Iglesia de Accusancta
Aspasia y los demás miembros del clero observaban la competición a través de distintas pantallas mágicas, dispuestas en la gran sala ceremonial. No era sólo por interés estratégico: también querían evitar cualquier sorpresa en el coliseo. A su alrededor, varios apóstoles la acompañaban, atentos a cada enfrentamiento.
"Mira ese grupo", comentó Kinaidos, dando un codazo a Thanatos.
El espadachín fijó la vista en la zona indicada y entrecerró los ojos. "Oh... Así que han venido a participar."
"¿Qué hacemos? ¿Vamos a por ellos?" preguntó el apóstol afeminado, con una sonrisa juguetona en los labios.
"No", respondió su compañero con frialdad. "Ya no nos son útiles. Sería perder el tiempo con un montón de basura. Además..." hizo una pausa mientras observaba con más atención, "no está con ellos el tipo que maté. Probablemente han venido aquí a la desesperada, a ver si rascan algo de dinero."
"Tienes razón", asintió Kinaidos, despreciativo. "Ninguno de ellos merece la pena. Y sinceramente... prefiero jugar en ligas mayores."
"¿De qué habláis?" preguntó entonces Aspasia, girándose hacia ellos con su voz pausada.
"Nada, su santidad", respondió Thanatos con una leve reverencia. "Simplemente estábamos comentando quién podría ganar el próximo combate."
"Entiendo", murmuró la anciana, volviendo a centrar su atención en la pantalla central.
"No la molestemos con tonterías innecesarias. Ahora lo importante es reunir la energía mágica para liberar el sello", dijo Thánatos con tono seco, como si estuviera cerrando el tema.
"Sí...", susurró Kinaidos, sonriendo con los ojos entrecerrados.
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Coliseo
El coliseo entero hervía de emoción. Los gritos, vítores y tambores no cesaban, creando una atmósfera electrizante. Las gradas estaban repletas, y todos los ojos apuntaban al centro de la arena, donde el siguiente combate estaba a punto de comenzar.
"¡Que empiece la batalla!" exclamó Anaxandra, levantando el brazo con energía.
Monkino respiró hondo, se crujió los nudillos y chocó sus puños con determinación. Sus músculos estaban tensos, su mirada enfocada. Estaba listo para darlo todo... o al menos, eso creía.
En menos de un segundo, en un simple parpadeo, Ashley se deslizó hasta él como un rayo. Antes de que el motero pudiera reaccionar, ella ya lo había sujetado por el cuello con el brazo. Y en un solo y devastador movimiento, lo estampó contra el suelo con una fuerza brutal que hizo retumbar el coliseo.
El cuerpo de Monkino quedó completamente inmóvil.
"¡¿QUÉ?!" rugió el público al unísono, incapaz de procesar lo que acababan de ver.
"Esta tía..." murmuró Ryan, entre sorprendido y divertido.
"No hay quien la pare", dijo Cecily con una sonrisa de orgullo.
Ashley se giró confiada hacia sus contrincantes, sacudiéndose el polvo de las manos como si nada. "¿Y bien? ¿Quién sigue?"
"¡La ganadora del primer combate es...! ¡ASHLEY!" anunció Anaxandra, levantando el brazo en dirección a la vencedora.
Las gradas estallaron en aplausos. Gritos, vítores y confeti llenaron el aire. Gracias a su victoria, las apuestas por su equipo comenzaron a dispararse. En los marcadores mágicos del coliseo, los Emerald Paladins empezaban a sonar como los favoritos del bloque C.
"Es increíble..." dijo Theo, con los ojos bien abiertos.
"Es que a la Ashley no la detiene nadie", añadió Lily con una sonrisa entusiasta.
Entonces, desde el otro extremo del cuadrilátero, apareció la siguiente contrincante: Suzanne, la luchadora de los Motor Rangers, reconocible por su imponente casco de color amarillo y su traje con detalles metálicos. Caminaba con paso firme, chasqueando los nudillos mientras subía al escenario.
"¡Segundo combate! ¡Ashley de Emerald Paladins contra Suzanne de Motor Rangers!" anunció Anaxandra. "¡Que comience ya!"
Nada más sonar la señal, Suzanne pasó a la ofensiva. Alzó los brazos y de sus muñecas brotaron unas cadenas metálicas cubiertas de runas, que volaron por el aire y se enroscaron alrededor de las muñecas de Ashley, atrapándola con fuerza.
Nuestra protagonista se quedó quieta un segundo, sorprendida. "Esto es como la magia de Ryan", pensó.
"¡Jajajaja!" se rió Suzanne desde el otro lado, sujetando con firmeza los extremos de las cadenas. "Monkino fue un idiota por esperar. Pero yo no cometeré ese error. Yo voy a atacar desde el primer segundo... ¡y voy a traer la victoria a mi equipo!"
Ashley la miró sin inmutarse, sin una pizca de preocupación.
"Oye, tía", dijo con total tranquilidad.
"¿Qué ocurre?" replicó Suzanne, todavía confiada.
"¿Sabes que estas cadenas están unidas a tus manos, verdad?"
"Pues claro", respondió con arrogancia.
"Entonces..." Ashley sonrió de lado. "También te tengo a ti atrapada, idiota."
Antes de que Suzanne pudiera reaccionar, nuestra protagonista tiró con fuerza hacia sí, provocando que las cadenas arrastrasen a su enemiga a toda velocidad. La luchadora amarilla salió disparada, completamente desequilibrada, y Ashley la recibió con una patada giratoria en el estómago que hizo temblar las paredes.
La Motor Ranger voló por los aires y salió despedida del cuadrilátero, estrellándose contra el muro exterior de la arena con un estruendo seco. Cayó al suelo habiendo perdido el conocimiento.
Durante unos segundos, el silencio reinó.
Y entonces, el público explotó.
"¡SEGUNDA VICTORIA PARA ASHLEY!" gritó Anaxandra, tan emocionada como los espectadores.
Los vítores resonaron por todo el coliseo. Confeti llovía del cielo, y el nombre de Ashley empezaba a corearse desde todos los rincones. Dos victorias seguidas. Sin un solo rasguño.
"La verdad... es increíble", dijo Ryan, admirando a su compañera mientras el clamor del público aún resonaba en el estadio.
"Sin duda alguna, creo que cualquiera de nosotros la pasaría mal si tuviera que enfrentarse a ella", comentó Hansel, con tono reflexivo.
"Y pese a todo, ha pulido mucho su estilo de lucha", añadió Cecily. "Antes se lanzaba al combate sin pensar demasiado. Ahora cada paso, cada golpe, cada movimiento... parecen fríamente calculados. Piensa antes de actuar, y eso la ha elevado a otro nivel."
"Yo también me he dado cuenta", dijo Marco, cruzándose de brazos. "En su mirada hay una determinación distinta. Más clara, más intensa. Sus movimientos... tienen una fluidez que no tenía antes."
"Y ni siquiera ha usado esas marcas que activó en la ronda eliminatoria", observó Ryan, pensativo.
"Es porque no lo ve necesario", respondió Cecily con una sonrisa confiada. "Ashley solo las usará cuando haya un verdadero desafío."
En ese momento, el tercer miembro de los Motor Rangers subió al escenario. Era notablemente más bajo que los anteriores, con un casco verde, cuerpo fornido y cuchillos curvos saliendo de entre sus nudillos.
"¡Que empiece el tercer combate!" anunció Anaxandra con energía. "¡Ashley de Emerald Paladins contra Rufus de Motor Rangers!"
El enano alzó los brazos teatralmente y comenzó a hablar a todo pulmón:
"¡JAJAJAJA! Nacido en las vastas profundidades de los avernos, con la furia de los titanes en mi espalda y la impunidad absoluta heredada de las deidades que surcan más allá de los cielos, yo... Rufus, procedo a convertirme en la leyenda número uno de—!"
¡ZAS!
Nuestra protagonista, visiblemente aburrida, le propinó una patada directa al torso que lo lanzó como una piedra fuera del cuadrilátero. Rufus cayó inconsciente con un quejido seco.
"¡Y la ganadora es... Ashley!" anunció Anaxandra, sin poder contener una risita.
El público estalló nuevamente, entre carcajadas y vítores. Algunos ya empezaban a comentar en voz alta: ¿Será ella la segunda en lograr vencer a todo un equipo sin recibir ni un solo golpe?
"Ese enano era un pesado", comentó Ryan, resoplando.
"La patada la tenía bien merecida", murmuró Marco, con expresión neutral.
En el escenario ya solo quedaba un luchador más.
El líder de los Motor Rangers caminó hacia el cuadrilátero con calma imperturbable. Su casco blanco relucía bajo la luz del estadio, y su cuerpo musculoso inspiraba respeto. A diferencia de sus compañeros, no hablaba ni hacía gestos innecesarios. Solo subió al escenario, en completo silencio.
Ashley ladeó la cabeza, interesada.
"¡Cuarto combate, y posiblemente el último si las cosas siguen así!" exclamó Anaxandra con emoción. "¡Ashley de Emerald Paladins contra Bellevere de Motor Rangers!"
La tensión creció al instante. El público, aunque entusiasmado, percibía algo diferente en este último oponente. No era un payaso como los anteriores. Este tipo... venía a pelear.
"¡Que dé comienzo!"
Ashley dio un paso al frente... y de pronto, su mundo se tambaleó.
Como si la gravedad hubiese cambiado de repente, sus piernas flaquearon haciéndola caer, el suelo pareció desplazarse bajo sus pies y la visión se le tornó borrosa.
"¿Ash?" preguntó Marco, alzando la voz con preocupación.
"¡Eso no le había pasado antes!" exclamó Ryan, tensando el cuerpo.
"¿Q-Qué me pasa?" murmuró la joven, llevándose una mano a la cabeza. "Todo está... difuso."
Frente a ella, Bellevere dio un paso. Su figura, imponente, avanzaba con la calma de un depredador que no necesitaba correr para ganar.
"Es por mi magia", explicó con voz grave, resonante. "Mi habilidad libera toxinas en el aire. Mientras estés dentro de mi rango, tus sentidos se deteriorarán uno por uno. No podrás oler, ni saborear, ni sentir el tacto, ni ver, ni oír correctamente... y cuando pierdas el control de tus sentidos al completo, tu mente también colapsará. Serás solo un cascarón vacío."
"¡Parece que Ashley lo está pasando mal!" gritó Anaxandra desde las gradas. "¡¿Será este el fin de la favorita del público?!"
El coloso siguió avanzando a su ritmo, parecía invencible. Y Ashley… apenas podía mantenerse en pie.
La joven se tambaleó, jadeando, y apoyó una rodilla en el suelo.
"Es inútil", sentenció Bellevere. "Solo tienes que cerrar los ojos... y dejarte vencer."
Pero entonces, Ashley apretó los dientes y alzó el puño.
"Ni de coña."
Con un rugido feroz, golpeó el suelo con todas sus fuerzas. El impacto generó una poderosa onda de choque que rasgó el cuadrilátero, alzó polvo por los aires y empujó a Bellevere varios metros hacia atrás.
El público se quedó sin aliento.
"Si son toxinas en el aire las que me impiden ver..." dijo Ashley, ahora con la mirada encendida. "¡Solo tengo que apartarlas con fuerza bruta!"
Bellevere retrocedió, sorprendido. "Mierda... Encontró la debilidad demasiado rápido."
La figura de Ashley desapareció de su campo visual.
En un abrir y cerrar de ojos, apareció justo frente a él. Apoyó una mano en el suelo para impulsarse y lanzó una brutal patada ascendente que impactó directo en su mentón, levantándolo del suelo como si no pesara una tonelada.
El público gritó.
Ashley saltó tras él, giró sobre sí misma en el aire y le propinó una doble patada descendente directa al plexo solar. El golpe lo lanzó como una bala fuera del cuadrilátero.
El gigantón aterrizó con un estruendo seco. Inconsciente.
Por un momento, reinó el silencio. Y luego… el estadio estalló.
Gritos, aplausos, confeti. La favorita del público había barrido al equipo enemigo sin recibir ni un solo golpe.
"¡CHÚPATE ESA!" gritó Ashley.
"¡Es increíble!" rugía Anaxandra. "¡Los ganadores del segundo combate del bloque C son...! ¡¡¡LOS EMERALD PALADINS!!!"
"Ella puede sola..." murmuró Marco, con una sonrisa de admiración.
"Si es que es una bestia", añadió Cecily, sin poder evitar reír.
Pero Ashley no solo captaba los aplausos de su equipo. Desde otra zona de la arena, unos ojos la observaban con interés.
Una mujer de figura voluptuosa, melena castaña recogida en una coleta alta y un parche cubriéndole el ojo izquierdo, se mantenía de pie junto a su equipo. Su ropa revelaba parte de su escote generoso, pero su mirada... ardía con determinación.
"Interesante..." murmuró con una sonrisa. "Parece que esos chicos serían dignos rivales para nosotros... los Hikari no Umi."
Ashley, aún sobre el escenario, alzó el brazo en señal de victoria.
El público la ovacionó, y ella cerró los ojos por un segundo, dejando que todo ese apoyo la inundase.
"Ganaremos. Lo prometo", dijo en voz baja, con una sonrisa serena y decidida.
Continuará…
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