“¡Emperor Mode: Blue Flames!” exclamó Marco, con los ojos encendidos en un fulgor azul eléctrico.
El público se quedó completamente boquiabierto al ver cómo las llamaradas azules devoraban el proyectil de Shouri, reduciéndolo a cenizas. Un segundo de silencio… y luego estalló en vítores, rugiendo de emoción ante la demostración de poder.
“¿Qué es ese fuego…?” preguntó Theo, sin poder apartar la mirada.
“¡Los frutos de su entrenamiento!” respondió Lily, sonriendo con orgullo. “Baltasar le enseñó poco a poco el camino para dominar las flamas doradas. Y la primera fase… son las llamas azules.”
“¿Te lo estuvo contando durante sus descansos?” preguntó el pequeño, intrigado.
“¡En efecto!” confirmó la hada, asintiendo con entusiasmo. “Antes de acostarse, me narraba lo que iban haciendo. Dijo que, a diferencia de las llamas normales, las azules son mucho más destructoras, mucho más potentes... pero también consumen muchísima más energía mágica.”
“¿Y no puede absorber energía del entorno? Como cuando luchó contra Averno…”
“Dijo que eso aún no lo ha dominado del todo,” explicó Lily, cruzando los brazos. “Al ser más potentes, requieren un control absoluto de su energía mágica… y de sus habilidades como Emperador. Pero aun así…” Sonrió con firmeza, llena de determinación. “Creo que puede ganar.”
En la arena, Shouri tragó saliva por primera vez. Pese a su habitual seguridad como guerrera legendaria, sabía que el Marco que tenía delante no era el mismo de hace unos segundos. Ese fuego azul lo cambiaba todo. Las probabilidades ya no estaban de su lado… así que tendría que darlo todo.
Nuestro protagonista levantó el brazo derecho, y decenas de esferas de fuego azul aparecieron sobre él. Al mismo tiempo, Shouri extendió su brazo izquierdo y creó múltiples cubos de roca flotante que se alinearon tras su espalda como un ejército silencioso.
Sin una palabra, ambos atacaron.
Los proyectiles chocaron entre ellos en el aire con una violencia descomunal, explotando en una lluvia de flamas azules y polvo de piedra. Y justo en medio de la tormenta, Marco y Shouri se lanzaron al choque directo, sus puños comenzaron a colisionar a una altísima velocidad mientras el cuadrilátero temblaba bajo sus pies.
Cuando los últimos proyectiles desaparecieron en el cielo, ambos combatientes recubrieron sus cuerpos con sus respectivos elementos. Cruzaron sus piernas en una feroz patada, y el impacto generó tal presión de viento que salieron despedidos hacia atrás como muñecos de trapo.
Marco giró en el aire con un mortal hacia atrás para recuperar el control de su cuerpo y, sin perder ni un segundo, abrió la boca y lanzó un tornado de fuego azul directamente hacia su oponente.
Como ya era costumbre, Shouri alzó un pilar de roca frente a ella para bloquearlo. Sin embargo, esta vez no fue suficiente. Las llamas atravesaron la piedra como si fuera papel, obligando a la guerrera legendaria a seguir levantando columna tras columna hasta que, finalmente, logró contener el ataque... a apenas unos centímetros antes de alcanzarla.
“Tsk… qué diferencia,” pensó, frunciendo el ceño.
Apoyó ambas manos en el suelo, canalizando su magia para invocar dos colosales gólems de roca. Las bestias se alzaron de un salto, y lanzaron al mismo tiempo un puñetazo devastador hacia Marco.
Él retrocedió en un parpadeo, propulsado por su magia, y ascendió rápidamente por el brazo del gólem izquierdo. Mientras avanzaba, concentró fuego en la palma de su mano. Al llegar a la cabeza de la criatura, le estampó una esfera de llamas azules que la hizo estallar en mil pedazos. Desde su otra mano lanzó una segunda esfera que impactó directamente en el cráneo del gólem derecho, destruyéndolo también.
Shouri, desde el suelo, extendió sus brazos de nuevo. Sus ojos brillaron con determinación mientras canalizaba su energía mágica en los fragmentos de los gólems. Las rocas comenzaron a flotar con violencia y, en cuestión de segundos, rodearon a Marco formando una nueva prisión pétrea. Quería volver a golpearlo con una onda de choque generada por vibraciones.
Pero nuestro protagonista no pensaba caer dos veces en la misma trampa. Sabía que, si lo atrapaban otra vez, podría perder la pelea.
"¡No esta vez!" rugió.
Expandiendo su fuego al máximo, lo hizo explotar en todas direcciones. La prisión estalló en mil fragmentos ardientes, y de entre los escombros surgió Marco, envuelto en dos imponentes alas de fuego azul que lo hacían parecer un ángel de la guerra.
Con un aleteo brutal, se impulsó en picado y descendió como un rayo.
Shouri apenas tuvo tiempo de reaccionar.
Marco le asestó un tremendo cabezazo directo al rostro, y el impacto la lanzó por los aires. La sangre le brotó de la nariz y de la ceja derecha mientras giraba sin control en el aire, a punto de caer fuera del cuadrilátero. Pero en el último segundo, alzó un pilar de roca que la detuvo en seco… aunque este se agrietó por completo por la fuerza del golpe.
“Tsk… No me queda otra,” pensó Shouri, incorporándose lentamente. “Tendré que usar eso.”
La líder de Hikari no Umi cruzó los brazos y adoptó una postura firme y solemne. En cuestión de segundos, el cielo se tornó completamente oscuro. Un silencio aterrador se apoderó del coliseo… hasta que una brecha se abrió en las alturas, dejando caer un gigantesco meteorito del tamaño del cuadrilátero.
"¡A ver cómo esquivas esto!" gritó Shouri con una sonrisa, mientras saltaba fuera de la plataforma.
"Tsk." resopló nuestro protagonista al verlo.
El coloso celestial impactó de lleno, arrasando la arena de combate en una explosión descomunal y levantando una humareda espesa que cubrió toda la zona. El cráter resultante era tan grande como la arena misma. El meteorito, tras el impacto, se desvaneció lentamente.
"¡Marco!" gritó Cecily, con el corazón en un puño.
"¡Ha hecho caer un maldito meteorito!" exclamó Ashley desde la enfermería, con los ojos como platos. "¡Esa cabrona es fuerte de cojones!"
"Tsk... ni siquiera las llamas azules podrían calcinar algo así en tan poco tiempo..." murmuró Ryan, visiblemente preocupado.
El humo comenzó a disiparse poco a poco, revelando un escenario devastado.
"¿Eh?" murmuró Shouri, frunciendo el ceño.
"¿C-Cómo es posible?" balbuceó la presentadora, sin entender lo que veía.
"¿Marco?" susurró Lily con el alma en vilo.
Pero tras la niebla no se veía a nadie. Solo Shouri permanecía en pie.
"¿El meteorito... lo redujo a cenizas?" preguntó la figura femenina desde las gradas, atónita.
"No..." respondió con tranquilidad la voz masculina, señalando hacia un agujero en el suelo que había en la arena. "¡Él escapó!"
En ese instante, un brillante fénix de fuego azul emergió de la tierra a toda velocidad. Era Marco. Con su puño envuelto en llamas, impactó directamente en el mentón de Shouri, lanzándola por los aires con violencia.
"¡Este cabrón!" pensó la guerrera mientras tosía sangre en pleno vuelo. "¡Se convirtió en un proyectil ígneo para perforar el suelo y evitar el impacto!"
Antes de que su rival tocara el suelo, Marco aceleró con un impulso brutal, se colocó justo delante de ella y apoyó ambas manos sobre su abdomen.
"Fuiste… la mejor rival que he tenido hasta ahora. Gracias por este combate," dijo con voz firme.
Acto seguido, una inmensa esfera de fuego estalló desde sus palmas, engullendo a Shouri en una llamarada imparable.
"Esas llamas… esa sonrisa… esa determinación… Ya no me queda duda," pensó ella mientras las llamas la rodeaban. "Eres el emperador. Por eso Morgana confió en ti… Ha sido todo un honor luchar contigo."
La explosión azul la expulsó por los aires, cubriéndola de heridas. Cayó al suelo con fuerza, rodando varios metros hasta quedar inmóvil. Completamente inconsciente.
Marco aterrizó con suavidad y se arrancó los restos calcinados de la camiseta con una sonrisa cansada.
"Gracias… por permitirme darlo todo."
"¡EL GANADOR DEL COMBATE ES MARCO!" gritó la presentadora con entusiasmo desbordante. "¡Y LOS FINALISTAS DEL BLOQUE C SON… EMERALD PALADINS!"
Las gradas estallaron en vítores.
Ashley y Ryan chocaron los puños, radiantes de emoción. Lily y Theo se fundieron en un abrazo lleno de alegría, y Cecily aplaudía sin parar, con una sonrisa de oreja a oreja.
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Sala de espera de Takashi.
"Lo lograron," dijo Lola con una sonrisa tranquila en los labios.
"No esperaba menos de ellos, la verdad," añadió Carter, cruzándose de brazos. "Después de todo, fuimos testigos de lo que son capaces de hacer."
"Jejeje… Ahora nos toca a nosotros," dijo Viktor, ligeramente emocionado. "¡Estoy deseando enfrentarme a Cecily en la final!"
"Sí..." murmuró Takashi, mirando al vacío por un instante. "No podemos fallarles ahora."
Guardó silencio unos segundos, luego apretó los puños con determinación.
"Aún queda un día… un solo día para que Keipi llegue. Y yo tengo fe en que lo hará."
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Arena.
Shouri y Marco eran llevados en camillas hacia la enfermería, escoltados por el equipo médico. Sus cuerpos estaban cubiertos de heridas, pero sus rostros transmitían paz. Necesitaban recuperarse cuanto antes para estar al cien por cien en la gran final.
Debido a la destrucción del cuadrilátero, los organizadores adelantaron la pausa para comer. Mientras tanto, el equipo de restauración comenzaba a trabajar a toda máquina para dejar el campo de combate listo cuanto antes.
En lo alto de las gradas, las dos figuras misteriosas seguían observando la escena en silencio.
"Ya los has visto combatir," comentó la voz femenina con serenidad. "¿Qué piensas hacer ahora?"
"Tal vez deberíamos volver. Nuestra sanadora ya debe estar terminando el tratamiento de esa chica," respondió la figura masculina. Luego, desvió la mirada hacia el público. "Aunque... parece que alguien anda comportándose de forma sospechosa."
Fijó la vista en Hansel, quien escudriñaba el coliseo con ansiedad en los ojos.
"¡Mierda… no está aquí! ¡Joder!" pensó, apretando los dientes. Sin perder tiempo, canalizó una corriente de aire bajo sus pies y salió disparado hacia el cielo, alejándose del estadio.
Pero apenas había recorrido unos metros cuando la figura femenina apareció por encima de él, cayendo en picado. Le asestó una precisa patada en la espalda que lo hizo estrellarse contra una azotea cercana.
Hansel se levantó tambaleante, el corazón acelerado.
"¿Q-Qué fue eso? ¿Qué me ha alcanzado tan rápido?" pensó, sudando frío.
Un segundo después, las dos figuras aterrizaron frente a él.
"Ey," dijo el hombre con calma. "Tranquilo. No estamos aquí para hacerte daño, aunque mi compañera sea una bruta."
Hansel parpadeó, observándolos con más atención.
"¿Keipi...? ¿Yumeki...?" preguntó con incredulidad.
"Así es," respondió la espadachina de hielo, con una piruleta dentro de su boca.
"Al fin estamos aquí," dijo Keipi, con una sonrisa despreocupada.
Continuará....
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