lunes, 24 de noviembre de 2025

Ch. 264 - La siesta hípica

Campamento militar de los Ballure al norte de Al-Amphoras.

El grupo de Ryan se encontraba reunido con Gartana en la tienda principal del campamento. La lona dejaba pasar la luz del atardecer en haces anaranjados, y el aire olía a polvo, cuero y pan recién horneado.

Kanu tomó la palabra, explicando con calma todo lo sucedido: desde su encuentro con Faralalan, los templos, los enfrentamientos contra los Zodiacos… y el resto de detalles que tuvieron que superar para llegar hasta allí.

Gartana escuchaba en silencio, con los brazos cruzados y la mirada fija en el arquero. Cuando por fin terminó, el hombre exhaló con fuerza y se dejó caer contra el respaldo de la silla.

"Entiendo..." murmuró, llevándose una mano a la barba. "Habéis vivido una auténtica odisea solo para ayudarnos. Lo agradezco de todo corazón."

"Tampoco podíamos quedarnos de brazos cruzados viendo a Faralalan tan destrozada." comentó Nathalie, apoyándose sobre una mesa de madera repleta de mapas y anotaciones.

"Y al final, toda experiencia es buena para hacernos más fuertes y proteger a quienes queremos." añadió Futao con una sonrisa tranquila, sosteniendo su lanza como si fuera parte de él.

"Sin embargo," intervino Ryan, "aunque estemos aquí para echar una mano, también necesitamos información de primera mano sobre cómo va la situación en el frente."

"Tal y como habéis podido ver, lo estamos pasando putas." respondió Gartana sin rodeos.

"¿Y eso?" preguntó Kanu, inclinándose hacia adelante, preocupado.

"Sus fuerzas no se agotan. Las nuestras sí." explicó con un suspiro. " Ya sabéis que nosotros solo tenemos la magia de cristal para combatir, mientras que ellos vienen con habilidades y estilos de combate muy distintos entre sí. Nos superan en versatilidad, y eso nos mantiene siempre contra las cuerdas."

"Entiendo..." murmuró Nathalie, cruzándose de brazos.

"Y el desgaste también nos está matando." continuó Gartana. "Nuestros médicos no tienen magia curativa. Una baja o una herida grave significa un defensor menos. Y sinceramente… siento que tarde o temprano no podremos seguir frenando sus ataques."

"¿Y cómo os habéis mantenido hasta ahora?" preguntó Ryan, incrédulo.

"Normalmente siempre hay un awsiya apoyándonos en el campo de batalla. Pero como las tropas principales de los hombres-bestia se retiraron a Sylvapura hace unos días, aprovecharon el alto el fuego para descansar en palacio y nos dejaron la defensa." explicó Gartana. "El problema es que esta mañana llegó el Zodiaco del caballo y ordenó retomar el ataque contra las tropas que descansaban en la frontera. Y así estalló la batalla que visteis al llegar."

"Tsk… esos Zodiaco siempre dando por saco." refunfuñó Futao.

"Pero… no te preocupes." dijo el hijo de la dragona mientras se ponía de pie con determinación. "Ahora estamos aquí." añadió, llevando un puño al pecho en un gesto firme.

"Eso me alivia." suspiró el general. "Sois fuertes, se nota con solo veros. Y, sinceramente… sois como una bendición para nuestro pueblo. Os lo agradezco de corazón."

"Joe, qué formal." murmuró Nathalie con media sonrisa. "¿No tendrás por ahí una cervecita, no?"

"¡Nat!" protestó Kanu, mirándola enfurecido.

"Esta tía…" añadió Futao, negando con la cabeza.

"Ese caballo no conseguirá doblegarnos." comentó Ryan en voz baja, ignorando por completo la escena de fondo, centrado únicamente en lo que se avecinaba.

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Castillo de Sylvapura.

El atardecer teñía Sylvapura de un tono anaranjado y cálido, filtrándose por los ventanales altos y bañando de luz las paredes cubiertas de musgo del castillo. La vegetación parecía brillar con un resplandor propio, como si el bosque entero estuviera conteniendo el aliento.

En la sala presidencial, Draco había retomado su lugar en el trono, su figura imponente recortada por la luz que entraba a través del dosel vegetal del techo. Frente a él, sobre la larga alfombra que llevaba hasta el estrado, los tres Sagrados aguardaban en silencio, firmes a ambos lados como estatuas vivientes. Su presencia llenaba la estancia de una solemnidad casi palpable.

Ashley y Eugene habían sido convocados de nuevo y, bajo aquella iluminación crepuscular que parecía aumentar la tensión, aguardaban a escuchar el veredicto del gobernador y sus altos mandos.

El Zodiaco del Conejo estaba tenso como una cuerda a punto de romperse. Allí, frente al gobernador y los Sagrados, comprendía que un solo juicio erróneo podía costarle caro. Había abandonado su puesto por una intuición… y si él dictaba un veredicto desfavorable, sabía que pagaría las consecuencias.

Draco habló por fin, con un tono tan grave que hizo a Eugene tragar saliva.

"A ver." dijo, sin apartar la mirada de ninguno de los presentes. "Queda más que claro que, tras haber visto aquel enfrentamiento, que tu hija es, sin duda alguna, el conejo lunar nuevo. No sé cuán alta era la probabilidad de que todo esto fuera posible, pero sí es sorprendente cómo el destino se ha puesto de nuestro lado."

"Menos mal." suspiró el conejo, aflojando un poco los hombros.

"Bueno, pues una cosa menos." decía Ashley introduciendo el meñique en su nariz para sacarse un moco.

"¡Corrige tu comportamiento ante su majestad!" le regañó Karta, señalándola con el bastón.

"Jajajaja, eso es actitud." sonreía Shimuna, encantada de verla tan indiferente.

"No le rías las gracias tampoco, mujer. Que si no le va a dar un infarto a nuestra tortuga." se burlaba Belial.

Draco alzó la mano y el silencio volvió a la sala.

"Independientemente de sus modales, es un hecho que ella es la persona que necesitamos para ganar esta guerra. Por lo que eres bienvenida a nuestro lado y contamos con tu sangre para poder activar el animalia."

"Disculpa, pero a eso me niego." dijo tajantemente, haciendo que su padre se quedara en blanco.

"A-Ashley…" murmuró el zodiaco, tembloroso.

"¿Cómo?" se sorprendió Karta, golpeando con el bastón el suelo por la rabia.

Nuestra protagonista dio un paso adelante, firme.

"No me importa unirme a vosotros y trabajar de vuestro lado, e incluso plantarle cara a mis antiguos compañeros." dijo con suma sinceridad. "Pero eso no significa que esté de acuerdo con activar una cosa como el animalia para acabar con el pueblo enemigo."

"¡Cómo te atreves!" espetó Shimuna, indignada. "¿Acaso vas a dejar a tu pueblo morir?"

"Alto, Fénix Lunar." dijo Draco con una calma que contrastaba con la tensión creciente. "Ella está en todo su derecho a ser libre de lo que quiera hacer o no. Sin embargo, te propongo algo, Conejo Lunar."

Eugene apretó los puños, al borde del pánico.

"Hija… no hagas locuras…" murmuró, casi sin voz.

"¿El qué?" preguntó Ashley, decidida, mirando al gobernador a los ojos.

"Te daré dos días para que tomes una última decisión sobre el animalia. Si estás de acuerdo con ello, lo activaremos y atacaremos Al-Amphoras con el objetivo de hacernos, de una vez por todas, con la gema infinita. Y si no… prometo que nos rendiremos y asumiremos nuestro destino." dijo Draco, con una sinceridad tan cruda que heló el ambiente.

"Mi opinión no va a cambiar, así que podéis rendiros ya si queréis." respondió con un tono remolón que contrastaba completamente con la gravedad del momento.

"Aún no he terminado, Conejo Lunar." continuó Draco sin alterarse. "Quiero que durante este tiempo te relaciones con tu gente, les hables y conozcas su historia. Que te empapes de la cultura que estos años no has podido vivir. Y una vez pase ese tiempo… nos des tu veredicto sobre el animalia."

"Hija, por favor… hazlo por mí." rogó Eugene, inquieto, incapaz de ocultar el temblor en su voz.

Ashley lo ignoró por completo. Ni siquiera lo miró.

"Está bien, acepto la propuesta." dijo, con una tranquilidad casi insultante. "Y ahora, si me disculpan, me retiro a descansar y comer algo."

La joven salió de la sala sin esperar permiso, y Eugene, desesperado, corrió detrás de ella. El silencio se apoderó del salón principal durante unos segundos.

"¿Estás seguro, su majestad?" preguntó Karta con un ligero temblor en la voz.

"Sí." respondió Draco con solemnidad, sin apartar la mirada de la puerta por la que se habían ido. "El animalia será activado. Mi instinto de dragón me lo dice."

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Campamento militar de los Ballure al norte de Al-Amphoras.

La noche había caído sobre el campamento como un manto espeso. Solo los guardias apostados frente a las murallas de madera seguían despiertos, luchando contra el sueño mientras vigilaban que el enemigo no intentase un ataque sorpresa. Sentados junto al portón, compartían una bebida fría para sobrellevar la guardia cuando una sombra avanzó lentamente hacia ellos desde la oscuridad.

Ambos se pusieron en pie al instante, sus armas de cristal se manifestaronen sus manos con un destello afilado.

"¡Alto ahí!" gritó uno, tensando los hombros.

La luz de la luna bañó la figura… y entonces la reconocieron. Francisco, el caballo, avanzó con las pezuñas levantadas como si estuviera rindiéndose.

"¡¿Qué hace él solo aquí?! ¿No es uno de los Zodiaco?" murmuró el otro soldado, tragando saliva.

"Bienvenidos a la pesadilla." dijo el equino, dejando caer sus pezuñas contra la tierra con un golpe seco. "¡BIENVENIDOS A LA SIESTA HÍPICA!"

Al instante, un enorme círculo mágico se expandió bajo sus pies, extendiéndose como una mancha luminosa que cubrió todo el campamento. Los guardias se lanzaron hacia él, pero la arena explotó en un estallido de tierra y huesos: de ella emergieron muertos vivientes, guerreros descarnados con piel colgando y costillas expuestas, que bloquearon su paso.

Los dos soldados retrocedieron dando un salto, y uno de ellos disparó un cristal hacia el cielo. Este estalló en cientos de fragmentos, liberando un destello brillante que activó la alarma del campamento.

En cuestión de segundos, Gartana y todo el grupo de Ryan ya estaban fuera de sus tiendas, armados y preparados.

"¿Q-Qué es esto?" exclamó Nathalie, saltando por la ventana y aterrizando en la arena. A su alrededor, cientos de zombis avanzaban en silencio, formando un ejército grotesco.

"¿Muertos vivientes?" murmuró Futao mientras ajustaba la posición de su lanza, incrédulo.

"¡Debe ser el Zodiaco del caballo!" rugió Gartana al verlos de cerca. "¡Ese cabrón es un usuario de nigromancia!"

"¿Nigromancia?" Kanu abrió los ojos como platos. "¿El enemigo puede usar a los muertos como marionetas? ¡Eso es deleznable!"

Ryan chocó sus puños metálicos, haciendo retumbar el aire y atrayendo la atención del grupo.

"Dejadme a mí a ese pequeño pony de mierda." dijo con una sonrisa salvaje. "Por fin… podré tener un enfrentamiento con uno de esos Zodiaco. Así que… ¡no me lo jodáis!"

Continuará…

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