domingo, 30 de noviembre de 2025

Ch. 271 - Keipi vs Vivaldi, el dragón

Al llegar al quinto templo, Keipi percibió de inmediato una presencia acechando en la oscuridad. Sin dudar, dejó a sus compañeras encargándose de las traducciones y avanzó hacia la sombra hostil, decidido a enfrentarse al enemigo sin recurrir a su arma mítica.

El monje chasqueó la lengua. “Lo siento, pero tenemos prisa.”

“Yo tampoco puedo permitir que os hagáis con esa información.” dijo el hombre-bestia con orgullo. “No como Vivaldi, el dragón del Zodiaco de Draco… sino como Vivaldi, agente secreto del Gobierno Imperial.”

"¿Cómo?" se sorprendió nuestro protagonista al escuchar esas palabras.

"Piensa en ello. ¿De verdad crees que uno de los Zodiaco estaría en este templo por voluntad propia?" preguntó con total sinceridad. "Para nada. Son idiotas manipulables que bailan en la palma de la mano de mi señor Melchor."

"Tú… ¿fuiste quien les habló del supuesto valor monetario de la gema infinita?" preguntó Keipi, sin bajar la guardia.

"En efecto." respondió él sin titubear. "Mi misión era infiltrarme entre sus filas como Zodiaco y ganarme su confianza. Fingí que acudía al gobierno imperial para pedir ayuda, pero solo iba a recibir órdenes: provocar una guerra entre Luore y Sylvapura y asegurarme de que la gema infinita fuese destruida."

"¿Destruida? ¿No queréis robarla?" preguntó Keipi, apuntándole con su espada de agua.

"¡Para nada! Pero el motivo… no pienso contártelo." bramó Vivaldi, lanzándose al ataque con sus garras.

Keipi lo recibió con un movimiento preciso, bloqueando el golpe con su espada acuática antes de empezar a danzar sobre el puente, intercambiando choques de agua y escamas.

"Vosotros sois un verdadero problema." gruñó el zodiaco mientras atacaba. "No solo derribasteis la barrera… también descubristeis esta ubicación, que debía permanecer oculta al mundo."

"¡Pues ya ves! ¡Se nos da bien ser unos cabezotas!" gritó el monje, asestándole una patada en el estómago que lo hizo retroceder.

"En cuanto nos informaron de la caída de la barrera, supe que tenía que venir a proteger estas ruinas." dijo el dragón, extendiendo sus garras. "Mi instinto me decía que esto ocurriría… y no me equivoqué."

De un zarpazo brutal, cortó el puente bajo sus pies, y ambos se precipitaron juntos hacia el vacío.

Keipi se apoyó en un fragmento del puente roto y se impulsó hacia su rival, que respondió del mismo modo. Ambos chocaron en el aire, espada y garras entrelazadas en un destello fugaz, antes de salir despedidos hacia direcciones opuestas y clavar los pies en las paredes del abismo.

Desde su posición, el monje lanzó un poderoso dragón de agua que serpenteó hacia Vivaldi. El zodiaco, por su parte, clavó las garras en la roca, arrancó un enorme pedrusco y lo disparó contra la criatura acuática. Ambas técnicas colisionaron en mitad del vacío y se deshicieron en una explosión de viento que sacudió todo el lugar, haciendo caer cientos de fragmentos de las paredes.

Vivaldi saltó de roca en roca, haciendo crecer sus garras hasta poder dispararlas como proyectiles hacia nuestro espadachín, quien terminó rodando por un fragmento del puente desprendido mientras las esquivaba.

Keipi aterrizó sobre un trozo de pared y giró sobre sí mismo, lanzando un látigo acuático contra el zodiaco. Este lo esquivó con un mortal impecable, retrocediendo varios saltos sin perder la compostura. Acto seguido, se apoyó en una roca suelta y se impulsó con fuerza, descendiendo en picado hacia el monje y golpeándolo con su cola reptiliana.

El joven bloqueó el impacto con su espada, pero no pudo evitar caer con violencia, estrellándose de espaldas contra un pedrusco. Aun así, se recompuso con un salto ágil y, mientras los escombros seguían cayendo como lluvia, ambos chocaron ataques en pleno descenso.

"¡Es inútil! ¡Una vez te derrote, acabaré con esas chavalas y el secreto no saldrá a la luz!" rugió Vivaldi, aferrando una columna pétrea con sus garras.

"¡Eso está por ver! ¡Tú no eres tan fuerte como crees!" respondió nuestro protagonista, lanzando una estocada acuática que cortó en dos el pilar que sostenía a su contrincante.

Enfurecido por sus palabras, el dragón extendió sus alas y descendió con rabia, atrapando al protagonista del cuello. Cayó con fuerza, estampándolo contra los fragmentos de roca que se desprendían de las paredes mientras el aire se llenaba de polvo y escombros que chispeaban con cada impacto.

"¡SOY EL ZODIACO MÁS PODEROSO BAJO EL MANDO DE DRACO! ¡Y UN ESPÍA QUE EL MISMÍSIMO MELCHOR HA CONFIADO SU MISIÓN MÁS IMPORTANTE! ¡NO ME SUBESTIMES, ESPADACHÍN DE PACOTILLA!" gruñó con fiereza, haciendo que con su batir de alas cayeran todavía más escombros a su alrededor.

Sin embargo, al instante, la figura que sostenía entre sus garras se deshizo en agua. Aquello no era más que un clon. Al alzar la vista, boquiabierto, vio al verdadero Keipi encaramado sobre un fragmento de columna, sonriendo con confianza.

"Estabas tan cabreado que no viste cuando cambié de lugar con una de mis copias. ¡Y eso es un error típico de un idiota!" dijo el monje mientras creaba seis clones idénticos de agua que surgieron de las paredes, el suelo y los restos del puente, cada uno reflejando sus movimientos con precisión.

"¡Maldito!" gruñó el dragón, mientras observaba los movimientos de sus oponentes.

Las copias y el verdadero Keipi danzaron por la zona con agilidad, saltando de escombro en escombro y coordinándose con precisión. Se colocaron estratégicamente hasta formar un círculo perfecto alrededor del zodiaco, que rugió tratando de romper la formación mientras la arena y los fragmentos de muro giraban a su alrededor.

"¡PENTAGRAMA COMPLETO! ¡RUGE, GRAN FURIA DE LAS PROFUNDIDADES!" exclamó Keipi, concentrando todo el poder de sus clones en un inmenso cañón de agua que surgió desde el centro del círculo. El torrente golpeó con fuerza brutal a Vivaldi, estrellándolo contra los restos de roca y columnas dispersas, levantando nubes de polvo y cascotes que retumbaban en la cámara.

El hombre-bestia del tipo dragón quedó completamente inconsciente tras estrellarse contra el suelo, levantando una nube de polvo y escombros a su alrededor. Los clones de agua desaparecieron, dejando al verdadero Keipi en pie sobre un fragmento de columna, respirando con firmeza mientras observaba al enemigo derrotado.

Batalla en el templo del tiempo.

Keipi vs Vivaldi, el dragón.

Ganador: Keipi.

El joven contemplaba el cuerpo inconsciente de su contrincante, respirando con calma mientras el polvo y los escombros caían a su alrededor.

"Al final, Shouri tenía razón." pensó para sí mismo mientras su espada se disolvía en gotas de agua. "Al principio no me percaté del todo, porque estaba del lado de Kanu en aquella batalla, pero… me he vuelto lo suficientemente fuerte como para derrotar a un general de este calibre sin necesidad de llevar a Priscilla conmigo."

En ese instante, Kaito emergió del suelo, invocado para transportarle de vuelta a la parte superior y reunirse con sus aliadas.

"Toda la guerra en Accuasancta nos ha hecho más poderosos que nunca. Sin embargo… si lo que dijo Shouri es cierto, a los que deberíamos temer de verdad son esos cuatro sagrados." reflexionó mientras se acomodaba sobre la ballena, preparándose para continuar su camino.

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Sylvapura, castillo de Draco.

Los Sagrados estaban reunidos con el gobernador, como de costumbre, trazando planes y estrategias bélicas mientras aguardaban la respuesta de Ashley para decidir el rumbo de la guerra contra los Ballure.

Fue entonces cuando la conejo lunar irrumpió en la sala con absoluta calma. Con las manos en los bolsillos cruzó el salón a paso lento bajo la atenta mirada de todos sus compañeros.

"¡Maleducada!" le gritó Karta, golpeando el suelo con el bastón.

"Ya basta…" murmuró Shimuna.

"Ashley, ¿qué te trae por aquí?" preguntó Draco.

"He tomado una decisión, su majestad." dijo, arrodillándose frente a él.

En su mente se cruzaron la imagen de Vivian mirándola con admiración, lo que había visto paseando por Sylvapura, sus padres sonriendo de nuevo en casa y aquella conversación sincera que tuvo con Draco durante la noche. Todo ello terminó de empujarla hacia la decisión que estaba a punto de anunciar.

"Creo que puedo simpatizar del todo con ser una don nadie a la que nunca creen, y siento de corazón que no estáis equivocados en lo que decís. Reconozco que aún hay un ápice de duda en mí, pero… activaré el animalia y lucharé de vuestro lado." declaró con sinceridad.

"¿¡CÓMO!?" exclamó Karta, sobresaltado.

"¿E-Es en serio?" murmuró Belial, incapaz de creérselo.

"Vaya tía más guay." sonrió Shimuna.

"No os aseguro que esté cien por cien convencida todavía, pero… quiero que mis padres sean felices de nuevo. Por si algún día vuelvo a marcharme con mis amigos, quiero que ellos puedan vivir bien." añadió ella con honestidad.

"Está bien, Ashley. ¡Bienvenida a los Cuatro Sagrados!" sonrió Draco.

Continuará…

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