lunes, 14 de julio de 2025

Ch. 187 - Lovette vs Aspasia

Con la rabia circulando por sus venas tras descubrir que había vivido toda su vida engañada, Lovette atacó sin la más mínima consideración a la persona que nunca tuvo el valor de decirle la verdad. Sin embargo, aunque su ataque sónico pareció dar de lleno… no fue así.

Cuando el humo se disipó, una barrera de energía mágica condensada cubría el frente de la anciana, quien sostenía una sonrisa tranquila en el rostro.

"Recuerdo que hace un par de décadas vi a un joven usuario emplear este hechizo para defenderse. Desde entonces lo guardé en los recovecos de mi mente, por si algún día me hacía falta", comentó dando pasos hacia adelante a la par que deshacía la barrera. "Lo irónico es que no esperaba tener que usarlo para protegerme del ataque de una de mis propias hijas..."

"¡No soy tu hija y nunca lo he sido!" exclamó Lovette, furiosa. "¡Eres igual que esas monjas y esos cabrones del laboratorio! ¡Abusaste de mi confianza para llenarme de mentiras y hacerme creer que era especial! ¡Y no lo soy!"

Conteniendo su furia, la joven dio una palmada y liberó una onda sónica de las más potentes que había conjurado jamás, una vibración que levantaba las baldosas del suelo a su paso.

"Recordar hechizo…" murmuró Aspasia, memorizando el ataque que se le venía encima. "Repetir."

Acto seguido, la anciana disparó una onda sónica del mismo calibre. Ambas colisionaron en el centro del presbiterio, haciendo estallar los bancos y los vitrales a causa del impacto.

"¡¿Me copió el hechizo?!" se sorprendió Lovette.

"Puedo entender con suma facilidad el motivo de tu enfado, querida hija mía", comentó la anciana, cruzando los brazos tras la espalda. "Sin embargo, tus ideas están muy lejos de la verdad."

"¡Mientes!" gritó. "¡Tienes ese maldito don de la mentira, para hacer que todos caigan en tus redes y se conviertan en simples títeres sin conciencia! ¡Pero yo desperté! ¡He visto que todos estos años, mi vida como guerrera capaz de usar múltiples magias no fue más que una mentira fabricada por ti!"

"Pero… ¿qué querías que hiciera?" respondió Aspasia.

"¡DECIRME LA VERDAD!" bramó, liberando otra devastadora onda sónica.

Aspasia alzó la mano y convocó de nuevo el escudo anterior, bloqueando el ataque por completo.

"Eras una niña que acababa de vivir un infierno. Que había sufrido horrores capaces de destrozar a cualquier adulto… ¿Nunca pensaste en lo que podría haberte ocurrido si, después de todo eso, el experimento no hubiera funcionado?" replicó con un tono cargado de sinceridad. "Decidí alimentar esa mentira por tu bien. Para proteger tu mente, para darte una razón para seguir… y cuando estuvieras lista, decírtelo."

"¡MIENTES!" rugió, liberando una onda sónica esférica que reventó paredes y provocó grietas a su alrededor.

"No miento, mi querida niña", respondió la anciana defendiéndose del ataque con la barrera de antes, mientras se acercaba lentamente a ella.

Con cada paso que daba Aspasia, la mente de Lovette se llenaba de recuerdos: el orfanato, los experimentos, los abusos, el día en que desató su poder y acabó con la vida de culpables e inocentes por igual. Y que, desde entonces, había vivido creyendo ser alguien que no era.

"¡No me toques el coño!" gritó furiosa, poniéndose en pie.

"¡Cuida ese lenguaje! ¡No te he criado para eso!" bramó Aspasia, invocando uno de los hechizos que tenía memorizados. Un pilar de roca emergió del suelo y golpeó el abdomen de Lovette, lanzándola contra el techo con brutal fuerza.

"¡Gagh!" tosió sangre la joven antes de desplomarse en el suelo.

"¡Yo no he sido contaminada por la sociedad actual, querida hija mía! ¡No tengo motivos para mentirte cuando te estoy diciendo la verdad!" replicó la anciana, visiblemente enfurecida. "¡En cambio tú has caído con facilidad en los brazos del pecado! ¡Me acusas de mentirosa, y tu lenguaje está lleno de blasfemias que harían enfadar al mismísimo Yumeith!"

"Me da igual..." gruñó Lovette. "¡NO LE DEBO NADA A UNA MALDITA MENTIROSA!"

Impulsada por la velocidad del sonido, desapareció en un pestañeo. En un parpadeo, se plantó frente a Aspasia, colocó la palma de su mano en su abdomen y desató a bocajarro una brutal onda sónica que lanzó a la anciana volando. El impacto destrozó el retablo de la iglesia, desquebrajando la estructura y haciendo caer varias estatuas sagradas.

"¡TÚ NO SABES LO QUE ES VIVIR TODA UNA VIDA ENGAÑADA!" rugió Lovette, temblando de rabia. "¡ALIMENTADA POR LOS EGOS DE OTROS!"

Las lágrimas se mezclaban con la furia mientras continuaba:

"¡DESDE QUE NACÍ, NUNCA SUPE LA IDENTIDAD DE MIS PADRES! ¡DÍA TRAS DÍA ME DECÍAN QUE ERA PERFECTA, PERO NADIE ME ADOPTABA! ¡ME PROMETIERON UN LUGAR FELIZ CON AMIGOS Y ME LLEVARON A UN MALDITO LABORATORIO! ¡Y CUANDO CREÍ QUE HABÍA ENCONTRADO LA PAZ A TU LADO, RESULTA QUE TODO FUE UNA MENTIRA TUYA PARA CONVERTIRME EN UNA SÚBDITA SIN VOLUNTAD!"

Aspasia se incorporó lentamente. La sangre le resbalaba por la frente, pero no dijo nada. Solo miró a su alrededor con expresión desolada. Las estatuas rotas de su adorado Yumeith y el retablo, ahora cubierto de grietas, reflejaban el caos.

"Está roto..." murmuró con la voz quebrada. Luego, con un grito cargado de rabia, bramó: "¡ESTÁ TODO ROTO!"

De su espalda comenzaron a brotar múltiples brazos de pura energía mágica, que se lanzaron como bestias salvajes hacia Lovette.

La joven dio un salto hacia atrás para esquivar el primero, se cubrió tras un banco para evitar el segundo y usó su sonido para lanzarlo contra el tercero y cuarto. Pero el quinto brazo emergió desde el suelo y la atrapó del cuello, estrellándola violentamente contra la pared.

"¡¡LOVETTE!!" rugió Aspasia con furia incontrolable. "¡¡¿CÓMO TE ATREVES A PROFANAR EL HOGAR DEL SEÑOR?!! ¡ERES ESCORIA!"

Los cinco brazos comenzaron a golpear a la usuaria del sonido con fiereza, llenándola de heridas, cortes y hematomas, hasta hacerla desplomarse.

"Entiendo que sientas rabia por las mentiras del pasado..." dijo la anciana, respirando agitada. "¡Pero no permitiré que descargues tu frustración de niñata insolente sobre mi amado Mesías!"

Lovette, con el pelo suelto, la cara ensangrentada y el cuerpo cubierto de moratones, se puso de pie lentamente. Su voz era un susurro tembloroso, pero cargado de determinación.

"¿Sabes...?" murmuró. "Recuerdo que en el laboratorio me advirtieron que, si activaba todos los tatuajes al mismo tiempo, el poder liberado sería comparable a una explosión nuclear. Que, seguramente… también acabaría con mi vida."

"¿Qué vas a hacer?" preguntó Aspasia, ahora visiblemente desconcertada.

Los tatuajes del cuerpo de Lovette comenzaron a iluminarse, uno tras otro, como si se tratase de una cuenta regresiva.

"Si toda mi vida fue una mentira, entonces no tiene sentido seguir aquí..." dijo entre dientes. "¡VOY A DESTRUIR ESTA FARSA, Y CON ELLA… A LA MAYOR MENTIROSA DE TODAS!"

La energía comenzó a desatarse con violencia por todo el lugar. Las paredes crujían, el suelo temblaba. El final parecía inminente.

Pero justo antes de que el último tatuaje se encendiera, Aspasia alzó las manos y, con un gesto firme, unas cadenas moradas emergieron del suelo, envolviendo por completo el cuerpo de Lovette. La joven cayó al suelo, paralizada, mientras un brillo plateado recorría los eslabones, anulando por completo su energía mágica.

"Magia selladora: retención mágica," pronunció la anciana con voz grave. El conjuro resonó por toda la sala como una sentencia inquebrantable.

Lovette, sintiendo cómo su último recurso se desvanecía al mismo tiempo que sus tatuajes se apagaban, se derrumbó de rodillas. Las lágrimas le recorrían el rostro con furia y desesperación.

"¿Acaso... ni siquiera me dejas morir en paz?" bramó entre sollozos.

"No. No lo haré," respondió Aspasia con una mezcla de frialdad y afecto. "Sigas o no creyéndolo, sigues siendo mi querida hija."

Suspiró profundamente, con un cansancio que parecía pesarle en los hombros.

"Incluso me has obligado a usar uno de los hechizos más poderosos que guardo... y que no podré volver a invocar hasta dentro de siete días."

Avanzó un paso, mirando a la joven con determinación.

"Pero está bien, porque lo hice por ti. Porque te quiero... y te necesito viva para la batalla que está por venir."

"¡NO PIENSO ESCUCHARTE!" gritó Lovette, con el alma rota y el rostro cubierto de lágrimas.

"Sí lo harás," dijo Aspasia en un tono más suave... pero firme. "Porque... quieres que los niños de los orfanatos sigan con vida, ¿no es así?"

Las palabras se clavaron en el corazón de Lovette como cuchillas. Su respiración se cortó.

"¿A-a qué te refieres...?" murmuró con voz temblorosa. "¡Los demonios matarán a todos por igual!"

"Lo sé," respondió Aspasia. "Pero gracias a la devoción que he entregado durante toda mi vida, tengo el poder de comunicarme con Yumeith. Le he servido, le he conseguido fieles en todo el mundo. Y si tú luchas a mi lado, si dejas atrás esta rabia... te prometo que, cuando el Mesías renazca, le pediré que resucite a todos los niños inocentes que morirán en los orfanatos de toda Pythiria."

Lovette tragó saliva. No sabía si creerla. No sabía si todo eso era otra mentira. Pero... ¿qué tenía ya? Ni siquiera había podido morir cuando más lo deseaba.

"¿Me lo prometes?" preguntó con los ojos inundados.

"Lo juro... por Yumeith," respondió la anciana con solemnidad.

Lovette bajó la mirada, rendida.

"E-está bien..." murmuró. "Lucharé de nuevo... para ti... Pero por favor... salva a esos niños. Permíteles vivir, aunque este mundo se caiga a pedazos."

Aspasia se inclinó lentamente y rodeó a Lovette con sus brazos, estrechándola con una intensidad extraña. Entre caricia y prisión, su voz salió cálida... pero algo inquietante:

"Lo haré. No te preocupes, mi niña." sonrió de manera inquietante.

Continuará...

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