viernes, 5 de diciembre de 2025

Ch. 274 - Marco vs Cien hombres-bestia

Lleno de rabia e impotencia tras enterarse de que Ashley los había traicionado de forma deliberada, Marco impulsó al máximo su velocidad y llegó a Sylvapura en un estallido de fuego azul. Se plantó frente al imponente castillo de Draco, donde lo esperaba un ejército compacto: las Cien Estrellas, una centena de hombres-bestia con el potencial suficiente para aspirar al título de Zodiaco.

"¿Qué somos pocos?" bufó un hombre-bestia con forma de pingüino, afilando su espada contra una roca cercana. "¡A ver si dices lo mismo cuando te demos una paliza!"

"¡AL ATAQUE!" rugió el gigantesco gorila que parecía liderar al grupo.

En cuanto la orden retumbó en el aire, la oleada de enemigos se lanzó a por él con coordinación impecable. Marco no pensó: simplemente dejó que sus instintos tomaran el control.

Corrió hacia el frente con una velocidad explosiva. Un solo puñetazo suyo bastó para estrellar a su primer adversario contra el suelo, dejándolo inconsciente. Se agachó al detectar una patada lateral de un hombre mono, le agarró la cola en un movimiento seco y lo arrojó con fuerza contra una de las paredes del castillo.

El gorila avanzó hacia él e invocó un martillo colosal, levantándolo por encima de su cabeza para aplastarlo. El arma descendió con un estruendo que agrietó la tierra… pero nuestro protagonista lo detuvo con una sola mano.

"¿C-Cómo…?" balbuceó el bestial guerrero, incrédulo.

Con un giro de muñeca, Marco desvió el martillo como si fuese un juguete. Sus tobillos ardieron en llamas mientras giraba sobre sí mismo, elevándose con una agilidad casi danzante para ejecutar una doble patada ígnea que impactó de lleno en la mandíbula del gorila, enviándolo rodando varios metros por el suelo.

Inmediatamente después, cinco ratones con atuendos de ninja se abalanzaron sobre él, lanzando una ráfaga de shuriken perfectamente sincronizada, justo cuando un rinoceronte bajaba la cabeza para intentar ensartarlo con su cuerno.

Marco reaccionó al instante: se deslizó entre las cuatro patas del mamífero, lo pateó en el vientre elevándolo como si fuera una tabla ligera, utilizándolo como si fuese un escudo improvisado. Los shuriken se clavaron en su gruesa piel mientras el animal emitía un bramido sorprendido.

Sin darle un respiro, dos orangutanes aterrizaron frente a él armados con gruesos bastones de madera. Atacaron al unísono, rápido y con técnica impecable, obligando a Marco a retroceder entre chispas y polvo mientras esquivaba con precisión milimétrica, leyendo cada movimiento con una frialdad feroz.

Cansado de retroceder, nuestro protagonista dio un mortal hacia atrás mientras las llamas envolvían por completo sus dos brazos. Al aterrizar, chocó ambos puños con fuerza. El impacto generó una onda ígnea que barrió el terreno, arrojando a los dos simios varios metros hacia atrás y haciendo que colisionaran contra otros miembros de las Cien Estrellas que apenas estaban incorporándose al combate.

A su izquierda, un enorme toro con atuendo de torero se lanzó hacia él como un proyectil, decidido a empalarlo con su cornamenta. Marco lo vio venir de reojo. Sin perder el ritmo, saltó sobre su lomo, corrió por él en apenas un segundo y, al impulsarse para saltar de su cuerpo, disparó una esfera de fuego comprimido que impactó de lleno en el mamífero, dejándolo inconsciente.

Los cinco ratones ninja volvieron a las andadas, posicionándose justo en el punto donde Marco iba a aterrizar. Empuñaban sus katanas, listos para ejecutar un ataque conjunto y definitivo. Pero el emperador se anticipó: envolvió todo su cuerpo en llamas y, en cuanto sus pies tocaron la tierra, liberó una explosión esférica perfecta que los alcanzó de lleno, enviándolos por los aires como muñecos de trapo.

No tenía ni un mísero segundo para poder recuperar el aliento. Una bandada de hombres-ave descendió en picado con lanzas tan afiladas que cortaban el aire con un silbido. 

Marco retrocedió a saltos, esquivando las embestidas que buscaban atravesarle el pecho. Contraatacó disparando desde su boca un torbellino de fuego que frenó el descenso del grupo, pero no a tiempo: uno de ellos lanzó su lanza y logró abrirle un tajo en la mejilla.

Al llevarse la mano al rostro y ver la sangre, entendió que si bajaba la guardia, no viviría lo suficiente como para hablar con Ashley. Inspiró hondo. Levantó lentamente los brazos y, a su espalda, surgieron dos enormes manos de fuego que imitaron su movimiento. Con un único puñetazo al aire, las manos titánicas se dispararon hacia adelante, arrasando a toda la bandada de hombres-ave en un golpe devastador.

De repente, el suelo se estremeció bajo sus pies. La tierra se abrió y emergió una anaconda gigantesca recubierta de escamas metálicas, siseando con un tono que helaba la sangre. 

Marco retrocedió saltando de roca en roca, esquivando las fauces que intentaban devorarlo. Cuando vio una abertura, se impulsó con fuerza, ascendió varios metros y cayó en picado con una patada ígnea que atravesó el aire como un meteoro. El impacto contra el cráneo del reptil fue brutal: la serpiente quedó estampada contra el suelo, inmóvil.

_________________________________

Palco del castillo.

Desde un lugar seguro, Draco y los Cuatro Sagrados observaban el combate de las Cien Estrellas completamente desconcertados por las habilidades de Marco. La tormenta de fuego y golpes que el joven desataba abajo superaba con creces cualquier expectativa.

"Sé que mis hombres no son los más poderosos de esta tierra", admitió el gobernador con los brazos cruzados. "Pero… no esperaba en absoluto que un chaval pudiera encargarse de tantos a la vez."

"Ya os dije que él y mis amigos son muy fuertes. Lo mejor sería que fuera yo", intervino Ashley, inquieta.

"No", la cortó Karta mientras golpeaba el suelo con su bastón, visiblemente molesto. "Puede que ese amigo tuyo te convenza y decidas volver a su lado."

"Y eso es, precisamente, lo que no queremos que ocurra", añadió Shimuna con frialdad.

"Deja esto para nosotros", dijo Belial con una sonrisa ladeada. «Además… aunque derrote a los cien, todavía queda una sorpresa aguardándole.»

"¿Una sorpresa?" Ashley abrió los ojos, sorprendida.

_________________________________

En el campo de batalla, Marco golpeó el suelo con ambos puños envueltos en fuego, liberando una onda ígnea que barrió a la decena de oponentes que se abalanzaba sobre él. Los cuerpos salieron disparados en distintas direcciones, cayendo inconscientes antes incluso de tocar tierra.

" E-Es imposible..." murmuró una mujer cabra mientras intentaba incorporarse. Al ver de reojo la figura de nuestro protagonista recortada entre las llamas, la incredulidad se le escapó en un susurro: "¿Cómo puede ser tan fuerte...?" Acto seguido perdió el conocimiento.

Marco se irguió lentamente, se sacudió el polvo del cuello con absoluta calma y observó el campo a su alrededor. Casi todos los guerreros yacían derrotados. Solo quedaban en pie dos imponentes hombres elefante que, con los brazos cruzados y las miradas clavadas en él, parecían los últimos guardianes de aquel escuadrón caído.

Los dos gigantes intercambiaron una mirada silenciosa. Entonces chocaron las palmas con un estruendo que resonó como un trueno. Sus cuerpos se expandieron al instante, músculos y colmillos creciendo hasta convertirse en auténticos titanes. Sin perder tiempo, levantaron una de sus patas para aplastar a Marco con un solo pisotón.

Pero el emperador ascendió antes de que tocaran el suelo. Las llamas brotaron de la planta de sus pies y se elevó como un cohete, corriendo por la pierna del primer elefante a base de impulsos rápidos y precisos. Superó la altura de sus cabezas, esquivando los enormes brazos que se cerraban sobre él, y en un giro aéreo de 360º pasó entre ambos.

Desde la altura, llevó sus manos hacia atrás y lanzó dos enormes fénix de fuego desde sus puños. Las bestias ardientes descendieron rugiendo y golpearon de lleno a los dos elefantes.

El impacto fue devastador.

Ambos colosos cayeron de espaldas, haciendo temblar toda la explanada y aplastando involuntariamente a varios de sus compañeros ya inconscientes. Y, en cuanto perdieron el conocimiento, sus cuerpos volvieron poco a poco a su tamaño habitual.

Marco descendió entre restos de polvo y humo, aterrizando con un gesto impecable. Después giró el rostro hacia el castillo.

"¿Esto es todo?" preguntó con sorna. "¡Dejadme ver a Ashley!"

De pronto, dos sombras cayeron desde lo alto y se plantaron frente a él con una precisión casi ceremonial. Una mujer mono y un hombre tigre, ambos enfundados en ropajes de artes marciales. La presión que emanaba de ellos era completamente distinta: concisa, limpia, letal.

Eran dos de los Zodiaco.

_________________________________

Palco del castillo.

"¿Dos Zodiacos?" murmuró Ashley, anonadada.

"Jejeje… esa era nuestra sorpresa para él." comentó Shimuna con aire satisfecho.

"Pero aun así, los Zodiaco son bastante débiles para él." dijo nuestra protagonista, tensando el puño.

"Sí, pero no olvides que acaba de enfrentarse a cien soldados." respondió Draco sin apartar la vista del campo. "Y ahora se enfrenta al dúo de combate más coordinado del zodiaco. No lo tendrá tan fácil."

Ashley apretó los labios.

"Marco..." pensó mientras su mirada descendía hacia su amigo.

_________________________________

"Soy Burrata, el mono." anunció la mujer con una inclinación elegante.

"Y yo, Todafaso, el tigre." añadió el hombre con voz profunda.

"¡Si quieres ver a tu amiga, tendrás que derrotarnos!" gritaron al unísono, adoptando posturas combativas.

Marco respondió con una sonrisa tranquila. Las llamas volvieron a envolverle el cuerpo como un aura viviente. "Está bien. ¡Venid a por mí!" exclamó.

Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario