Después de aguardar pacientemente el momento perfecto, Lovette reaparece en escena y, aprovechando el desgaste de su rival, derrota sin dificultad a Takashi. Con una sonrisa segura, se planta ante Keipi: solo uno de los dos saldrá victorioso del Battle Royale. El combate final está a punto de comenzar.
Al ver cómo su mejor amigo de la infancia caía derrotado, nuestro protagonista reaccionó de inmediato. Empuñó con fuerza el mango de su katana y disparó el agua a su alrededor, moldeándola en forma de un imponente dragón.
Uno de los tatuajes de Lovette brilló con intensidad, otorgándole alas en los pies. Con ellas, comenzó a saltar entre el aire, buscando la distancia perfecta entre ella y la bestia que se le acercaba. Entonces, otra de sus marcas resplandeció con fuerza: con un simple chasquido, liberó una onda sónica tan brutal que desintegró por completo a la bestia marina.
Sin embargo, Keipi emergió de entre los restos del agua, espada en mano, y usó el kanto para golpear con violencia el estómago de su rival, lanzándola contra el suelo. Lovette rodó varios metros sobre el asfalto, jadeando.
"Mierda... aún tiene energía para luchar..." susurró, observando a Keipi descender mientras se reincorporaba con esfuerzo. "¡Sin embargo, no podrás detener... mi magia de los dioses!"
Keipi frenó en seco, con una ceja alzada.
"¿Magia de los dioses?" preguntó, intrigado.
"¡Claro! ¡Superé años de tortura para que mi magia se condensara en una versión definitiva! ¡Y ahora puedo usar todas esas maravillosas habilidades!" proclamó Lovette con orgullo, mientras uno de sus tatuajes comenzaba a brillar.
"Pero... ¿no es solo magia de sonido?" replicó Keipi, dejándola completamente en blanco.
"¿C-Cómo? ¿Magia de sonido?" dijo, cada vez más irritada. "¡¿Te estás burlando de mí?! ¡¿Cómo el sonido va a hacer todo eso?! ¡¿Cómo voy a llevarte a otra dimensión?! ¡¿Y volar?! ¡¿CÓMO?!"
"Tus ataques más potentes han sido estallidos sónicos que activan frecuencias alrededor de tu objetivo. Así derrotaste a Takashi" explicó Keipi, sin malicia, pero visiblemente curioso. "La dimensión ilusoria fue inducida con un zumbido sónico que sumergió nuestra conciencia. Y la palmada de tu gigante no era más que un estallido sónico de alta potencia."
"¡NO! ¡DETENTE! ¡NO PUEDE SER SONIDO! ¡NO ME HICIERON TODO ESO PARA TERMINAR USANDO LA MISMA MAGIA CON LA QUE NACÍ!" gritó tapándose los oídos, sacudida por los recuerdos de una infancia marcada por la tortura.
"Vuelas porque emites ondas sonoras desde los tobillos, usándolas como propulsores. Y tu velocidad es tan alta porque te desplazas aprovechando las propias vibraciones que generas en el aire, como si danzaras entre las perturbaciones del sonido" explicó Keipi, con un tono casi compasivo. "Todo este tiempo... pensé que simplemente eras una maga sónica."
"¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO!" rugió Lovette, liberando por puro estrés una esfera sónica que arrasó con todo a su alrededor.
La onda alcanzó a Keipi antes de que pudiera reaccionar. Fue lanzado por los aires, cubierto de cortes, y acabó estampado contra la pared de un edificio, cayendo luego al suelo con dificultad.
"Mierda..." murmuró, tratando de levantarse.
Lovette quedó arrodillada, temblando, con los ojos llenos de lágrimas. Su respiración temblaba mientras los recuerdos se agolpaban en su mente.
"Toda mi vida... viví engañada..." susurró entre sollozos. "Aspasia... me mintió..."
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Hace algunos años.
Tras la explosión provocada por la pequeña Lovette en aquel laboratorio oculto, no tardaron en llegar varios escuadrones del ejército. A lo largo de un par de horas, inspeccionaron la zona en busca de respuestas. Lo único que hallaron fue una niña que había quedado en estado de shock, incapaz de reaccionar ante ningún estímulo.
Mientras apagaban los últimos focos de fuego con magia y escarbaban entre los escombros en busca de más cadáveres, alguien cubrió a la niña con una manta y la trasladó a una de las furgonetas. Allí esperaría, en silencio, a la llegada de la Suma Sacerdotisa Aspasia.
La anciana llegó media hora después, transportada a toda velocidad en un vehículo especial escoltado por agentes de élite. Caminando hacia la niña, uno de los oficiales comenzó a informarla de la situación.
"Así que... era un laboratorio secreto donde experimentaban con menores para intentar crear una magia artificial definitiva, ¿no?" preguntó Aspasia, con calma.
"Sí, señora. Eso es lo que hemos deducido hasta ahora."
"¿Y esta niña es la única superviviente? ¿Y, por las marcas en su brazo, sospecháis que podría ser la causante del incidente... o incluso el éxito de su experimento?"
"Exactamente. Es nuestra principal teoría."
"En ese caso... permitidme ocuparme personalmente de ella. En nombre de su Santidad Yumeith, haré que salga del shock y me ponga en situación de lo ocurrido."
Aspasia se acercó a Lovette y la saludó con suavidad. No obtuvo respuesta.
"Déjame echarle un vistazo a esto" murmuró mientras le tomaba el brazo para examinarlo. La pequeña no opuso resistencia.
Con tan solo un vistazo, la sacerdotisa comprendió lo esencial. Las marcas, el estado catatónico de la niña, el entorno devastado... todo encajaba. Sin embargo, sabía que debía encontrar una chispa, algo que la hiciera despertar.
"No entiendo cómo una niña tan preciosa como tú ha terminado envuelta en esta pesadilla..." le dijo, mirándola con ternura. "Pero si me cuentas lo que pasó, te prometo que haré todo lo posible para acabar con esta atrocidad. Juro por Yumeith que castigaré a quienes te hicieron esto."
Entonces, lentamente, los ojos de Lovette comenzaron a enfocarse.
"¿Castigarás a esas monjas malas?" susurró con voz débil.
"A cualquiera que te haya llevado a esta situación, pequeña" respondió Aspasia, con una sonrisa.
"En ese caso..."
Lovette empezó a relatar, poco a poco, lo sucedido. Habló del orfanato, de cómo fue vendida por las monjas, de los experimentos crueles que sufrió y del extraño poder que ahora portaba. Decía haber perdido su antigua habilidad mágica basada en el sonido.
Pero Aspasia conocía la verdad. El poder original de Lovette seguía intacto. Seguía siendo una maga sónica, pues el experimento, en realidad, había sido un fracaso absoluto… pese a que ella fuera la única en sobrevivir y llegar tan lejos.
El objetivo era ambicioso: extraer una magia única del cuerpo de su usuaria, transmutarla en tinta viva y fragmentarla en múltiples habilidades que le otorgaran dominio sobre distintas ramas mágicas. Un poder definitivo. Versátil. Imparable.
Pero no funcionó.
El proceso no generó un nuevo tipo de magia. Simplemente amplificó la afinidad de Lovette con el sonido, llevándola a niveles sobrehumanos… aunque sin cambiar su naturaleza esencial.
Y la suma sacerdotisa, sin dudarlo un instante, decidió explotar esa confusión. Alimentó la mentira con precisión quirúrgica, moldeando a Lovette bajo una falsa promesa de divinidad mágica.
"Eres poderosísima" le dijo con voz suave. "Una vez que domines esta nueva magia... nadie podrá detenerte, e incluso podrás salvar a más niños que acaben en tu situación."
Aquellas palabras, convirtieron a la pequeña Lovette en una de las guerreras más fieles de la suma sacerdotisa. Logrando con los años, volverse la capitana de los Sacerdotes del Génesis.
Días después, usando sus influencias, Aspasia ordenó la demolición del orfanato. Exilió a todas las monjas a países en situación de extrema pobreza, obligándolas a trabajar en minas. Los niños, por su parte, fueron reubicados en entornos más seguros y humanos.
Pero ahora… acababa de descubrir que todo había sido una mentira.
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Presente.
"¡ASPASIA! ¡ME MENTISTE PARA USARME! ¡NO PUEDO PERDONARTE, NO PUEDO!" gritó Lovette, su voz cargada de furia y desgarro.
Una onda sónica estalló desde su cuerpo, seguida de otra, y luego otra más. Se expandían en todas direcciones, en oleadas cada vez más violentas, haciendo vibrar el aire, resquebrajando los muros cercanos, levantando el asfalto y creando un caos sensorial. Su dolor se convertía en una sinfonía destructiva que amenazaba con arrasarlo todo.
Keipi entrecerró los ojos ante el vendaval invisible. Las ondas eran tan intensas que la presión comenzaba a rasgar su ropa y a hacerle sangrar los oídos. Sabía que si no actuaba ya, aquello lo borraría del mapa.
"¿Vas a usarlo ya?" preguntó la voz de Priscilla en su mente.
"No queda otra..." respondió con firmeza. "Por suerte, ya comprobamos que, incluso con la pulsera, puedo manifestar parte de él... Y creo que es la única forma de detener esta locura."
"Entonces... ve. Ya no eres el mismo Keipi que fue 'asesinado' ante el Apóstol de la Muerte." dijo su compañera, con suavidad y convicción.
El aura de nuestro protagonista comenzó a arremolinarse a su alrededor, como un torbellino azul plateado. Un pulso de energía ascendió hacia el cielo, y de pronto, una grieta resplandeciente se abrió entre las nubes como si el firmamento se rajara por dentro.
"¡KAITO! ¡CORTA EL SONIDO!" rugió Keipi con todas sus fuerzas.
Un colosal brazo emergió de la grieta celestial. En su mano, una katana divina, envuelta en una vibración tan pura que parecía absorber todo ruido a su paso. Con un solo tajo en el aire, la espada de Kaito deshizo las ondas sónicas, apaciguando el infierno de ruido con una calma inmediata. El silencio cayó como un manto.
"¡Ahora!" urgió Priscilla.
Keipi no perdió ni un segundo. Se cubrió con el agua flotante que lo rodeaba, compactándola a su alrededor como una armadura líquida, y se disparó hacia adelante como un proyectil humano. A su paso, el suelo se agrietaba y el aire silbaba.
Con un rápido giro de muñeca, cambió de mano a Priscilla. Toda el agua se acumuló en la punta de su katana, y justo antes de impactar, la estocada se convirtió en un cañón: una descarga hidráulica a máxima presión que impactó de lleno en el pecho de Lovette. La fuerza fue tal que la lanzó como una muñeca rota contra uno de los edificios cercanos, haciéndolo temblar con el impacto.
Lovette quedó inmóvil.
"N-No... puedo perdonarte... ¡ASPASIA!" pensó con un último hilo de conciencia, mientras lágrimas silenciosas descendían por su rostro.
Su cuerpo, derrotado, fue cubierto por una luz blanca junto al de Keipi. En un parpadeo, ambos fueron transportados de nuevo al coliseo. El estruendo cesó. La calma volvió.
Y entonces, estallaron los fuegos artificiales.
"¡Y EL GANADOR DEL BATTLE ROYALE Y, POR ENDE, DEL MAJESTUOSO TORNEO DE LUCHA DE ASPASIA ES...! ¡KEIPI, EL REPRESENTANTE DE LOS EMERALD PALADINS!" gritó la presentadora con una emoción desbordada.
El público rugió. Lily y Theo chocaron sus palmas con fuerza. Kanu y Futao gritaron de júbilo, y Shouri levantó su jarra de cerveza con una sonrisa orgullosa.
En la enfermería, Ashley, Ryan y Cecily sonrieron frente a la pantalla, aliviados y felices. Takashi, desde su cama, también dejó escapar una sonrisa tranquila.
Las cámaras enfocaron a Keipi en el centro del estadio, aún jadeante, aún con el agua deslizándose por sus hombros. Levantó el brazo al cielo como símbolo de victoria
"¡Gané! Marco..." murmuró, casi para sí mismo.
Pero entonces…
Un estruendo seco sacudió la tierra. El suelo tembló. Las gradas vibraron. Las luces comenzaron a parpadear. El cielo, antes festivo y colorido, se tornó oscuro de golpe. Nubes negras se agitaron con violencia, cubriendo el coliseo.
"¿Q-Qué está pasando?" preguntó Keipi, retrocediendo instintivamente.
De pronto, el suelo se agrietó y unas gigantescas cadenas de metal emergieron, saliendo de la nada. Retorcidas, antiguas, irreales, como si estuvieran arrancadas de otro plano de existencia.
"¡Mirad eso!" gritó un espectador, señalando a lo lejos.
Allí, en la distancia… la gran iglesia de Aspasia comenzaba a ascender lentamente hacia el cielo, envuelta en una luz sobrenatural que distorsionaba el aire a su alrededor. Durante unos segundos pareció que nada podría detenerla… hasta que las gigantescas cadenas que emergían del suelo se tensaron de golpe.
El metal ancestral crujió como si rugiera, y la estructura se detuvo a decenas de metros sobre el suelo, suspendida en el aire. No ascendía más, no descendía tampoco. Las cadenas, imposibles de romper, la anclaban a la superficie, impidiendo que continuara su ascenso hacia la estratósfera.
"¿Q-Qué ha pasado?" murmuró Keipi, con los ojos muy abiertos.
"Eso es..." murmuró Shouri, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo.
Theo tragó saliva. Su rostro palideció.
"El Nuevo Testamento..." dijo. "¿Ha sido activado?"
Continuará...
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