El Battle Royale del torneo estaba en su punto álgido. El público rugía de emoción al ver cómo un enfrentamiento entre dos miembros de los grupos favoritos —los Emerald Paladins y los Love Guardians— había estallado con fuerza.
Cientos de brazos alargados brotaban del suelo, intentando atrapar con sus manos a nuestra protagonista, que retrocedía con agilidad felina, dando potentes saltos hacia atrás para esquivar los ataques.
"Qué asco de magia..." murmuró Lily desde las gradas, con el ceño fruncido.
"Ya te digo..." añadió Theo. "Es bastante desagradable a la vista."
En ese momento, Ashley saltó hacia la pared de un rascacielos. Planeaba impulsarse desde allí y lanzarse con todo contra su oponente, pero unas manos emergieron de la superficie y la sujetaron de los tobillos, inmovilizándola.
Segundos después, una pierna gigante emergió del suelo y fue creciendo a medida que se elevaba. Acabó propinándole una brutal patada en la cara que la lanzó por los aires, haciéndola ascender sin detenerse por lo alto del rascacielos.
Augvag chasqueó los dedos. De su espalda brotaron decenas de manos que se entrelazaron hasta formar un par de alas grotescas. Voló a toda velocidad tras ella.
Al ver que su oponente se acercaba, nuestra protagonista reaccionó. Enganchó su pie al saliente de una ventana, frenó su ascenso con un giro acrobático y se lanzó de lleno hacia él.
Ambos chocaron sus puños con fuerza, generando una onda de viento que hizo estallar los cristales a su alrededor. Inmediatamente comenzaron a intercambiar golpes a toda velocidad, combatiendo sobre la superficie vertical del rascacielos como si fuera tierra firme.
Augvag lanzó un triple puñetazo utilizando dos manos extra, una encima y otra debajo del puño original. Pero Ashley se agachó a tiempo, esquivándolo, y contraatacó con un rodillazo ascendente que impactó de lleno en el mentón del enemigo, obligándolo a retroceder.
Mientras caía, el sacerdote creó dos manos que brotaron del marco de una ventana rota. Estas atraparon a Ashley por los hombros y la arrastraron hacia el interior del edificio, una oficina amplia y desordenada.
Nuestra protagonista rodó por el suelo y alzó la vista justo cuando su adversario atravesaba la ventana con sus alas monstruosas. Una vez dentro, las hizo desaparecer como si nada, y de su pecho surgieron cientos de brazos que se estiraron con los puños cerrados, listos para golpearla.
Ella reaccionó al instante: agarró dos escritorios y los lanzó como escudos, ganando unos segundos preciosos. Acto seguido, propinó una potente patada a la pared que tenía a su espalda, destrozándola y creando una vía de escape para poner distancia entre ambos.
"¡No puedes huir! ¡Estás en mi terreno!" gritó Augvag con furia, haciendo brotar extremidades de cada rincón de la planta: paredes, techo, muebles… todo se convertía en una trampa viviente.
"¡No pensaba salir corriendo con el rabo entre las piernas! ¡Solo necesitaba un poco más de espacio!" respondió Ashley con una sonrisa desafiante mientras activaba las marcas de Heracles en sus piernas.
Con un grito de guerra, chocó sus puños contra el suelo con tal fuerza que derribó por completo toda la planta. El rascacielos comenzó a desplomarse lentamente, y las extremidades se alejaron de ella mientras la estructura colapsaba.
"¿Ese es tu plan? ¿Modificar el entorno para evitar que te alcance?" gruñó Augvag, frustrado.
"¡Sí! ¡Porque soy mucho más fuerte y rápida que tú!" gritó Ashley mientras saltaba entre los escombros en caída libre. En cuestión de segundos, acortó la distancia con su enemigo y le propinó una poderosa patada ascendente en el estómago que lo lanzó por los aires, haciéndole salir por la parte superior del edificio en ruinas.
Sin perder el ritmo, nuestra protagonista lo siguió, saltando de roca en roca como si volara. Ambos emergieron de nuevo al lateral del rascacielos en caída.
De repente, dos brazos surgieron y agarraron a Ashley por los tobillos, levantándola para luego estamparla contra el suelo. Ella intentó liberarse, pero Augvag se abalanzó sobre ella y le asestó un cabezazo brutal que la hizo sangrar y retroceder varios metros.
El sacerdote estiró sus brazos hacia ella. De estos comenzaron a brotar cientos de duplicados que se enrollaron alrededor de las piernas de la usuaria de potenciación. Entonces, con un giro salvaje, Augvag la arrastró por el suelo, cubierto de cristales rotos y escombros, hiriéndola gravemente por todo el cuerpo.
"¡Ashley!" gritó Lily desde las gradas, visiblemente angustiada.
"¡Eso tiene que doler!" exclamó Theo, boquiabierto.
Pero eso no bastaba para detener a Ashley.
Con un potente puñetazo contra el suelo, generó un impulso brutal que la lanzó por los aires. Mientras ascendía, dobló la espalda con agilidad felina para alcanzar los brazos que la sujetaban, los agarró con fuerza y tiró de ellos con furia, arrastrando a su enemigo directamente hacia ella.
Augvag recibió un devastador cabezazo en el rostro que lo hizo salir despedido contra la punta del rascacielos en caída. Sin embargo, logró frenarse haciendo brotar un enjambre de manos del suelo que lo sujetaron a tiempo. No tardó en desplegar de nuevo sus grotescas alas hechas con extremidades, para lanzarse como una flecha hacia Ashley.
Ella esquivó el ataque con un ágil salto lateral, cayendo por una ventana rota hacia el interior del edificio. Augvag no dudó en seguirla, haciendo desaparecer sus alas para poder entrar por el estrecho hueco.
Sin embargo, era una trampa.
Nuestra protagonista había aterrizado de pie sobre una pared lisa, con las rodillas flexionadas y las marcas de Heracles brillando intensamente en sus piernas, potenciando su fuerza física. Al instante, salió disparada como un proyectil y embistió a su oponente con una brutal carga directa al estómago.
El impacto lo hizo rebotar contra el techo, luego contra el suelo, y de nuevo contra el techo, como un muñeco golpeado sin piedad.
"Mierda...", pensó Augvag, escupiendo sangre mientras intentaba incorporarse. "¿Qué clase de monstruo es esta tía?"
Desesperado, hizo emerger dos gigantescos puños desde las paredes. Pero Ashley se deslizó grácilmente entre ellos, como una hoja entre el viento. Sus piernas se iluminaron con un destello anaranjado mientras las marcas de Heracles ardían de poder. Entonces, lanzó una patada devastadora que impactó de lleno en el pecho de su enemigo.
La fuerza del golpe fue sobrehumana.
Ambos atravesaron varias plantas del rascacielos en caída, con Ashley usando el cuerpo de Augvag como ariete para romper piso tras piso. Finalmente, lo sacó del edificio con una última embestida.
"¿Voy a perder... ante esta chica?", pensó Augvag con impotencia mientras caía. "Toda mi vida... he sido odiado por mi magia... Siempre quise demostrar que podía ganar... que mi poder también tenía valor... ¡Maldita sea!" Intentó reunir fuerzas para un último ataque... pero ya no quedaba nada en él.
Ashley emergió del edificio, saltando entre los escombros como una liebre entre piedras. Cada paso era preciso, letal. Y entonces, en un destello final de energía anaranjada, giró sobre sí misma en el aire y asestó una patada giratoria directa al plexo solar de Augvag.
El impacto lo lanzó como un meteorito contra el suelo.
El estruendo fue colosal. Un cráter se formó en el asfalto mientras, a lo lejos, el rascacielos en caída colisionaba contra el suelo con un estrépito que resonó por toda la ciudad.
Augvag quedó completamente inconsciente, ensangrentado y cubierto de heridas.
"¡¡¡LA GANADORA ES ASHLEY DE LOS EMERALD PALADINS!!!" rugió la presentadora entre vítores ensordecedores del público.
"¡Es que esta tía es increíble!" gritó Lily, levantándose de su asiento con una sonrisa de oreja a oreja.
"¡Sin duda alguna es la mano izquierda de Marco!" añadió Theo, con los ojos brillando de admiración.
Ashley se aproximó al cráter donde yacía su contrincante derrotado, quien ya estaba siendo teletransportado fuera de la dimensión. El polvo aún flotaba en el aire, pero su figura imponente ya se veía proyectada en todas las pantallas de la ciudad.
Miró directamente a la cámara con una sonrisa desafiante, se pasó la lengua por los labios y alzó el dedo corazón.
"¡Venid a por mí, caras de culo!" soltó con descaro, sacando la lengua mientras el público estallaba entre gritos, risas y vítores.
En las gradas, Lily y Theo la miraban boquiabiertos, aunque no sorprendidos.
"Esta tía..." dijeron al unísono, entre resignación y admiración, viendo una vez más que Ashley nunca pierde su estilo y sus malos modales.
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Iglesia de Accusancta.
El equipo de Hansel había terminado de subir las interminables escaleras. Ahora, avanzaban con sigilo por el inmenso pasillo del edificio. Si alguien llegaba a preguntar, su coartada estaba clara: fingirían ser simples peregrinos, venidos desde tierras lejanas para rezar ante la estatua dorada de Yumeith.
Sus pasos eran silenciosos. Sus ojos, atentos. Escaneaban el lugar en busca de algún rostro familiar entre los miembros del clero. Quizá Gretel estuviera cerca… pero por ahora, no era así.
Entonces, un hedor pestilente, como de contenedor podrido, les golpeó desde atrás.
Los tres se giraron al mismo tiempo, y allí lo vieron: Xiphos, el apóstol vagabundo, con su inseparable botella de alcohol en una mano y el cuerpo cubierto por una mugre que parecía incrustada en la piel.
"¿Qué hacéis aquí?", preguntó con voz áspera.
No hicieron falta palabras. Su sola presencia bastaba para que supieran que el hombre ante ellos no era un simple obstáculo. Era un monstruo.
"Hemos venido a rezarle a la estatua", improvisó Hansel con tranquilidad.
"Sí… si nos lo permite", añadió Anaxandra, bajando el tono para que no reconociera su voz.
Xiphos los miró unos segundos, rascándose la barba mugrienta. Luego asintió.
"Está bien", murmuró.
Los tres se giraron con naturalidad, como si nada hubiera pasado, y continuaron su camino.
"Está bien… pero no os creo", dijo de pronto Xiphos con una sonrisa torcida. Sus manos se movieron como un rayo: desenvainó dos espadas curvas y se lanzó al ataque, dispuesto a cortar a Hansel sin previo aviso.
Pero Yumeki fue más rápida.
Con un movimiento limpio y certero, desenvainó su katana y bloqueó ambas hojas en un solo gesto. El choque metálico desató una lluvia de chispas que iluminó fugazmente los rostros de los espadachines, mientras una ráfaga de viento, nacida de la colisión, les arrancaba la capucha a los tres, revelando sus identidades ocultas.
"¿Qué…?" exclamó Anaxandra, sorprendida.
"¡Iros de aquí!" gritó Yumeki, firme como el hielo. "¡Yo lo detendré! ¡Buscad a Gretel, no perdáis el tiempo!"
"¡Sí!" respondieron Hansel y Anaxandra al unísono, echando a correr por el pasillo con toda la velocidad que daban sus piernas.
Tras aquel primer choque, Yumeki y Xiphos se separaron unos pasos. El apóstol recogió del suelo su botella y le dio un largo trago antes de mirarla con desdén.
"¿Estás segura de querer luchar conmigo?", preguntó con una voz rasposa, casi divertida.
"Sí", respondió ella con frialdad. "Yo… por desgracia, no le temo a nada."
Continuará...
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