lunes, 21 de abril de 2025

Ch. 125 - Hansel vs Tassim

Phaintom.

Mientras la pelea entre Hansel y Tassim seguía en marcha, ya con varios minutos de intensidad a sus espaldas, los habitantes de Phaintom aún no habían evacuado la zona por completo. En lugar de huir, muchos de ellos se habían quedado a ayudar, haciendo lo posible por salvar la vida de Nathalie.

El niño que le había arrojado la piedra, con el rostro lleno de remordimiento, presionaba con ambas manos un trozo de tela contra la herida de su costado.

"Lo siento... señorita demonio..." susurraba entre sollozos. "No te mueras, por favor..."

A su lado, la señora que minutos antes la había insultado, se arrodilló, temblando. Su voz era débil, pero sincera. "Y-Yo también lo siento... Me dejé llevar por el miedo. En medio del caos, pensé que si señalaba a alguien... si culpaba a alguien... quizás la muerte no se fijaría en mí."

Pese al dolor, Nathalie les dedicó una sonrisa débil, pero cálida.

"No os preocupéis..." murmuró con voz entrecortada. "Esto no es nada para mí. Soy una semi-demonio... Me recupero más rápido que los humanos. Lo importante ahora es que... os vayáis de aquí cuanto antes..."

"¡No hagas esfuerzos hablando!" exclamó Lily, preocupada, revoloteando cerca de su rostro.

"Eso... Puedes ser lo que seas, pero esa herida se ve muy fea." añadió Theo, claramente afectado.

"Pero señorita... ¿por qué nos insiste tanto en que huyamos?" preguntó uno de los ciudadanos, aún dudando.

"Porque el cañón de Yggdrasil... disparará en más o menos unos doce minutos." respondió Nathalie con seriedad. "Y cuando lo haga... toda la ciudad será borrada del mapa."

"¡Es verdad!" confirmó Lily, agitando las alas. "¡Debéis marcharos ya mismo!"

El ambiente se volvió aún más tenso, pero la determinación crecía entre los presentes.

"No podemos dejarte aquí..." murmuró Theo.

"Tranquilo." dijo de pronto el mismo hombre que había preguntado antes. Se arrodilló junto a Nathalie y, con firmeza, la alzó con cuidado sobre su espalda. "La llevaremos con nosotros. No la dejaremos atrás."

Nathalie se dejó llevar, cerrando los ojos con una expresión de gratitud. "Gracias..." susurró.

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Por otra parte, Tassim sujetaba con ambas manos el cuerpo de su guadaña, y con un movimiento violento y juguetón, disparó cinco cuchillas giratorias que salieron disparadas en distintas direcciones hacia Hansel, como si fueran boomerangs letales.

Hansel reaccionó al instante. Extendió los brazos y generó una barrera de viento lo suficientemente potente como para alterar la trayectoria de los proyectiles, que terminaron clavándose en edificios cercanos. Pero justo cuando ejecutaba ese movimiento, el altargate descendió al suelo y, con una sonrisa sádica, clavó la parte superior del bastón de su arma contra la tierra.

"¡Cae!" gritó Tassim con entusiasmo.

Al instante, varias cuchillas de guadaña emergieron del suelo justo bajo los pies de Hansel. Aunque logró impulsarse con una ráfaga de aire ascendente para esquivar los cortes más peligrosos, su cuerpo aún recibió varias heridas superficiales al elevarse y posarse sobre el tejado de una casa cercana.

"¿Qué clase de magia está usando...?" murmuró Hansel, apretando los dientes.

"¡PUES UNA QUE SE LLAMA FLORECER!" gritó Tassim con orgullo, lanzándose en línea recta hacia él con la guadaña en alto.

Hansel se agachó justo a tiempo y saltó al tejado de la casa contigua. En cuanto lo hizo, vio cómo el edificio en el que se encontraba segundos antes era cortado a la mitad por el feroz ataque del niño altargate.

"¿Florecer...?" repitió Hansel en voz baja, al tiempo que canalizaba su magia y disparaba desde ambas manos un doble tornado de aire cortante.

"¡Eso es!" respondió Tassim con una sonrisa aún más ancha. Apuntó con el bastón de su guadaña hacia el tornado y, de su extremo, emergieron múltiples cuchillas giratorias que empezaron a rotar con tanta velocidad que lograron bloquear el ataque de viento por completo.

"Mi magia me permite hacer florecer lo que yo quiera." explicó el joven mientras mantenía su arma en posición. "En este caso, las hojas de mi guadaña. Siempre que haya un catalizador —el bastón de acero que sostengo— puedo hacerlas aparecer infinitamente."

Tras su explicación, disparó una nueva ráfaga de filos hacia Hansel con movimientos erráticos y juguetones, como si estuviera en un parque y no en un campo de batalla.

El gemelo descendió al suelo con una voltereta, esquivando todas las cuchillas por apenas unos centímetros.

"Tsk... Parece una magia de lo más molesta." gruñó Hansel, clavando la mirada en su oponente, cada vez más preparado para ponerse serio.

Tassim agarró su guadaña con firmeza, hizo crecer una nueva cuchilla en el extremo y, sin pensárselo dos veces, se lanzó al ataque con una sonrisa demente en el rostro. Hansel reaccionó al instante: apuntó ambas palmas hacia el suelo y liberó una ráfaga de viento que lo impulsó lateralmente a toda velocidad, esquivando por centímetros el corte brutal de su adversario, que partió por completo la casa de detrás con un chasquido seco de madera quebrada.

Sin perder tiempo, nuestro protagonista saltó sobre un barril, se impulsó hasta la barandilla de un balcón y, desde ahí, tomó altura de nuevo, lanzándose al cielo con un giro elegante. Una vez suspendido en el aire, canalizó su magia y disparó un poderoso tornado en dirección a su contrincante.

El altargate, lejos de asustarse, sonrió confiado. "Eso no va a servirte de nada..." murmuró mientras hacía florecer una cuchilla el doble de grande que las anteriores y la disparaba con violencia hacia el ataque entrante.

Pero Hansel, con los ojos afilados y la mente fría, dividió el tornado en dos justo antes del impacto. Ambas ráfagas se bifurcaron por los lados del proyectil enemigo y colisionaron con fuerza contra Tassim desde ambos flancos.

"¡Tch... Mierda!" gruñó el joven altargate, tambaleándose hacia atrás, con la guadaña aún firme entre sus manos.

Hansel no dejó pasar la oportunidad. Se impulsó con todo su poder hacia su rival, descendiendo como un proyectil humano. Mientras Tassim intentaba reincorporarse, el gemelo apoyó ambas manos sobre su plexo solar y disparó una poderosa ráfaga de aire concentrado. El impacto lanzó al enemigo por los aires como una marioneta rota.

"¡Ahora!" pensó Hansel, con el corazón palpitando, sabiendo que era su mejor oportunidad para inclinar la balanza del combate.

Pero Tassim no iba a caer tan fácilmente.

Aún en el aire, el altargate lanzó su bastón hacia el suelo con una precisión escalofriante. La guadaña se clavó a escasos centímetros de Hansel, y al instante, una serie de cuchillas emergieron a toda velocidad desde la base del arma, destrozando los edificios cercanos, desgarrando la camiseta de nuestro protagonista y clavándose esta vez con mayor profundidad en su costado y en el hombro izquierdo.

"¡Gh—!" jadeó Hansel al retroceder, sintiendo la sangre empapar su ropa.

Tassim no perdió ni un segundo. Se giró en pleno vuelo, apoyó los pies en la pared de una casa y se impulsó con violencia hacia su arma. Aterrizó con una voltereta limpia, sujetó su bastón con una sola mano y, con un grito furioso, lo alzó para asestar un golpe directo al rostro de Hansel, enviándolo varios metros hacia atrás, rodando por el suelo hasta detenerse cerca de un puesto de frutas derrumbado.

El altargate escupió sangre al suelo y se limpió el labio con la lengua.

"Jugaste limpio..." dijo con una media sonrisa, mientras una brisa natural sacudió su cabellera. "Pero eso no siempre te servirá, humano."

"Te equivocas..." murmuró Hansel, incorporándose con dificultad mientras presionaba con la mano su costado sangrante. Sus ojos brillaban con determinación. "Todo ha ido exactamente según lo tenía planeado."

"¿Cómo dices?" preguntó Tassim, frunciendo el ceño con desconfianza.

"Soy un mago de viento." explicó con voz firme, sin apartar la vista de su oponente. "Puedo generar ráfagas de la nada, sí. Y la fuerza depende de mi control, de mi energía... Pero si hay viento natural en el entorno, mis capacidades se multiplican."

"¿Y eso qué?" se burló Tassim con arrogancia, girando su guadaña entre los dedos.

Hansel sonrió. "¿Qué es lo que impide el paso del viento en una población como esta?"

Los ojos de Tassim se abrieron con sorpresa. En su mente, comenzaron a encajar las piezas: cada vez que lanzaba un ataque devastador, algún edificio era destruido. Fachadas, tejados, casas enteras... volaban por los aires con cada movimiento.

"¡Espera...!" exclamó, cayendo en la cuenta. "¡Me usaste para abrir espacio! ¡Me hiciste destruir los edificios a propósito para que el viento circulara!"

"¡Exacto!" comentó Hansel mientras liberaba una oleada de energía mágica. Su cuerpo se vio envuelto por una corriente ascendente de aire natural, que lo rodeaba como si el mismísimo cielo respondiese a su voluntad.

"¡PUES NO TE SALDRÁS CON LA TUYA!" rugió Tassim con rabia desbordada. "¡SERÉ EL ALTARGATE QUE MATE A MÁS HUMANOS, TE LO JURO!"

Con un grito salvaje, el niño alzó su bastón y generó una cuchilla descomunal, de casi dos metros de largo, lanzándola con toda su furia hacia Hansel.

Pero esta vez, el viento ya no estaba en su contra.

Hansel levantó la mano con serenidad, canalizando su poder. Una pequeña ráfaga de viento cortante salió disparada de sus dedos, y con precisión quirúrgica, partió la gigantesca cuchilla enemiga en dos mitades que se desintegraron en el aire.

Tassim apenas tuvo tiempo de pestañear.

Hansel inspiró profundamente, hinchando el pecho, y al exhalar, una espiral de viento denso y concentrado salió disparada de su boca en forma de tornado comprimido. El ataque recorrió la distancia entre ambos en cuestión de segundos y colisionó con violencia brutal contra el cuerpo de Tassim.

El impacto fue tan poderoso que el bastón de acero del joven altargate se hizo añicos al instante, fragmentándose en el aire como cristal. Tassim salió despedido varios metros, dando vueltas en el aire, hasta que su cuerpo aterrizó bruscamente en mitad de la calle, inconsciente, sangrando y completamente derrotado.

Hansel se quedó en pie, jadeando mientras la brisa natural seguía girando a su alrededor como un símbolo de su victoria.

Batalla en Phaintom.

Hansel vs Tassim.

Ganador: Hansel.

La polvareda aún flotaba en el aire tras el ataque final. Los escombros se asentaban lentamente sobre el suelo mientras el viento, ahora libre de barreras, barría las calles con una brisa fresca.

Los ciudadanos, que hasta hacía unos minutos apenas se atrevían a mirar, comenzaron a asomar tímidamente desde callejones, puertas entreabiertas y ventanas rotas. Sus ojos pasaban del cuerpo inconsciente de Tassim a la figura de Hansel, aún de pie, herido pero firme, con el viento girando a su alrededor como un manto invisible de poder.

"¡Ha derrotado a un altargate!" exclamó un hombre mayor, saliendo con cautela desde un callejón, con los ojos muy abiertos.

"No puede ser..." murmuró una mujer, llevándose la mano a la boca, visiblemente impactada.

"Sí puede..." respondió Theo con una sonrisa orgullosa, aún cubierto de polvo. "Porque Hansel es fuerte. Siempre lo ha sido."

"¡Y los demás también lo son! ¡Si esto sigue así, ganaremos!" añadió Lily con una energía contagiosa, revoloteando de emoción.

Una pequeña chispa de esperanza comenzó a encenderse entre los aldeanos. Sus rostros, antes hundidos en el miedo y la culpa, ahora mostraban asombro, admiración… y fe.

Sin embargo, no todos compartían la misma expresión.

"No sé yo..." murmuró Nathalie sobre la espalda del hombre que la estaba ayudando a desplazarse.

"¿Por qué lo dices?" preguntó Lily, acercándose a ella preocupada.

La semidemonio bajó la mirada y tragó saliva con dificultad. "Porque... el cañón de Yggdrasil disparará en tres minutos."

"¿En tres...?" repitió Theo, sintiendo cómo la euforia se esfumaba de golpe. "¡Pero si ni siquiera ha huido la mitad de los habitantes!"

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Unos minutos antes, en la jungla.

Las cadenas de Ryan chocaban con fuerza contra la barrera esférica de Taranel, haciendo vibrar el aire a su alrededor con cada golpe. A su lado, Cecily se movía con agilidad entre disparos, desviando las flechas mágicas de Milanova con patadas eléctricas, cada una chispeando con rabia.

"Tsk..." gruñó el hijo de la dragona, frunciendo el ceño. "Esta barrera es más resistente de lo que esperaba."

"¡No te preocupes! ¡Todavía podemos con ellos!" exclamó la ladrona, esquivando otra flecha y enviando una onda de choque con una patada al suelo.

"¿Vosotros? ¿Acabar con nuestro amor?" respondió Milanova con una sonrisa burlona. "¿Quién os creéis que sois para decir semejante blasfemia?"

"¡Eso niñata!" gritó Taranel, ofendido. "¡Nuestro amor es infinito! ¡El vuestro es solo una ilusión! ¡Sois unos novios pésimos!"

"¡Que no somos novios!" gritó Cecily, con las mejillas encendidas de vergüenza.

"¡Exacto!" añadió Ryan, igual de incómodo.

Pero Milanova sonrió con malicia. Su tercer ojo se abrió por completo y comenzó a brillar con un fulgor rosado.

"En ese caso... ¡Veamos cuánto resiste vuestra negación!" dijo coquetamente, besando la punta de una de sus flechas. "¡Flecha del Amor a Primera Vista!"

Con un gesto elegante, disparó el proyectil. Cecily se preparó, cubriéndose de electricidad para interceptarla, pero la flecha desapareció en pleno vuelo.

"¿Qué...? ¿Se volvió invisible?" murmuró la ladrona, desconcertada.

Antes de que pudiera reaccionar, la flecha se volvió visible a escasos centímetros del pecho de Ryan… y se clavó sin piedad.

"¡Mierda!" gritó él, llevándose una mano al pecho mientras retrocedía tambaleándose.

"¡Ryan! ¿Estás bien?" preguntó Cecily, corriendo hacia su compañero.

Pero algo estaba mal. Muy mal.

Las pupilas del hijo de la dragona se tornaron en forma de corazón, y en cuanto sus ojos se cruzaron con los de Cecily, una sonrisa tonta y brillante se dibujó en su rostro.

"Oh... Vaya. Creo que te amo." dijo con voz dulce.

"¿Eh? ¿Qué estás diciendo?" murmuró la ladrona, retrocediendo un paso.

Pero antes de que pudiera hacer nada más, varias cadenas surgieron del suelo, controladas por el propio Ryan. Una de ellas golpeó con violencia el abdomen de la ladrona, lanzándola como una muñeca de trapo contra el tronco de un árbol.

"¡Agh!" exclamó Cecily, cayendo de rodillas. "¿Ryan?" preguntó con los ojos abiertos de par en par.

"Te amo, Cecily..." repitió él, con la mirada embobada. "Y es porque te amo que... ¡tengo que matarte!"

"¡Jajajaja!" Milanova no podía contener la risa. "¡Ese es el poder de mi Flecha del Amor a Primera Vista! ¡El objetivo se enamora de la primera persona que captan sus ojos y su corazón comienza a retorcerse de pasión... hasta el punto de querer matar a quien más desea!"

"¡Una tragedia la mar de hermosa!" aplaudió Taranel, emocionado. "¡El final perfecto para una pareja condenada!"

"¿Tengo que... enfrentarme a Ryan de verdad?" murmuró Cecily, aún aturdida.

El hijo de la dragona dio un paso hacia ella, con las cadenas flotando a su alrededor como serpientes hambrientas. "Vamos, Cecily..." susurró con una sonrisa perturbadoramente dulce. "Amémonos… hasta la muerte."

Continuará…

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