscar y capturar al hada de luz, que ha sido liberada en este mismo instante. El hada vaga sin rumbo por los infinitos pasillos y salas de esta dimensión cambiante."
"¿Y si no la atrapamos?" preguntó Hansel, empezando a entender el peligro.
"El equipo ganador será transportado de vuelta al plano de origen. El equipo perdedor... permanecerá aquí para siempre."
"¿Qué...?" murmuró Ashley, tragando saliva. "¿Encerrados para siempre?"
"Esto no es un simple juego." añadió Takashi, con el ceño fruncido.
"Obviamente, el uso de magia está permitido." continuó la voz. "Pero no lo olvidéis: solo hay una condición para salir... capturar al hada. Nada más importa. Buena suerte... a todos."
Teniendo en cuenta las palabras de la misteriosa voz, nuestros cinco protagonistas comenzaron a moverse por los pasillos del laberinto, decididos a encontrar al hada de luz cuanto antes. Sus pasos resonaban en el mármol encantado, y cada esquina que giraban parecía llevarlos a un nuevo tramo idéntico, como si el laberinto jugara con sus sentidos.
Sin embargo, lo que aún no sabían… era que los ladrones de Unison ya se habían puesto en marcha mucho antes de que el anuncio siquiera comenzara. Aprovechando su familiaridad con la reliquia y su juego, se adelantaron con ventaja, moviéndose entre los pasillos con precisión casi coreografiada.
Mientras los protagonistas luchaban por orientarse, Jacob y los suyos se deslizaban por los recovecos con una sonrisa en los labios, como depredadores que ya conocían cada trampa del terreno.
Continuará…
No hay comentarios:
Publicar un comentario