Campamento frente a Al-Amphoras
En esos momentos, el Modo Berserker de Ryan había terminado de apoderarse de su cuerpo.
"Vaya... qué decepción," suspiró Shouri, exhalando el humo de su cigarrillo. "Ni siquiera ha aguantado tres minutos consciente."
El hijo de la dragona, completamente descontrolado, mostraba una mirada llena de odio, emanando una brutal sed de sangre que erizó la piel de todos.
"¿Q-Qué hacemos? ¡Ha p-perdido el control!" exclamó Gretel, temblando mientras se refugiaba detrás de la usuaria de rocas.
"No os preocupéis," respondió Shouri con calma, avanzando sin miedo. "Esto entraba dentro de mis cálculos. Solo hay que noquearle otra vez para traerle de vuelta."
El berserker saltó al cielo, envuelto en una imponente armadura de acero, y lanzó una lluvia de cadenas a toda velocidad contra sus compañeros.
Con un gesto rápido, Shouri pateó a Gretel hacia el resto del grupo, reuniéndolos a todos, mientras erigía una barrera esférica de roca para protegerlos. Al mismo tiempo, cientos de columnas pétreas surgieron a su alrededor, desviando casi todas las cadenas. Una, sin embargo, alcanzó a rozarle la mejilla.
"Bueno..." murmuró, escupiendo el cigarro al suelo y limpiándose la sangre del corte. "Parece que nos queda mucho trabajo por delante."
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Templo del este.
Con un corte diagonal sangrando en su pecho, Jacinta observó, furiosa, cómo la semi-demonio se incorporaba al combate.
"¡C-Cómo osas...!" gritó la mujer-rata, con el morro teñido de rojo.
"Tú eras la que atacaba a mi amiga. ¿Acaso no pensaste que podría intervenir en cualquier momento?" replicó Nathalie, colocándose decidida frente a Cecily.
"Gracias, tía," sonrió la ladrona, mientras una serie de chispas radiantes cubrían sus brazos.
"Para eso estamos, colega," respondió la semi-demonio, lanzándole una sonrisa por encima del hombro.
Jacinta bajó a cuatro patas, enseñando los dientes en una mueca perturbadora.
"¡Es inútil! ¡Mi magia es la metamorfosis! ¡Puedo transformarme en cualquiera que haya visto, y alterar mi cuerpo con cualquier objeto que haya tocado!" chilló con un brillo de locura en los ojos. En ese instante, dos lanzamisiles surgieron de su espalda. "¡FUEGO!"
Los proyectiles salieron disparados, pero las chicas ni siquiera parpadearon. Con un movimiento grácil, casi como una danza, Nathalie avanzó un paso y balanceó su guadaña, que se estiró para cortar los misiles antes de que alcanzaran su objetivo, haciéndolos estallar y creando una densa nube de humo.
"¡Te tengo!" rugió Jacinta, abalanzándose desde la neblina con sus brazos convertidos en taladros, directa hacia la semi-demonio.
"¡Te escuché!" exclamó Cecily, apareciendo de un salto sobre la mujer-rata y propinándole una potente patada en la cabeza, su pierna envuelta en electricidad mientras sus orejas de Fenrir brillaban sobre su melena. "¡No subestimes el oído de un cánido!"
"¡Tsk!" gruñó Jacinta, retrocediendo con agilidad. "¡Da igual! ¡Llevo meses aquí! ¡Conozco este laberinto como la palma de mi mano!"
Sin decir más, se lanzó hacia uno de los espejos y desapareció en él como si se hubiera desvanecido.
"¿Q-Qué acaba de pasar?" preguntó Cecily, aún con la electricidad cubriendo su cuerpo por si había más ataques sorpresa.
"Los espejos de este lugar no solo reflejan. Están conectados entre sí..." explicó Nathalie con el ceño fruncido, escaneando la sala. "Yo llegué aquí siguiendo caminos al azar al atravesarlos, pero cuando noté tu energía mágica, dejé que mi instinto me guiara hacia ti."
"¿Dices que los espejos forman otro laberinto dimensional a parte?" preguntó Cecily, sorprendida, colocándose espalda con espalda junto a su compañera.
"Exacto." asintió Nathalie, aferrando su guadaña con firmeza. "Y sospecho que la salida... también está dentro de uno de ellos."
"¡ASÍ ES, PERO JAMÁS LA ENCONTRARÉIS!" chilló Jacinta, emergiendo de un espejo en lo alto de la sala. Sus brazos, convertidos en taladros giratorios, salieron disparados hacia ellas como proyectiles.
Las dos saltaron a un lado justo a tiempo, rodando por el suelo mientras los taladros se incrustaban en la superficie rocosa donde estaban un instante antes.
Jacinta cayó de vuelta en otro espejo, desapareciendo con una risotada.
"¡Tsk! ¡No te escaparás!" gritó Cecily, cubriéndose en electricidad. Sin pensárselo dos veces, se lanzó hacia el mismo portal que la rata había usado.
"¡Cecily, espera!" exclamó Nathalie, extendiendo una mano inútilmente. Pero su amiga ya había traspasado el cristal. "¡Mierda! ¡Así nunca podré localizarte!"
Su mirada recorrió la sala frenéticamente. El reflejo de docenas de espejos devolvía una imagen distorsionada de sí misma... y entonces, su vista se posó sobre el filo oscuro de su guadaña. Su expresión cambió.
"¡Eso es...!" murmuró, clavando la hoja en el suelo. Su sombra, viva como una criatura consciente, comenzó a extenderse alrededor, dividiéndose en múltiples tentáculos oscuros que serpenteaban por las paredes... y se adentraron en cada uno de los espejos.
"¡Tengo una forma de encontraros!" declaró con una sonrisa feroz, mientras su sombra atravesaba el laberinto cristalino más allá del reflejo.
La ladrona avanzaba sin detenerse, atravesando espejo tras espejo, mientras los pasillos idénticos comenzaban a confundir sus sentidos. Pero no importaba cuántos reflejos la rodearan: sus ojos seguían fijos en la mujer-rata que huía delante de ella.
Jacinta cambió de rumbo de pronto, lanzándose a un espejo lateral para reaparecer justo detrás de Cecily.
"¡Este no es un juego donde el gato caza al ratón, si no al revés!" gritó, transformando sus brazos en taladros giratorios y disparándolos sin piedad.
Cecily derrapó sobre el suelo húmedo, agachándose justo a tiempo para esquivar los proyectiles. No frenó. Se impulsó contra una columna cercana y, cargada de electricidad, se lanzó como un relámpago hacia su oponente.
Pero Jacinta fue más rápida. Se sumergió en otro espejo antes de ser alcanzada.
Cecily gruñó de rabia y la persiguió, comenzando a dispararle rayos sin piedad, pero la mujer-bestia se escabullía con agilidad, moviéndose a cuatro patas, esquivando cada ataque sin apenas mirar atrás gracias a sus reflejos de roedor.
Fue entonces cuando la ladrona se percató. En el suelo, una sombra enorme se ramificaba entre los espejos, extendiéndose como raíces negras. No era una sombra normal. Era de Nathalie.
Cecily descendió, incrustó su mano en la oscuridad y escuchó una voz, nítida y confiada, como un eco.
"Sigue hacia adelante. Os estaré esperando."
No necesitó más. Saltó hacia el siguiente espejo justo antes de perder el rastro de su contrincante.
"Confío en ti, Nat," pensó con una media sonrisa, sin mirar atrás.
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Posición de Nathalie.
La enorme guadaña clavada en el suelo no era solo un arma: era un ancla. Desde ella, la sombra se extendía como una telaraña viva por el suelo, las paredes y los espejos, invadiendo cada rincón del laberinto subterráneo… y su contraparte dimensional. Sus tentáculos oscuros atravesaban los cristales como si fueran agua. Y con cada nuevo hilo sombrío, Nathalie lo veía todo.
Sonrió con calma, notando cómo la vibración de la sombra cambiaba al detectar un cuerpo en movimiento.
"Perfecto. Ya está todo listo. He analizado tus rutas, tus patrones y tus patéticas escapadas…" musitó, alzando la vista hacia un espejo situado frente a ella. Una segunda guadaña comenzó a formarse entre sus dedos, hecha de pura oscuridad.
"Hora de cortar el queso, rata del demonio." Terminó de armar el filo con un chasquido de lengua y una sonrisa ladeada.
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Persecución.
Jacinta arrojó varias bombas en su dirección. Las explosiones iluminaron el pasillo, pero Cecily ya estaba cubierta de electricidad; el impacto la empujó hacia atrás, chamuscándole los brazos, pero no la detuvo.
"¡JAJAJAJA! ¡Soy la reina del laberinto! ¡NADIE PUEDE ATRAPARME!" alardeó la mujer rata, entrando a toda prisa por el siguiente espejo.
Justo como Nathalie había previsto.
"Te estaba esperando," murmuró la semi-demonio con una sonrisa afilada, adoptando postura de ataque mientras la ladrona emergía del reflejo.
El rostro de Jacinta se deformó en terror puro. "¿Q-Qué…? ¡Tú no deberías estar aqu—!"
"¡TE TENEMOS, RATA DE MIERDA!" rugió Cecily al salir del espejo detrás de ella, sus puños chispeando con furia eléctrica. Ambas guerreras compartieron una mirada, una sonrisa de complicidad, pura sincronía.
Todo estaba dicho sin pronunciar una mínima palabra.
"¡NERO IPERFULMINE!" gritaron al unísono.
Una tormenta de sombras y relámpagos se desató, golpeando a Jacinta de lleno. La electricidad la paralizó, la oscuridad la envolvió. Su cuerpo salió disparado, cayó contra el suelo y quedó inmóvil, humeante, completamente fuera de combate.
"Y así se caza una rata," dijo Nathalie, levantando su mano.
"No debiste subestimar a dos tías chulísimas." añadió Cecily, sonriendo mientras le chocaba los cinco a su compañera.
Batalla en el templo del este.
Nathalie y Cecily vs Jacinta, la rata.
Ganadoras: Nathalie y Cecily.
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Tras haber derrotado a su contrincante, nuestras protagonistas se encontraban caminando entre los espejos, Nathalie disipó la guadaña que llevaba en la mano.
"Gracias por darte cuenta de mi estrategia y confiar plenamente en mí," dijo con una media sonrisa.
"No fue nada. Al final... eres mi amiga y voy a confiar siempre en ti," respondió Cecily, tranquila. "Además, en todo momento supe que serías capaz de averiguar lo que ocurría en este laberinto."
"En efecto, me conoces genial," respondió Nathalie, alzando la cabeza con orgullo. "Porque... también he descubierto cuál es el espejo que nos llevará hacia el sello."
"Tal y como esperaba de ti. Que por cierto, ahora que mencionas lo del sello... según esa rata deberíamos encontrar una máscara de la tierra o algo así," comentó la ladrona mientras avanzaban.
"Oh, así que el sello es una máscara y no un núcleo redondo... curioso cuanto menos," añadió Nathalie, observando su reflejo en cada espejo por el que pasaban.
Cruzaron el último espejo y emergieron en una enorme sala llena de jeroglíficos antiguos. Como habían hecho Keipi y Kanu antes, tocaron la máscara de la tierra, desactivando la barrera. El laberinto desapareció hacia otra dimensión, dejando atrás un templo silencioso y cargado de misterio.
"Supongo que... trabajo hecho," sonrió Nathalie.
"Y tanto," asintió Cecily.
Chocaron los cinco, satisfechas, y comenzaron a salir del templo estirando los músculos tras la tensión.
"Me merezco un buen vasito de whisky," murmuró la semi-demonio.
"Mírala, si ya está pensando en beber," dijo Cecily, riendo.
Ambas estallaron en carcajadas mientras se alejaban.
Continuará...
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