Con el fin de asegurarse la victoria, los ladrones Unison activaron la reliquia conocida como el Laberinto del Minotauro, encerrando a nuestros protagonistas en un juego de guerra contrarreloj, donde solo un equipo podrá abandonar esta dimensión... aquel que logre capturar al hada de luz.
Marco y los demás fueron dispersados entre los interminables pasillos del laberinto. A la vez que trataban de orientarse, sus ojos escaneaban cada rincón, decididos a encontrar el esquivo objetivo.
"Tsk... A este paso no voy a encontrar nada nunca. Este lugar es enorme." gruñó Marco, deteniéndose por un instante para tomar aire. "Tendré que acelerar las cosas." murmuró, encendiendo fuego en sus tobillos antes de impulsarse con velocidad a través del pasillo, surcando el aire como una llamarada viviente.
A cientos de metros, un dragón de agua colisionó contra una barrera invisible en lo alto de una pared.
"Tal y como sospechaba… hay una protección que impide salir por arriba. Olvidaré eso de intentar sobrevolar el laberinto." aclaraba Keipi tras fracasar en su experimento.
"Igualmente, fue una idea brillante." le elogió mentalmente Priscilla con dulzura.
Más al sur, Ashley arremetía con fuerza contra una pared, logrando agrietarla. Sin embargo, las fisuras se regeneraban de inmediato, como si el propio laberinto no tolerara alteraciones.
"Tsk... No hay forma de abrirme paso a puñetazos. Qué coñazo..." suspiró antes de seguir corriendo entre los muros con determinación renovada.
Mientras tanto, Hansel se desplazaba a gran velocidad, surcando el aire con ráfagas de viento bajo sus pies. Su estilo era limpio, veloz y preciso, casi flotando sobre el suelo como una brisa furiosa.
"No esperaba que esta reliquia nos separara… Pero espero que esos ladrones no encuentren al hada antes que nosotros." pensó, frunciendo el ceño.
Entonces, en un mismo instante, los cuatro se detuvieron. Una voz familiar resonó en sus mentes como un susurro que atravesaba el aire.
"¡Chicos!" dijo Takashi.
Todos se giraron instintivamente, pero solo veían muros interminables.
"¿De dónde viene esa voz?" murmuró Ashley, en guardia.
"Anda, Ashley… ¡Puedo oírte!" exclamó Keipi con sorpresa.
"¡No solo eso! Podemos escucharnos entre todos." comentó Hansel, impresionado.
"¿Desde cuándo tenemos magia de telecomunicación?" preguntó Marco, algo desconcertado.
"Disculpadme." intervino Takashi con tono calmado. "Me costó un par de minutos trazar la conexión, pero es gracias a mi magia. Antes de entrar aquí, escondí unas semillas especiales en vuestros bolsillos: son flores de comunicación mental. Acabo de hacerlas brotar. Nos permiten hablar entre nosotros y, además, ver nuestras ubicaciones."
"¡Es verdad!" dijo Keipi. "En mi mente veo puntitos brillando… con nuestros nombres y distancias."
"Qué suerte que esos ladrones no se dieran cuenta de mi truco..." añadió Takashi con alivio.
"Eres un genio." elogió Marco. "No esperaba menos de un espadachín de Akitazawa."
"Entonces… ¿nos reunimos aprovechando esto?" propuso Hansel.
"No." respondió Takashi con firmeza. "Buscar al hada juntos nos haría perder eficiencia. Recordad que se mueve continuamente, y no sabemos por dónde."
"La mejor estrategia es dividirnos y cubrir más terreno." asintió Marco.
"Sí... aunque hay una alternativa mejor." añadió Takashi con una leve sonrisa.
"¿Eh? ¿A qué te refieres?" preguntó Ashley, arqueando una ceja.
"Aproveché el discurso del sacerdote para colocar otras flores mágicas en sus ropas." explicó Takashi. "Invoqué unas raíces que introdujeron semillas rastreadoras en sus espaldas. Ahora también podremos ver sus ubicaciones, aunque esta magia no tiene la capacidad de ver quién es el objetivo marcado."
"¿¡Qué!?" exclamó Hansel. "¿Les hiciste eso sin que se enteraran?"
"Es lo justo para equilibrar el juego." respondió con calma.
"Entonces…" pensó Keipi, "si no podemos encontrar al hada directamente, lo mejor es impedir que ellos lo hagan."
"Exacto." concluyó Ashley. "Si están fuera de combate… no podrán atraparla."
"Esa es la clave." dijo Marco. "Dividámonos. Vayamos tras ellos. Y enfrentémoslos uno por uno."
"¡Ahí está el plan!" gritó Keipi, con una gran sonrisa. "¡Cada uno a por el enemigo más cercano al que le marcan las flores!"
"¡Y acabad con ellos para encontrar el hada en paz!" animó Marco, encendiendo su determinación.
"¡Sí!" exclamaron todos al unísono, corriendo cada uno en su dirección, guiados por la magia y el deseo de proteger el futuro.
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Templo de Wisdom.
Theo, Lily y Carter buscaban como locos cualquier pista que pudiera revelarles el aspecto de la reliquia Medusa. Se encontraban en la biblioteca del templo, y el lugar parecía haber sido azotado por un vendaval: libros esparcidos por el suelo, pergaminos desenrollados, estanterías abiertas de par en par y los tres, despeinados, jadeando entre montones de texto antiguo.
"Mierda, mierda..." murmuraba Theo mientras pasaba las páginas a una velocidad casi peligrosa. "No hay ni un solo ápice de información sobre esa maldita reliquia."
"Tranquilo, Theo... aún tenemos tiempo." intentó calmarlo Lily, aunque su voz también sonaba algo cansada.
"Sí, tenemos tiempo... Pero no sabemos cuánto." replicó Carter, que avanzaba con varios tomos apilados en los brazos. "Así que tenemos que movernos rápido y con cabeza. Cualquier mención, cualquier símbolo… puede ser clave."
Volvían una y otra vez a los mismos libros, pero todo parecía inútil. Los textos hablaban de otras reliquias, de sus usos, de sus orígenes… pero no de Medusa. Resultaba extraño, especialmente en un templo como aquel, que ni siquiera los pequeños grimorios auxiliares mencionaran nada al respecto.
Lily, frustrada por la falta de resultados, decidió elevarse por encima del caos. Revoloteó hacia lo alto de la biblioteca, pasando sobre estanterías que tocaban casi el techo, donde el polvo se acumulaba sin haber sido molestado en años. Y entonces, entre el silencio y la penumbra de lo más alto, algo llamó su atención.
"¡Chicos! ¡Aquí! ¡Rápido!" gritó el hada, agitándose en el aire para captar la atención de los otros dos.
"¿Qué ocurre?" preguntó Carter, mirando hacia arriba.
"¡Aquí hay un grimorio antiguo de reliquias! ¡Pero pesa demasiado para que yo pueda moverlo!" exclamó Lily, tirando del lomo del libro sin éxito.
"¡Buen trabajo, Lily!" celebró Theo desde abajo. "¡Aguanta ahí, que ahora mismo subimos!"
"No hace falta escalar." intervino Carter, con una sonrisa tranquila. Alzó una mano y, con un destello azul, invocó a uno de sus lobos espectrales. La criatura apareció en el suelo con un bramido suave, luego saltó ágilmente de estantería en estantería, hasta llegar a la cima. Con una elegancia sorprendente, sujetó el grimorio entre sus colmillos y descendió de un salto limpio, aterrizando frente a su invocador.
"Increíble..." susurró Lily, todavía flotando en el aire.
"Estoy acostumbrado a ver a Lana hacer este tipo de cosas..." murmuró Theo, observando al lobo con fascinación. "Pero no deja de impresionarme lo precisos que son los tuyos."
"Buen chico." dijo Carter, acariciando suavemente al lobo con una mano, mientras tomaba el grimorio con la otra. La bestia desapareció en un suave destello de luz azulada.
Colocaron el enorme libro sobre una de las mesas despejadas, y los tres se colocaron a su alrededor. El lomo crujió al abrirse, y el aroma del pergamino antiguo inundó la sala.
Empezaron a pasar las páginas con cuidado, repasando con los dedos cada título, cada ilustración, cada símbolo. El tiempo pasaba lento, denso. Y entonces…
"¡Medusa!" exclamó Lily de repente, señalando una página a la mitad del tomo.
"¡Aquí está!" dijo Theo, su voz temblando de emoción. "¡Y... tiene una ilustración!"
Los tres se inclinaron al mismo tiempo sobre el grimorio. En la página, cuidadosamente ilustrado en tinta negra y detalles dorados, descansaba el dibujo de un objeto de aspecto inquietante y simbólico: una serpiente alargada, retorcida sobre sí misma en forma de un ocho perfecto, mordiéndose la cola con expresión impasible.
Sus escamas estaban decoradas con pequeños grabados arcanos, y sus ojos, dos gemas incrustadas en el papel, parecían observarlos desde la página. El símbolo desprendía una energía antigua, como si incluso el dibujo conservara un fragmento de la maldición que albergaba la reliquia original.
"Madre mía..." murmuró Carter, con el ceño fruncido. "¿Cómo íbamos a saber que tenía este aspecto?"
"Ya te digo." dijo Lily, intentando de asimilar la forma de Medusa.
"Ahora entiendo por qué no pudimos encontrarla… no parece una reliquia tradicional." añadió Theo.
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Laberinto del Minotauro.
Nuestros protagonistas se habían separado, guiados por la magia de las flores comunicadoras. Su nuevo plan era claro: derrotar a los ladrones Unison uno por uno, para evitar que capturaran el hada y así ganar tiempo para ellos mismos.
Marco surcaba el laberinto, impulsado por las llamas que brotaban de sus tobillos. Cada recodo del camino era un misterio, pero un pasillo en particular le llamó la atención. Las paredes allí no eran como las demás: tenían un brillo metálico y runas muy tenues talladas en sus bordes.
"Esto no pinta bien..." murmuró, ralentizando su vuelo con cautela.
Y entonces, como si el lugar hubiese escuchado sus pensamientos, las paredes se abrieron con un crujido mecánico y comenzaron a disparar una lluvia de flechas a toda velocidad. El silbido cortante llenó el aire.
"¡Tsk!" Marco activó sus llamas a máxima potencia y aceleró con todo lo que tenía, apenas esquivando las mortales saetas. Sentía cómo pasaban rozándole la espalda, algunas incluso rozaban el fuego que lo rodeaba, pero logró salir justo a tiempo, entrando en una inmensa sala circular de arena.
Aterrizó de pie, con el pecho agitado, y se giró para ver las flechas clavadas en las paredes tras de él. Algunas seguían cayendo al suelo, rotas o torcidas.
"Dios… No tenía ni la menor idea de que este sitio tendría trampas de ese estilo..." murmuró mientras se sacudía el polvo. "Menos mal que tuve un mal presentimiento y aceleré justo a tiempo."
En ese instante, la voz de Takashi resonó en su mente.
"¡Marco! ¡Uno de los enemigos está acercándose a tu posición! ¡Ten cuidado!"
Nuestro protagonista giró la cabeza, y su mirada se tensó. En la otra entrada de la sala circular, una figura cruzaba lentamente entre las sombras del pasillo. Esquivó las últimas flechas como si nada, caminando con paso firme y una sonrisa serena en el rostro mientras sostenía una biblia abierta que parecía ir leyendo.
Era Jacob, el líder de los ladrones Unison.
"Oh, vaya... qué casualidad encontrarte aquí." dijo con tono teatral mientras cerraba el libro que sostenía entre sus manos.
Marco frunció el ceño, rodeado de pequeñas llamas flotantes.
"Tsk… Así que tuve la suerte de toparme contra el jefe."
Jacob sonrió, calmado, y comenzó a hojear su biblia.
"Hay algo en tu aura… que me dice que si te pido amablemente que me dejes pasar, tú simplemente me dirás que no."
"Estás en lo cierto." respondió nuestro protagonista mientras se cubría lentamente de fuego. Sus ojos ardían con determinación. "Si quieres seguir buscando el hada… tendrás que derrotarme primero."
Jacob suspiró, como si le pesara el destino que él mismo había elegido.
"Qué pena. Pero que así sea…" dijo mientras su cuerpo comenzaba a emitir una energía oscura y densa. Figuras espectrales comenzaron a materializarse a su alrededor: rostros deformes, rezos distorsionados, sombras de cruces y símbolos sagrados caídos. "Entonces, te dedicaré un réquiem. Uno digno del final de un pecador como tú."
Continuará…
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