jueves, 1 de mayo de 2025

Ch. 134 - ¿Es todo mi culpa?

Al día siguiente.

Cuando Marco abrió los ojos, ya no estaba en medio de la jungla. Se encontraba en el interior de un edificio desconocido. El brillo frío de los azulejos azules y blancos lo desorientó durante unos segundos. Al incorporarse, notó que su cuerpo entero estaba cubierto de vendas.

A su lado, Ashley descansaba con el brazo izquierdo enyesado, mientras Lily, la pequeña hada, reposaba sobre su hombro.

Ambas lo miraron en cuanto vieron que se movía.

"Marco...", murmuró Ashley.

"¡Marco!" exclamó Lily, soltando un torrente de lágrimas mientras volaba hasta su rostro.

"¿Q-Qué ha pasado?" preguntó él, aún aturdido.

"F-Fui a pedir ayuda a la ciudad...", empezó a explicar la hada, secándose las mejillas. "Cuando volvimos, solo encontramos a Theo consciente. Estaba... llorando, sin saber qué hacer. Todos estabáis en muy mal estado. Los trajimos aquí tan pronto como pudimos."

Marco cerró los ojos, intentando recordar.

"Es verdad... esos tipos..." murmuró. "Se llevaron la reliquia... y a Nathalie."

"Lo sabemos", respondió Ashley con voz cansada. "Theo nos lo contó todo a medida que fuimos despertando. Yo fui la primera... por suerte, lo más grave en mí fue esta rotura en mi mano. Pero aquí no tienen magos sanadores, así que no pueden acelerar la recuperación."

"Entiendo, tendrás que dejarlo reposar unos días. Por cierto, ¿Dijiste que todos han despertado ya?" preguntó él.

"Sí... Ryan y Cecily se veían fatal anímicamente, pero salieron a dar una vuelta ignorando completamente las recomendaciones del equipo médico. Hansel subió a la azotea y Theo fue tras él. Se le veía muy afectado por lo que pasó", explicó Lily.

Marco bajó la mirada. "Claro... perder la reliquia debe haber sido un golpe duro..."

"No solo la reliquia", añadió Ashley, con un suspiro que parecía llevar todo el peso de lo ocurrido. "También perdimos a Nathalie. No solo era nuestra amiga, sino la única capaz de traducir el grimorio que copiamos en Wisdom..."

"En otras palabras... todo se fue a la puta mierda", remató con crudeza.

"Sí..." asintió Lily, con un hilo de voz.

El silencio que siguió fue pesado. Marco apretó los dientes y bajó la cabeza. Entonces, un recuerdo lo atravesó como una lanza: la imagen de Thanatos, atravesando con su espada el pecho de Keipi, volvió con una claridad brutal.

"¡Es verdad!" exclamó, poniéndose de pie de un salto. "¿Y Keipi? ¿Está bien?"

Las dos chicas evitaron su mirada. El gesto fue suficiente para que el pánico se apoderara de él.

"¿Q-Qué pasa? ¿Por qué esa reacción?"

Ashley se levantó lentamente. "Ven conmigo..."

Marco, aún débil, cojeó tras ella por los pasillos del hospital de Phaintom hasta un nivel subterráneo. Allí llegaron a una sala de observación. A través del cristal, vio a Keipi tendido en una cama, inmóvil. Estaba conectado a un respirador, y un equipo de médicos trabajaba sobre su pecho con intensidad.

El doctor principal se secó el sudor con la manga, miró a sus compañeros y negó con la cabeza. Poco a poco, todos empezaron a recoger el instrumental y salieron de la sala.

Marco corrió hacia la puerta, interceptando al doctor.

"D-Doctor..." balbuceó, con el corazón en un puño. "¿Qué tal está?"

"Está vivo... Eso te lo puedo confirmar", respondió el médico con una seriedad sombría.

"Menos mal..." suspiró Marco, cayendo de rodillas, desbordado por el alivio.

Pero ni Ashley ni Lily compartieron su reacción. Ambas seguían mirando hacia el suelo, en silencio.

El doctor continuó: "Sin embargo... no podemos sanarlo. Es cuestión de días antes de que su cuerpo no resista más y acabe falleciendo."

El mundo de Marco se detuvo.

"P-Pero... ¿Cómo? ¿No pueden hacer nada?"

"El oponente al que se enfrentó le perforó el corazón sin dudar. No fue una herida cualquiera", explicó el médico. "Pero este chico... tuvo suerte de nacer con magia de agua. Ya que gracias a ello y de forma automática, el agua que hay en su cuerpo, está bombeando su corazón para mantenerlo con vida."

Marco tragó saliva, paralizado.

"Sin embargo", continuó el doctor, "su energía mágica no es infinita. Cuando se agote, el corazón dejará de latir. Solo un mago sanador de alto nivel, con años de experiencia, podría reconstruir el órgano antes de que eso ocurra."

"Y para colmo... Priscilla no volvió a la normalidad. Sigue rota, y no parece que vaya a recuperarse pronto." añadió Lily con pesar.

Hubo un silencio denso en la sala tras aquella noticia, uno tan tenso que parecía aplastar el aire. Fue roto, finalmente, por el llanto de Marco. Lágrimas silenciosas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, cargadas de impotencia.

"¿Es todo mi culpa...?" murmuró, con la voz temblorosa.

Ashley se acercó despacio, con intención de consolarlo.

"N-No es tu culpa." dijo, intentando apoyar una mano en su espalda.

"¡¡SÍ LO ES!!" gritó él, apartando bruscamente el brazo de su compañera. "¡Si hubiera ordenado huir en lugar de pelear! ¡Si no me hubiese quedado paralizado como un inútil ante esos monstruos...! ¡Quizá nada de esto habría pasado!" sollozaba, con la voz rota, ahogado entre lágrimas.

"Marco..." susurró Lily, sin saber qué hacer, flotando a su lado con el rostro lleno de pena.

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Parque de Phaintom.

Cecily y Ryan estaban sentados en un banco, respirando el aire fresco de la tarde. Sus cuerpos, cubiertos de vendas, parecían tan agotados como sus espíritus. Desde que salieron del hospital, no habían intercambiado una sola palabra.

"Es una maldita mierda, todo esto." rompió finalmente el silencio el hijo de la dragona, con la mirada fija en el suelo.

"Sí..." asintió la ladrona con un suspiro. "Nos aplastaron como si no fuéramos nada."

"Y para colmo, el tío ese con el maquillaje raro me dijo que yo era el más débil del grupo..." masculló Ryan, visiblemente frustrado. Sin embargo, su compañera no reaccionó con burla ni sorpresa.

"No se equivocaba..." murmuró con tristeza. "Los dos... somos los más débiles."

"¿Pero qué dices, Cecily?" respondió él, molesto por sus palabras.

"Lee el ambiente, idiota..." suspiró ella, sin agresividad, solo resignación. "No somos como Keipi o Ashley... Están muy por encima de nosotros, y Marco lo sabe. Por eso, en Wisdom, nos dejó a cargo de la reliquia mientras ellos se encargaban del combate."

Bajó la mirada y continuó, con una voz casi apagada.

"Esta vez ganamos porque los altargates no eran tan fuertes. Pero al final... a ti te controlaron el cuerpo y a mí me llevaron al límite. No cambia nada."

Ryan no respondió. Sabía que, en el fondo, tenía razón.

"Joder..." gruñó, apretando los puños. "Y en Longerville... fui envenenado a pesar de todo mi esfuerzo. Keipi tuvo que salvarme con un antídoto. Encima, cuando luchamos juntos contra Averno, fuimos los primeros en caer..."

"Sí..." asintió Cecily con un deje de vergüenza en la voz.

"Hasta Hansel es mucho más fuerte que nosotros." admitió Ryan, aunque le costara decirlo.

"Y no solo él..." añadió la ladrona. "Estoy convencida de que Nathalie también nos supera... Al fin y al cabo, no somos más que una ladrona retirada y un hijo de dragona que se ha pasado la vida atrapado en otra dimensión. No tenemos las mismas vivencias ni la experiencia de combate que los demás."

"Sí..." repitió Ryan, abatido.

"Ojalá... pudiéramos ser más fuertes." murmuró Cecily, sin esperanza.

"Ojalá..." dijo el hijo de la dragona, repitiendo su deseo como un eco.

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Terraza del hospital.

Hansel contemplaba el cielo con la mirada perdida y el rostro apagado por la melancolía. A su lado, Theo estaba sentado en el suelo, apoyado contra la pared, compartiendo en silencio el peso del momento.

"Gretel..." pensaba el usuario del viento. "Estábamos tan cerca... tan condenadamente cerca de dar con una pista sobre tu paradero. Y en un instante, todo se desvaneció. Como si el destino se empeñara en mantenernos separados..."

"¿Estás enfadado con nosotros por no haber podido cumplir la promesa que te hicimos?" preguntó Theo con voz baja, visiblemente preocupado.

Hansel negó lentamente con la cabeza.

"No. No estoy enfadado con vosotros... Ni mucho menos. Sigo agradecido por todo lo que habéis hecho por mí. Y quiero seguir viajando con vosotros." Hizo una pausa, apretando los puños. "Pero no puedo evitar sentirme frustrado. Fui derrotado de forma humillante… y por mi culpa, perdimos la única pista que teníamos sobre mi hermano."

Theo bajó la cabeza, apesadumbrado.

"Ya... Lo siento. Yo... lo único que hice fue esconderme tras un árbol y mirar cómo ocurría todo."

Hansel giró el rostro hacia él y esbozó una pequeña sonrisa.

"No te culpes, Theo. Tú no estás aquí para luchar. No tienes por qué cargar con esa culpa."

"Gracias, Hansel..." dijo el pequeño, devolviéndole la sonrisa con sinceridad. "Y no te preocupes... estoy seguro de que, con Marco y los demás, tarde o temprano encontraremos a Gretel."

Hansel volvió la vista al cielo, como buscando allí la respuesta.

"Eso espero..." murmuró. "Ahora mismo... no hay nada en este mundo que desee más que eso."

"Me pregunto... ¿Qué habrá sido de los Altargates?" murmuró Theo, rompiendo el silencio. "Les perdí completamente de vista una vez estalló el combate contra esos dos señores."

"Buena pregunta..." respondió Hansel, pensativo. "Cuando despertamos, nadie en este sitio sabía nada de ellos. Espero que estén bien... y que esos dos no les hayan hecho nada."

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En otro lugar de Wolfgang.

Cubiertos por telas que ocultaban su aspecto, los seis Altargates avanzaban por la extensa jungla. Llevaban toda la noche caminando sin descanso, sin pegar ojo.

"Parece que hemos conseguido escapar." dijo Liubei aliviado.

"Menos mal que uno de los ataques del hombre de los esqueletos rompió las esposas de Cassandra." explicó Taranel. "Gracias a su magia ilusoria, logró ocultarnos hasta que pudo liberarnos y salir de allí."

"Es la mejor. Podemos adoptarla como nuestra hija, cariñito." comentó Milanova, abrazando a su pareja.

"Jajajaja. Lo importante es que ahora podemos seguir buscando formas de exterminar a los humanos." sonrió Tassim con malicia.

Pero entonces, Cassandra se detuvo en seco.

"Oye... chicos." dijo en voz baja, con un tono apesadumbrado.

"¿Qué ocurre?" preguntó Almatora, girándose hacia ella.

"Yo... quiero dejar la venganza." confesó, bajando la mirada. "No me siento bien con todo esto. Aunque me esforcé por cumplir el plan... disfruté de verdad cuando estuve con Keipi y Cecily, viendo aquel espectáculo de ratas flamencas. Sentí que... podía formar parte de algo más."

"¿¡Qué dices, tonta!?" saltó Tassim, visiblemente molesto. "¡Tenemos que acabar con todos ellos!"

Liubei le calló de un golpe seco en la nuca. "Yo estoy contigo, Cassandra."

"Y nosotros también." añadieron Milanova y Taranel al unísono.

"Sí..." asintió Almatora. "No tenemos por qué seguir por un camino que nos impusieron. Ese hombre nos manipuló, sin pensar en nuestros sentimientos, ni en cómo han cambiado los humanos en este siglo. Marco... él me tendió la mano, me miró sin prejuicios. Y en ese momento sentí que podía confiar plenamente en él."

"¡Pero... mis padres!" exclamó Tassim, con la voz temblorosa.

"¿De verdad crees que tus padres querrían verte así? ¿Crees que estarían orgullosos de que te dediques a matar?" le preguntó Cassandra con dulzura.

El pequeño recordó cómo sus padres lo llevaban de niño a los zoológicos, animándolo a cumplir su sueño de cuidar a los animales. Aquello le hizo agachar la cabeza mientras unas lágrimas silenciosas rodaban por sus mejillas.

"S-Sí... Quizá ellos no estarían orgullosos de mí..." murmuró con tristeza.

"No os preocupéis." dijo Almatora con firmeza. "Ahora mismo tenemos muchos pecados que saldar, pero si pagamos el precio de las vidas que arrastramos por este falso legado... tal vez podamos empezar de nuevo. Reconstruir lo que fuimos. Volver a levantar nuestro clan."

"Sí." respondieron todos al unísono, retomando su camino a través de la jungla.

"Y si algún día nos necesitas, Marco..." pensó Almatora, apretando los puños con decisión. "Estaré a tu lado para luchar contigo."

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Más tarde, en la aeronave del grupo.

Pese a todo lo sucedido la noche anterior, nuestros protagonistas sabían que no podían detenerse. Tenían que continuar su camino y hacer todo lo posible por recuperar la reliquia y a Nathalie. Por eso, decidieron partir esa misma tarde, aunque Marco no parecía estar en condiciones. Tras lo ocurrido con Keipi, se encerró en su habitación, buscando consuelo en la soledad.

Mientras tanto, el equipo médico de Phaintom terminaba de instalar en la sala médica del vehículo todo el equipamiento necesario para mantener con vida al monje el mayor tiempo posible. A su lado descansaba su espada rota, aún incapaz de volver a adoptar su habitual forma de polluelo.

El doctor que había intentado operarlo conversaba con Ashley poco antes del despegue.

"¿Estáis seguros de que esto es suficiente para compensaros?" preguntó el médico con preocupación. "Habéis salvado toda la ciudad... No sé si regalaros un equipo sanitario está a la altura."

"Lo está. Sobre todo porque también nos has dado el alta antes de tiempo para poder continuar el viaje." respondió la joven. En ese momento, Lily flotó hasta posarse suavemente sobre su cabeza.

"Marco... no quiere hablar con nadie." murmuró la pequeña algo nerviosa.

"No te preocupes, es completamente normal que necesite tiempo." comentó el doctor con un tono comprensivo. "Lo importante ahora es que sepa que no está solo, que os tiene a vosotros. No dejéis que los brazos de la depresión lo atrapen."

"Lo cuidaré, lo prometo." respondió Lily con decisión.

"Y... ¿a dónde os dirigís ahora?" preguntó el médico.

"No lo sabemos con certeza. Quizá visitemos algún país cercano en busca de un mago sanador que pueda sanar las heridas de Keipi y mantenerlo con vida..." respondió Ashley, algo cabizbaja. "Porque si él muere... no quiero imaginarme lo que le pasará a Marco."

Hizo una breve pausa y añadió con una sonrisa triste:

"Además... esos dos me ayudaron tanto cuando más lo necesitaba, que haré lo que sea para que ese idiota espadachín vuelva a meterse conmigo... y para que Marco vuelva a sonreír."

"Eres una chica increíble. Te deseo toda la suerte del mundo." dijo el doctor, estrechándole la mano.

"Gracias..." respondió ella con un susurro.

Ashley y Lily subieron a la aeronave y le dieron la señal a Theo para iniciar el despegue. Entonces, con un profundo dolor en el pecho, el grupo abandonó Wolfgang... sin mirar atrás.

"Keipi... Lo siento." sollozaba Marco desde su habitación, con el corazón roto.

Continuará...

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