La ronda eliminatoria había concluido satisfactoriamente, y nuestros protagonistas ya se preparaban para dormir y recuperar energías antes del torneo. Sin embargo, en la iglesia de Yumeith, aún no se había apagado la última vela.
El grupo infiltrado en el torneo había superado la eliminatoria sin necesidad de ayuda externa, y ahora se encontraba reunido ante Aspasia, dispuestos a recibir su bendición. Se trataba del equipo liderado por una joven de cabello rosado y mirada perturbadoramente dulce.
Sus ojos tenían las pupilas en forma de corazón, y su vestuario, compuesto por distintas tonalidades de rosa, la hacía parecer inofensiva. Pero unos oscuros y siniestros tatuajes que recorrían sus brazos revelaban otra verdad.
"Hemos venido, su santidad", anunció la líder al entrar en la inmensa sala donde Aspasia oraba, como de costumbre, ante la estatua dorada de Yumeith.
Junto a ella la seguían tres figuras igual de peculiares: una mujer entrada en años que vestía como una colegiala, una marioneta de madera con vida y aspecto de niño, y un hombre encorvado de larga melena naranja que arrastraba por el suelo, con el rostro completamente oculto tras una inquietante máscara.
Aspasia, al concluir su rezo, se incorporó con calma y giró hacia ellos con solemnidad.
"Enhorabuena, mis queridos sacerdotes del génesis."
Ese era el título reservado para los fieles que, sin poseer el poder suficiente para ascender al rango de apóstol, eran considerados como sus reservas. A diferencia de estos, no recibían un nombre ceremonial, sino que mantenían el suyo de nacimiento.
"Hice bien en escogeros para representar a la Iglesia sin levantar sospechas. Así nadie podrá acusarnos de hacer trampas. Estoy verdaderamente orgullosa de vosotros cuatro..."
Entonces comenzó a nombrarlos, uno por uno.
"Lovette", dijo mirando a la líder de cabello rosado.
"Antonia", continuó, dirigiéndose a la mujer vestida de colegiala.
"Pinoccio", pronunció al observar a la marioneta viviente.
"Augvag", concluyó, mirando al encorvado enmascarado.
Los cuatro se arrodillaron al oír sus nombres, con una reverencia silenciosa y disciplinada.
"Me agrada contar con vosotros durante este festival. Lo único que os pido es simple... ¡ganad! Y aseguraos de que esos guerreros gasten hasta la última gota de su energía mágica. Es vital que el sello del Nuevo Testamento se alimente."
"¡Sí, su santidad! ¡Lo haremos!" exclamaron al unísono.
"Podéis descansar. Mañana empieza el gran día", dijo Aspasia, sonriendo con una calma que helaba la sangre.
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A la mañana siguiente.
Nuestros protagonistas se despertaron temprano, tomaron una ducha revitalizante y desayunaron con energía para afrontar el día que tenían por delante.
La emoción y los nervios se mezclaban en el ambiente: sería la primera vez que lucharían en un escenario frente a miles de espectadores. Sin embargo, nada de eso les haría perder de vista su verdadero objetivo: averiguar qué oculta la iglesia de Yumeith con respecto al Nuevo Testamento.
En la habitación aún vacía de su amigo, Marco observó la bandana favorita del monje perfectamente doblada sobre la cama.
Una vez listos, y acompañados por Lily y Theo, emprendieron el camino hacia el Coliseo de la ciudad. Desde allí ya se escuchaban los vítores del público y los primeros fuegos artificiales que iluminaban el cielo: la señal inequívoca de que el gran Torneo estaba a punto de comenzar.
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Coliseo.
Una vez llegaron al lugar, el grupo tuvo que separarse. Theo y Lily se dirigieron a las gradas, mientras que los participantes fueron guiados hacia la zona subterránea, donde cada equipo contaba con su propia sala de espera. Estas estancias incluían pantallas para seguir los combates en directo, así como agua y comida suficiente para resistir durante toda la jornada.
Acompañados por un guardia de la iglesia, Marco y los demás llegaron a su sala asignada. Era amplia, de un blanco impoluto, y destacaba por la generosa mesa repleta de comida. Sin embargo, lo que más llamaba la atención era una pantalla flotante que ocupaba el centro de la sala, suspendida en el aire.
A mediodía, los últimos fuegos artificiales estallaron en el cielo, señal de que el torneo estaba a punto de comenzar. En ese instante, una enorme pantalla apareció en el centro del Coliseo y la retransmisión se replicó en todas las salas subterráneas. En ella apareció Aspasia, sonriente como siempre.
"¡Bienvenidos todos al primer y maravilloso día del Majestuoso Torneo de Lucha de Aspasia! Es un honor para la iglesia organizar este evento y dar a conocer a los guerreros más prometedores de todos los países del mundo." Hablaba con tono piadoso, como si creyera cada palabra, ocultando con maestría sus verdaderas intenciones tras su fachada de sacerdotisa suprema.
"Qué mala vibra..." murmuró Theo desde su asiento en la grada.
"Ya te digo..." asintió Lily, cruzándose de brazos.
La imagen cambió, revelando ocho agrupaciones, designadas con letras de la A a la H.
"¿Y cuál somos nosotros?" preguntó Ashley, intentando identificar su grupo.
"Es verdad… Nunca pusimos un nombre al equipo." añadió Marco.
"Ah, eso lo hice yo." dijo Hansel, acercándose a la pantalla con naturalidad. "Mirad, ahí estamos. Grupo C. Somos los Emerald Paladins."
"¿Los qué?" preguntó Ryan, con una ceja levantada.
"Paladines Esmeralda." explicó Hansel. "Porque somos los paladines del emperador, y ‘esmeralda’ por el tipo de verde de nuestra aeronave. No me compliqué demasiado; al final lo importante es ganar."
"Totalmente de acuerdo." asintió Cecily, convencida.
"¡Pero eso era lo mejor! Ponerle un nombre genial al grupo, algo tipo ‘Ryan y sus colegas’... o ‘Los más duros de Pythiria, mamones’..." se lamentaba Ryan, derrotado por no haber tenido esa oportunidad gloriosa.
"Me-menos mal que no te dejamos el papeleo a ti..." suspiró Marco, agradecido.
"Entonces tenemos que ganar tres combates para llegar a la final." calculó Ashley en voz alta.
"Y si perdemos... nos vamos a la mierda." añadió Ryan con toda la elocuencia del mundo.
"Pero no lo haremos. Podemos ganar." afirmó Marco con una sonrisa decidida.
"¡Eso es!" respondió Hansel, animado.
"¡Y sin más dilación, demos comienzo a los combates! ¡Que pasen los ocho equipos del grupo A!" anunció Aspasia con entusiasmo teatral.
El público estalló en vítores mientras los equipos iban entrando uno a uno al coliseo, colocándose en sus posiciones mientras esperaban ser llamados. Entre ellos destacaban los Sacerdotes del Génesis, cuya presencia imponente captó de inmediato la atención de los apostadores.
"Antes de empezar, elegiremos al azar la modalidad de combate que se empleará hoy." dijo Aspasia mientras giraba una pequeña tómbola repleta de esferas de cristal. Tras varias vueltas, una cayó en su mano y la abrió con solemnidad.
"Ya veo… así que combates uno contra uno, donde el vencedor se queda en el ring hasta que alguien logre derrotarlo." reflexionó Cecily.
"A mí me mola la idea." dijo Ashley con una sonrisa.
"Lo único chungo es que, como el mínimo de participantes por equipo es tres y el máximo cinco, esto perjudica a los que tengan menos miembros. Podrían quedarse en desventaja rápidamente." analizó Marco con seriedad.
"En efecto... pero es perfectamente válido. Está en las normas, y al final, ser menos no significa ser más débiles." intervino Hansel con optimismo.
"Eso es." asintió Ryan, animado.
Con una palmada, Aspasia activó la pantalla del coliseo, que comenzó a realizar el sorteo de los primeros enfrentamientos del grupo A.
"Tsk…" refunfuñó Lovette desde su puesto. "Parece que nos toca abrir el torneo."
"¡El primer combate será entre los Love Guardians y Unlimited Balds!" anunció Aspasia.
Los dos equipos se acercaron al cuadrilátero de piedra situado en el centro del estadio.
"Vaya nombrecito nos pusiste..." murmuró Pinoccio con tono resignado.
"Es divertido." respondió Augvag con total naturalidad.
"Yo lo veo genial. Quizá debería comprarme braguitas con corazones para que, cuando se me levante la falda por el viento, los solteros de las gradas caigan rendidos ante mí." fantaseó Antonia con una sonrisa soñadora.
"Esta tía está delulu siempre…" suspiró Lovette, rodando los ojos.
El equipo rival estaba compuesto por cinco hombres calvos, robustos y brillantes como faros bajo el sol.
Justo entonces, una nube de humo emergió del centro del cuadrilátero. Cuando se disipó, reveló la figura de Anaxandra, vestida con ropajes de ángel en tonos pastel.
"¡Hola a todos! ¡Soy Anaxandra!" saludó con una sonrisa fingida y rebosante de falsa emoción. "¡Seré la jueza oficial de este torneo! ¡Espero contar con vuestro apoyo!"
El público respondió con vítores y aplausos.
"¡Y ahora, que suba un luchador de cada equipo!" ordenó la jueza.
De los Unlimited Balds subió un hombre bajo y musculoso, claramente el más preparado físicamente de su grupo. Por parte de los Love Guardians, se acercó el siniestro enmascarado.
"Más te vale vencer a todos. No pienso subir ni de coña." dijo Lovette, cruzada de brazos.
"¡Enseñales quién manda!" animó Pinoccio desde abajo.
"¡Te dejo oler mis braguitas si ganas!" gritó Antonia con entusiasmo.
"Prefiero perder si esa va a ser la recompensa..." suspiró Augvag mientras subía lentamente al cuadrilátero.
"¡Perfecto! ¡Ya tenemos a los primeros combatientes!" anunció Anaxandra. "¡Rudolf, de los Unlimited Balds, contra Augvag, de los Love Guardians! ¡Que comience el combate!"
Sin perder un segundo, ambos se lanzaron el uno contra el otro, inaugurando por fin el majestuoso torneo de combate de Aspasia.
Continuará…
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