lunes, 14 de abril de 2025

Ch. 116 - Altargates

Tras huir del lugar de los abucheos, Marco y Hansel se refugiaron en la penumbra de un estrecho callejón, alejados del bullicio hostil de las calles de Phaintom.

Ambos respiraban con dificultad, aún con el corazón agitado por lo ocurrido minutos atrás. Las paredes de piedra húmeda del callejón parecían cerrar el paso al mundo exterior, creando un espacio de silencio forzado donde las palabras pesaban más que nunca.

Marco apoyó la espalda contra la pared y deslizó la mirada hacia el suelo empedrado.

"¿Ese anciano… ha muerto de verdad?" preguntó en voz baja, como si temiera que decirlo en alto hiciera más real la tragedia.

"Sí…" respondió Hansel, dejando escapar un suspiro mientras se sentaba en el suelo, con los brazos apoyados sobre las rodillas. "Esa rama que lo atravesó… le robó la vida en cuestión de segundos."

Marco apretó los puños. "Si no le hubiéramos preguntado… tal vez seguiría vivo…"

Hansel levantó la mirada hacia él, con expresión seria pero comprensiva. "Oye, no puedes culparte por eso. Lo que ha pasado es horrible, sí, pero no fue culpa tuya. Esa cosa… esa maldita rama apareció porque el viejo habló. No por ti. Si algo está claro, es que aquí hay algo muy oscuro sucediendo, y todo apunta a esos ‘Altargates’ de los que habló."

Marco no respondió al instante. Solo respiró hondo, tratando de estabilizar el temblor que aún sentía en el pecho. Finalmente, alzó la vista con algo más de firmeza en la mirada.

"Es solo que… no puedo evitar sentir que provocamos su muerte."

"Es normal sentirse así", dijo Hansel con voz suave. "Pero lo que de verdad importa ahora es descubrir qué está pasando en esta ciudad. Si dejamos que el miedo o la culpa nos frene… habrá más víctimas. Y sin respuestas, estamos a ciegas."

Marco asintió con lentitud. "Sí… tienes razón. No podemos detenernos aquí. Si hay una mínima posibilidad de evitar más muertes, tenemos que actuar."

Hubo una breve pausa. El sonido distante de pasos apresurados y voces tensas cruzaba de vez en cuando la calle al otro lado del callejón, como si la ciudad estuviera respirando con desconfianza.

"Por cierto…" murmuró Hansel, frunciendo el ceño. "¿Crees que esa rama tenía que ver con la reliquia que mencionó el anciano? Dijo algo sobre 'Yggdrasil' justo antes de morir…"

Marco entrecerró los ojos, pensativo. "Podría ser...  y si esa cosa puede activarse por simples palabras, significa que quien controla Yggdrasil está vigilando constantemente a todos los habitantes de Phaintom." se cruzó de brazos mientras su expresión se volvía más seria.

"Eso es cierto..." añadió Hansel.

"Lo mejor será volver a la aeronave una vez nos reunamos en la plaza y replantear el enfoque." propuso nuestro protagonista.

"De acuerdo. Aún quedan unos quince minutos para el punto de encuentro… Descansa un poco mientras tanto. Te lo mereces", dijo Hansel, dejando caer la cabeza hacia atrás, intentando calmar su propia ansiedad.

Marco cerró los ojos por unos segundos, inspirando el aire denso del callejón. Pese a lo reciente del horror que habían presenciado, algo en su interior comenzaba a templarse.

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Grupo de Ashley y Ryan.

Este dúo tampoco tuvo suerte alguna en lo que respecta a conseguir información. Prácticamente todas las personas a las que se acercaban reaccionaban de la misma forma: salían corriendo, evitando el contacto visual como si mencionar aquel nombre fuera un pecado. La tensión se palpaba en cada rincón, y tras varios intentos fallidos, decidieron hacer una pausa para refrescarse.

Se sentaron en una pequeña zona con sombra, al borde de una fuente modesta pero acogedora. Ambos sostenían bebidas frías en las manos, intentando calmarse tanto por fuera como por dentro.

"¿Qué demonios está pasando en esta ciudad con ese tal Juju?" preguntó Ashley, rompiendo el silencio mientras observaba las burbujas en su lata con el ceño fruncido.

"Eso nos gustaría saber…" suspiró Ryan, dando un trago. "Pero me temo que cuanto más nos acerquemos a la verdad, más complicada se va a poner la cosa."

En ese momento, un par de mujeres cruzaron justo frente a ellos, hablando entre susurros. Sus voces eran bajas, pero lo suficiente para que los oídos atentos de los dos aventureros captaran cada palabra.

"Dicen que el señor Polo fue castigado por Yggdrasil hace un par de minutos," comentó una de ellas con tono alarmado.

"¿En serio? ¿Qué hizo?" preguntó la otra, entre sorprendida y nerviosa.

"Al parecer, unos chavales extranjeros le preguntaron por ya sabes quién… y él, como está algo senil, se lo soltó sin pensar. Y claro, fue ejecutado sin piedad por romper las normas."

"¡Madre mía, tía…!" susurró su compañera. "Es que estos abuelos y sus lapsus nos van a matar a todos algún día. ¿Y si los altargates se mosquean y nos matan a todos por culpa de un error así?"

"Ya te digo… Espero que esos extranjeros desaparezcan pronto y dejen de husmear. Lo último que necesitamos es que nos arrastren con ellos."

Ambas siguieron caminando, sin percatarse de la mirada helada que intercambiaron nuestros protagonistas al escuchar la conversación.

"¿Has oído eso…?" murmuró Ryan, apartando lentamente la lata de sus labios.

"Perfectamente…" respondió Ashley en voz baja, con gesto serio. "Parece que algo ha pasado con nuestros compañeros. No podemos quedarnos aquí."

"Sí. Es mejor que nos reunamos cuanto antes. Si la cosa está escalando así de rápido, separarnos solo juega en nuestra contra."

Ashley se levantó de un salto, y Ryan la siguió enseguida. Dejaron sus bebidas a medias y se adentraron en las calles de Phaintom, con el paso firme y los sentidos en alerta.

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Grupo de Theo y Lily.

Los dos pequeños caminaban tranquilamente por el sendero de tierra rodeado de vegetación frondosa. El sol seguía brillando con fuerza, pero el aire entre los árboles era más fresco y llevadero que en la ciudad. A medio camino de regreso a la aeronave, ambos se encontraban bastante más animados.

"Se nota que la vuelta es cuesta abajo… todo se hace mucho más fácil y rápido," comentó Lily mientras flotaba a baja altura, moviendo las alas con menos esfuerzo que antes.

"Pero si tú siempre estás volando," replicó Theo con una ceja levantada.

"¡Sí, pero volar cuesta arriba es agotador! Mis alas también forman parte de mi cuerpo, ¿sabes? No soy una nave mágica ni nada por el estilo," explicó con cara de indignación.

"Anda… no lo había pensado así," admitió el joven, asintiendo con la cabeza. "En ese caso tiene todo el sentido del mundo."

"¡Pues claro que sí!" refunfuñó la pequeña, inflando los mofletes.

De pronto, un leve crujido en los arbustos interrumpió la calma del camino. Ambos se giraron al mismo tiempo, y de entre la vegetación emergió una figura humana.

Una mujer de tez morena, ojos intensos y cabello rizado, de un radiante negro azabache, que caía como una cascada brillante por su espalda. Vestía con ropas de estilo viajero, llevaba una mochila a su espalda y de su frente sobresalían con naturalidad dos pequeños cuernos oscuros.

"¡U-UN DEMONIO!" gritaron al unísono Lily y Theo, abrazándose el uno al otro con los ojos como platos.

"Bueno… digamos que a medias," respondió la mujer con una sonrisa divertida y tranquila.

"¿Eh? ¿Eres… amable?" preguntó Lily, asomando un ojo por detrás del gorro de Theo.

"¿No has venido a comernos o algo…?" añadió él con tono serio, aunque aún claramente nervioso.

"Pero bueno, ¿¡por quién me habéis tomado!?" exclamó la mujer entre risas. "¡Que tenga cuernos no me convierte en una salvaje ni en una criatura despreciable, anda ya!"

"L-Lo sentimos, señorita demonio," dijeron ambos a la vez, bajando la mirada avergonzados.

"No me llaméis así," dijo con una sonrisa más relajada. "Me llamo Nathalie. Y soy un semi-demonio. Un placer, enanitos," añadió mientras se rascaba la cabeza y los observaba con simpatía.

"¿Semi-demonio…?" repitieron los dos al unísono, todavía intentando asimilarlo.

"Exacto," asintió Nathalie, cruzándose de brazos con naturalidad. "Significa que tengo sangre demoníaca, pero también humana. Y no, no como niños, ni bebo almas, ni me transformo en bestia con la luna llena."

Lily soltó una risita nerviosa mientras Theo parpadeaba un par de veces sin saber si iba en serio o no.

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Grupo de Keipi y Cecily.

El espectáculo de las ratas flamencas había llegado a su fin. El público aplaudía mientras las pequeñas bailarinas roedoras hacían una reverencia final al compás de las palmas de su dueño. Entre risas y sonrisas, Keipi y Cecily se alejaron poco a poco del lugar, aún con la emoción brillando en sus ojos… pero esta vez, acompañados por su nueva y excéntrica amiga.

"Por cierto," dijo la mujer de estética metalera mientras caminaban por una calle lateral, "no me había presentado todavía. Soy Cassandra."

"¡Encantada! Yo soy Cecily," respondió la ladrona, señalándose con el pulgar. "Y este de aquí con el pollito en la cabeza es Keipi. Es un placer."

"¡Eso!" rió el monje, rascándose la nuca. "Me quedé tan embobado con el espectáculo de esos roedores que olvidé por completo los modales."

"No os preocupéis, me pasó lo mismo," comentó Cassandra con una sonrisa ladeada. "Pero ahora que lo pienso… no os había visto antes por aquí. ¿Qué os trae a Phaintom?"

Cecily se golpeó suavemente la frente, como si acabara de recordar algo importantísimo. "¡Es verdad! ¡Se me había olvidado por completo a lo que habíamos venido!"

"¡Vaya cabeza la nuestra!" añadió Keipi con una risa nerviosa. "Aunque siendo justos, la culpa es de esas ratas. ¿Quién no quedaría embelesado con semejante dominio del flamenco?"

Cassandra sonrió divertida, pero sus ojos se entrecerraron sutilmente, volviéndose más atentos.

"Entonces, Cassandra…" preguntó Cecily con tono casual, "¿sabrías algo sobre Juju, el sabio?"

La reacción fue inmediata.

El ambiente, que hasta entonces había sido relajado y jovial, cambió por completo. El aire pareció tornarse más denso. Cassandra se detuvo en seco. Su sonrisa desapareció lentamente, y sus ojos adquirieron un brillo diferente.

"¿Por qué queréis saber eso?" preguntó en tono serio. Ya no parecía la misma mujer extrovertida de hacía un momento.

Cecily, aunque sorprendida por el cambio, intentó mantener la calma. "No podemos darte todos los detalles… pero necesitamos su ayuda para traducir información clave sobre una reliquia. Es muy importante."

Hubo un silencio tenso. Luego, Cassandra bajó la mirada… y cuando volvió a alzarla, ya no era la misma.

"En ese caso…" dijo con voz fría, mientras un tercer ojo se abría lentamente en el centro de su frente, irradiando un resplandor púrpura. "Tengo que eliminaros."

El cambio fue instantáneo. Nuestros protagonistas retrocedieron de un salto, adoptando posturas defensivas. La presión mágica que emanaba de la mujer era aplastante.

"¿Qué demonios es eso?" murmuró Cecily, con electricidad danzando sobre sus dedos. "¿Y ese tercer ojo?"

"Es una Altargate…" dijo Keipi en voz baja, con una mezcla de asombro y preocupación. Priscilla, se transformó en su modo katana. "Son seres mágicos con forma humana cuya fuente de poder proviene de ese tercer ojo. Se pensaba que todos habían sido exterminados durante la última guerra…"

Cassandra dio un paso hacia adelante, su expresión no mostraba odio, sino un pesar profundo.

"Lo siento," murmuró con su voz teñida de melancolía. "Pensé que al fin podría hacer amigos en esta ciudad donde todos nos temen… pero no puedo permitir que estropeéis nuestros planes. No puedo dejaros con vida."

La energía mágica empezó a arremolinarse a su alrededor como un vórtice invisible, y el ojo de su frente comenzó a brillar con intensidad violácea, iluminando los muros cercanos.

Keipi apretó los dientes. "Prepárate, Cecily."

"¡Sí!" respondió tomando una postura ofensiva a cuatro patas.

Continuará…

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