Dimensión de la carrera
Nuestros protagonistas se encontraban en plena ronda eliminatoria, luchando por clasificar a la fase de batallas del Majestuoso Torneo de Lucha de Aspasia. En ese momento, eran perseguidos por una bandada de murciélagos oscuros de grandes alas membranosas y colmillos afilados como cuchillas.
"¡Yo me encargo esta vez!" gritó Hansel.
Girándose con decisión hacia los enemigos, canalizó su poder en ambas palmas. Con total precisión, disparó una ráfaga de tornados delgados como lanzas, que atravesaron a los murciélagos uno por uno, reduciéndolos a partículas de sombra que se desvanecieron en el aire.
"¡Increíble!" exclamó Ryan, sin dejar de correr ni por un segundo.
"Morgana sí que hizo su trabajo entrenándonos," dijo Ashley con una sonrisa, impresionada por la eficacia de su compañero.
"La verdad, tuve un maestro la mar de molesto... pero agradezco que me hiciera ver mis propios errores al usar el viento en combate," reflexionó Hansel, evocando con una pizca de nostalgia los duros días de entrenamiento con su propio clon.
Pero antes de que pudieran continuar con tranquilidad, el suelo frente a ellos tembló violentamente y se abrió de golpe, revelando un enorme cráter que los arrastraba hacia un río incandescente de lava que rugía en las profundidades.
"¡Una trampa! ¡Mierda!" gritó Marco, mientras caía con sus compañeros.
Con reflejos perfectos, Ryan unió las manos y canalizó su poder. De las paredes cercanas emergieron gruesas cadenas de acero que se extendieron como serpientes, envolviendo la cintura de cada uno de sus compañeros —y la suya— y lanzándolos con cuidado de vuelta a terreno firme, lejos del ardiente abismo.
"¡Gracias!" sonrió Cecily al aterrizar de pie.
"¡Para eso estamos!" respondió Ryan con orgullo, manteniendo su compostura mientras retiraba las cadenas.
"¡Aún no es momento de celebrar!" gritó Marco, señalando un enorme portón de acero que bloqueaba el camino. "¡Tenemos otro contratiempo!"
"¿Contratiempo, dices?" sonrió Ashley, mientras las marcas de Heracles brotaban con intensidad en sus piernas, dibujándose como relámpagos anaranjados.
Sin vacilar, la joven tomó impulso, dio un salto colosal y, con una potente patada, derribó de un solo golpe el portón, que se desplomó entre chispas y crujidos metálicos.
"Yo no veo ninguno," dijo con una sonrisa orgullosa.
Sin embargo, justo al otro lado del portón, un demonio los aguardaba agazapado. Su cuerpo era delgado y alargado, con tentáculos oscuros que palpitaban con energía corrupta. Se lanzó a gran velocidad directamente hacia Ashley, alzando sus apéndices como cuchillas letales.
Pero antes de que pudiera alcanzarla, Marco apareció a su lado con un destello de fuego. Más veloz que su enemigo, lo atrapó de la cabeza con una mano y, sin titubear, disparó una esfera de llamas comprimidas a quemarropa.
El impacto fue brutal. La cabeza del demonio estalló en una llamarada, y su cuerpo inerte cayó al suelo envuelto en humo negro.
"Tienes razón..." dijo Marco, con una sonrisa serena mientras se incorporaba. "No hay ningún contratiempo."
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Fémina. Despacho de Morgana.
La portadora de la deidad se encontraba junto a Nicole, sentadas con serenidad en el interior de un despacho bañado por una suave luz cálida. Mientras compartían una taza de té humeante, observaban en una pantalla mágica cómo sus aliados superaban una tras otra las pruebas de la carrera de obstáculos.
"No lo están haciendo nada mal," comentó Nicole con una sonrisa, dando un sorbo a su taza.
"Estoy bastante satisfecha con los frutos de sus entrenamientos," admitió Morgana, con un dejo de orgullo en la voz. "Todos han alcanzado un nuevo nivel con notable facilidad... y, siendo sincera, no creo que ningún oponente en este torneo pueda derrotarlos incluso portando mis pulseras especiales."
"Pero sé que hay un ‘pero’ en todo eso, ¿verdad?" preguntó la sanadora, mirándola de reojo.
"En efecto..." respondió Morgana, bajando la mirada. Su voz se tornó más grave, más íntima. "Por desgracia, el futuro no ha cambiado. En menos de una semana... todo llegará a su fin. Las líneas temporales se detienen, como si más allá no existiera nada."
"¿Y qué podemos hacer?" preguntó Nicole, con el rostro ensombrecido.
"Nada..." murmuró Morgana. "Solo confiar. Confiar en que, en algún momento, la línea se quiebre, y algo —o alguien— logre alterar el destino. Que el flujo se incline a nuestro favor y podamos romper el bloqueo que se cierne sobre nosotros."
"Lo conseguiremos... lo sé," dijo Nicole con convicción, llevando una mano al pecho. "Tengo esa fe guardada en lo más profundo de mi corazón, maestra."
"Eso espero, querida..." susurró Morgana, mirando la imagen de sus discípulos en la pantalla con melancolía. "Eso... espero."
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Dimensión de la carrera
Nuestros protagonistas estaban ya cerca de la meta. Llevaban corriendo sin descanso, superando cada obstáculo con determinación y destrozando todo lo que se interponía en su camino. Pero justo cuando creían que todo estaba bajo control, emergieron frente a ellos cinco esferas de un líquido oscuro y viscoso.
En menos de un segundo, aquellas masas negras tomaron forma y se transformaron en versiones oscuras de ellos mismos. Clones sombríos, con ojos brillantes y la misma energía mágica... pero corrompida.
"¡Así que la última prueba es enfrentarnos a nosotros mismos!" exclamó Marco con una sonrisa desafiante.
"¡Entonces no puede ser tan difícil!" añadió Cecily, encendiendo su electricidad con un chasquido.
"¡Intercambiemos oponentes!" propuso Ryan con una sonrisa de complicidad. "¡Así no pueden imitarnos tan fácilmente!"
Sin perder un segundo, los cinco saltaron hacia los clones... cambiando posiciones entre ellos.
Cecily fue directa a por el clon de Ryan, y con un único chispazo eléctrico, lo dejó fuera de combate. "Ni siquiera te acercas a la imponente presencia de mi Ryan", dijo con altivez.
Ashley se encargó del clon de Hansel, y lo pulverizó de un solo puñetazo.
Ryan ató sin dificultad al clon de la usuaria de potenciación con sus cadenas, derribándolo con precisión quirúrgica.
Hansel, en cambio, se enfrentó al clon de Marco y, creando un torbellino afilado de viento, lo desintegró por completo. "El viento siempre apaga el fuego."
Marco, por su parte, lanzó una llamarada implacable al clon de Cecily, derribándolo en un abrir y cerrar de ojos.
Una vez las cinco criaturas fueron derrotadas, los verdaderos protagonistas corrieron juntos y, al unísono, se lanzaron a través de la grieta dimensional. Al cruzarla, aterrizaron en la sala de espera del coliseo, donde ya los esperaban varios equipos clasificados.
"¡Sois los octavos en llegar!" anunció una voz masculina proveniente del techo, oculta en alguna especie de megafonía mágica.
"¿Octavos?" repitió Ashley, visiblemente sorprendida. "¡Pero si lo hicimos rapidísimo!"
"Pues parece que no tanto..." murmuró Hansel, observando los equipos que ya se encontraban allí.
Entre ellos destacaban varios grupos inquietantes: un cuarteto siniestro liderado por una hermosa chica de cabello rosado, otro grupo encabezado por un hombre musculoso y extravagante, y uno más, completamente cubierto con capas oscuras y máscaras decoradas con dibujos de arañas que ocultaban cualquier rastro de piel.
"Vaya, vaya..." murmuró Cecily, escaneando la sala con la mirada.
"Esta vez os hemos ganado," dijo una voz conocida. Takashi apareció con una sonrisa confiada, acompañado por sus tres compañeros.
"Habéis sido rápidos, eso está claro," reconoció Marco con cortesía.
"No nos subestiméis," advirtió Viktor, cruzando los brazos.
"Ni vosotros a nosotros," replicó Cecily con una sonrisa desafiante.
"¡Eh! ¡Cuánto tiempo!" exclamó Ryan al reconocerlos.
"¡Ya ves, tío!" respondió Lola con alegría, dándole la mano.
Los miembros de ambos equipos se saludaron efusivamente, contentos por reencontrarse. Luego, entre risas y comentarios sobre la prueba, comenzaron a conversar, mientras en el aire flotaba la tensión de las próximas batallas por venir.
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Minutos después...
El equipo sesenta y cuatro finalmente cruzó la meta, cerrando la ronda eliminatoria del Majestuoso Torneo de Lucha de Aspasia. En ese instante, una enorme pantalla mágica se desplegó frente a todos los clasificados, captando su atención de inmediato.
"¡Ahí está otra vez!" exclamó Ryan, señalando el holograma.
"Es la abuela," comentó Viktor con una sonrisa burlona.
Aspasia apareció una vez más, proyectada en el aire con total majestuosidad.
"Enhorabuena a los sesenta y cuatro equipos que han superado esta primera fase," dijo con voz solemne pero cálida. "Mañana, al mediodía, comenzarán las batallas en el gran coliseo de Accuasancta. Todos los equipos deberán estar presentes para el sorteo de grupos y el inicio de los combates."
"¿A las doce de la mañana?" murmuró Ashley con desgana. "Ugh... voy a tener que madrugar."
"Descansad lo que podáis," añadió la mujer. "Porque lo que viene... pondrá a prueba no solo vuestra fuerza, sino también vuestros lazos y vuestras convicciones."
Y con esas últimas palabras, la imagen desapareció.
Sin darles tiempo a despedirse, sin siquiera un instante para intercambiar miradas o palabras finales, todos los jugadores fueron teletransportados de vuelta al lugar del que vinieron.
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Aeronave.
En un parpadeo, los cinco miembros del equipo aparecieron en medio de la sala de entrenamiento, sorprendiendo a Theo y Lily, que los esperaban sentados.
"¡¿Eh?! ¡¿Ya estáis aquí?!" exclamó Lily, boquiabierta. "¡Si apenas ha pasado media hora!"
"Bueno, al final no era tan difícil como parecía," dijo Ashley, encogiéndose de hombros con una sonrisa confiada.
"¿Eso significa que... que lo habéis conseguido?" preguntó Theo, con los ojos brillando de emoción.
"¡Por supuesto!" respondió Marco, levantando la mano en señal de victoria. "¡Clasificados oficialmente!"
Lily batió las alas con entusiasmo mientras Theo aplaudía con una sonrisa orgullosa.
El grupo se relajó, sabiendo que la primera fase había quedado atrás… pero también, que lo verdaderamente difícil estaba a punto de comenzar.
Continuará...
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