domingo, 8 de junio de 2025

Ch. 160 - Marco vs Shouri

En la primera ronda del tercer día, Ashley y Ryan lograron lo impensable: superar el perfecto trabajo en equipo de sus contrincantes y obtener una victoria impecable para los Emerald Paladins.

Ahora, mientras los obreros mágicos terminaban de restaurar el cuadrilátero —aún humeante por el combate anterior—, los líderes de cada equipo esperaban con paciencia a que diera inicio la siguiente batalla. Sus miradas se cruzaban, tranquilas pero cargadas de tensión. El ambiente en el coliseo oscilaba entre la expectación y la energía contenida.

Muy lejos del bullicio de la arena, en una sala médica silenciosa, Ryan despertaba lentamente, con una mueca de dolor cruzando su rostro.

“Ugh… qué dolor de cabeza…” gruñó, llevándose una mano a la frente. Al abrir los ojos, notó cómo un par de magos medicinales le trataban las heridas con magia brillante y cálida. Sentía el ardor de los cortes cerrarse y la fatiga aún clavada en sus músculos.

“Ey, al fin despiertas.” dijo Ashley desde la camilla de al lado, sonriendo débilmente mientras era atendida por otro sanador.

Ryan tardó un par de segundos en ubicarse, pero pronto una chispa de recuerdo cruzó su rostro. “¿Qué pasó…? ¿Ganamos?”

Su compañera se encogió de hombros, aunque no pudo evitar sonreír con orgullo. “Ganamos.”

El chico soltó el aire de golpe, dejándose caer de nuevo sobre la camilla. “Menos mal… Aquel ataque suyo me pilló por el lateral. No vi venir ese espectro hasta que fue demasiado tarde. Me alegra que nuestra combinación funcionara...”

“Sí,” asintió Ashley. “Para estar limitados, lo hicimos más que bien. Pero ellos… no eran cualquier cosa. Si no fuera por el entrenamiento con Morgana, el resultado habría sido distinto.”

Ryan asintió, esta vez más serio. “En efecto… pero ya no podemos pensar en eso.”

Giró la cabeza hacia la pantalla mágica flotando en la pared. En ella, se veía el cuadrilátero completamente restaurado, con nuevas barreras de protección y el ambiente cargado de tensión mágica. Las gradas vibraban ante la inminente batalla que se avecinaba.

“Ahora es el turno de Marco.” dijo con una media sonrisa.

Ashley también miró la pantalla, su expresión se volvió firme pero confiada. “Allá va…”

Una pausa. Los dos observaron cómo el centro del escenario brillaba de nuevo con el foco mágico.

“Él ganará este combate.” dijo la usuaria de potenciación finalmente, con una convicción inquebrantable.

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Arena.

Los dos capitanes ascendieron al cuadrilátero con una tranquilidad casi ceremonial. La multitud, en contraste, rugía de emoción, coreando nombres, ondeando pancartas, anticipando el enfrentamiento más esperado del día.

En medio del estruendo, la presentadora alzó la voz: "¡En representación de Emerald Paladins, Marco! ¡Contra Shouri, de Hikari no Umi! ¡Que dé comienzo el combate!"

La arena vibró. Pero antes de que la magia comenzara a brotar, Shouri levantó la mano.

“Oye,” dijo con una sonrisa tranquila, “antes de empezar… quiero pedirte algo.”

Marco ladeó la cabeza, curioso.

“No te contengas. Quiero que vengas a por mí con todo. Y eso incluye—” señaló con el mentón la pulsera limitadora en su muñeca, “—quitarte esa cosita molesta.”

Adoptó una pose ofensiva, sin perder la sonrisa confiada que la caracterizaba.

Nuestro protagonista bajó la mirada un instante, luego asintió con seriedad. “Sí… Sé que tú no eres como los demás. Si quiero estar a tu altura, no puedo reservarme nada.”

Sin dudarlo más, se quitó la pulsera mágica y se la lanzó a Cecily, que observaba al lado del cuadrilátero.

“¿Estás seguro de esto?” preguntó la ladrona al atraparla entre sus manos.

“Lo estoy,” respondió mientras sus manos se envolvían en llamas. Su mirada ardía con determinación. “¡Ella es una leyenda y no la voy a subestimar!”

El aire tembló.

Marco dio una palmada, y al instante, un tornado de llamas abrasadoras emergió desde sus manos y fue directo en espiral hacia su oponente.

Shouri ni se inmutó. Con un gesto sereno, estiró un brazo y alzó dos dedos. Ante ese simple movimiento, un gigantesco pilar de roca emergió frente a ella, bloqueando el ataque ígneo con un estruendo seco.

Acto seguido, chasqueó los dedos de su otra mano. El pilar se quebró en varios de cubos perfectos que salieron disparados como proyectiles. Marco reaccionó al instante, dando una voltereta hacia atrás, esquivándolos uno por uno con una agilidad felina. Cuando apoyó el pie sobre el último bloque, tomó impulso, abrió la boca… y lanzó una inmensa esfera de fuego ardiente.

Shouri no pronunció palabra. Simplemente juntó sus brazos con una palmada seca. A cada lado de la esfera, dos murallas de roca emergieron en un instante, cerrándose como una trampa y neutralizando el proyectil con una explosión amortiguada.

Desde la sala médica, Ashley observaba con los ojos muy abiertos.

“Esa técnica… es parecida al sándwich de hielo que usó Kanu contra nosotros.”

Ryan, recostado con los brazos cruzados, asintió sin apartar la mirada de la pantalla.

“No me sorprende en absoluto. Ella es su maestra. Muchos de los recursos que nos lanzaron... los aprendieron directamente de Shouri.”

En el cuadrilátero, la usuaria de rocas alzó su mano izquierda y, con un sutil gesto, hizo brotar del suelo decenas de picos rocosos afilados que se alzaron como lanzas. Marco reaccionó al instante, elevándose en el aire envuelto en llamas. Aprovechando el impulso, cubrió todo su cuerpo con fuego y se transformó en un proyectil humano que salió disparado como un meteorito viviente hacia la líder de Hikari no Umi.

Mientras tanto, en la sala médica del equipo contrario, Futao observaba con los ojos muy abiertos.

“Ese tío… es buenísimo,” murmuró el lancero, aún impresionado.

Kanu asintió lentamente, aunque sin perder la compostura. “Sí… No cabe duda de que fue entrenado por Morgana. Pero no te equivoques: nuestra maestra solo está calentando.”

En la arena, Marco se precipitaba hacia Shouri como una flecha ígnea. Ella lo esquivó sin esfuerzo, dando un salto lateral. Pero él no se detuvo. Cambiaba de dirección con cada carga, trazando giros imposibles, obligándola a moverse sin cesar. Poco a poco, la iba empujando, obligándola a replegarse sin darse cuenta… hasta quedar posicionada justo en el centro del cuadrilátero.

Fue entonces cuando nuestro protagonista ascendió de golpe, elevándose con un torbellino de llamas bajo sus pies. Una vez en lo alto, reunió gran parte de su energía mágica. El fuego se concentró a su alrededor, arremolinándose como una estrella a punto de colapsar.

Sin piedad, disparó una colosal esfera de llamas destructoras.

Desde el suelo, Shouri levantó ambas manos. A su señal, surgieron enormes pilares de roca que se alzaron como torres y perforaron el proyectil ígneo.

“¡VIBRATO!” exclamó con voz firme, dando una palmada.

Una onda invisible recorrió los pilares. Vibraron, resonaron, y en cuestión de segundos, la esfera ígnea comenzó a tambalearse… hasta desintegrarse en el aire como si nunca hubiera existido.

Desde las gradas, Lily se llevó las manos a la boca, incrédula.

“E-es increíble… Esa era una de las nuevas técnicas más potentes de Marco… ¡y lo ha anulado como si nada!”

“Lo peor es que no parece ni cansada,” añadió Theo, tragando saliva por la tensión. “Es como si aún no se tomara el combate en serio…”

En lo alto de las gradas, ocultos entre la multitud, los encapuchados observaban en silencio.

“Vaya,” murmuró una voz femenina. “Falló.”

“Para nada,” replicó con calma su compañero. “Eso solo era una distracción.”

Y tenía razón.

Justo mientras la esfera se deshacía en el aire, comenzaron a brotar del suelo columnas de fuego —géiseres ardientes que rodearon por completo a Shouri.

“¡Explosión térmica!” gritó Marco, dando una palmada en el aire mientras descendía.

Las columnas estallaron hacia adentro, liberando una violenta detonación de calor que sacudió el cuadrilátero.

La presentadora y Cecily, que aún se encontraban en el borde del cuadrilátero, salieron despedidas varios metros atrás. El público, por suerte, estaba protegido por una barrera mágica que amortiguó el impacto.

Marco aterrizó con lentitud, jadeando, una gota de sudor se deslizaba por su mejilla. Sus ojos no se apartaban del humo espeso que envolvía el campo.

Cuando este por fin comenzó a disiparse, reveló a Shouri parcialmente protegida por varios pilares de roca agrietados. Su cuerpo mostraba algunas heridas superficiales… salvo su brazo derecho, donde los daños eran visiblemente más serios.

Marco apretó los dientes. “Mierda.”

Shouri bajó la mirada hacia su brazo herido, lo examinó con calma y luego volvió a levantarla, observándolo con renovado respeto.

“Debo admitirlo,” dijo, con una ligera sonrisa. “Tus habilidades me han sorprendido gratamente. Eres fuerte, Marco. Lo suficiente como para que… a partir de ahora, deje de contenerme.”

Una onda de presión mágica emanó de ella, intensa y envolvente.

La líder de Hikari no Umi unió ambas manos. A su señal, dos placas de roca emergieron a ambos lados de Marco, cerrándose con fuerza en un intento de aplastarlo.

Pero nuestro protagonista reaccionó al instante: activó sus llamas, envolviendo sus piernas, y se impulsó con una llamarada hacia el cielo justo antes de quedar atrapado.

Una vez en el aire, canalizó fuego en sus brazos y lanzó un poderoso tornado ígneo. Shouri respondió sin titubeos: alzó un pilar de roca que absorbió el impacto. Luego, sin perder el ritmo, lo pateó con violencia, rompiéndolo en múltiples fragmentos afilados que salieron disparados hacia su oponente.

Marco apagó el fuego de sus pies, cayendo en picado para evitar el enjambre de proyectiles. Logró esquivarlos con una serie de maniobras cerradas y descendió con éxito. Pero justo al aterrizar, una sombra colosal lo cubrió por completo.

Al alzar la vista, vio un gigantesco pilar de roca cayendo a toda velocidad.

Encendió fuego en sus tobillos y se lanzó hacia atrás como una bala, escapando por centímetros. No tuvo ni tiempo de respirar: su contrincante movió los dedos, y la torre de roca se dividió en tres bloques masivos, lanzándolos con precisión milimétrica.

El primero lo esquivó con una voltereta. El segundo lo desvió con una onda de fuego. Pero el tercero lo golpeó de lleno en el costado, haciendo que escupiera sangre y cayese al suelo con un grito ahogado.

“¡Mierda!” pensó Marco mientras se incorporaba como podía, sabiendo que no podía perder ni un segundo.

“Caíste,” sonrió Shouri, y movió su brazo con destreza.

Un pilar brotó bajo los pies de nuestro protagonista y lo lanzó por los aires como un proyectil. Segundos después, decenas de pilares surgieron por todo el cuadrilátero, dejando solo un espacio vacío: el lugar donde estaba Shouri.

Un solo chasquido bastó.

Todos los pilares se fragmentaron al instante en cubos perfectos que se coordinaron como un enjambre mecánico. Golpearon a Marco por todos lados, uno tras otro, hasta encerrarlo en una esfera rocosa semiperfecta.

“¡VIBRATO!” exclamó Shouri.

La vibración recorrió los cubos, y dentro de la esfera se desató una explosión sísmica brutal. El estallido hizo temblar la arena. Marco fue despedido por los aires como un muñeco de trapo, con la camiseta hecha jirones y los pantalones rotos. Aterrizó con un golpe seco, dejando un surco en el suelo. Tosió, jadeó... pero no perdió la conciencia.

“¡MARCO!” gritó Lily desde las gradas, con el corazón en un puño.

“¡Levántate! ¡Tú puedes!” aulló Theo con todas sus fuerzas.

“¡Vamos…! ¡Levántate, Marco!” clamó Cecily, sin apartar la mirada de él.

Shouri, impasible, alzó una mano. De ella surgió un cubo de roca que flotó en el aire. Con un simple empujón de su dedo, lo disparó hacia el cuerpo de su oponente a toda velocidad.

“Es el final,” sentenció la usuaria de rocas.

“¡No…! ¡NO LO ES!” rugió Marco, incorporándose de golpe.

Alzó una mano y detuvo el proyectil en seco con la palma abierta. Entonces, lo cubrió con una llama de un azul profundo. El fuego crepitó, devorando la roca hasta hacerla polvo.

“¿Eh…?” murmuró Shouri, por primera vez desconcertada.

“¿Eso era… fuego azul?” susurró Cecily, boquiabierta.

“¡Emperor Mode: Blue Flames!” exclamó Marco, con sus ojos encendidos en un fulgor azul eléctrico.

Continuará...

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