miércoles, 16 de abril de 2025

Ch. 119 - El origen del conflicto

Ante la impactante noticia de Nathalie, el grupo quedó en completo silencio.

"Entonces… ¿Juju está muerto?" preguntó Marco, incrédulo, como si aún no quisiera creérselo.

"Por desgracia… sí," respondió Nathalie, bajando la mirada.

"¿Pero cómo…?" murmuró Theo, perplejo. "Estamos hablando de uno de los magos más poderosos de la guerra mágica."

"Es verdad… su nombre llegó a escucharse en varios países," añadió Hansel con tono serio.

"Era muy mayor ya… bastante hizo con vivir tanto tiempo," explicó Nathalie, conteniendo sus emociones con elegancia. "Sin embargo, aun así… los seis altargates tuvieron que unir sus fuerzas para matarlo."

"¿¿Hay seis de ellos?? No, espera, más importante, ¿Lo atacaron a la vez?" exclamó Keipi, completamente sorprendido.

"Claro. Si hubieran ido de uno en uno, mi abuelo los habría derrotado sin demasiados problemas," suspiró Nathalie. "Pero ellos sabían que, por separado, no tenían ninguna posibilidad. Así que decidieron atacar juntos, aprovechando que ya no está en sus plenas facultades… y lo asesinaron."

"Dios mío…" susurró Cecily, llevándose una mano a la boca.

"Eso es trampa…" murmuró Lily con un gesto de rabia.

"No, pequeña… Por muy injusto que parezca, hay que estar preparado para todo en esta vida," dijo Ryan, serio. "En una batalla real, no hay reglas. Sean seis o sean veinte, el mundo no se rige por el honor, sino por el resultado."

"Y-ya…" asintió Lily en voz baja, aún frustrada.

Marco dio un paso adelante, con voz más suave. "Sé que puede ser mucho pedir, pero… ¿nos podrías contar qué ocurrió exactamente?"

Nathalie dio un sorbo a su café, cerró los ojos unos segundos para tomar aire y luego asintió con calma.

"No pides demasiado, tranquilo. No me molesta hablar de ello," dijo con serenidad. "Mi sangre demoníaca me da una resistencia especial al dolor y a la muerte. No me afecta como a los humanos. Pero… si no fuera por la parte humana que llevo dentro, creo que jamás habría derramado una lágrima por su pérdida."

La habitación quedó en completo silencio. Nadie se atrevía a interrumpir.

"Como antes me preguntasteis varias cosas, dejad que os lo cuente todo desde el principio. Tal vez así entendáis mejor lo que estamos enfrentando."

"Está bien," dijo Keipi, tomando asiento y cruzando los brazos.

"Yo encantada de escucharte," añadió Cecily con una sonrisa triste, animándola.

Nathalie asintió con una mirada profunda y serena. Comenzando a explicar todo por partes.

"La raíz del conflicto se remonta a hace 103 años, con el inicio de la gran guerra mágica que todos conocéis," comenzó con voz firme, aunque serena. "Los Altargates, una raza discriminada y marginada por la sociedad, habían sido relegados a vivir todos juntos en un único país. Vivían en condiciones precarias, con constantes problemas económicos y políticos… y, cada vez que pedían ayuda al imperio, eran ignorados."

El grupo escuchaba en silencio absoluto, con la atención completamente centrada en sus palabras.

"Ni siquiera les permitieron formar parte del gobierno imperial. En su lugar, designaron a uno de los pocos humanos que vivían con ellos… y que, una vez recibió dinero y poder, se olvidó por completo de su pueblo. Se vendió. Les dio la espalda."

Nathalie apretó suavemente la taza entre sus dedos.

"Al ver que no recibían ayuda, buscaron aliados en otros países liderados por razas no humanas. Forjaron alianzas, unieron fuerzas… y finalmente, alzaron las armas contra el imperio. Querían justicia. Querían un lugar digno. Pero no lo consiguieron. Fueron arrasados. Su país fue el primero en desaparecer del mapa. Y con él, toda su raza. O eso creyeron."

Ashley abrió los ojos con sorpresa. "Dios mío…"

"No tenía ni idea de que la guerra empezó por eso…" murmuró Ryan, aún asimilándolo.

"Es que la historia, la historia oficial…" intervino Nathalie con cierta dureza, "la escribe la élite. La cuentan desde las montañas altas del poder, no desde el barro de los oprimidos. Quieren quedar como héroes, no mostrar el rostro real del horror que provocaron. Y si tan solo hubieran escuchado sus peticiones, si hubieran brindado apoyo en lugar de desprecio, nada de esto habría sucedido."

"Y ahora…" añadió, con los ojos entrecerrados, "los pocos Altargates que sobrevivieron solo tienen una meta: venganza. Venganza contra todo lo que huela a raza humana."

"¿Ese es su objetivo final?" preguntó Marco con preocupación.

"En efecto," asintió Nathalie. "Erradicar la especie que los condenó al olvido."

Un escalofrío recorrió la sala. Pero entonces, Hansel alzó la voz.

"Pero espera… Juju participó en esa guerra, ¿no?"

Todos volvieron sus miradas hacia él. Nathalie cerró los ojos con un leve suspiro.

"Sí. Mi abuelo fue quien lideró el escuadrón que arrasó la nación altargate. Su magia fue clave para exterminarlos. Él… mató a muchos de ellos con sus propias manos. Así que, para los que han sobrevivido, él era uno de los mayores símbolos del genocidio. Por eso lo buscaron. Por eso… lo asesinaron."

Cecily bajó la cabeza. "Es durísimo…"

"Da mucha pena por los altargates, la verdad," dijo Keipi con pesar. "Nadie merece pasar por algo así. Pero tampoco es justo que ahora quieran destruir a inocentes por crímenes que otros cometieron hace un siglo."

"Sí… Entiendo su dolor, su rabia," añadió Cecily, "pero ¿por qué castigar a una ciudad entera? ¿Por qué imponer miedo a personas que ni siquiera conocen el pasado?"

"Eso me lleva a la pregunta que me hicisteis antes sobre las raíces," dijo Nathalie con calma. "Ellos trajeron desde su tierra una reliquia antigua: Yggdrasil. Un árbol con conciencia mágica. Su poder es tal, que al plantarse en una ciudad puede vincularse con sus habitantes y ejecutar órdenes automáticas."

El grupo escuchaba sin interrumpir.

"En este caso," continuó, "le dieron una instrucción muy clara: castigar con la muerte a cualquier ciudadano de Phaintom que mencione el nombre de Juju, la palabra Yggdrasil o el Nuevo Testamento."

"Ah, cierto… te pregunté por qué a ti no te afectan las raíces," recordó Ryan.

"Por el mismo motivo que a vosotros," explicó Nathalie. "El árbol solo reconoce como objetivos a los habitantes registrados oficialmente en el censo de la ciudad. Mi abuelo y yo aún estábamos en trámites… su muerte ocurrió antes de finalizar el registro, así que me libré de milagro."

Lily se encogió entre los brazos. "Es horrible… obligar a la gente a vivir con ese miedo constante."

"Ahora entiendo por qué todos se ponían así cuando preguntábamos…" murmuró Theo.

"Es cruel," concluyó Ashley con los labios apretados.

"¿Y todo esto… qué tiene que ver con el Nuevo Testamento?" preguntó Marco, buscando comprender la conexión completa.

"Según lo poco que sé…" respondió Nathalie, mirando al vacío, "el Nuevo Testamento es una reliquia muy antigua, relacionada con magia espacio-temporal… o quizá con el control de otras dimensiones. Nunca logré entenderla bien. Mi abuelo era extremadamente reservado con todo lo que tuviera que ver con ese objeto. Protegía esa información como si guardara una tumba."

"Entonces… ¿estás diciendo que la reliquia está en Wolfgang?" preguntó Hansel, tragando saliva con nerviosismo.

"Sí," asintió Nathalie con firmeza. "Llevo varios días buscándola. Mi abuelo la enterró en algún lugar oculto para protegerla, y finalmente di con ella hace un par de días."

Acto seguido, abrió su mochila y sacó con cuidado un objeto cubierto por una tela gruesa. Al desenvolverlo, reveló una cápsula metálica de unos treinta centímetros, sellada con antiguos símbolos mágicos grabados en su superficie oxidada. A pesar del desgaste del metal, el sello permanecía intacto, como si protegiera celosamente el contenido que guardaba.

"Está sellada. No tengo idea de cómo abrirla… ni qué puede pasar si lo intento sin el método correcto."

"¿El Nuevo Testamento está ahí dentro…?" murmuró Keipi, boquiabierto.

"¿En serio…?" añadió Marco, dando un paso adelante con los ojos fijos en la cápsula.

Hansel no pudo contenerse más. "Esto puede sonar fuera de lugar, pero… ¿has visto alguna vez a alguien que se parezca mucho a mí, aunque con una expresión más relajada?"

Nathalie lo miró, frunciendo el ceño por la extraña pregunta.

"No. Es la primera vez que veo a alguien como tú. ¿Por qué lo preguntas?"

"Es… una historia algo larga," respondió Hansel, cruzando los brazos.

"Pero creo que deberíamos contártela," intervino Lily. "Después de todo lo que tú nos has revelado sobre Juju, Wolfgang y los Altargates, lo justo es que tú también sepas por qué vinimos."

"Tienes razón, entonces, dejad que me encargue yo," dijo el gemelo, tomando asiento.

Con calma y detalle, les explicó toda la historia: desde la desaparición de Gretel y la extraña voz que lo guió, hasta su encuentro con Marco y los eventos ocurridos en Acquermacus. Nathalie escuchó sin interrumpir, con expresión atenta y seria.

"Entiendo…" murmuró al final. "Así que buscabais a mi abuelo para que leyera la copia del grimorio que está escrito en lefgesérico, ¿no?"

"Exacto," asintió Cecily. "Pero si ha fallecido… eso complica mucho las cosas."

"Quizá," intervino Marco, con determinación renovada. "Pero no vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras los Altargates hacen lo que quieren con esta ciudad. Salvaremos Phaintom, destruiremos Yggdrasil… y luego ya veremos qué hacer con todo lo que encontremos."

"¿En serio haríais eso… por esta ciudad?" preguntó Nathalie, con una mezcla de esperanza y sorpresa.

"¡Por supuesto!" afirmó nuestro protagonista con una sonrisa decidida.

La semi-demonio lo miró con una sonrisa amplia, casi con ternura. "Se nota que eres el verdadero emperador."

"¿Eh? ¿Cómo lo sabes?" preguntó Lily, con cara de asombro.

"Vamos, chicos…" respondió ella con una risa ligera. "He vivido más de un siglo. Sé reconocer ese tatuaje de plumas que lleváis varios. Y deduje que el emperador tenía que ser uno de los que no lo mostraban. Solo quedaban dos opciones: Ryan —que lo lleva en la espalda— y Marco."

"Madre mía… es listísima," murmuró el propio emperador, frotándose la nuca.

"Ya te digo…" añadió Theo, impresionado.

"Bueno… al final va a ser verdad que la edad trae sabiduría," comentó Keipi entre risas.

"Sea como sea," retomó Nathalie con más seriedad, "si de verdad vas a luchar por esta ciudad… entonces tengo algo que ofreceros."

El grupo guardó silencio, atento.

"Phaintom es uno de los pocos lugares donde otras razas como la mía pueden vivir sin miedo. Aquí me han tratado con respeto y dignidad. Es un sitio que merece ser protegido porque se ganó mi cariño y el de muchos como yo. Así que… si realmente lográis liberar la ciudad y destruir Yggdrasil… os prometo que traduciré ese grimorio para vosotros."

"¡¿QUÉ?!" exclamaron todos al unísono.

"¿Sabes leerlo?" preguntó Ryan, incrédulo.

"¡Pues claro!" respondió ella con orgullo. "Mi abuelo me enseñó de todo: magia, idiomas antiguos, historia, y entre todo eso, pues claramente… lefgesérico. Si cumplís vuestra parte, yo cumpliré la mía."

El silencio se rompió con un nuevo aire de esperanza. Todos intercambiaron miradas. Ahora, tenían un objetivo claro. Y un nuevo aliado con conocimientos clave.

Continuará…

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