domingo, 28 de septiembre de 2025

Ch. 238 - Un merecido descanso

Nuestros protagonistas continuaban disfrutando de un merecido descanso en Shangri-La. En ese momento, se habían dividido en pequeños grupos para recorrer las distintas atracciones del lugar.

En la zona de feria, Cecily y Ryan paseaban entre las casetas repletas de luces de colores y premios llamativos que colgaban de cada puesto.

"¡Mira cuántos peluches! Hay de todos los tamaños, son adorables." comentó la ladrona con los ojos brillantes.

"Sí, hay muchísima variedad... espera, ¿eso es una batidora?" dijo Ryan, sorprendido al señalar uno de los premios más peculiares.

Cecily soltó una risa divertida. "Jajaja... Oye, si quieres puedes ir a darte un baño. No tienes por qué acompañarme solo para que no me quede sola."

"Oh, para nada. Estoy aquí porque quiero. Me gusta mucho tu compañía." respondió él con una sonrisa tranquila, cruzando los brazos metálicos sobre el pecho.

Las mejillas de Cecily se encendieron de inmediato, y al devolverle la sonrisa logró que el hijo de la dragona también se ruborizara.

"Pues no seas bobo y disfruta más." le dijo ella, avanzando unos pasos con energía.

Ryan la observó con ternura, conteniendo una pequeña risa. "Esta chica..." murmuró para sí mismo.

De repente, Cecily se detuvo frente a un puesto en particular. Sus ojos se abrieron de par en par y una emoción inocente iluminó su rostro al ver un peluche de tigre con el pelaje rosado.

"E-es precioso..." susurró, maravillada.

"¿Por qué no intentas ganarlo?" preguntó Ryan.

"No puedo... el juego es de lanzar dardos y tengo que acertar cuatro veces en esos aros. Soy pésima en eso." suspiró, rindiéndose de antemano. "Ni lo intentaría."

Resignada, continuó caminando. Mientras tanto, el hijo de la dragona se quedó mirando fijamente el peluche, como si ya hubiese tomado una decisión.

"Oye..." la llamó, haciéndola girar con curiosidad. "Creo que sí voy a darme un chapuzón, que me está entrando el calor. ¿Nos vemos en la comida?"

"Oh... sí, claro. ¡Disfruta!" respondió ella, forzando una sonrisa mientras se alejaba, con una pequeña sombra de decepción en la voz.

Ryan esperó a que estuviera lo bastante lejos, y entonces volvió la mirada hacia el tigre rosado que colgaba de la caseta.

"Ya verás..." murmuró, con una sonrisa decidida en el rostro.

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Zona de tiendas.

En uno de los puestos de ropa, Nicole salió de los probadores luciendo un elegante bañador blanco con detalles dorados que realzaban cada curva de su silueta.

"¿Q-qué te parece este?" preguntó con timidez, dirigiéndose a Marco.

Al verla, él sintió cómo el rubor le subía a las mejillas. "E-estás... preciosa." respondió.

Ambos apartaron los ojos, encendiéndose como dos tomates, mientras una de las dependientas los observaba con ternura, reprimiendo una sonrisa.

"M-me lo quedo." dijo Nicole al fin, armándose de valor.

"¿Quiere llevárselo puesto, señorita?" preguntó amablemente la dependienta, acompañándola hacia la caja.

"Oh, sí, me vendría de maravilla." asintió ella con una sonrisa nerviosa.

Desde la entrada, Marco no podía apartar la vista de ella. Su corazón latía con fuerza, como si intentara escaparse de su pecho.

"¿Por qué se me acelera tanto cuando estoy a su lado?" pensaba, sintiendo un calor extraño recorrerle. "¿Será esto... lo que llaman amor?"

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Zona de tumbonas.

Nathalie estaba completamente a su rollo, tumbada al sol mientras disfrutaba ya de su cuarto mojito de la mañana.

"¿Te importa si te acompaño?" preguntó Keipi con su sonrisa despreocupada de siempre.

"¡Anda! ¡Pero si es el tío más chulo de Akitazawa!" exclamó la semi-demonia, ya un poco achispada. "¿Cómo essss? ¡Claro que no me importa, ponte aquí al lado de este bombón!"

"Jajajaja, me alegra ver que te lo estés pasando tan bien." contestó él, quitándose la camisa y dejándose caer en la tumbona de al lado.

Nathalie, sin perder tiempo, le ofreció un bote de protector. "¿Crema solar?"

"¡De una, gracias!" sonrió Keipi, aplicándosela sin pensárselo demasiado.

En ese momento, Priscilla en su forma de polluelo planeó hasta la tumbona vecina. Con total naturalidad, se echó un poco de crema en el cuerpecito, se calzó unas diminutas gafas de sol y desplegó un reflector solar para acelerar su bronceado.

"Esta tía…" se rió el monje al verla tan preparada.

"Déjala descansar un rato, hombre." dijo Nathalie entre sorbos. "Se pegó una buena juerga en esa competición en la que participasteis, que os estuve viendo por las pantallas."

"Pues sí, la pobre no paró de tirarme del pelo para no caerse. Jajajaja." recordó Keipi.

"Por cierto, ¿y Ashley?" preguntó la semi-demonia.

"Ah, ella se quedó charlando con la chica de pelo plateado contra la que competimos… creo que se llamaba Mondongo o algo así." respondió Keipi con seriedad.

"¡JAJAJAJA! ¡Seguro que no se llama Mondongo, hombre!" estalló Nathalie a carcajadas.

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Bar cercano.

Tras la intensa competición, las dos rivales habían terminado convirtiéndose en grandes amigas. Ahora compartían margaritas en la terraza, riéndose y hablando de sus vidas como si se conocieran de toda la vida.

"¿Qué? ¿Y esa cabrona de Celia te traicionó?" exclamó Monday, incrédula, al escuchar a su nueva amiga.

"Sí…" suspiró Ashley, aunque enseguida sonrió con ternura. "Y para colmo me pasé toda la vida sirviendo a esos hombres bestia hasta que al final conocí a Marco y a los demás. Gracias a ellos… volví a vivir."

"Me alegro un montón por ti." respondió, mostrando la sonrisa confiada que la caracterizaba. Luego se inclinó un poco hacia ella, como compartiendo un secreto. "Pero que sepas que yo jamás te habría traicionado así. Además… yo también conozco a una Celia en mi trabajo, y te juro que es igual de hija de puta que la que describes tú."

Nuestra protagonista se echó a reír. "Será que viene de serie con el nombre."

"¡Ya te digo, tía!" carcajeó Monday, chocando la copa con la suya.

"Aish… si la vuelvo a ver, pienso darle una paliza." añadió Ashley con una sonrisa pícara.

"¡Como debe ser!" la animó, levantando el pulgar. "Pero venga, ahora me toca a mí. ¿Qué quieres saber de mi pasado?"

"Hmm…" se quedó pensativa, con la mirada fija en el cuello de su compañera. "Pues me gustaría saber qué significa ese tatuaje que tienes ahí."

"¡Oh! Eso es por mi trabajo." explicó Monday, señalándose el número III grabado en su piel. "En la organización donde curro, nuestro jefe es un don nadie sin poder para el combate, así que los soldados nos ordenan según nuestra fuerza y logros. Este tatuaje significa que soy la tercera más fuerte."

Ashley abrió mucho los ojos. Instintivamente, levantó los dedos: uno por Marco, otro por Keipi… y al tercero pensó en sí misma. De pronto, sonrió como una niña.

"¡Yo también soy la tercera más fuerte de mi grupo!" exclamó, emocionada.

"¡Toma ya! ¡Si que tenemos cosas en común!" respondió entusiasmada.

"¿Y el chico cabra que iba contigo también tenía uno?" preguntó Ashley con curiosidad.

"Sí, claro. Él es el número seis de los ocho que somos." respondió Monday.

Nuestra protagonista soltó una risilla. "Espero que no odie mucho a Keipi… Ese tío a veces tiene el cerebro frito cuando no se trata de pelear. Aunque bueno… creo que eso lo tenemos en común." murmuró casi para sí misma.

Monday continuó: "Él se fue a acompañar a nuestro jefe, el don nadie que te mencioné. El tipo está de vacaciones y se cree importante, así que nos pidió que lo acompañáramos como guardaespaldas. Pero bueno, como aún estaba roncando, aprovechamos para colarnos en la carrera y disfrutar un poco de este paraiso."

"Entiendo." asintió Ashley, aliviada. "Suena complicado, pero mientras podáis divertiros… todo bien."

"¡Claro que sí! Y más si encima hago una amiga tan guay como tú." añadió con cariño. Luego la miró con brillo curioso. "Por cierto, ¿cómo hicisteis esos trucos en la carrera? Fueron flipantes."

"¿Lo de antes?" la joven se acomodó en la silla y explicó: "Pues yo tengo magia de potenciación física, y Keipi es un espadachín que controla el agua. Nos complementamos bastante bien y lo usamos a nuestro favor para sacaros ventaja."

"¡Qué guay!" Monday abrió los ojos con ilusión. "Yo tengo una compañera espadachina que controla el viento. Se llama Rin. Es un poco arisca, pero en el fondo es un amor."

"¿Rin?" repitió Ashley, sorprendida. 

"¿De qué me suena ese nombre? Bueno… da igual." pensó.

"En fin," continuó Monday, levantando la copa, "mi magia es distinta: me permite alterar la tecnología cercana, dándole la forma que quiera. No puedo crear nada de cero, pero puedo transformar lo que ya existe. Puedo convertir, yo qué sé… un mando de tele en un arma si hace falta."

"¡Qué pasada!" nuestra protagonista se inclinó hacia ella, con los ojos brillando de emoción. "¡Me encantaría luchar contra ti algún día!"

"Jajajaja, y a mí también. ¡Se nota que eres una tía de cine!" rió Monday.

"¡Y tú también!" contestó Ashley con la misma energía.

Ambas chocaron las copas y se miraron con complicidad, sellando así el inicio de una nueva amistad.

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Un barco surcaba las aguas, aproximándose lentamente a la isla.

"El capitán dice que llegaremos a Shangri-la al caer la noche…" murmuró una silueta envuelta en una capa marrón que ocultaba por completo su cuerpo, incluido parte de su rostro. Su voz era aguda, infantil, como la de una niña pequeña.

Su acompañante, también cubierta, se retiró la capucha de un tirón, revelando su identidad.

"¿Crees que aún estarán ahí, Shouri?" preguntó la niña, clavando sus ojos curiosos en ella.

"Por supuesto, Faralalan." respondió con firmeza. "Según lo que me contaste, necesitas aliados, y conozco a un grupo perfecto. Estoy segura de que no se negarán a echarnos una mano."

"Sí… El emperador verdadero, ¿no?" dijo, mientras apartaba la tela que le cubría. Debajo apareció una niña rubia de tirabuzones dorados y ojos anaranjados. Lo que más llamaba la atención era el topacio que brillaba incrustado en su frente.

"Así es." Shouri asintió, con una sonrisa que mezclaba orgullo y un ligero matiz de culpa. "Y tuve la previsión de introducir una piedra rastreadora en una de sus compañeras, justo cuando la salvé de una caída mortal. Sé que no estuvo bien, pero gracias a eso… ahora puedo encontrarlos. Y si ellos aceptan, tendremos la fuerza necesaria para salvar tu país."

Faralalan tembló, apretando las manos sobre su regazo. "S-Sí…"

Shouri alzó la vista hacia el horizonte, donde ya se intuían las islas de Shangri-la. Una chispa de esperanza brilló en su mirada.

"Marco…" murmuró con una media sonrisa. "Te necesitamos de nuevo."

Continuará…

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