jueves, 3 de abril de 2025

Ch. 109 - ¡Alcanza el cielo! ¡El objetivo es destruir a Medusa!

En el laberinto.

Marco y Jacob se encontraban en el punto más álgido de su batalla. El líder de los ladrones creó bolas espectrales y las disparó sin control hacia su oponente. Marco, sin dudarlo, conjuró esferas ígneas, arrojándolas como proyectiles para interceptar el ataque enemigo.

El aire se llenó de explosiones. Ambos bandos colisionaban sus poderes en una maratón frenética por ver quién lograría imponerse. Jacob, con una sonrisa de absoluta confianza, elevó su Biblia al cielo. Sus manos, cubiertas de energía resplandeciente, emitieron un fulgor violáceo mientras recitaba un salmo en nombre de Yumeith.

Un vívido tornado espiritual emergió de su cuerpo, arremolinándose con un poder devastador hasta envolver completamente a nuestro protagonista.

"¡Los pecados deben ser purificados! ¡Conviértete en un alma limpia, un alma que entienda la  voluntad de nuestro señor!" proclamó Jacob con fervor fanático.

Marco forcejeó dentro del torbellino, sintiendo la energía espiritual devorar su resistencia. Su cuerpo ardía, no solo por la tensión del combate, sino por la ira que crepitaba en su interior.

"¡Tsk! ¡Estoy cansado de oír el mismo discurso repleto de falacias! ¡Eres solo un cordero que se autoconvence de que sus actos no están manchados de crimen! ¡Eres toda una vergüenza para Yumeith!" rugió Marco, luchando contra la presión del tornado.

"¡Cierra la boca! ¡Tú no lo entiendes! ¡¿Quién te crees para cuestionar las palabras de mi señor?!" vociferó Jacob, su rostro desfigurado por la furia.

Marco apretó los dientes, sintiendo el fuego en su alma responder al llamado de su voluntad. Concentró toda su energía, absorbiendo la magia del entorno hasta que su cuerpo se rodeó de llamas intensas.

"¡Soy alguien más que apto!" gritó nuestro protagonista, y con un rugido descomunal, liberó una onda de fuego abrasador. Las llamas se extendieron con furia devoradora, consumiendo la energía espectral que lo aprisionaba.

"¡Imposible! ¡¿Ha quemado a mis fantasmas?!" exclamó Jacob, completamente atónito.

Los ojos de Marco brillaron como carbones encendidos. Con un último grito de guerra, su cuerpo se envolvió en un fénix de llamas resplandecientes. La criatura de fuego se precipitó en picado contra el líder de los ladrones, impactando con una brutalidad que resonó por toda la sala.

El sacerdote fue lanzado por los aires como una marioneta rota, rodando por la inmensa arena hasta quedar completamente inmóvil. Su armadura se había fracturado en múltiples piezas, muchas de ellas ahora fundidas a su piel chamuscada. Un hilo de sangre brotaba de su boca, tiñendo la arena con su derrota.

Marco, respirando hondo, se acercó a su caído enemigo. Sus ojos reflejaban la determinación de alguien que no solo había vencido en una batalla, sino también en una lucha moral.

"Recuerda esto: la verdadera libertad termina cuando empiezas a pisotear la de los demás," sentenció con firmeza.

Batalla en la sala arenosa del laberinto.

Marco vs Jacob.

Ganador: Marco.

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Plaza de Wisdom.

El equipo tomó sus posiciones, siguiendo al pie de la letra el plan ideado por Cecily. Su determinación era absoluta; no quería el fracaso.

"¿Estás segura de que esto funcionará?" preguntó Carter, aún con cierta duda en su mirada.

"Por supuesto. ¡Haré que funcione!" respondió con firmeza.

"Venga, no perdamos más el tiempo. Es hora de demostrarles a nuestros colegas lo que valemos," comentó Ryan, con una sonrisa desafiante.

"¡Voy tomando posición!" exclamó Lola mientras ascendía sobre una de sus varas, elevándose hacia el cielo.

"¡EMPEZAMOS!" gritó Cecily, dando la orden definitiva.

Ryan dio una palmada, y un torrente de cadenas emergió del suelo, formando una rampa diagonal y ascendente que conducía directamente hacia la reliquia, dejando solo unos metros de distancia hasta la barrera que la protegía, debido a su límite mágico personal.

Acto seguido, Carter chasqueó los dedos y dejó escapar un silbido. Un poderoso lobo de pelaje plateado, el más fuerte y veloz de sus invocaciones, emergió de un destello místico. Cecily se acercó a la criatura con una sonrisa, acariciando su pelaje con suavidad.

"Hola, sé que no me conoces de nada, pero… ¿podrías llevarme en tu lomo hasta allí?" preguntó, señalando hacia las nubes.

El lobo la observó unos segundos y, con un leve gruñido afirmativo, inclinó la cabeza en señal de aceptación. Cecily saltó ágilmente sobre su lomo y le dio un fuerte abrazo antes de acomodarse.

"¿Lista?" preguntó Carter.

"Nací lista," respondió ella con una sonrisa audaz.

"¡Dale, sis!" exclamó Ryan con entusiasmo.

"¡VE!" ordenó el invocador, y la bestia salió disparada a toda velocidad por la rampa de cadenas. Sus movimientos eran feroces, sus patas apenas tocaban la superficie mientras ascendía como un relámpago. En cuestión de segundos, alcanzaron la mitad del trayecto, y Cecily sintió el latido acelerado en su pecho.

El momento clave estaba por llegar.

Lola, que esperaba el instante preciso, vio la señal y asintió. Alzó los brazos y sus siete varas flotantes se envolvieron en llamas. Con un movimiento brusco, las lanzó como proyectiles ardientes hacia la barrera mágica. El impacto fue violento: la esfera protectora tembló y se resquebrajó en varios puntos.

El lobo alcanzó el borde de la rampa y pegó un salto gigantesco hacia la reliquia… pero la distancia seguía siendo insuficiente. Sin perder un segundo, Cecily se irguió sobre su lomo y, flexionando las piernas, se impulsó con toda su fuerza en dirección a la vara en la que flotaba su compañera.

Lola reaccionó al instante. Dio un salto mortal hacia atrás, cayendo con precisión sobre el lomo del lobo. 

Durante su ascenso, la ladrona canalizó su magia a toda potencia. Su puño se vistió de la electricidad más pura y gracias al magnetismo, atrajo hacia ella la vara de acero que su compañera dejó suspendida en el aire.

En esos momentos, la barrera ya había empezado a regenerarse vertiginosamente.

"¡Es ahora o nunca!" pensó.

Con un solo movimiento, descargó un puñetazo devastador sobre la vara, vistiéndola con chispas y convirtiéndola en un proyectil relampagueante que salió disparada a toda velocidad, atravesando el resquicio de la barrera antes de que pudiera cerrarse del todo, logrando golpear a Medusa.

Un estallido de energía sacudió el aire mientras la vara atravesaba la reliquia, resquebrajándola hasta hacerla pedazos.

"¡TOMA!" gritó Cecily mientras caía.

"¡LO LOGRAMOS!" exclamó Lola, aterrizando suavemente con el lobo sobre la rampa de cadenas.

"¡Eso es!" celebró Carter, chocando los puños con Ryan.

"No esperaba menos de una tía como ella," sonrió el hijo de la dragona con orgullo.

Cecily descendía en picado, agotada por el gasto de energía mágica. Pero antes de tocar el suelo, Ryan extendió un par de cadenas que la atraparon con suavidad por la cintura, frenando su caída y permitiéndole aterrizar sin daño.

En ese preciso instante, los gritos de júbilo estallaron por toda la plaza.

Las estatuas de piedra comenzaron a resquebrajarse, y con un último sonido de roca fragmentándose, los ciudadanos fueron liberados de la petrificación. Algunos cayeron de rodillas, llorando de alivio; otros miraban sus manos con incredulidad, como si no pudieran creer que podían volver a vivir.

Cecily, aún de rodillas, respiró con dificultad mientras observaba el resultado de su plan.

"Lo logramos," murmuró, con una sonrisa cansada.

Ryan se acercó y, sin decir nada, le revolvió el cabello con afecto.

"Tú hiciste que lo lográramos," le dijo con una sonrisa.

Ella lo miró, sonrojándose levemente.

"Si tú lo dices…" respondió, con una pequeña risa.

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En el laberinto.

Marco estaba a punto de abandonar la sala arenosa cuando, de repente, el suelo tembló con una violencia inusitada. Un estremecimiento recorrió el lugar, y el eco de la vibración resonó como un rugido contenido en las entrañas del laberinto.

Se giró de inmediato, con el corazón latiéndole con fuerza.

Jacob, el sacerdote caído, aún estaba consciente. Su expresión era una mezcla de desesperación y fanatismo inquebrantable. Con el brazo hundido hasta el codo en la arena, sonreía de forma siniestra.

"¿Q-Qué demonios estás haciendo?" preguntó Marco, tensando la mandíbula.

"No... no podemos permitirnos perder... No en nombre de Yumeith…" murmuró Jacob, con una risa temblorosa y desquiciada.

De pronto, su expresión se iluminó con una emoción enfermiza.

"¡Lo tengo!" exclamó con un brillo frenético en los ojos.

De un tirón, sacó el brazo de la arena, y con él emergió un látigo de energía espiritual que arrastraba una esfera blanquecina, luminosa y pura.

"¿Eso es… el núcleo de la reliquia?" susurró Marco, atónito.

"¡Exacto!" Jacob carcajeó con una exaltación maníaca. "¡En nombre de Yumeith, haré lo que sea necesario para triunfar!"

Sin dudarlo, se arrancó la camiseta e incrustó la esfera contra su pecho. Un resplandor fantasmal estalló alrededor de su cuerpo mientras la energía de la reliquia comenzaba a fundirse con su ser.

"¡Imbécil! ¡Si haces eso, perderás tu identidad como humano!" advirtió Marco con furia.

"¿Y qué más da?" La voz de Jacob se tornó más grave, más distorsionada. "¡Prefiero eso a perder mi fe! ¡A perder mi orgullo como servidor de Yumeith!"

De pronto, su rostro se crispó en un gesto de dolor inhumano.

"¡AHORA MUERE, MUERE Y MUERE!" bramó con una furia primitiva mientras su cuerpo se hinchaba y retorcía en formas indescriptibles.

El laberinto entero comenzó a desmoronarse. La arena vibró con tal intensidad que bloques enteros se desprendieron de las paredes y el techo se resquebrajó como si estuviera a punto de colapsar. En distintos puntos del laberinto, los aliados de Marco sintieron el cambio en el aire, la amenaza tangible que se cernía sobre ellos.

Jacob ya no era un hombre.

Su piel se tornó de un púrpura etéreo y sus extremidades crecieron hasta volverse desproporcionadas. Su carne se retorció en espirales de energía negra, hinchándose hasta formar un coloso de esencia espectral que emanaba una presencia perturbadora. Sus ojos brillaban con un fulgor vacío y su boca se torció en un rictus imposible, deformado más allá de la comprensión humana.

La fusión con el núcleo de una reliquia era una práctica prohibida. Se decía que quien lo hacía perdía su identidad, convirtiéndose en algo que escapaba del raciocinio humano. Para Jacob, esa condena era preferible antes que admitir la derrota.

El coloso rugió con una voz que sacudió el aire y, en un movimiento devastador, alzó su puño monstruoso y lo estrelló contra Marco.

El impacto fue brutal.

Nuestro protagonista salió despedido como un proyectil, atravesando varias paredes del laberinto hasta que su cuerpo se estrelló contra una de ellas, dejando una grieta profunda en la estructura. Tosió, sintiendo el sabor metálico de la sangre en su boca. Un hilo rojo descendía por su frente, tiñendo parte de su rostro.

"Mierda… Es muy poderoso…" murmuró, obligándose a ponerse de pie. Sus piernas temblaban, pero su determinación no flaqueó.

El coloso se preparaba para un segundo golpe. Su brazo se alzó, y la sombra de su puño cubrió a Marco por completo…

Pero antes de que el golpe descendiera, una figura apareció en el aire con la velocidad de un rayo.

Una patada certera golpeó el brazo de la criatura, desviándolo hacia el cielo con una fuerza colosal. Acto seguido, una segunda silueta surgió como una sombra cortante, y en un destello afilado, el monstruoso brazo fue seccionado de cuajo.

El coloso dejó escapar un grito desgarrador.

Marco parpadeó, incrédulo. Luego, cuando las dos figuras aterrizaron frente a él en poses ofensivas, una sonrisa orgullosa se dibujó en su rostro.

"Perdona el retraso," dijo Ashley chasqueando los nudillos.

"Hemos venido a ayudarte, emperador," agregó Keipi sonriente, sosteniendo su espada.

Marco rió entre dientes y se irguió con determinación.

"No tenéis que disculparos," dijo, encendiendo su fuego una vez más. "Habéis llegado justo a tiempo."

Sus ojos ardían con furia y convicción.

"Ahora no tengo que nada que temer, porque los tres juntos… somos imparables."

Los tres miraron con determinación al coloso, preparados para derrotarlo unidos.

Continuará...

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