Marco y Ashley habían tenido un crudo enfrentamiento a las puertas del castillo de Sylvapura, un choque nacido de sus propios valores. Keipi lo interrumpió antes de que alguno fuera derrotado, y ambos se retiraron finalmente. Una vez quedó sola, la conejo lunar regresó al interior del castillo.
La gran puerta se abrió ante ella y una corriente de aire agitó su cabello suelto. En la sala, apenas iluminada, surgió una pequeña llama: el mechero de Draco, que acababa de encenderse un cigarro.
“Escaparon.” dijo ella, avanzando con pasos lentos y pesados.
“Lo sé.” respondió el gobernador, dejando escapar una larga calada. “Pero fue el mejor resultado posible. Si te hubiéramos perdido en ese combate, el animalia no habría podido activarse.”
“Parece que mi único valor es darle sangre a este castillo.” replicó ella con una sonrisa amarga.
La potenciadora se detuvo. Sus dedos se aferraron a la barandilla.
“Mi cabeza es un caos constante, pero… al menos pude perdonar a mis padres, y al fin puedo disfrutar de mi familia después de varios años en soledad.” confesó, con la voz temblorosa. “Puede que me arrepienta toda la vida, pero… por una vez quiero tomar mi propia decisión. Y en ella está salvar a mi familia de la crisis económica, para que puedan seguir adelante una vez vuelva a irme de viaje. Que por cierto… Marco me confesó que la princesa no era un Ballure. Tus sospechas sobre ella eran ciertas.”
“Ya veo.” dijo Draco, esbozando una sonrisa seca. “Ellos… son un país construido sobre mentiras y pese a todo, quieren hacernos ver como los villanos de esta historia.”
“Eso… parece…” murmuró ella, recordando la sonrisa de Faralalan mientras retomaba el ascenso al piso superior.
“Ashley.” la llamó de nuevo el gobernador. La potenciadora se giró. “Date un baño y come algo. Activaremos el animalia en unas horas, descansa un poco.”
“Sí.” respondió la potenciadora, antes de perderse en las escaleras.
_______________________________________
Al-Amphoras.
Un par de horas después, Kaito aterrizó en palacio junto a su dueño y Marco. Mientras el Kami se desvanecía, los dos avanzaron con prisa hacia la gran sala donde todos los esperaban: sus amigos, Shouri y sus discípulos, la princesa con sus awsiyas… y Faralalan.
"¡Estás bien!" sonrió Faralalan al verle.
“¡Marco!” exclamó Nicole, sorprendida al verle herido. Corrió hacia él y empezó a canalizar su magia curativa, cerrando una a una las heridas que aún le sangraban. “Estás lleno de heridas, idiota.”
“Sí… perdona.” respondió él, dejando caer los hombros. “Me alegra ver que os fue bien en vuestra misión, hice bien en confiar en ti y Lily para eso.”
"Bobo..." murmuró la sanadora, feliz por recibir sus halagos.
“Mira que eres cabezota cuando se trata de tus amigos.” comentó Ryan con los brazos cruzados. “Tienes que trabajar eso un poco y dejar de intentar resolverlo todo por tu cuenta.”
“Es verdad.” añadió Cecily con suavidad. “Como cuando pasó lo de Keipi… perdiste el control de tus emociones y no quisiste contar con nadie para expresarlas. Sé que sientes que todo es tu responsabilidad como líder, pero… estamos aquí para todo, Marco. Incluso para ayudarte a cargar con lo que te pesa.”
“¡Tonto!” dijo Lily, dándole un golpecito en la cabeza con el ceño fruncido. “¡Ni se te ocurra volver a irte solo a plantarle cara al enemigo!”
“Tenéis razón.” admitió él, esbozando una sonrisa tímida. “Intento mejorar cada día, de verdad… pero al final no puedo evitar querer solucionarlo todo yo mismo. No solo porque me sienta responsable o culpable, sino porque… me pasé media vida solo, en un pueblo minero donde todo dependía de mí.”
Mientras Nicole terminaba de curarle, Keipi se acercó y apoyó una mano cálida en su espalda.
“Y se nota que haces ese esfuerzo por cambiar.” dijo él. “Pero ya no estás en esa mina. Estás caminando bajo el sol… con nosotros.”
“Por cierto.” irrumpió Theo, levantando la mano. “¿Qué fue de Ashley? ¿Pudiste hablar con ella?”
Marco respiró hondo y relató todo lo ocurrido desde que llegó a Sylvapura: cómo plantó cara a las Cien Estrellas de Draco y a dos miembros del Zodiaco solo para poder verla, cómo acabaron enfrentándose y cómo, al final, ambos dejaron claro que apoyarían a bandos distintos.
“Esa chica…” dijo Cecily, bajando la mirada con tristeza.
“Así que vuestra amiga es una traidora. Pues vaya.” soltó Sergiv, molesto, recostado contra la pared con las manos detrás de la nuca.
“¡No seas así!” le reprendió Najaf, ajustándose las gafas.
“Eso, eso… No seas tan cruel sin leer el ambiente.” añadió Rachid, frunciendo el ceño.
“¡Ellos siguen siendo sus amigos!” protestó Yelena, indignada.
“¡Silencio!” estalló Sherezade, indignada. “Ese comportamiento no es digno de un Awsiya, Sergiv. Los hombres-bestia también son seres vivos con sentimientos. Si ella ha decidido apoyarles es porque ha entendido algo que nosotros no, y punto.”
“S-Sí, señora…” murmuró Sergiv, bajando la mirada, avergonzado tras el tirón de orejas.
“Hablando de ello.” intervino Keipi, atrayendo la atención de todos. “Durante nuestra misión me enfrenté a uno de los Zodiacos en el templo del tiempo. Él confesó que era un infiltrado del gobierno imperial y que su objetivo era fomentar la guerra entre ambos países… y lograr que la gema infinita fuese destruida.”
“¿El emperador quiere destruirla?” preguntó Sherezade, visiblemente sorprendida.
“¡Pero…! ¡¿Por qué?!” exclamó Najaf, empujándose las gafas hacia arriba.
“El emperador no.” corrigió el monje. “No comprendí muy bien el motivo, pero… el dragón dijo que eran órdenes de Melchor, el hijo de este.”
“¿Melchor?” repitió Shouri, llevándose el cigarro a los labios. “¿Qué pinta ese chaval en todo este lío?”
“No tengo ni idea. Apenas había oído hablar de él.” añadió Kanu, pensativo, mientras Futao lo observaba distraído, sacándose un moco.
“Yo no me estoy enterando de nada, la verdad.” admitió Ryan con total sinceridad.
“Pues que toda esta guerra es una mentira provocada por el gobierno.” irrumpió Nicole, terminando de sanar a Marco. “Ellos difundieron falsos rumores sobre el valor económico de la gema infinita, sabiendo que un país desesperado por salir de la crisis mordería el anzuelo. Y como Sherezade se negaría a entregarla… provocarían el conflicto perfecto para destruirla.”
“¿Y por qué quieren destruirla?” insistió Najaf, acomodándose de nuevo las gafas.
“¿Tanto molestamos los ballure al gobierno como para que quieran matarnos?” gruñó Sergiv. “Si esa gema cae, nosotros morimos. Es la que alimenta nuestros corazones.”
“Es cierto… algún motivo oculto tiene que haber.” dijo Gretel, frunciendo el ceño.
“Quizá simplemente quieran las tierras para hacerse con todo Luore.” opinó Nathalie, cruzándose de brazos.
“No.” respondió Keipi con firmeza. “Según la historia narrada en los jeroglíficos de los templos, quieren romperla para que Yumeith recupere su poder.”
“¿El Mesías?” Marco abrió los ojos como platos al oír ese nombre.
“¿Cómo?” dijo Cecily, igual de desconcertada.
En ese instante, Priscilla dio un salto desde la cabeza de Keipi. Su diminuto cuerpo de polluelo estalló en un destello cálido y se transformó en su forma humana, provocando exclamaciones de sorpresa entre quienes desconocían ese aspecto suyo.
“Dejad… que yo os lo cuente.” dijo ella con voz suave, dando un paso al frente.
_______________________________________
Sylvapura.
En ese momento, los Sagrados se reunieron frente a la gran fuente de cuatro secciones, cada uno sosteniendo una cuchilla ceremonial. Aquella agua cristalina sería el receptáculo del despertar del Animalia.
“Bien. El momento ha llegado.” proclamó Draco desde su trono, su voz profunda resonaba por toda la sala mientras observaba el ritual. “¡Es hora de hacernos con esa maldita gema y salir de esta crisis! ¡Por los nuestros de hoy, por los de ayer y por los del mañana!”
“¡POR EL BIEN DEL FUTURO DE LA NACIÓN DE LOS HOMBRES-BESTIA!” gritaron los cuatro Sagrados al unísono.
Con un solo movimiento, se abrieron un tajo limpio en el brazo. La sangre comenzó a caer en hilos perfectos, resbalando por las cuchillas ceremoniales hasta gotear sobre cada una de las secciones de la fuente. El agua, pura momentos antes, empezó a teñirse de un rojo profundo. Cuando las cuatro zonas se volvieron completamente escarlata, un temblor recorrió los cimientos del castillo.
“¿Funcionó?” preguntó Karta, incapaz de apartar la mirada.
“¡Vamos, vamos! ¡Despierta, Animalia!” exclamó Shimuna, con el brillo de la emoción en los ojos.
El castillo entero comenzó a resquebrajar la roca que lo rodeaba, liberándose de la montaña como si esta fuese una simple cáscara. Los muros ennegrecidos por los años se abrieron, revelando en su interior una arquitectura nueva, resplandeciente: bloques de piedra blanca que emitían una luz propia.
Las raíces y lianas que antes trepaban por sus muros se tensaron, se extendieron y se transformaron, elevándose como gigantescos conductos de energía natural que se aferraban al castillo para impulsarlo. Los árboles que lo rodeaban se curvaron hacia la estructura, incrustándose en su superficie como si formasen parte de un solo organismo vivo.
Un aura intensa y abrasadora, estalló hacia el cielo. La montaña desapareció entre nubes de polvo y luz, y el castillo comenzó a elevarse, flotando, sacudiendo el aire a su alrededor.
En cuestión de segundos, aquella tarde tranquila fue engullida por una oscuridad antinatural. Una noche eterna descendió sobre Sylvapura, teñida por la energía del Animalia recién despierto, y en lo alto, una luna descomunal brillaba con una claridad imposible, como si celebrara su renacimiento.
Los sagrados y Draco se asomaron al palco, contemplando maravillados cómo el castillo flotaba entre las nubes, avanzando por el cielo bajo aquella noche eterna que los envolvía y multiplicaba su fuerza.
"Me siento más poderoso." dijo Belial con una sonrisa salvaje, admirando sus brazos de tigre blanco, ahora más grandes, más musculosos y más cargados de energía que nunca. "Esto es increíble."
"Ahora somos imparables. ¡Esa gema será nuestra!" proclamó Draco, cuyos ojos de dragón brillaban con una intensidad feroz mientras observaba el horizonte.
Ashley, desde la plataforma inferior, alzó la mirada hacia la luna radiante que presidía el firmamento. El viento nocturno le agitaba las orejas y el cabello, como si la propia noche la llamara a actuar.
"Chicos..." pensó en sus amigos, sintiendo el peso de su decisión clavarse en el pecho. "Es el momento de enfrentarnos. Espero que no me lo tengáis en cuenta."
Continuará…
No hay comentarios:
Publicar un comentario