Nicole estaba sentada tranquilamente en el salón de la habitación del hotel cuando, de pronto, la puerta del dormitorio se abrió con un chirrido. Al girar la cabeza, quedó boquiabierta al ver a Anaxandra intentando salir tambaleándose. La mujer apenas dio unos pasos antes de caer de rodillas, agotada.
"¡¿Q-Qué estás haciendo?!" exclamó la sanadora, levantándose de inmediato. "¡No deberías moverte todavía! ¡Aún estás terminando de sanar!" la reprendió, mientras se apresuraba a ayudarla a incorporarse.
"Pero... tengo que regresar..." murmuró Anaxandra entre sollozos. "Tengo que detener a mi madre..."
Nicole se quedó inmóvil unos segundos, paralizada por la sorpresa.
"¿Salvar... a tu madre?" preguntó, confundida y atónita.
En ese preciso momento, la puerta principal se abrió. Keipi, Yumeki y Hansel entraron, deteniéndose en seco al ver la escena.
"Sí… ella es… Anaxandra," dijo Hansel, con la voz cargada de sorpresa y reconocimiento.
La joven alzó la mirada hacia él, aún débil, pero lúcida.
"Tú… eres el hermano de Gretel," susurró con claridad, haciendo que todos en la habitación se quedasen petrificados. Aquella confirmación no dejaba lugar a dudas: realmente conocía al gemelo desaparecido.
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Sala médica de Hikari no Umi.
El tratamiento en la líder del equipo había concluido. La mujer comenzaba a despertar lentamente tras haber sido derrotada en el campo de batalla.
"¡Maestra!" exclamó Kanu con emoción, acercándose rápidamente a ella.
"¡Por fin despiertas!" sonrió Futao, comiéndose una manzana mientras estaba sentado junto a la camilla.
"Siento haberos preocupado, chicos", se disculpó con sinceridad.
"No pasa nada, maestra", respondió Kanu con una sonrisa. "Aunque estamos bastante sorprendidos..."
"¿Ah, sí?" dijo Shouri, fingiendo ingenuidad.
"Pues claro que sí, jefa", intervino Futao. Sin previo aviso, agarró la sábana que la cubría y la apartó de un tirón, revelando dos pulseras reductoras de energía mágica ajustadas en sus tobillos. "¿Por qué luchaste solo al 25% de tu poder? ¿Acaso no querías ganar contra Marco?"
"Jajajaja... No hay quien os engañe..." suspiró, dejando escapar una risa cansada.
"¡Pues claro! Siempre hemos estado contigo, maestra", dijo Kanu, sentándose cerca de la camilla.
"La verdad... quería enfrentarme a él de forma justa", confesó. "Ajusté mi poder al suyo para medirnos en igualdad. Sé que si me hubiera quitado una sola de estas pulseras, habría tenido una ventaja real y podría haber ganado… pero no era lo que deseaba."
"¿Solo eso?" preguntó Futao con una sonrisa pícara.
Shouri alzó la mirada y, tras una breve pausa, añadió: "También quería probarlo. Quería ver hasta dónde era capaz de llegar para defender los ideales y la misión de Morgana. Y durante el combate... comprendí muchas cosas. Entre ellas, que Marco es un alma cálida y luminosa. Hasta tengo la sensación… de que quizá él sí pueda cambiar este mundo corrupto."
"Maestra..." murmuraron ambos, mirándola con admiración.
"Pero bueno, tampoco pasa nada. Al fin y al cabo… solo vinimos aquí para divertirnos, ¿no? ¿Y nos hemos divertido, verdad?" dijo con una sonrisa relajada.
"¡Pues claro que sí!" exclamó Futao, alzando el pulgar.
"¡Y aún queda la misteriosa fase final de mañana! ¡Qué ganas tengo!" añadió Kanu, entusiasmado.
Shouri sonreía por fuera, pero por dentro, su mente seguía anclada al combate contra Marco.
“No… estoy siendo demasiado presuntuosa con él… Si realmente hubiese querido derrotarlo, habría tenido que quitarme las dos pulseras.” pensó, con la mirada perdida en el techo.
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Habitación del hotel.
Una vez Anaxandra recuperó algo de control sobre su cuerpo, se acomodó en el sofá y comenzó a relatar lo que sabía a sus rescatadores, dirigiéndose especialmente a Hansel.
"Soy la décima hija de Aspasia, la organizadora del torneo y actual líder del culto a Yumeith, que se extiende por todo Pythiria", se presentó con la voz aún débil.
"Vaya..." murmuró Nicole, sorprendida.
"Una figura importante", añadió Keipi con gesto serio.
"¿Es nuestra enemiga?" pensó Hansel con cautela, sin apartar la vista de la joven.
"Pasé toda mi vida en la iglesia intentando ganarme el afecto de mi madre. Pero hace unos años descubrió la existencia del Nuevo Testamento… y perdió la cordura. Se convenció de que ella si sería capaz de traer a Yumeith a la vida."
"¿De verdad cree que abrir un portal a la dimensión demoníaca y permitir que sus habitantes destruyan el mundo hará resucitar a ese supuesto mesías?" preguntó Yumeki, de brazos cruzados, apoyada contra la pared, su mirada tan afilada como su tono.
"Así es... Ella, y los altos cargos del culto, creen firmemente que este mundo está podrido. Citan asesinatos, guerras, robos... y cosas tan normales como la homosexualidad o la transexualidad como 'abominaciones divinas'", explicó Anaxandra, bajando la mirada con resignación.
"Vamos, los típicos que predican amor mientras señalan con el dedo si no eres lo que quieren que seas", murmuró Hansel, apretando los puños.
"Unos imbéciles de manual, vaya", añadió Keipi con media sonrisa.
"Exacto", asintió Anaxandra. "Esa mentalidad, sumada al hallazgo del Nuevo Testamento, hizo que mi madre se obsesionara. Por suerte, en aquel entonces, la reliquia estaba protegida por Juju el Sabio... y ella logró reunirse con él e intentó convencerlo de entregárselo usando su posición política como as bajo la manga, pero... el resultado fue negativo y él se marchó sin más."
"Ya empiezo a atar cabos", murmuró Keipi, acariciando a Priscilla en su forma de polluelo.
"Mi madre lo dejó estar e incluso estuvo a punto de olvidarse del plan… hasta que tiempo después recibimos la noticia de su asesinato. Entonces, recuperó la motivación y sin dudar ni un mísero segundo, envió a sus dos mejores secuaces a recuperar la reliquia."
"Los dos tipos que nos atacaron en Wolfgang", recordó Hansel, con el ceño fruncido.
"Los Apóstoles del Génesis", confirmó Nicole.
"Pero antes de todo eso... hubo un acontecimiento clave", continuó Anaxandra, captando la atención de todos.
"¿Cuál?" preguntó Yumeki.
"Gretel apareció en la iglesia. Dijo que una voz femenina le había guiado hasta allí en busca del Nuevo Testamento."
Hansel se puso en pie de golpe.
"¡Eso es! ¡Mi hermano desapareció poco después de escuchar una voz femenina llamándole!"
"Mi madre le escuchó atentamente. Y recordó que, según las leyendas, la voz de Yumeith —aunque era un varón— tenía un tono agudo, tan suave que podía confundirse con el de una mujer. Lo tomó como una señal divina. Pensó que Gretel era la llave para resucitarlo y que realmente ella, sería capaz de lograrlo."
"Entonces... ¿Mi hermano ha estado todo este tiempo con ellos? ¿Está bien?" preguntó Hansel, desesperado.
"Sí... aunque le lavaron el cerebro para poder utilizarlo, técnicamente está bien. Yo cuidé de él todo este tiempo, salvo cuando salía a tomar el aire, que siempre lo acompañaba algún apóstol."
"Joder... qué mal todo", murmuró Nicole.
"¿Y el torneo? ¿Para qué lo está organizando?" preguntó Keipi, cruzando los brazos.
"El Nuevo Testamento está sellado. Para liberarlo, necesita una cantidad inmensa de energía mágica condensada. Por eso, el estadio donde se lucha está diseñado para absorber la vitalidad de los combatientes y romper el sello poco a poco."
"¿¡Qué!?" exclamó Hansel. "¿Para eso era todo esto?"
"Tal y como estamos ahora... es muy probable que mañana con la gran final se abra. Y usarán a Gretel para activarlo." Anaxandra tragó saliva. "El fin del mundo está muy cerca."
"¿Y tú? ¿Por qué estás en contra de tu madre?" preguntó Yumeki, aún recelosa. "Tienes mil razones para apoyarla siendo parte del culto."
"Porque es mi madre... y se está equivocando. Está perdida en su obsesión y en su fanatismo", respondió con firmeza. "Y si yo no intento hacerla entrar en razón, nadie lo hará. Es mi deber como hija… ayudarla a encontrar el camino en esta oscuridad."
Entonces, Anaxandra se arrodilló ante ellos, con lágrimas en los ojos.
"¡Por favor! ¡Ayudadme! ¡Quiero detener al Nuevo Testamento y salvar a mi madre!"
Los cuatro se miraron en silencio, tensos.
"Está bien", dijo Hansel finalmente, tragando saliva. "Haré lo que haga falta para salvar a mi hermano. Y si en el camino te ayudo a rescatar a tu madre, por mi estupendo."
"¿Y qué haremos entonces?" preguntó Nicole, ligeramente nerviosa.
"Debemos infiltrarnos en la iglesia", dijo Anaxandra con seriedad. "La reliquia está oculta en una planta subterránea y tu hermano gemelo rara vez sale del recinto. Si lo hacemos bien, podríamos recuperar ambos al mismo tiempo."
"Pero por ahora, lo mejor es descansar y trazar un plan que nos asegure la victoria. Tenemos que detener la reliquia... y salvar al hermano del peliverde", respondió Yumeki mientras sacaba otra piruleta.
"Tienes razón... Además, con tantos miembros de la iglesia rondando por ahí, será difícil pasar desapercibidos," reflexionó Nicole, intentando pensar con claridad.
"Bueno... salvo mañana," intervino Anaxandra, con un deje de esperanza en la voz.
"¿Mañana? ¿Por qué?" preguntó la sanadora, alzando una ceja.
"¡Ah! ¡Claro!" exclamó Hansel, chasqueando los dedos. "¡Porque es la final del torneo!"
"Exacto. Mi madre y algún Apóstol seguirán allí, viéndolo desde su sala privada con toda la calma del mundo... pero el resto del clero, salvo un par de excepciones, acudirán al estadio. Será nuestra mejor oportunidad para colarnos y cumplir ambos objetivos."
"¿Mañana, durante la final?" murmuró el monje, meditando las implicaciones. "En ese caso... no contéis conmigo para el plan." sonrió despreocupadamente.
"¿¡Qué!?" exclamó Hansel.
"¿Y eso?" preguntó Nicole, frunciendo el ceño.
"No es nada... Solo que hay algo que me apetece hacer más que esto." Miró por la ventana, despreocupadamente. "Pero tranquilos... hay alguien mucho mejor que yo para esta misión."
Todos siguieron su mirada, expectantes.
"Él es perfecto para participar en la incursión a la iglesia." dijo Keipi con su habitual sonrisa.
Continuará...
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