domingo, 7 de diciembre de 2025

Ch. 275 - Marco vs Burrata, el mono y Todafaso, el tigre

Con el objetivo de encontrarse cara a cara con Ashley, Marco llegó a Sylvapura, donde tuvo que enfrentarse a las cien estrellas de Draco. Tras derrotarlas y creer que por fin tendría la oportunidad de reencontrarse con su amiga, dos nuevas figuras descendieron ante él desde las alturas. Eran Burrata y Todafaso, el temible dúo del Zodiaco, listos para impedirle su avance.

Tras adoptar una pose ofensiva, Marco dejó que las llamas se extendieran por sus brazos, crepitando en medio del silencio. Durante unos segundos, nadie se movió. Solo tres pares de ojos fijos, midiendo distancias, tensiones y respiraciones. El viento cargado de arena rozaba el campo, haciendo vibrar los cabellos de los combatientes.

Entonces, Burrata y Todafaso intercambiaron una mirada mínima, asintieron, y al instante, saltaron hacia delante a la vez. Avanzaban sincronizados, fluidos, cambiando de posición con cada zancada como si sus cuerpos hubieran entrenado juntos desde antes incluso de nacer.

"Alteración del campo, georruptura" murmuró Todafaso, plantando una mano en el suelo.

Cientos de pilares de roca estallaron desde la tierra, creciendo como colmillos gigantescos que rodearon a Marco en cuestión de segundos. Los Zodiacos pasaron de correr a trepar y a saltar por las columnas con una agilidad animal, como si fueran plataformas.

En un parpadeo, ya estaban encima de él, uno a cada flanco.

Ambos se impulsaron desde un pilar y salieron disparados hacia nuestro protagonista con los puños listos para destrozarle. Pero él encendió sus pies en una explosión ígnea y se elevó hacia el cielo vertiginosamente, dejando tras él un rastro de brasas que iluminó los pilares.

"Palmada sónica, ruptura externa" anunció Burrata.

El aplauso resonó como un trueno. Una onda invisible barrió la base de las columnas, haciéndolas crujir y estallar desde abajo. Mientras estos comenzaban a caer como árboles talados, el dúo del Zodiaco empezó a patearlos uno tras otro, enviándolos hacia Marco como una lluvia de proyectiles pétreos.

El emperador esquivó el primero girando su cuerpo en el aire y aterrizó sobre el segundo. Corrió por su superficie inclinada y saltó al tercero, enlazando un movimiento tras otro.

Pero Burrata apareció entonces sobre uno de los pilares ascendentes. Su silueta se recortó con elegancia salvaje y lanzó una patada dirigida a su rostro.

Marco se agachó en pleno aire, sintiendo cómo la ráfaga de la patada de Burrata le rozaba el cabello como un látigo de viento. Se dejó caer sobre el siguiente pilar, que crujió bajo sus pies. Burrata cayó tras él sin perder el compás, encadenando un puñetazo directo que buscaba su rostro

Nuestro protagonista lo interceptó con una patada envuelta en llamas; el choque hizo vibrar el aire y la plataforma estalló en una lluvia de fragmentos. La explosión de piedra los obligó a separarse, saltando en direcciones opuestas.

En tierra firme, Todafaso posó ambas manos sobre el suelo con solemnidad. "Alteración del campo, geoprisión."

Una gigantesca jaula de roca surgió alrededor de los tres combatientes, cerrándose como un colosal abrazo mineral. Las paredes se elevaron hasta ocultar gran parte del cielo, atrapando al emperador y a los dos Zodiacos en un campo de batalla aún más letal y cerrado.

Marco aterrizó en el suelo con un crujido seco, agrietando la roca bajo sus pies. Al alzar la vista, vio a Burrata caer del cielo con la agilidad de un felino, aterrizando sobre los hombros de su compañero en una postura que parecía ensayada mil veces.

Sin necesidad de intercambiar palabra, Todafaso extendió los brazos y el suelo tembló: cientos de cubos de roca se alzaron, flotando en el aire como un enjambre mineral listo para devorar. Burrata, con una sonrisa afilada, dio una fuerte palmada que generó una onda expansiva que disparó los cubos hacia nuestro protagonista. Él reaccionó al instante, corriendo por los laterales de la jaula rocosa, esquivando los proyectiles que estallaban a su paso como pequeñas granadas de piedra.

La geocárcel que los rodeaba comenzó a encogerse lentamente, comprimiendo el espacio y acercando a los tres combatientes en un círculo cada vez más reducido. Con un estallido de fuego bajo sus pies, Marco salió disparado hacia los Zodiaco con el puño cubierto de llamas, intentando romper su formación antes de quedar completamente acorralado.

El tigre estampó una mano contra el suelo y un pilar gigantesco emergió como un escudo improvisado. El puñetazo de nuestro protagonista lo atravesó de un golpe, rompiéndolo en una explosión de fragmentos ardientes… sin embargo, aquel instante de detención fue todo lo que Burrata necesitó.

La mujer mono apareció frente a él como una sombra y le propinó una patada directa a la cara que le hizo perder el equilibrio; antes de que pudiera recuperarse, una segunda patada lo envió volando contra  Todafaso.

El Zodiaco del tigre lo atrapó sin dificultad, sujetándole la cara con una sola mano. "Alteración del campo, geopetrificación puntual."

Las palabras retumbaron en los oídos de Marco justo antes de que sintiera el frío recorrerle el rostro. Su piel endureció de golpe, volviéndose roca pura.

El mundo se volvió oscuro, silencioso, ajeno. Sin visión, sin aire, sin posibilidad de abrir la boca ni respirar, nuestro protagonista quedó completamente ciego y atrapado en su propio cráneo de piedra.

"Jajaja… ahora estás completamente incapacitado para derrotarnos." se burló Todafaso, inclinándose hacia adelante mientras adoptaba una pose ofensiva, confiado en su victoria.

"¡Esta es la combinación definitiva entre la palma sónica y la georruptura! ¡No subestimes al dúo Zodiaco!" proclamó Burrata, situándose detrás de su compañero con una sonrisa de absoluta seguridad.

La jaula volvió a crujir, encogiéndose un poco más, y ambos guerreros aprovecharon el momento para dispersarse. Saltaron entre los barrotes pétreos, generando tantos ruidos y ecos como les fue posible. Cada impacto de sus pies contra la roca se mezclaba con vibraciones falsas y cambios de dirección impredecibles, todo con la intención de confundir los sentidos de Marco, que apenas podía mantenerse en pie, respirando con dificultad y tambaleándose a ciegas.

Los saltos se multiplicaron, rebotando de un lado a otro, desdibujando sus presencias entre el caos sonoro. Y cuando por fin encontraron el ángulo perfecto, Burrata y Todafaso intercambiaron una mirada cómplice… y se lanzaron a la vez hacia nuestro protagonista desde direcciones opuestas, con una sincronización mortal. A aquella velocidad, sin visión, sin oído y con la cara petrificada, confiaban al cien por cien en que la victoria era suya.

Pero entonces, algo imposible ocurrió.

Marco alzó los brazos con un movimiento firme, casi instintivo, y atrapó ambos pies del dúo en pleno ataque, sujetándolos con las manos desnudas como si lo hubiera previsto desde el principio.

"¿C-Cómo…?" balbuceó Burrata, incapaz de entenderlo.

"¡Es imposible que nos hayas visto o escuchado!" gritó Todafaso con los ojos muy abiertos.

El emperador apretó los dientes, la roca empezando a resquebrajarse alrededor de su boca. "Puedo sentir… vuestra sed de sangre… ¡idiotas!" rugió, con su voz saliendo como un trueno ahogado.

Antes de que los Zodiaco pudieran reaccionar, una explosión de fuego brotó de las palmas de Marco. Dos gigantescas esferas ígneas se dispararon desde sus manos, devorando a ambos enemigos en un estallido abrasador. 

Burrata y Todafaso salieron despedidos en direcciones opuestas, chocando brutalmente contra los barrotes de la geocárcel. Sus cuerpos resbalaron por los muros rocosos antes de caer al suelo, completamente inconscientes.

Con su derrota, la jaula comenzó a desmoronarse. Y la piedra que cubría el rostro de Marco se terminó cayendo en pedazos, permitiéndole inhalar aire fresco por primera vez en casi un minuto. Inspiró hondo, temblando, mientras recuperaba la visión y el mundo volvía a tener forma.

Batalla frente al castillo de Sylvapura.

Marco vs Burrata, el mono y Tofadaso, el tigre.

Ganador: Marco.

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Desde el palco, Draco y los Cuatro Sagrados observaban en absoluto silencio. El polvo aún no había terminado de asentarse cuando la magnitud de lo ocurrido empezó a calar en sus expresiones.

"E-Es increíble…" murmuró Karta, incapaz de apartar la vista del campo de batalla. "¡Ha podido con dos de los mejores Zodiacos!"

"Y sin apenas despeinarse…" añadió Shimuna, con la boca entreabierta y los ojos temblándole de incredulidad.

Ashley, en cambio, mostraba una sonrisa tranquila, orgullosa. "Ya os lo dije", comentó, cruzándose de brazos con serenidad.

Belial chasqueó la lengua, visiblemente molesto. "Tsk… no esperaba que realmente fuera tan fuerte…"

"No es eso", corrigió la potenciadora sin perder el tono confiado. "Es que vuestros Zodiacos no son tan formidables como creéis. Nosotros nos hemos enfrentado a enemigos muchísimo más poderosos durante nuestras aventuras."

Draco exhaló con calma y, sin decir una palabra, encendió un cigarro. El humo se elevó como un hilo perezoso mientras sus ojos, fríos y calculadores, permanecían fijos en Marco.

"Está bien", dijo finalmente. "Ve tú, conejo lunar."

Karta casi dio un respingo. "¿S-Señor? ¿Está seguro?" preguntó, aferrando su bastón con fuerza.

"Siempre lo estoy." replicó con una mirada tan desafiante que nadie osó contradecirlo.

Ashley sostuvo su mirada por un instante. Luego asintió con determinación, dio un paso al frente y, sin pensárselo dos veces, se lanzó del palco con un salto limpio y decidido rumbo al campo de batalla.

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Marco salió entre los restos de la jaula de roca, sacudiéndose el polvo mientras avanzaba hacia el bosque de pilares pétreos que todavía permanecían en pie. Apenas había dado unos pasos cuando una figura cayó frente a él desde las alturas. Instintivamente levantó sus puños, listo para atacar… hasta que reconoció aquella silueta.

"¡Ashley!" exclamó, dejando escapar un suspiro de alivio.

"Hola, Marco." respondió ella con una calma inquietante, sin moverse ni un centímetro.

Él frunció el ceño al instante. "Oye Ash, ¿Por qué vas a activar el Animalia? ¿Es que acaso te dan igual los Ballure?"

"¿Y es que a ti no te importan un mínimo los hombres-bestia?" replicó la potenciadora con la misma serenidad, devolviéndole la pregunta como si fuera un espejo.

"Sabes de sobra que fueron ellos los que iniciaron todo esto por un rumor falso sobre la gema infinita." protestó Marco, dando un paso adelante.

"¿Falso?" Ashley arqueó una ceja. "¿Por qué estás tan seguro? ¿Qué pruebas tienes de que los Ballure no nos han mentido y están tomando el papel de víctima en este conflicto? ¿Y si los hombres-bestia llevamos razón desde el principio? Es muy fácil señalar como mentirosos a los que somos más distintos de los humanos."

"¡Eh! ¡Eso no es así!" rugió Marco, sintiendo cómo hervía su sangre ante la acusación.

La potenciadora lo observó en silencio unos segundos, hasta que formuló la pregunta que había estado guardándose desde su conversación con Draco.

"Dime una sola cosa, Marco… ¿la princesa es un Ballure?"

La mirada del joven se ensombreció. "No… Sherezade no lo es." admitió con sinceridad. "¿Cómo sabes tú eso? No estabas presente, cuando nos lo reveló."

El rostro de Ashley se tensó. Recordó las palabras de Draco aquella noche, la desconfianza que le despertó la princesa, ese extraño vacío que la envolvía… demasiado perfecto, demasiado limpio para ser real.

"Entonces está claro." concluyó Ashley con firmeza. "Los Ballure han mentido. Y los hombres-bestia tenían razón desde el principio."

Nuestro protagonista abrió los ojos, incrédulo.

"Así que te lo diré de forma directa, Marco." continuó ella adoptando una postura combativa. "Si no te unes a nosotros… me veré obligada a derrotarte."

"No voy a unirme a ellos, Ash." respondió él sin dudar ni un segundo.

"En ese caso…" la potenciadora dejó escapar un suspiro que parecía dolerle. Luego su poder estalló como un trueno, liberando energía mágica. "…acabaré contigo."

"Si eso es lo que quieres…" dijo Marco, dejando que las llamas cubrieran sus puños una vez más. Su mirada estaba decidida, pero su corazón no. "…así será."

Continuará…

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