miércoles, 12 de noviembre de 2025

Ch. 256 - El templo del norte

El silencio pesaba como una losa sobre el campamento. Todos seguían atónitos por la noticia que había pronunciado Nicole con voz temblorosa.

Sin decir palabra, la ayudaron a entrar en la tienda principal. Gretel le ofreció una taza de agua, mientras Faralalan encendía un pequeño fuego para recalentar algo de la sopa que había sobrado. El ambiente estaba cargado: nadie se atrevía a romper el silencio.

La sanadora, aún temblorosa, bebió un sorbo. El vapor le rozó el rostro, devolviéndole un poco de color. Solo entonces, Marco se acercó despacio y se agachó frente a ella.

"¿Estás bien?" preguntó con voz suave.

La joven asintió, aunque su expresión seguía descompuesta. "S-sí..." murmuró. "La misión... la completamos. Pero fue justo después cuando pasó. Ella... decidió irse con los hombre-bestia."

Un murmullo recorrió la sala.

"Es cierto," dijo Shouri, cruzada de brazos con el cigarro entre los labios. El humo se disipaba lento frente a su rostro. "La barrera fue desactivada. Al menos, la misión se cumplió."

"Pero..." Cecily apretó los puños. "¿Por qué Ashley haría algo así? No tiene sentido. No hay motivo para que nos traicione."

Ryan se levantó bruscamente. "¡Es imposible! ¡Ashley no haría eso! ¡Seguro que usaron algún tipo de magia para manipularla!"

"Chicos..." intervino Lily, flotando suavemente frente a ellos. "La estáis agobiando con tanta pregunta. Miradla..."

Nicole seguía con la mirada perdida, los dedos entrelazados con fuerza sobre sus rodillas.

Marco le puso una mano sobre el hombro, con voz tranquila pero firme. "Déjadla respirar. Lo mejor es que nos lo cuente poco a poco, a su ritmo."

La sanadora asintió despacio. Inspiró hondo.

"Sí..." susurró. Sus ojos temblaron un instante antes de alzarse hacia el grupo. "Os diré... lo que pasó."

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Hace tres días. Templo del Norte.

Ashley y Nicole fueron las últimas en llegar a su destino.

El viento gélido se filtraba entre los muros mientras el eco de sus pasos resonaba por la entrada del santuario. Tras asegurar al avestruz dentro, avanzaron lentamente por la sala principal, maravilladas ante las paredes cubiertas de jeroglíficos.

"Qué dibujos más raros..." murmuró Ashley, recorriendo una de las paredes con la mano.

"No son dibujos," respondió Nicole con calma, inclinándose para observar mejor los símbolos. "Es un idioma antiguo."

"¿Cómo? ¿Y puedes leerlo?" preguntó Ashley, alzando una ceja, sorprendida.

"Un poco." asintió la sanadora. "Morgana nos enseñaba muchas cosas a las chicas de Fémina, sobre todo a las que alcanzábamos un rango alto dentro de la jerarquía. Por suerte, una de ellas fue la lectura de jeroglíficos."

"Vaya... qué pasada." dijo la joven, admirándola. "Yo apenas sé leer decentemente nuestro idioma, imagínate uno que ya ni se usa."

Nicole sonrió, divertida. "Al principio también me aburría aprender idiomas, la verdad. Pero al final, te acabas acostumbrando. Y a veces… hasta te sorprende lo útil que puede llegar a ser."

"Qué sorpresa," dijo Ashley riendo por lo bajo. "No te hacía del tipo de persona a la que le aburriría estudiar."

"Las apariencias engañan, ya sabes." respondió la sanadora con una sonrisa tranquila, mientras seguía deslizando los dedos sobre las runas grabadas.

"Entonces… ¿qué es lo que pone?" preguntó, intrigada.

"Lo he leído un poco por encima, no estoy del todo habituada a traducir jeroglíficos, pero…" comenzó a explicar Nicole, entornando los ojos mientras seguía las líneas con la mano. "Dice que este es el Templo del Viento. En él yace su máscara elemental, la que mantiene activa la barrera mágica. Para alcanzarla, debemos superar algo llamado el laberinto celestial… y el resto aún no lo entiendo del todo."

Ashley cruzó los brazos y asintió. "Entendido. Sea como sea, tenemos que hacernos con esa máscara y cumplir nuestra parte de la misión."

Nicole sonrió, más animada. "¡Entonces, manos a la obra!"

Ambas avanzaron decididas hacia la siguiente sala del templo.

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Cuando cruzaron el umbral, un destello cegador las envolvió por completo.

Al abrir los ojos, Ashley y Nicole se encontraron de pie sobre una estrecha plataforma de cristal suspendida en el aire. A su alrededor, no había muros, ni techo, ni suelo visible: solo un cielo infinito, cubierto por nubes plateadas que giraban lentamente en remolinos.

El viento soplaba con una fuerza imponente, tan gélido que hacía vibrar la superficie bajo sus pies. Frente a ellas, flotaban decenas —quizá cientos— de plataformas transparentes, cada una a una altura y distancia distintas. Algunas permanecían quietas, otras se desplazaban lentamente arrastradas por corrientes invisibles.

Entre cada fragmento de cristal, ráfagas de aire recorrían el espacio como ríos invisibles, cambiando de dirección sin previo aviso. Lejos de ser un obstáculo, aquellas corrientes parecían formar parte del propio laberinto: empujaban con fuerza a quien se atreviera a dar un salto, lanzándolo hacia nuevas plataformas si lograba sincronizar su movimiento con el viento correcto.

Cada ráfaga era distinta: algunas suaves como un susurro, otras violentas como un vendaval. Bastaba un error en el cálculo para ser arrojado al vacío interminable.

A lo lejos, suspendida en medio del cielo, se alzaba una enorme puerta dorada que irradiaba luz y poder. Era su objetivo: el acceso a la cámara donde aguardaba la Máscara del Viento. Alcanzarla significaba dominar las propias corrientes que amenazaban con arrastrarlas.

Ashley inspiró con fuerza, sintiendo el aire chocar contra su rostro. Nicole, con el cabello ondeando bajo la presión del viento, entrecerró los ojos para analizar los flujos que las rodeaban. Habían entrado, sin duda, en el laberinto del templo del norte: un desafío que no se superaba resistiendo al aire, sino dejándose guiar por él.

"Vaya sitio..." murmuró la potenciadora, con los ojos muy abiertos mientras contemplaba el inmenso vacío que se extendía ante ellas.

"A primera vista impone, sobre todo si tienes vértigo." comentó su compañera, acercándose con cuidado al borde de la plataforma. El viento le agitaba el cabello con fuerza. "Pero si observas bien… parece tener una lógica. No es tan peligroso si logras entender el patrón."

"¿Qué quieres decir?" preguntó la potenciadora, inclinando la cabeza.

"Fíjate en las corrientes." señaló la sanadora. "Surgen de puntos concretos, y justo frente a ellas hay plataformas alineadas. Si las usamos en el momento adecuado, deberían llevarnos hacia la puerta del fondo." Hizo una pausa. "Es como un enorme rompecabezas de aire... y si fallamos, la caída es infinita."

"¡Ah! ¡Entonces solo hay que saltar!" exclamó Ashley, sonriendo antes de echar a correr.

"¡E-ESPERA—!"

Nicole ni siquiera alcanzó a terminar la frase. La potenciadora ya había saltado, y un instante después una ráfaga de viento la elevó en el aire, lanzándola con precisión hasta la siguiente plataforma.

"¡Toma! ¡Esto es genial!" gritó, eufórica, al aterrizar.

Mientras tanto, la sanadora estaba de rodillas en el suelo, con el corazón desbocado y las manos temblando.

"¡TEN CUIDADO, LOCA!" chilló con lágrimas en los ojos. "¡Podrías haberte matado! ¡Tienes que esperar al momento exacto del viento!"

"Ah." respondió Ashley rascándose la nuca con una sonrisa torpe, mientras se sacaba un moco con el otro dedo.

"¡NO ME RESPONDAS ASÍ CUANDO CASI ME MATAS DEL SUSTO!" replicó Nicole, entre indignación y desesperación.

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Tras aquello, y con mucha cautela, las jóvenes habían logrado avanzar hasta la mitad del laberinto celestial sin sufrir apenas contratiempos. Las ráfagas de viento seguían cruzando el espacio, pero ellas ya habían aprendido a leer su ritmo.

"Creo que ya estamos a mitad de camino." comentó Ashley, observando la distancia entre la plataforma inicial y la que sostenía la puerta de salida, suspendida en la inmensidad del cielo.

"Sí..." respondió Nicole, respirando con esfuerzo. "Nunca imaginé que estos templos fueran tan caóticos. Siento que he hecho más ejercicio aquí que en todo el último año."

"Hablando de eso..." dijo Ashley, girándose hacia ella con curiosidad. "¿No sería más fácil si volaras con esas alas de ángel tuyas?"

"Lo pensé al principio, pero al final... ¿qué gracia tendría la aventura si tomamos el camino fácil?" sonrió Nicole, limpiándose el sudor de la frente.

"¡Jajaja, en eso tienes razón!" respondió Ashley con una carcajada. "¡Así se hace más divertido! ¡Y una se vuelve más fuerte!"

"Y que lo digas." añadió la sanadora, recuperando el aliento. "Además, seguro que Marco nos regañaría si no disfrutamos del viaje juntas."

"¡Totalmente!" se rió la potenciadora.

Pero la calma duró poco. Un repentino estallido de energía mágica cortó el aire como un trueno. Ambas alzaron la mirada justo cuando una sombra descendía a toda velocidad desde lo alto del cielo.

"¡INTRUSAS! ¡LARGO DE AQUÍ!" rugió una voz grave.

El impacto fue brutal. Una figura cayó de golpe sobre la plataforma de cristal, partiéndola en mil pedazos y lanzando a las dos jóvenes al vacío.

En pleno descenso, Ashley sintió el aire golpearle el rostro, pero antes de estrellarse, Nicole desplegó sus alas con fuerza y la sostuvo entre sus brazos.

"¡¿Qué demonios ha sido eso?!" gritó nuestra potenciadora mientras recobraban el equilibrio.

Sobre una plataforma superior, un hombre-bestia de pelaje castaño oscuro se apoyaba con elegancia. Su rostro recordaba al de un conejo salvaje, curtido por los años, con un peto vaquero desgastado y botas negras de suela gruesa.

"¡No vais a haceros con la máscara del viento!" bramó. "¡No mientras esté presente Eugene, el Conejo del Zodiaco!"

Ashley frunció el ceño y crujió sus nudillos. "Así que tú eres el idiota que ha venido a fastidiarnos, ¿eh?"

Eugene se tensó al ver a Nicole volando con su compañera en brazos. "¿U-Un ángel?" murmuró sorprendido.

"¡Sí, y no pensaba usar las alas para disfrutar de este laberinto celestial!" gritó Nicole, visiblemente molesta. "¡Pero tú has arruinado toda la diversión, conejo feo!"

La potenciadora la miró de reojo, soltando una carcajada. "Te falta algo de práctica para insultar a desconocidos, ¿Eh?."

"Ca-callate..." murmuró Nicole, sonrojada.

Mientras tanto, Eugene entrecerró los ojos, observando a la potenciadora con atención. Un escalofrío recorrió su cuerpo.

"¿Por qué… se me hace tan familiar esa chica?" pensó, olfateando el aire. "Su olor... es casi igual al mío. ¿O me estoy imaginando cosas?"

Continuará...

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