Con la rabia ardiendo en su pecho y la electricidad recorriendo cada fibra de su cuerpo, Cecily dio forma a dos colosales bestias relampagueantes. Un león y un tigre de dientes de sable emergieron a su lado, rugiendo con furia desatada. Ella, erguida en medio del chisporroteo, parecía la encarnación misma de la reina de la tormenta.
"¿¡Tú una reina!?" respondió Pantera, bufando con desprecio mientras aferraba de nuevo su mandoble. "¡No me hagas reír!"
El filo de su arma creció hasta alcanzar proporciones titánicas, brillando con una precisión cortante. Con un rugido, lanzó un tajo devastador que hendió el aire de la sala.
Cecily y sus bestias reaccionaron al instante. Con un salto sincronizado esquivaron la acometida, dispersándose en distintas direcciones mientras los fragmentos de piedra y polvo caían a su alrededor.
Nuestra ladrona fue la primera en contraatacar: cargada de electricidad, se lanzó de frente con una embestida feroz. Pantera, obligado a reducir de nuevo el tamaño de su arma, logró bloquearla justo a tiempo. Pero en cuanto el filo chocó con ella, Cecily desapareció de su vista, deslizándose como un relámpago hacia otro punto de la sala.
Sin tiempo casi siquiera a pestañear. El tigre de dientes de sable apareció tras rebotar contra los escombros de un banco roto, abalanzándose directo a su espalda. Su instinto puro de hombre bestia le salvó: Pantera giró sobre sí mismo y cruzó su espada contra las fauces de la bestia, deteniendo el mordisco en seco. Pero el felino desapareció con un destello, escurriéndose fuera de su alcance en una fracción de segundo.
"¡Tch!" gruñó, crispando los dientes.
El siguiente rugido llegó desde arriba. El león, cargado de electricidad, se precipitó desde el techo como un meteorito, blandiendo sus garras chisporroteantes contra el apóstol.
"¡GRAAAH!" bramó Pantera, desviando el ataque con un esfuerzo titánico y empujando a la criatura hacia un lado.
Pero ya era tarde: había caído en su juego.
Los tres atacantes —Cecily, el león y el tigre— se turnaban con una precisión implacable. Uno tras otro, uno tras otro. Cada choque desaparecía en un destello eléctrico para dar paso al siguiente embate, un ciclo frenético de violencia y velocidad que no le dejaba ni un segundo de respiro.
El mandoble de Pantera silbaba en todas direcciones, cortando aire y chispas por igual. Sin embargo, cada defensa le costaba un instante más de reacción, cada desviada era más forzada que la anterior.
"¡Maldición…!" gruñó entre jadeos, atrapado en una tormenta que amenazaba con devorarlo.
De pronto, Cecily y sus dos bestias se detuvieron en seco. Intercambiaron una mirada rápida y, sin necesidad de una orden, asintieron al unísono. Con un salto perfectamente sincronizado, se lanzaron contra Pantera, preparados para ejecutar un golpe final en una acometida que parecía imposible de detener.
Pero el apóstol reaccionó antes de lo esperado.
"¡Artes de la guerra! ¡Alteración dimensional!" rugió con fiereza, apoyando su garra sobre el pecho.
El metal de su armadura se iluminó y, en un abrir y cerrar de ojos, comenzó a crecer de forma grotesca hasta sobrepasar varias veces su tamaño. En cuestión de segundos, Pantera quedó oculto dentro de un colosal caparazón metálico, convertido en una auténtica fortaleza viviente.
Las garras del tigre, las fauces del león y el puñetazo eléctrico de Cecily se estrellaron contra la muralla con una violencia descomunal. El impacto levantó una onda expansiva que arrasó con los escombros cercanos, haciendo temblar las columnas y derribando lo que quedaba de los bancos. Fragmentos de piedra y chispas eléctricas se dispersaron por la sala como metralla, pero la defensa resistió implacable.
Los tres fueron rechazados al instante, obligados a retroceder con una mueca de rabia.
"¡Mierda… ya lo tenía!" pensó Cecily, mordiéndose el labio con frustración.
Desde dentro del armazón resonó la voz del apóstol, amplificada como un trueno metálico: "¡No creáis que podéis vencerme con trucos tan burdos! ¡Puede que no sea de los apóstoles más poderosos, pero soy el escudo de Aspasia! ¡El cazador que jamás será cazado!"
Con un estruendo, la armadura colosal se contrajo hasta volver a cubrir solo el torso del hombre bestia. Pantera salió de ella sonriendo con una expresión desafiante, y de pronto se clavó las garras de la mano izquierda en el cuello.
"¡Artes de la guerra! ¡Dopaje animal!" gritó, inyectándose un suero viscoso que burbujeaba con energía mágica.
"¿Q-qué hace…?" murmuró Cecily, sorprendida.
El apóstol soltó un rugido gutural, tan profundo que retumbó en las paredes como un terremoto. Su cuerpo comenzó a liberar un torrente de energía descontrolada, hasta que la presión destrozó su armadura en mil pedazos. Los músculos de Pantera se expandieron, su figura se distorsionó y su silueta se transformó, adquiriendo el aspecto de una pantera completa… pero de un tamaño colosal, rebosante de poder salvaje.
"¡No… no puede ser…!" Cecily abrió los ojos de par en par, jadeando. "¿Se ha convertido en una bestia completa…?"
El león y el tigre se colocaron frente a ella de inmediato, rugiendo para protegerla. Pero la diferencia de poder era abismal.
Con un zarpazo brutal, Pantera aplastó a ambas bestias eléctricas contra el suelo, desintegrándolas en una explosión de chispas. Giró sobre su propio eje y, con un latigazo de su cola descomunal, golpeó a Cecily de lleno en el torso.
"¡GAAH!"
El impacto la lanzó disparada como una muñeca rota, atravesando una columna y cayendo sobre los restos de un banco destrozado. El golpe la dejó sin aire, y al rodar por el suelo notó cómo los coleteros de su cabello se rompían, dejando que su melena rosada se desparramara sobre sus hombros ensangrentados.
"Joder…" masculló con un hilo de voz, mientras la sangre le chorreaba por la frente y teñía las tablas rotas bajo ella. Intentó incorporarse, temblando, y un dolor agudo la hizo gemir. "Me… ha roto un par de costillas."
Pantera, en su forma bestial, rugió con una potencia tal que hizo vibrar el aire, levantando polvo y escombros. Sus ojos amarillos brillaban con instinto asesino.
"¡Esto es la verdadera diferencia entre una elfa y un hombre bestia! ¡Este es el mito que todas las razas temían y yo puedo dominarlo a voluntad!" rugió Pantera, con los colmillos brillando de furia.
"Usar tu poder… para hacer realidad ese mito que tanto os señalaba… y controlarlo… para demostrar que estaban equivocados…" murmuró Cecily mientras se incorporaba con esfuerzo, con la sangre resbalándole por la barbilla. Sus ojos chispeaban con electricidad. "Eso me parece honorable."
"¡Lo es!" bramó el apóstol. "¡Nosotros nunca fuimos bestias sin control! ¡Las demás especies solo hablaban mierda de nosotros porque nos temían! ¡Por eso Aspasia debe purgar este mundo corrupto! ¡Y cuando Yumeith nos dé la paz eterna, todas las razas podremos vivir en verdadera armonía!"
Sin más aviso, bajó la cabeza y cargó como un toro desbocado.
El impacto lanzó a Cecily disparada fuera del presbiterio. Su cuerpo atravesó la gruesa pared de ladrillo como si fuera papel y cayó sobre los escombros del exterior, tosiendo sangre mientras un crujido le confirmaba que más costillas se habían partido.
"Kh… joder…" escupió, con la vista nublada.
Tirada entre el polvo, alzó la mirada hacia el cielo nocturno. En su mente pasaron imágenes fugaces: Marco confiando en Keipi y Ashley, los tres luchando codo con codo en una liga superior. Y ella, siempre un paso atrás, siempre con la sombra de la duda. Ese sentimiento de impotencia la estaba devorando.
Con manos temblorosas tocó la pluma tatuada en su piel, la marca de su juramento.
"¡No soy débil…!" murmuró, apretando los dientes. Su cuerpo se sacudió con una descarga eléctrica, no tan fuerte como para matarla, pero lo bastante intensa para obligar a sus músculos a reaccionar. Las chispas le recorrieron la espalda y, contra todo pronóstico, volvió a ponerse en pie. Su melena desordenada ondeaba como si cada hebra llevara electricidad.
"¡SOY UNA PALADÍN!" gritó con toda la furia de su pecho.
"¡Para nada…!" replicó Cecily, con los ojos brillando como relámpagos. "¡Aún tengo que demostrar que aunque tus acciones son honorables, tus objetivos están errados!"
El aura eléctrica la envolvió y su forma de Fenrir volvió a surgir. Pero no era la misma de antes: ahora era más salvaje, más canina, con colmillos relucientes y músculos tensados al máximo. La electricidad chisporroteaba como un incendio azul.
Cecily se inclinó hacia adelante, apoyándose en cuatro patas como un lobo preparado para cazar. Cuando Pantera dio un paso, ella explotó en velocidad.
La punta de su bota conectó brutalmente contra el mentón del apóstol, haciéndole escupir sangre y levantándole del suelo unos centímetros.
"¡Serás…!" gruñó el hombre-bestia, tambaleándose con rabia.
Pero no tuvo tiempo de reaccionar. Cecily se deslizó ágil bajo sus patas delanteras, dio un salto hacia el techo destrozado de la iglesia y desde ahí se lanzó en picado contra su enemigo.
"¡COLPO DI VOLT!" rugió, descargando toda su electricidad en un martillazo con ambas manos.
El golpe se estrelló contra la espalda de la bestia colosal. El impacto fue tan brutal que el suelo entero tembló y se resquebrajó al instante, incapaz de soportar el peso combinado de Pantera y la descarga de Cecily.
Una grieta inmensa se abrió bajo ellos. En un rugido ensordecedor, ambos cayeron al vacío entre una lluvia de rocas y escombros que se precipitaban en todas direcciones.
"¡Maldita!" rugió Pantera, con la nariz y la boca empapadas en sangre. Se impulsó hacia una roca flotante y, sin perder tiempo, volvió a lanzarse al ataque.
Cecily no dudó. Apoyó un pie en otra roca y salió disparada hacia él. Sus cuerpos chocaron en el aire, intercambiando golpes a una velocidad vertiginosa mientras saltaban de un fragmento a otro. Las rocas descendían lentamente, abandonando el campo gravitatorio de la isla flotante, mientras la batalla continuaba suspendida en un caos imposible.
"¡SOLO QUIERO QUE MI PUEBLO TENGA EL RESPETO QUE MERECE!" bramó Pantera, lanzando un zarpazo que desgarró el aire.
"¡PERO NO LO LOGRARÁS MASACRANDO INOCENTES!" gritó Cecily, esquivando por centímetros y contraatacando con una patada que lo lanzó varios metros hacia abajo. "¡MATAS A LOS TUYOS TANTO COMO A LOS DEMÁS!"
"¡NO IMPORTA!" rugió él, frenético. "¡TODO SE RESETEARÁ!"
"¡NO TENÉIS NI IDEA DE SI ESO FUNCIONARÁ!" replicó Cecily con furia, cargando electricidad en sus manos. "¡SOLO ESTÁIS ARROJANDO MILLONES DE VIDAS A LA BASURA POR EL CAPRICHO DE UNA ANCIANA DESQUICIADA!"
Con un grito desgarrador, invocó a sus bestias eléctricas. Esta vez, junto a ellas apareció una tercera figura: una grulla.
"¡No lo es!" respondió Cecily, apuntándole con ambas manos.
Las tres bestias no se lanzaron directo contra él: pero en vez de atacarlo se dispersaron, posicionándose en triángulo con Pantera en el centro.
"¡FULMINE!" gritó la ladrona.
Un torrente de rayos estalló desde sus palmas, canalizado a través de la formación triangular. El relámpago atravesó el aire en una jaula luminosa, concentrándose en un único rayo que cayó sobre Pantera con violencia devastadora.
El apóstol gritó, con su forma de bestia desgarrándose casi al instante. Volvió a su cuerpo original, chamuscado y cubierto de heridas. El humo se elevaba de sus brazos y pecho mientras caía, derrotado.
Batalla en la iglesia.
Cecily vs Pantera
Ganadora: Cecily
"Me habrás… vencido…" murmuró, perdiendo fuerzas. "Pero nada te salvará… de la caída…" Y con esas palabras, se desplomó inconsciente, precipitándose hacia el suelo.
El suelo se acercaba a una velocidad mortal. Y entonces...
Dos gigantes de roca emergieron del terreno, levantando columnas de polvo al interceptar sus cuerpos en el último instante. Los golems atraparon a Cecily y a Pantera con suavidad, evitando un impacto fatal.
"Sí… gracias…" respondió Cecily con una sonrisa cansada, mientras los golems la depositaban en tierra firme. "Sabía que alguien nos vería si usaba un ataque bastante llamativo mientras caíamos."
Cecily soltó un suspiro, dejando que la electricidad se desvaneciera de su cuerpo. Sus rodillas cedieron, pero antes de caer, Shouri la sujetó con firmeza.
"Aún te queda mucho por aprender, pequeña…" dijo con tono sereno. "Pero hoy… estuviste increíble."
Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario