Desplazándose a toda velocidad por la ciudad, dos esferas eléctricas recorrían el cielo como relámpagos enloquecidos. Una azul, que era Viktor, y otra amarilla, que era Cecily. Saltaban de edificio en edificio, colisionando con violencia cada vez que sus trayectorias se cruzaban, generando explosiones de chispas que iluminaban el horizonte urbano como fuegos artificiales.
Finalmente, llegaron al inmenso y largo puente colgante que dividía la ciudad en dos.
Cecily frenó en seco al aterrizar sobre la carretera, con el cuerpo todavía envuelto en su manto de electricidad vibrante. Frente a ella, y a varios metros de distancia, cayó Viktor, con las garras afiladas y los ojos centelleantes. Estaba claramente molesto, la rabia chisporroteaba en su rostro.
Con un rugido gutural, el miembro de Rituals, todavía cubierto por su forma felina eléctrica gracias a su magia de adaptación, liberó una poderosa onda electromagnética que distorsionó el campo gravitatorio de la zona. El aire vibró con fuerza, y los coches abandonados en el puente comenzaron a flotar lentamente a su alrededor.
"¿Puedes hacer eso?" murmuró Cecily, impresionada por el espectáculo.
Sin más preámbulos, Viktor rugió de nuevo y canalizó electricidad pura a través de su cuerpo. Con un movimiento seco de sus brazos, disparó varios coches como proyectiles explosivos. Las carrocerías volaron a toda velocidad envueltas en chispas, rugiendo como bestias de metal enloquecidas.
Pero Cecily no se quedó atrás. Se impulsó con fuerza sobre sus cuatro extremidades, cubiertas por su manto eléctrico, y comenzó a esquivar los vehículos con agilidad sobrehumana. Saltó entre ellos, girando en el aire, deslizándose por el capó de uno y apoyándose en el techo de otro para impulsarse aún más alto. Era como una danza feroz entre la vida y la muerte.
Al esquivar los dos últimos coches, algo en su mirada cambió. Inspirada por la estrategia de Viktor, liberó una descarga desde su espalda que impactó con precisión en los vehículos que tenía a sus espaldas. La electricidad se volvió un lazo magnético, y los coches giraron sobre sí mismos antes de ser disparados hacia el elfo de Rituals con velocidad letal.
El joven quedó sorprendido. Sin embargo, tuvo tiempo de retroceder dando un salto en espiral, ascendiendo entre los proyectiles antes de aterrizar con fuerza sobre el techo de una furgoneta oxidada. Sin perder el ritmo, flexionó las piernas, gruñó con rabia y se impulsó de nuevo hacia su rival, envuelto en un aura azul incandescente.
Y entonces comenzó el choque cuerpo a cuerpo.
Los dos combatientes colisionaron en el centro del puente como dos meteoritos. Puños chocaron con puños, chispas saltaron por cada contacto. Cecily lanzó un rodillazo ascendente que Viktor bloqueó con el antebrazo antes de contraatacar con un zarpazo a las costillas.
La ladrona giró sobre sí misma, esquivó el golpe por milímetros y le devolvió un cabezazo eléctrico directo a la frente. Viktor retrocedió, pero no por mucho: inmediatamente se agachó, barrió sus piernas y obligó a Cecily a retroceder dando volteretas hacia atrás.
Ambos se detuvieron, resoplando, con sus cuerpos envueltos en electricidad como si fueran dos tempestades con forma humana.
Viktor no dudó ni un segundo. Clavó las manos en el asfalto y, segundos después, comenzaron a emerger del suelo múltiples brazos de electricidad azul, retorcidos y chisporroteantes. Se alzaban con violencia desde el pavimento resquebrajado como extremidades espectrales, cargadas de voltaje y furia.
Cecily se vio obligada a retroceder. Saltaba de lado a lado con agilidad felina, brincando entre los vehículos aparcados, esquivando por apenas unos centímetros los zarpazos eléctricos que intentaban atraparla. El zumbido en el aire era ensordecedor, y cada brazo que fallaba dejaba una estela de chispas a su paso.
Mientras la joven se concentraba en esquivar la amenaza, Viktor aprovechó. Su cuerpo se envolvió por completo en un resplandor azul intenso y, haciendo uso de su magia de adaptación, su forma se volvió aún más salvaje: una silueta felina de puro rayo, con las pupilas contraídas y los colmillos al descubierto.
Entonces, como un torpedo desatado, se lanzó contra ella.
Cecily apenas tuvo tiempo de reaccionar. El elfo de Rituals la embistió con brutalidad en el estómago, atravesando su defensa como una lanza eléctrica. La joven salió disparada por el impacto, rodando sin control sobre el asfalto hasta detenerse justo en mitad del puente, donde la niebla que lo rodeaba comenzaba a arremolinarse como si sintiera la tensión.
Tosiendo sangre, la ladrona se incorporó con dificultad. Su cuerpo temblaba por la descarga y el dolor. Frente a ella, Viktor se acercaba lentamente, caminando a cuatro patas como una bestia eléctrica al acecho. Cada paso generaba pequeños destellos bajo sus garras.
“Creo que tú y yo compartimos un pasado similar... así que quizá entiendas de dónde vengo,” dijo el elfo con voz grave, sin apartar los ojos de los de la ladrona.
Cecily frunció el ceño, jadeando, sin responder aún.
“Fue duro crecer en un cuerpo que no sentía como mío,” continuó él. “Despertar cada día atrapado en una forma que me era ajena… observar cómo ese cuerpo cambiaba, cómo se desarrollaban unos pechos que detestaba… fue un suplicio.”
Su mirada era intensa, cargada de resentimiento y verdad. Un silencio denso se apoderó del puente, solo interrumpido por el crepitar de la electricidad que aún flotaba en el ambiente.
"Viktor..." murmuró Cecily, mirándolo con atención.
"Dar el paso fue una pesadilla..." confesó él, bajando la mirada. "Me corté el pelo, me sometí a una operación para quitarme el pecho... intenté alinear mi cuerpo con quien soy de verdad. Pensé que eso bastaría. Pero en cuanto lo hice, mi pueblo me dio la espalda. Me echaron sin siquiera pestañear."
Una sombra cruzó su rostro, y su voz tembló con un rastro de dolor antiguo.
"Vagué por el mundo como un despojo... un aventurero sin tierra. Buscando un sitio donde no tuviera que pedir permiso para existir. Lo encontré cuando Takashi y los demás me salvaron de un nido de bestias mágicas. Él me dio un hogar. Me habló de ti. Me dijo que eras como yo, que habías llegado lejos... que eras fuerte, libre, y valiente."
Cecily se incorporó lentamente, sacudiendo el polvo de su ropa. Sus ojos, hasta ahora heridos, comenzaron a endurecerse.
"Y en mi cabeza... eras una guerrera imparable. Un ejemplo a seguir," continuó Viktor, con rabia contenida. "Pero cuando te vi... dispersa, infantil, ignorando la pelea... ¡me sentí traicionado! ¡No representas lo que yo creo que debe ser una guerrera trans! ¡Solo eres una vaga con suerte!"
Un destello recorrió el cuerpo de Cecily.
Sin previo aviso, cubrió su puño de electricidad y le propinó un derechazo brutal que impactó de lleno en la cara del elfo, enviándolo a volar varios metros hacia atrás. Viktor rodó por el asfalto entre chispas y sangre, con el tabique nasal roto y el rostro teñido de rojo.
"¡No digas esas putas idioteces!" bramó Cecily, con la voz rota de furia. "¡¿Quién te crees que eres para decidir quién representa a quién?! ¡Yo no soy tu maldito ídolo! ¡Y ser trans no me convierte en un ejemplo moral para nadie!"
Viktor se levantó a duras penas, tambaleante, con los ojos encendidos.
"¡Claro que sí! ¡Tenemos que luchar cada día para demostrar que merecemos existir! ¡Tenemos que hacerlo bien o nadie nos tomará en serio!"
"¡¿Y por qué cojones tengo que demostrar nada?!" replicó ella, dando un paso al frente. "¡No le debo nada a nadie! ¡Ni al mundo, ni a ti, ni a nadie que diga cómo debería vivir una persona trans como yo!"
La electricidad chispeaba a su alrededor como si la tormenta empezara a gestarse en su interior.
"¡Para mí, una persona trans de verdad es la que vive como le da la puta gana! ¡¿Y qué si me distraigo mirando vestidos si eso me hace feliz?! ¡Sigo siendo fuerte! ¡Sigo estando aquí! ¡Y te voy a ganar, para demostrártelo!"
Un relámpago estalló en el cielo cuando una oleada eléctrica emergió de su cuerpo, iluminando todo el puente como si los dioses presenciaran su grito.
Un rayo rasgó el cielo y cayó de lleno sobre Cecily, envolviéndola en una explosión cegadora. Viktor se cubrió los ojos, deslumbrado por el destello.
Cuando volvió a mirar… no lo podía creer.
Un gigantesco león hecho de pura electricidad rugía junto a Cecily. Y ella se había transformado por completo. Su cuerpo brillaba con la silueta bestial de un Fenrir envuelto en rayos que chispeaban sin control.
"¿Q-Qué es eso?" murmuró Viktor, retrocediendo un paso, anonadado.
"¡MANADA DE LA LIBERTAD!" gritó Cecily con una voz amplificada, vibrante como un trueno. "¡CAMINO DE REYES DE LA NATURALEZA!"
El suelo bajo Viktor estalló en una descarga vertical. Un relámpago surgió desde sus pies, levantándolo por los aires como un proyectil sin control.
El león y el Fenrir saltaron en direcciones opuestas. Rebotaron entre las vigas metálicas del puente con agilidad sobrehumana, envolviendo a Viktor en una emboscada perfecta.
Con un rugido coordinado, ambas bestias abrieron las fauces y dispararon dos cañones de electricidad pura. Los rayos convergieron en el aire, fusionándose en un único haz descomunal que golpeó de lleno al joven elfo. El impacto lo envolvió en una tormenta de chispas y fuego, acribillando su cuerpo sin piedad.
Viktor cayó de espaldas contra el asfalto, casi inconsciente, la ropa hecha jirones, el cuerpo humeando.
Frente a él descendió el león eléctrico, que lo observó con solemnidad. Un segundo después, Cecily, aún en forma de Fenrir, cayó sobre su lomo, imponente y serena.
"No somos el ejemplo de nadie, Viktor," dijo, con una firmeza que retumbó más que cualquier trueno, mientras recuperaba su aspecto humano.
El elfo apenas logró levantar el rostro. "S-Sí..." jadeó. "Quizá... tengas razón..." musitó antes de desplomarse por completo.
Una luz lo envolvió, y en un destello fue teletransportado fuera de combate.
"¡Y LA GANADORA DEL ENFRENTAMIENTO ES CECILY DE EMERALD PALADINS!" gritó la presentadora, mientras el público estallaba en vítores ensordecedores.
"¡Qué pasada el león! ¡No sabía que podía hacer eso!" exclamó Lily desde las gradas, con los ojos como platos.
"¡Ya te digo!" añadió Theo, tan emocionado que apenas podía quedarse quieto. "¡Se convirtió en un Fenrir completo y encima invocó otra bestia con ella! ¡Y eso que solo está usando la mitad de su poder...! ¡Es increíble!"
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Iglesia de Yumeith.
Hansel y Anaxandra seguían intentando razonar con Gretel. Las palabras del chico, sin embargo, comenzaron a sembrar duda en el corazón del usuario del viento.
"¿Debería... ayudarte?" murmuró nuestro protagonista, con la mirada confusa al ver el rostro de su hermano.
"¡No le escuches, Hansel!" exclamó Anaxandra, dando un paso al frente. "¡Tu hermano jamás te pediría algo así! ¡No está en su sano juicio! ¿De verdad piensas que él... es así?"
"Ya, pero..." balbuceó el joven, mirando al suelo, dudoso.
Entonces, algo rompió el silencio.
Unos pasos resonaron con eco sobre el mármol de la iglesia. Lentos, firmes. Desde detrás de la imponente estatua dorada de Yumeith, surgió una figura. Aspasia.
La anciana avanzó con calma, envuelta en un manto oscuro que contrastaba con la luz sagrada del templo. Sus ojos lo observaban todo con una quietud inquietante.
"Vaya, parece que hice bien al venir tras sentir que algo extraño se cocía aquí," dijo con voz rasposa, pero firme. "Mi hija que debería estar muerta... y el hermano del usuario de magia dimensional... intentando robarme la llave que cambiará el mundo."
Hansel dio un paso atrás, sorprendido.
"Es ella..." murmuró, conteniendo la respiración.
"Mamá..." susurró Anaxandra, con un nudo en la garganta.
Aspasia se detuvo frente a ellos y esbozó una sonrisa.
"Perdonad la ofensa, pero llevo un rato escuchando vuestra conversación... Y creo que tu hermano tiene razón," dijo dirigiéndose a Hansel.
El usuario de viento frunció el ceño. "¿A qué te refieres?"
"No la escuches..." advirtió Anaxandra con tensión. "Sabe manipular a la gente. Todo lo que dice es veneno."
Pero Aspasia no se inmutó. Su voz era suave, casi maternal.
"Que tu hermano tiene razón, muchacho. Dime, ¿por qué no te unes a nosotros?" preguntó, sonriendo.
Continuará...
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